Partida Rol por web

La oscuridad comienza a disiparse, te duele la cabeza, no sabes que ha pasado, estabas de camino a la iglesia y de repente todo se volvió oscuro. Ahora sin saber como estás sentado a la mesa en un oscuro comedor, la mesa está puesta en una cara y lujosa vajilla digna de un príncipe. No estás atado pero no consigues moverte, los músculos de tu cuerpo no te obedecen, no estás amordazado, pero tu boca permanece inmóvil, incapaz de pronunciar ni un pequeño quejido

Las malditas divagaciones enajenadas de ese monje eran ciertas. Se encontraba en la mansión de unos malditos adoradores de Satán. ¿Serían brujos consagrados al príncipe de las tinieblas? Con la mirada recorrió las estanterías, las mesas y los tapices en busca de signos alquímicos o sellos de alta magia que les permitieran comunicar y atar a siervos demoníacos. Si era el mismo Belzebú el que les otorgaba los poderes que retenían su cuerpo encadenando su mente, el nombre de Dios debería romper el encantamiento. Por desgracia sus labios y sus manos estaban sellados con la misma fuerza que su cuerpo. Necesitaba pensar en algo que le permitiera romper ese vínculo demoníaco y salir de allí.

Entonces una reflexión funesta cruzó sus pensamientos ¿Era una cena, habría trece platos para ofrecer trece sacrificios? Si era un rito satánico debería ridiculizar el sacrificio de su señor Jesucristo, quien dio su sangre a beber para salvación. Quizás serían ellos los que como falsos apóstoles darían su sangre a beber a un anticristo demoníaco. Su rostro ensangrentado, en un mar de sangre vertida. Porque las oscuras profecías que despertaba su mente sublimada eran incapaces de traspasar la barrera de la mente consciente hasta que las piezas encajaban frente a sus ojos impotentes. 

Hasta les envió a un profeta, uno más capaz que el, para advertirles de su funesto destino. Necesitaba recopilar todos los conocimientos que su mente retenía, por dispares y deshilachados que estuvieran, sobre satanismo y demonología para tratar de adivinar quienes formaban parte de la corte maldita del señor Giovanni, y como luchar contra ellos.

Escuchas pasos, son de varias personas, ¿quizás aquellos que conociste en la posada? Es difícil saberlo cuando no puedes moverte, el no poder hablar impide pedir ayuda. Entonces se comienza a escuchar música, ¿era real o producto de tu cabeza?

Tu mente intentaba recopilar información, pero la tenías tan embotada que apenas podías pensar con claridad, en ese momento lo único que tu cabeza recordaba era esos cantos que no eran desconocidos para ti, pues en varias ocasiones lo habías escuchado en las misas de la Iglesia

Entre risas y con miradas cómplices Bilyana entra acompañada de Lady Dimitra al comedor, como viene siendo habitual el comedor es algo oscuro, la mesa está puesta en una cara y lujosa vajilla digna de un príncipe.

Justo detrás de las dos mujeres entran Pietro acompañado de Matrona Violetta, que agarra al joven del brazo y se sienta en un lado de la mesa, pidiendo a su acompañante que se siente justo al lado

-Parece que no somos los primeros -dice Lady Dimitra al ver que allí sentado en silencio estaba Paolo

-Debe ser el que llegó aparte de los demás -dice Matrona Violetta haciendo caso omiso y comenzando a conversar con Pietro

Observo a los presentes, Paolo, Pietro y Matrona Violetta, y les saludo levantando la mano y con un Hola. Luego me siento en la mesa y suspiro. Buff... Me va a sentar bien descansar comento con un guiño hacia Dimitar.

Miro la mesa. ¿No vamos cenar todos juntos? pregunto extrañada.

Al llegar me resulta extraña la disposición de los comensales. Me imaginaba la típica cena de la que hablaban los plebeyos, con una opulenta mesa llena de suculentos manjares de todo tipo imaginable y rodeada por una legión de criados... Pero al parecer cenamos por parejas, o como mucho vamos entrando en esa disposición. 

-No tengo ni idea.-Respondo mirando hacia todas partes sin fijar la vista en ningún lugar en particular.-Pero tampoco me ha extrañado que no soy un habitual de este tipo de reuniones. 

-Comeremos todos juntos, pero hay quienes tardan más en llegar, a veces no se dan cuenta de su falta de respeto, sus juegos se alargan demasiado -mira con una sonrisa a Bilyana y sonrie- a mi también me hubiese gustado alargarlo

Las puertas se abren para traer a Robert que está inconsciente

-Hay quien no sabe beber -se queja Matrona Violetta

-Así es.-Añado en voz alta.-Nublar el ingenio, lo más preciado que poseemos... en fin.

Las puertas del comedor se vuelven a abrir, en esta ocasión entran dos criados llegando en brazos a Albert, lo acomodan en un sitio de la mesa. Albert puede ver a algunos de sus compañeros allí hablando con Lady Dimitra y Matrona Violetta, Robert está inconsciente sobre la mesa.

Gracias, pero prefería ir a descansar no era mi intención unirme al banquete en tal lamentable estado- dice el medico al ver que lo posicionan en la mesa, pero los criados parecen no hacerle caso y observa los alrededores mientras se pellizca las piernas instintivamente como queriendo cercionarse de que están allí pese a que sigue sin fuerzas para moverlas
Válgame dios que ha pasado aquí- comenta al ver a Robert inconsciente en la mesa, mirando al resto reconoce a Paolo el cual no recuerda haber visto en el viaje-

Saludos Paolo , por favor acérquese este hombre parece no estar en sus mejores momentos quizás necesite ayuda, y yo no puedo hacer mucho si nadie me asiste- exclama dirigiéndose al monje con premura preocupado por el hombre inconsciente, y dándose cuenta de todas las limitaciones que supone su nueva condición, quizás no debería estar preocupado por los demás si no solo por sí mismo pero su profesión siempre había exigido poner la vida de otros por encima de la suya.

Cuando veo entrar primero al inconsciente, le miro con curiosidad
¿Estará borracho realmente?

Luego entra Albert. Oh, ¿pero qué le ha pasado? digo, al verle así.

Cuando habla de Robert, sin embargo, me río. ¿Nunca has visto un borracho?

Por último, ahora sí, respondo a Lady Dimitra. Cuando quieras, repetimos. Me divertí mucho le digo, sonriendo.

-Si me disculpáis voy a apurar a los demás invitados, es una falta de respeto que nos tengan aquí esperando

Anna y Nicolae entran, Anna del brazo de Lord Micezyzlav, Nicolae cerca. Los tres entran en el comedor, Lord Micezyzlav retira la silla de Anna sentandose al lado de ella y haciendo un gesto a Nicolae para que ocupe la silla contigua.

En el comedor aún faltan personas, están Pietro hablando con Matrona Violetta, Bilyana, Albert y Paolo. Con la cabeza echada sobre la mesa podéis ver a Robert dormido.

Entre dos criados traen a Enzo, que se le puede escuchar roncar a distancia

Miro a quienes entran y saludo con un gesto de la cabeza. Permanezco recostada en la silla, algo aburrida por mi cara, mientras esperamos.

Lanzo un suspiro. Al menos podían poner algo de beber o para picar.

Luego entra Albert. Oh, ¿pero qué le ha pasado? digo, al verle así.

Cuando habla de Robert, sin embargo, me río. ¿Nunca has visto un borracho?

Ah señorita aprecio su preocupación- dice Albert ante la pregunta- ha sido algo extraño, el tal  Lord Casmir  cuando he interactuado con él me ha empezado a hablar de magia y no le ha gustado la respuesta que le he dado sobre que no creo en la magia solo en la ciencia- Albert echa las manos a la cabeza en señal de pesadez- de repente el viejo me ha gritado, he perdido las fuerzas en las piernas y he caído al suelo , Creí que me había envenenado pero Allan me ha asistido y no ha encontrado ninguna señal de que ingiriera algo en la bebida aunque quizás lo ha hecho de otra manera pero no sé, ahora no puedo mover las piernas aunque si las siento.

Si antes de marcharnos con Micezyzlav ya llevaba el vestido manchado de sangre, al compararlo con nuestro regreso podría haberse considerado recién estrenado puesto que las manchas de sangre ya no eran pocas, sino que casi parecía que hubiera asistido a una matanza con el puesto. Extrañamente no parecía molesta por aquello, aunque si parecía haberme molestado en lavarme cualquier rastro de la piel, e incluso se me veía bastante animada junto al noble.

- Bienhallados de nuevo.

Saludé animada a los presentes, dejando claro que me encontraba de muy buen humor a pesar de cómo había empezado la noche, pero es que incluso no me importaba el descubrir a dos hombres curdas, al margen de considerarlo una verdadera descortesía. Solo que en ese momento también me fijo en la presencia del abad.

- ¡Oh! Hermano Paolo, ¿ya habéis llegado? Me sorprendió no veros bajar del carruaje.

Admito pese a que era evidente que andaba intrigada por su retraso, aunque nada más lejos de que pudiera haberse quedado dormido y tenido que cabalgar durante el trayecto.

Observo al doctor, extrañada. Luego a Robert y Enzo, aparentemente dormidos, y mi mirada termina en Anna, cuyo vestido parece haber salido de un matadero.

Mi instinto ha sido fundamental para mantenerme siempre con vida. Y ahora me está gritando que todo esto es ya demasiado raro. Visto individualmente todo podría ser pero, ¿en conjunto?

Me levanto y me dirijo a la puerta. Lo siento, pero no me estoy sontiendo cómoda bien con esto. Deseo que le transmitan mis disculpas al señor Giovanni de mi parte.