Partida Rol por web

[DM08/20] La Telaraña

⋩ Capítulo 6: Enlace ⋨

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27/08/2020, 00:03
Guileon Vance

Guileon abrió la boca. La cerro, la volvió a abrir. Varias veces en realidad. La cantidad de expresiones faciales que aparecieron sobre el rostro del heredero de los Vance fue digna de un actor de teatro... o de un bufón. Los bardos tendrían material por los próximos cien años.

Sin embargo, cuando este comenzó a discurrir acerca de lady Bessa, la expresión del muchacho mudó a una de intensa rabia y ardor. Entornó los ojos, y de un rápido y fluido movimiento de su derecha desenvainó la espada, o lo hubiera hecho de haber estado ahí. Tomó al muchacho por el cuello de la camisa antes de intervenir.

—Lady Harriet —comenzó sin mirarla, concentrado en el rostro de Mawney— Temo que mi buen amigo Mawney ha sido víctima de los excesos de la boda. Nunca fue particularmente resistente a los efectos del vino.

Acercando el rostro aún más al de su amigo, prosiguió de manera amenazante.

—Lord Esthal fue un padre amable y atento para su hija. Lo que sugieres es una infamia, así como lo que respecta a mi persona. Límpiate la boca antes de ensuciar el honor de lady Bessa.

Apenas desvió un instante la mirada, una mirada entre sorprendida e inquisitiva que originaba de sus dos ojos como platos, que ahora clavaba en los de Bessa.

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27/08/2020, 00:10
Thaena Blanetree

-Muchas palabras.- Murmuró Lisette, sosteniendo aún a Valder. -Muchas verdades escondidas en muchas mentiras...- Miró de reojo hacia Urthen. Muchas de las afirmaciones eran ridículas, Valder le habría dicho si realmente estuviera enfermo, por ejemplo; pero de algún modo la joven se sintió aliviada, pues lo más cercano que había a su secreto era ser supuestamente la hija bastarda de Lord Esthal, algo que ella estaba más que segura que era falso. Lo de que el hijo en el vientre de Bessa perteneciera al Lord le pareció incluso más absurdo. Después de todo, era la idea de que Lord Esthal no había podido procrear lo que llevaba a pensar que Bessa fuera Haffer y no Hawick.

-Intenta dejar claro que sabe algunas cosas, pero las esconde entre mentiras para que no quede claro qué es cierto y que es falso excepto para aquellos que sepan la verdad.- Murmuró. Ahora, ¿cómo respondería Lady Harriet a esos "rumores"?

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27/08/2020, 00:16
Lady Morna Hawick

Morna había contemplado la ejecución de aquella sentencia, plantada, como una efigie inmóvil, tras Bessa. A penas se la veía siquiera respirar, mientras mantenía el pañuelo de seda gris apretado contra sus labios. Sus nudillos palidecieron, con el sonido sibilante de cada flecha. Su mirada, se mantuvo al frente, mientras las lágrimas, amargas, gélidas, surcaban su mejilla. Su figura parecía petrificada, en el mismo lugar en el que permanecía de pie. Y así se mantuvo, aún después de que Lord Haffer exhalase su último aliento, incapaz de romper aquel silencio espeso y pegajoso.

Hubiera deseado que aquel silencio durase eternamente. Que aquel silencio se lo tragase todo. Y sin embargo, la voz de Lady Harriet se alzaba. Impelía a hablar al consejero de los Vance. Morna a penas reaccionó, en un principio. Pero lo escuchó mencionar el nombre de su esposo, y aquello atrajo su mirada. Y con cada una de sus palabras, con cada infamia derramada, cada onza, cada gota de tristeza que sentía, se convirtió en fuego. Con cada asquerosa especulación sobre su marido, sobre su Bessa, y sobre ella misma, sus pupilas se afilaban, hasta que su semblante se convirtió en la viva encarnación de la ira. 

Se dice... Se dice... -masculló, sintiendo cómo cada palabra ardía en su garganta- Se dice que el consejero Mawney tenía altas sospechas de que mi marido corría peligro. Y ni una sola palabra salió de su boca pútrida para evitar semejante desgracia.-dijo, apretando tanto las manos que sus uñas se enterraban en la carne- Se dice, que el cuerpo de mi marido está aún caliente, en su capilla ardiente. Y que justo en el escenario en el que se supone que se debe vengar y ajusticiar su asesinato, se profana su nombre. El de su hija. El de su esposa. Y el de su Casa.- añadió, siendo cada palabra cáustica, hirviente. Morna era la encarnada imagen de una mujer, madre y esposa herida en lo profundo.

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27/08/2020, 00:23
Narración
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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27/08/2020, 00:29
Narración

Era cierto. Aquella mujer era la señora de Fuerte Floresta. Y también lo era que Mawney acababa de decir cosas bastantes ofensivas. Pero eran rumores. ¿O no?

En cualquier caso, el chico sí tuvo claro que acababa de ganarse la animadversión de aquella mujer, y que tenía el poder de hacérselo pagar. Quizá no fuera en ese momento, pero la venganza era un plato que podía servirse frío, él lo sabía bien.

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27/08/2020, 00:31
Lady Gianna Vance

Lady Gianna empezó a escuchar la intervención de su consejero y a medida que fue hablando iba abriendo los ojos más y más. De pronto se dio cuenta de que había estado en un mundo paralelo al que habían estado el resto. De todo lo que dijo Mawney solo le importaron las que concernían a su hijo. Le dolió en el alma que solo le importara el honor de Bessa, que según las palabras de Mawney y lo que ella misma sospechaba ya estaba en entredicho por varios motivos. No pudo contenerse. Empujó a su hijo para que se separara de Mawney y le soltó un tortazo lo más fuerte que pudo soltando toda la rabia contenida que llevaba días acumulando. 

- ¿¡NO VES QUE TE HAN UTILIZADO!? - gritó indignada. Estaba indignada.- Por los siete despierta idiota. DESPIERTA. Casi te matan y solo te preocupa una mujer que no se preocupa lo más mínimo de ti. Te preocupan los Hawick que solo te han usado como han querido. ¡DESPIERTA POR LOS SIETE! - estaba sulfurada. Pero su hijo no era el objeto de todo su odio, ya lo había dado por perdido.

Se giró hacia Lady Morna  al escuchar sus palabras. Algo en Lady Gianna se despertó y ya no había forma de volverlo a dormir. Avanzó hacia ella determinada. Le daba igual todo en ese momento, todas las piezas habían encajado a la perfección. A varios metros de ella la señaló. - ¡Tú! - le tuteó, no merecía otra cosa. - Por eso no querías que mi hijo saliera de Fuerte Floresta. Por eso no querías liberarlo, lo tenías apresado entre tus piernas. Te has aprovechado de un muchacho solo y lejos de su casa al que se te confió su cuidado. De todas las alimañas que hay aquí, eres la más despreciable. Aprovecharte de tu pupilo, de su soledad, para atarlo a tu casa de la manera más ruin posible. - le dijo con un enfado terrible. 

Miró a Lady Harriet y se dirigió a ella.

- Me han arrebatado lo único que tengo. A mi hijo. Escuché ayer el rumor de que eran amantes, no quise creerlo aunque explicaba los motivos por los que Lady Hawick no quería liberarle como rehén. Pero hoy me lo ha confirmado mi propio hijo. - hizo una pausa para coger aire.- Ya no tengo nada. Tomad mis tierras, son vuestras.  - dijo determinada. - Prefiero que sean vuestras Lady Harriet,  de los Tully, a que pasen a manos de los Hawick dado que mi hijo no tiene remedio como él mismo ha dejado en evidencia. Tal vez así pueda reparar el error de mi hermana de una vez por todas y los siete dejen de torturarme.

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27/08/2020, 00:45
Valder Haffer

Cuando Lady Harriet instó a lord Mawney a que empezase a hablar, el menor de los Haffer se soltó de su hermano y lady Thaena. Tenía los ojos empañados en lágrimas y la nariz enrojecida, además de una expresión algo ausente, como si no terminase de estar allí del todo. 

En un primer momento no parecía estar prestando mucha atención al consejero, como si nada de lo que lord Mawney pudiese decir pudiera importarle lo más mínimo. Pero cuando escuchó su nombre giró la cabeza hacia él y frunció el ceño, tratando de comprender de qué iba todo aquello. Pestañeó con incredulidad y murmuró algo en voz baja, apretando los dedos de Thaena entre los suyos. Sus ojos se fijaron en Lady Harriet y luego miró a su hermano para, al final, volver a mirar a lord Mawney. Parecía estar conteniéndose para no dejarse llevar por la ira, como algunos ya empezaban a hacer, pero al final sólo dijo cuatro palabras, con las mandíbulas apretadas. 

—Yo no estoy enfermo.

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27/08/2020, 00:48
Valder Haffer

—Ya... no dice más que mierdas. ¿Pero cómo se ha enterado de la boda? —murmuró, con el ceño fruncido—. Estoy seguro de que el septón no ha dicho nada. ¿O se lo ha inventado?

Apretó la mano de Lisette.

—Al menos no sabe lo importante.

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27/08/2020, 00:54
Lady Morna Hawick

El acercamiento, y las acusaciones de Lady Gianna sólo hicieron que el fuego, ya prendido en los ojos de Morna, centellease, mientras daba un paso hacia adelante, enfrentando a la señora de los Vance- ¡NO PIENSO TOLERAR QUE ME HABLES DE ESE MODO EN MI PROPIA CASA, MALDITA DESAGRADECIDA!- bramó- ¡He criado a tu hijo como si fuera uno más, en mi mesa! ¡Bien podría haberlo hecho pasar mil penurias y sin embargo lo he criado como una madre! ¡Como un futuro Lord!- dijo, absolutamente rabiosa- ¡No quería que abandonara Fuerte Floresta porque eres una víbora capaz de matar a su hermana por la espalda y le tengo el suficiente aprecio a ese chico como para no querer que lo malogres!.

Su mirada se clavaba entonces sobre Guileon. Con rabia, con clara decepción, con ira profunda- Ahí tienes tus motivos. Ya no tienes que torturarte más, pensando el por qué, buscando la manera de hacerte desmerecedor de la mano de mi hija.-sentenció- Si eres capaz de hacerme esto a mí, ¿qué no serás capaz de hacerle a ella?

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27/08/2020, 01:10
Urthen Haffer

Aún sabiendo que su padre moriría dentro de segundos, Urthen había permanecido recto, atento, dispuesto a observar la ejecución. Si los Siete lo juzgaban culpable, le deseaba una muerte rápida. Confiaba en que Bessa podría dársela, tras haber sido testigo de su precisa puntería, y que los Siete no interferirían con crueldad al que alguna vez había sido un hombre bueno.

La primera flecha hizo que su corazón diera un salto, y su respiración se alterara. El primogénito tensó el abdomen inconscientemente, sintiendo aquel dolor como propio mientras un nudo se formaba en su garganta, intentando mantener la compostura. Sintió la mano de Valder buscar la de él, y sin dudarlo ni un momento, le dio la suya. Intentaba ser fuerte por él, pero también lo necesitaba.

La segunda flecha le rompió el corazón y, entreabriendo los labios como si le costara respirar, buscó inutilmente la mirada de su prometida durante un segundo antes de volver a mirar hacia su padre, que ahora se ahogaba en su propia sangre frente a sus ojos. Se obligó a mantenerse en pie, pero su cuerpo entero estaba tenso, prohibiéndose a sí mismo las ganas de acudir en su ayuda, mientras se aferraba con fuerza a la mano de Valder. Era lo correcto. Porla justicia de los Siete, sabía que era lo correcto.

Sus ojos se empañaron mientras esperaba esa tercera flecha. Cuando esta finalmente dio en su objetivo, Urthen bajó la cabeza con solemnidad, cerrando los ojos un momento para respirar profundo y buscar el temple que necesitaba. Sin embargo, poco duró aquella efímera meditación, pues tan pronto escuchó los sollozos de su hermano y lo vio buscar el abrazo de él y lady Thaena, los rodeó a ambos con sus brazos, acariciándole la espalda a su hermano para calmarlo mientras le susurraba palabras de consuelo al oído. Notando que la doncella también lloraba, la abrazó un poco más fuerte en un gesto cálido para reconfortarla cuanto pudiera.

Al menos podrían darle un buen funeral. Enterrarlo en una ceremonia más privada, donde pudieran hacer las paces con lo que había ocurrido aquí. Ese, por ahora, era su foco. Su única forma de no ceder al llanto, de no derrumbarse ante la pérdida del hombre que durante años había admirado y a quien había aprendido a cuestionar hacía muy poco. Eso y, por supuesto, saber que si lo hacía Valder acabaría aún más afectado.

Cuando Lady Harriet le cedió la palabra a lord Mawney, Urthen hizo un verdadero esfuerzo por prestar atención. Si concernía a su padre, quería escucharlo. No, no quería, debía. Sin embargo, tan pronto lo que pensaba sería una respuesta concisa se transformó en un largo discurso sobre rumores, el ceño del primogénito se frunció con auténtica molestia al sentir que convertían la reciente muerte de su padre en un sumidero de cotilleos de mal gusto.

A diferencia de otros, Urthen no pareció ver necesidad en dirigirse a los rumores sobre él, no a menos que Lady Harriet considerara pertinente preguntarle al respecto. Él, ciertamente, no tenía intención de alentar el caos que se estaba desatando entre Casas, en los que se lanzaban amenazas y se regalaban tierras, y prefería que, de ser necesario, esto se llevara a una discusión más seria y privada.

Solo un rumor le preocupó, la salud de Valder. Solo durante ese momento la mirada de Urthen mostró algo de duda, pero cuando tras un rato este lo desmintió, su expresión volvió a su clara desaprobación de la situación, hablando solo en voz baja con lady Thaena y Valder mientras esperaba la respuesta de la Señora de la Tierra de los Ríos.

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27/08/2020, 01:03
Guileon Vance

Por alguna extraña razón, la bofetada de Lady Gianna le ocasionó más daño que mil espadas. En el tiempo que una mano ha de recorrer el aire para encontrarse con su mejilla, Ser Guileon se encontró desheredado, denostado, e injuriado por las dos personas a las que en momentos distintos de su vida había profesado el amor de hijo. El rostro del muchacho comenzó a ponerse colorado, aunque era difícil precisar si de indignación, vergüenza, o del sorprendentemente duro impacto de la mano de su madre. La figura de Lady Harriet se le antojó igual a la de un caminante blanco.

El muchacho se vio completamente perdido, los oídos le zumbaban con los murmullos de la chusma a su alrededor. Tal vez imitando la manera entrecortada de hablar del menor de los Haffer, Guileon farfulló entre dientes.

—Yo no he admitido tan cosa —con la mirada abarcó tanto a Lady Morna como a Lady Gianna— Tus condenados guardias podrán seguirme por donde quieran, madre, pero nadie sabe lo que ocurre puertas adentro de mis aposentos. Todo lo que sucedió entre Morna y yo fue una sincera despedida... aunque, juzgando por las palabras de esta última, no creo que haya sido tan sincera.

Se volvió entonces directamente hacia Lady Morna.

—¡Y vos! ¡A quien profesé un amor tan intenso como cualquier crío lo haría con su progenitora! ¡No esgrimas las palabras de mi madre en tu defensa! ¡Sé muy bien que nunca me considerasteis un Hawick, ni tampoco digno de la mano de tu hija, y no precisamente por esta razón, que es falsa y de la cual te has enterado sólo recientemente!

Luego se encaró con los guardias de los Vance más cercanos y comenzó a soltar improperios.

—Y vosotros... —la voz le temblaba de la furia, lo cual le daba un tono algo cómico, juvenil— ¡Os arrancaré la cabeza! Cuando sea el Lord de Nueva Esperanza... —claramente se había olvidado de las palabras de su madre al respecto— os desollaré como pollos desplumados... me bañaré en vuestra sangre... sí... jejejeje.

Comenzó a reírse histéricamente, claramente fuera de sus cabales.

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27/08/2020, 01:21
Lady Gianna Vance

Escuchar a Morna decir que había tratado a Guileon como a un hijo casi le provoca un ataque de risa pero se contuvo. El resto de palabras de Lady Hawick no hicieron sino rebotar provocando indiferencia en Gianna. Ella ya había tomado su decisión y se la había trasladado a Lady Harriet, sus motivos habían sido claros y para ella, incontestables. Iba a dedicar unas últimas palabras a Lady Morna pero la intervención de su hijo captó su atención y la hizo suspirar.. de tranquilidad. Había tomado la decisión correcta, estaba segura.

Lady Gianna centró entonces toda su atención en Lady Tully.

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27/08/2020, 01:35
Urthen Haffer

Urthen asintió de acuerdo con su nueva hermana. Aún tenía los ojos empañado, aunque ahora su mandíbula se tensaba un poco por la rabia que sentía al ver el comportamiento de quienes se suponía eran nobles educados. Más que cualquier otra cosa, eso parecía una pelea de taberna.

Es como dices. Verdades entre las mentiras. - o al menos, eso le parecía a él también - Lo que no tengo claro es qué esperaba de todo esto. ¿Precisamente que se pelearan como animales? ¿Ver nuestras reacciones? ¿Confirmar rumores? - frunció el ceño confundido. Para eso último tendría que haber alguna forma menos escandalosa. - Lady Harriet le preguntó respecto a un tema, no tenía necesidad de decir todo esto. - suspiró.

Mirando entonces a Valder, continuó.

Lo único que se me ocurre, si descartamos el septón, es que alguien nos siguiera. A menos, claro, que alguno de nosotros pudiera haberlo dicho sin querer y que alguien escuchara al respecto, pero dadas las horas, lo dudo. Yo solo hablé con el maestre Debian y con nuestro padre. El único momento en que hablé de ustedes dos fue cuando padre me habló de que le preocupaba el tiempo que pasaban juntos, pero le dije que no tenía de qué preocuparse, que solo estabas siendo tú, inquieto como siempre, intentando pasar tiempo con una muchacha bonita - volvió a mirar entonces a su cuñada, con cierta disculpa en la mirada.

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27/08/2020, 01:37
Bessa Hawick

Bessa seguía en silencio, con la mirada gacha, sosteniendo el arco de su padre como si fuera el mayor de los tesoros y sin saber que debía hacer. Entonces Lady Harriet volvió a tomar la palabra y la joven se volvió hacia ella, pero sus ojos no tardaron en moverse hacia el consejero de los Vance. Hablaba rápido, le costaba seguirlo, sus pensamientos estaban muy lejos de ahí. No fue hasta que mencionó su nombre que frunció el ceño, su mirada se movió hacia el árbol en el que había muerto el asesino de su padre y luego volvió a mirar a lord Mawney. El rostro de la joven se ensombrecía a medida que este seguía hablando, porque no solo la había insultado a ella, sino que también dirigía sus ataques hacia sus padres.

La joven seguía con la mirada lo que iba sucediendo, sin saber que hacer, pues la intervención de Guileon defendiendo a su padre le agradó y la de su madre le pareció correcta, pero no pudo evitar mirarla de soslayo. Fue ahí cuando el sonido de la bofetada la sobresaltó, y después de escuchar hablar a Lady Gianna la miró enfadada.

Bessa no quería escuchar más gritos, a ella solo le importaba una cosa y todo esto no hacía más que estropear el significado de este juicio.

Dejad de discutir ―dijo, alzando la voz―. Estáis faltando al respeto a mi padre ahora que no esta aquí. Él nunca toleró que alguien me tratara indebidamente, así que debo pediros que os calléis, pues yo tampoco puedo tolerar que se le insulte en los mismos jardines que cuidó con tanto esmero.

Respiró profundamente y miró hacia la madre de Guileon.

Si me permitís, Lady Gianna ―dijo, apoyando un extremo del arco en el suelo―. Siempre me he preocupado por vuestro hijo, y también por vos, podéis preguntarle si dudáis de ello. ―Sus ojos se movieron hacia él y negó moviendo el rostro, decepcionada y triste por verlo así. Quizás ya no podía.

Miró hacia Lady Harriet, esperando a que ella tomara la palabra. Ella no creía que lo que había dicho fuera a servir de algo; habían perdido totalmente las formas. 

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27/08/2020, 01:47
Ser Clarinthe Tully

Ser Clarinthe observó la sentencia con la mirada endurecida, sin apartar los ojos de Lord Lyonell. Mientras el hombre agonizaba las pupilas de ella parecían encendidas, pero cuando la vida de él acabó ella bajó la cabeza. Por algún motivo parecía abatida.

Cuando su madre dio la palabra a lord Mawney y este empezó a hablar la caballera lo miró directamente. Y en el momento en que empezó a soltar toda aquella retahíla de información dibujó una media sonrisa torcida que se mantuvo todo el tiempo que habló. En ocasiones lo miraba a él y otras veces a aquellos de los que hablaba. Parecía divertirse.

—Tendríais que informaros mejor, Cleve —le dijo—. Yo ya tengo dos hermanos.

Después la chica miró a Lady Harriet... Y entonces toda expresión de diversión se borró por completo de su rostro. Se cuadró en el lugar, marcial, y llevó una mano al pomo de su arma. No lo hizo de un modo amenazante, sino como una manera de demostrar que era caballera antes que nada.

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27/08/2020, 01:51
Lady Harriet Tully

Lady Harriet escuchó todo el discurso de lord Mawney sin inmutarse, con la misma expresión gélida y férrea en el rostro, registrando cada palabra del consejero de los Vance, de la primera a la última. 

Durante los siguientes segundos contempló con incredulidad las reacciones de unos y otros, los gritos, la bofetada, el nerviosismo que recorría el patio. Más allá el heredero Mallister se encaraba al heredero Blackwood farfullando alguna amenaza, y cerca de ellos un noble parecía a punto de desenvainar una espada.

La señora de la Tierra de los Ríos no parecía tomarse aquello a broma. Su expresión se endureció cuando pasaron algunos segundos y al ver que aquello parecía ir a mayores habló con voz potente, pero sin llegar al grito.

—BASTA.

Aquella palabra fue suficiente para que el que estaba a punto de sacar la espada se detuviera y, como él, todos los presentes.

—Me dais vergüenza —aseguró con un tono contundente. No era como una bofetada: era como un puñetazo en la boca del estómago—. ¿Vosotros sois mis vasallos? ¿Vosotros sois los que, llegado el caso, tendréis que luchar codo con codo para defender nuestra tierra? Estaríamos mejor protegidos por perros sarnosos.

Aquello más que una reprimenda parecía un recordatorio. No era sólo molestia, era decepción. Y todos los presentes tuvieron claro que la mujer no olvidaría quién se había portado cómo. Y probablemente habría consecuencias.

Después de esas palabras posó su mirada en lord Mawney.

—Tú y yo seguiremos esta conversación más tarde, en privado —afirmó.

Entonces permaneció en silencio varios segundos. Para ese momento los guardias ya se habían llevado el cuerpo de Lord Lyonell, dejando tras de sí la sangre alimentando el árbol y las flores cercanas.

—Hay otro asunto que se resolverá aquí y ahora —aseguró antes de mirar a lord Urthen Haffer—. El título de tu padre. Debian me ha informado de lo que hiciste anoche, y de lo que él firmó. Pero la firma de un hombre que se iba a marchar para huir de sus crímenes no tiene ningún valor. —Hizo una pausa que duró varios segundos—. La lealtad es el bien más preciado, mucho más que el oro o las tierras. No admitiré bajo mi manto a ninguna Casa que guarde conspiradores entre ellas. Y el castigo por las acciones de tu padre no sólo es la muerte, sino también la retirada de todas vuestras tierras para asignarlas a alguien de mi confianza.

En ese momento todos pudieron darse cuenta de lo que implicaban aquellas palabras. Los Haffer perderían no sólo Puño del Río, sino todas sus posesiones. Su título. Su influencia y su poder. Se quedarían sin nada.

—Pero tú no eres tu padre —aclaró—, y aprecio que hayas intentado detenerlo y confiar en Debian.

»Estas son mis condiciones. Tomarás el título de Señor de Puño del Río, pero la mitad de las tierras que estaban bajo vuestra protección serán gestionadas por quien yo designe durante al menos diez años. Esa persona además tendrá derecho a decidir licenciar unidades de vuestras tropas. Si pasado ese tiempo has demostrado ser de confianza, tendrás el control de las tierras que eran vuestras.

»Si aceptas esas condiciones decide si quieres que tu maestre esté presente, arrodíllate y jura tu lealtad como vasallo. Si no lo haces, no habrá represalias contra ti o ninguno de los tuyos. 

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27/08/2020, 02:33
Urthen Haffer

La expresión de Urthen se mantuvo seria al escuchar la reprimenda de Lady Harriet, que aunque no iba dirigida a él, se tomaba tan a pecho como si lo fuera. Su maestre siempre le había enseñado a aprender no solo de sus propios errores, sino de los del resto. Y para hacer eso, tenía que tomar las consecuencias con tanto peso como si se las impusieran a él mismo y reflexionar al respecto, aún si precisamente ahora no tuviera cabeza para meditar demasiado nada.

Mientras la mujer le hablaba a Mawney, los ojos de Urthen se fueron por un momento a la mancha de sangre en el árbol, el único rastro del cuerpo de su padre ahora mismo presente. Sin embargo, pronto volvió la atención a Lady Harriet cuando escuchó que se hablaría de otro asunto, para pronto descubrir que se trataba del título de Lord Lyonell.

Por un momento, Urthen perdió el color de su rostro mientras sus latidos se aceleraban en su pecho. Por ese breve instante, creyó que había perdido Casa y apellido, y que le había fallado a la gente que habitaba sus tierra. Apretó la mandíbula, tragando saliva con la mirada llena de la resignación de quien no encuentra sorpresa, solo decepción y desesperanza. Hasta que las siguientes palabras de la Señora de la Tierra de los Ríos llegaron, y Urthen pudo respirar profundo, aliviado ante la posibilidad que se presentaba frente a sus ojos. Una oportunidad de hacer las cosas bien, por su padre, por su apellido, por sus tierras.

Escuchó atentamente a la mujer, en silencio, asintiendo en comprensión a sus condiciones. Cuando esta hubo terminado de hablar, Urthen dio un paso al frente.

Acepto vuestras condiciones, Lady Harriet, y agradezco de corazón la oportunidad que me habéis brindado de restaurar el daño hecho - inclinó su cabeza hacia ella, con la misma indiscutible y sincera gratitud que manifestaban sus palabras - Prefiero dejar a mi maestre descansar, si os parece bien. No quisiera provocarle más ansiedad de la que ya ha tenido hoy a su avanzada edad - decidió, aunque no sin alguna dificultad. Quería que estuviera presente, claro, pero tras ver su arrebato de locura temía que aquello fuera más presión de lo que su maestre pudiera soportar.

Manteniendo la espalda erguida, hincó la rodilla y agachó su cabeza frente a Lady Harriet en muestra de humildad, llevándose un puño al pecho para mantenerlo sobre su corazón.

Os juro lealtad a vos, Lady Harriet, Señora de la Tierra de los Ríos, y a vuestra Casa, los Tully de Aguasdulces, a quienes si me lo permitís serviré hasta el día de mi muerte. Juro solemnemente cumplir mis funciones con la mayor de las entregas, esforzarme por traer prosperidad y estabilidad a las tierras que me confiáis y honrar vuestro nombre como vuestro vasallo. Juro siempre acudir a vuestro llamado, brindaros apoyo en cualquiera de sus formas a vos y al bienestar de la Tierra de los Ríos, y jamás traicionar el vínculo que hoy, mediante vuestra confianza en mí y mi lealtad a vos, nos une.

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27/08/2020, 09:25
Maestre Hazzea

La chiquilla era insoportable como ella sola, pero una fuente de rumores lo suficientemente grande como para dejarla pasar. De hecho si hubiera sabido de ello antes, en vez de hablar con Lyonell o Morna habría ido a jugar con los niños en los espacios infantiles, ya solo por Althea merecía la pena.

- Oh querida... A veces los hermanos mayores se creen con el poder de hacer y decir muchas cosas... - aseguró la anciana con la mejor de sus sonrisas -...Pero yo tengo claro de que vos sois muy capaz de hacer frente  a Petryl, al fin y al cabo tenéis la inteligencia de la que él carece... 

La aseveración de que se metió en la cama con Lord Lyonell le hizo gracia a la maestre -... Lady Althea, para eso justamente me metí en su cama, para calentarle los pies y porque le quiero.... Dejadme que os explique... Soy curandera y sé que en las frías noches de invierno cuando hay enfermos con fiebres, lo ideal es que rompan a sudar..., cuando lo hacen la temperatura del cuerpo baja y suelen encontrarse mejor al día siguiente... Es una técnica compleja, a veces si la fiebre sube mucho es mejor no dar más calor, pero es algo que se aprende tratando con personas convalecientes.... - informó con una sonrisa la mujer -...Para que veáis señora, que yo no rompería mis votos, por amor podría acunar a un niño durante toda la noche para darle calor y sanarle... Así hice con Lord Lyonell, me metí en su cama, pero él consideró mejor darle más mantas...

Hazzea mientras comía pastelitos atendía las palabras de la joven muchacha, sacando algo de información al respecto sobre su hermano -... ¿Ser Clarinthe gusta a todos?... ¿No se libra ni uno?... Vaya, eso sí que no lo esperaba... Así como tampoco sabía lo que sucedió en la cacería... - le miró muy interesada, como mostrando que era la persona más interesante con la que se hubiera encontrado en años -...¿Qué pasó? ¿Qué pasó?.... - repitió a modo cotilla -... ¿No te pareció justo el torneo de bardos?... ¿Por qué?... ¿hubo algún cantar que te agradara más?.... - no estaba molesta, más bien interesada en sus juveniles opiniones.

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27/08/2020, 11:03
Lady Morna Hawick

El silencio de Lady Gianna y la intervención de Bessa, parecieron aplacar el acceso de furia que había hecho de Lady Morna su presa. Dedicaba la señora de Fuerte Floresta una mirada cargada de disculpa, y acto seguido inclinaba la cabeza, tras escuchar a Lady Harriet.

Una vez perdido el brío de la furia, su rostro volvía a convertirse en una máscara deshecha, frunciéndose profundamente su ceño mientras Lady Harriet exponía sus condiciones, posándose sus ojos claros y enrojecidos sobre el suelo.

El joven y nuevo Lord Haffer hincaba la rodilla. Y Lady Morna permanecía en silencio. Tan sólo alzó la vista para mirar momentáneamente a su hija, posando tras ello las pupilas claras sobre la mancha de sangre que ahora manchaba la tierra, el árbol y las flores.

Fuerte Floresta había engalanado siempre sus jardines con hermosas rosas blancas. Pero la pureza no podría jamás volver a lucir igual en ese preciso punto. La sangre había manchado sus jardines, y de la sangre deberían crecer rosas rojas, pensó, mientras Lord Urthen prestaba juramento.

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27/08/2020, 11:04
Lady Morna Hawick
Sólo para el director

Morna se había dejado llevar. Había sentido la rabia bullir, al saberse traicionada. Ese crío al que había visto crecer, ese  remedo mal hecho de hombre, la había expuesto junto con su serpiente domesticada de raza Cleve. Y daba gracias a los Siete de que su marido no tuviera que escuchar todas aquellas calumnias y medias verdades. De que hubiera muerto creyéndola fiel, y de que la duda que sobrevolaba sobre su cabeza acerca de la paternidad de Bessa no hubiese llegado a sus oídos. Sabía que aquello lo habría matado. No de facto, pero si por dentro.

Bessa… Lo que Morna había tenido que presenciar aquel día, y lo que su hija había tenido que escuchar, no se lo iba a perdonar nunca. Ni a sí misma, ni a ninguno de los presentes. No perdonaría a quienes habían roto la estabilidad de su hogar. A quienes habían expuesto aquello que no debía ser nombrado. 

Y no podría olvidar jamás la imagen de Lyonell agonizante, posando sus pupilas moribundas sobre ella. Lyonell, a quien había metido en su cama. Lyonell, a quien había ocultado la verdad durante años. Lyonell… El hombre a quien había malogrado profundamente. La última mirada de Morna hacia él había sido una de absoluto arrepentimiento. Había sido una de angustia.

No podía perdonarlo por haberle arrebatado a Esthal. Y sin embargo, no podía perdonarse, por propiciar aquel escenario en el que la sangre de su sangre, inconsciente y a ciegas, derramaba la sangre del hombre que la había engendrado. Podía engañarse a sí misma, y decirse una y otra vez que cabía la posibilidad de que su difunto marido hubiese llenado su vientre, hacía diecinueve años. Pero el simple hecho de que Bessa mostrase aquella entereza, aquella calma al tener lugar la sentencia, demostraba que la semilla de Esthal poco había tenido que ver con su nacimiento.

Pero aquellos eran asuntos de su Casa. De su familia. Nadie tenía derecho a airearlos. Ni aquel dichoso consejero Vance, al que ahora deseaba estrangular, ni el resto de aquella familia. Ni siquiera la propia Lady Harriet, que acababa de conseguir lo que ansiaba, evitando que dos Casas relevantes pudieran amasar el suficiente poder como para poner en jaque la estabilidad de su gobierno. Lady Harriet… Que se había presentado con un contingente absurdo de soldados a aquella boda a la que supuestamente no iba a acudir, y que seguramente plantaba toda aquella pantomima de poder, cuando debía saber de antemano gran parte de lo que ahí ocurría, incluso quizás, la propia muerte de su marido, pensó con ira gélida, mientras posaba los ojos sobre la sombra oscura que la sangre de Lyonell había dejado en el suelo.

Y la visión provocó que Morna no pudiese pensar en otra cosa que no fuese la certeza de un lecho vacío, aquella noche. Un lecho frío. Carente de Esthal. Carente de Lyonell. Y de cualquier hombre que alguna vez la hubiese amado de verdad. El jardín era hermoso y fragante, pero jamás sería el mismo. Rosas rojas, se dijo. Rosas rojas, del color de la sangre, crecerían de aquel suelo ahora maldito.