Partida Rol por web

4º día del Doncel. Mes del Doncel. Año 242 D.D. 

Lugar: Estanque.

Guileón observaba el reflejo de su rostro en el estanque como si fuera un espejismo. Veía su ancha sonrisa, levemente deformada por las ondulaciones de la superficie del agua, sin creer que fuera real. Entonces escuchó pasos a su espalda y se dio la vuelta.

—¡Mawney! —exclamó con sorpresa, pero sin atisbo de la rabia que había sentido anteriormente— ¿Ya ha concluido vuestra reunión con Lady Harriet? ¿Qué tal ha ido?

Se removió algo incómodo antes de añadir.

—Lo siento, sé que perdí los estribos anteriormente, y sé también que por mi culpa te puse en un aprieto... pero no era necesario decir esas cosas de Bessa —arrugó un tanto el ceño al mencionar su nombre— Ni tampoco ventilar tantos escándalos al mismo tiempo.

Con una expresión que no tenía nada de acusadora ni de remordimiento, increpó a su amigo con una media sonrisa.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡Voy a ser padre!

Se acercó a él andando lentamente. Quizá en el fondo la conversación, que él mismo había deseado, pues había sido Mawney quien había estado buscando donde se encontraba Guileon, era algo que pesaba demasiado en su espíritu. Aquello iba a ser una despedida, en realidad. Y no sólo del encuentro de estos días, iba a ser una despedida mucho más profunda. Una escisión.

-Hola, Guileon. Lo sé, sé que no te esperabas todo eso, sé que has sido vapuleado por unos y otros. Pero es lo que nos han traído las decisiones que hemos tomado, tú las tuyas, yo las mías.

Se sentó junto al muchacho, en la hierba de la orilla, y rasgó con la mano la ondulante superficie del agua.

-Yo no podía decirte que Bessa estaba embarazada, porque no lo sabía. Fue una estocada a ciegas, después de observar y deducir. No podía decírtelo por tanto, y te aseguro que si lo hubiera sabido con certeza  hubiera jugado unas cartas mucho más contundentes. Pero bien, me alegro de que seas padre. Y, francamente, espero que lleguéis a casaros, aunque eso no depende más que de Lady Harriet ahora mismo. 

Se giró para mirarle a los ojos.

-Tu madre es una gran mujer, y siento que no te hayas comportado como un hijo con ella. También siento que tu devoción por los Hawick sea mayor que la que tienes por la que ha sido tu Casa, los Vance. Y deja que te advierta una cosa: Morna es un mal bicho. Te ha manipulado, y todas tus penurias y disgustos vienen de su mano. Pero en fin, elegiste. Y de corazón espero que por lo menos consigas a Bessa, y seas feliz.

Sí, le deseaba lo mejor. Porque le había amado. Todos esos años, había soñado con él, y aunque no hubiera sido como amante, hubiera querido encontrarle como hermano.

-Me iré con Lady Harriet. No he tenido otra opción. Pero así por lo menos Lady Vance sigue como Señora de Nueva Esperanza, y no habrá mas repercusiones. No creo que cuando acabe esto nos veamos más, Guileon. Por eso quería hablar contigo a solas. Para despedirme.

El semblante de Guileon se ensombrecía con cada palabra de su amigo.

—Yo soy un Vance, Mawney. Eso no ha cambiado. De los Hawick sólo me interesa Bessa. Por ella he actuado de esta manera, sólo por ella. Creí que ya lo sabías —dijo poniendo una mano sobre le hombro del muchacho— A ti más que a nadie le he confesado mis oscuros secretos. Pero las cosas... no siempre son tan sencillas.

Contempló los reflejos de ambos hombres sobre el estanque. El agua suavizaba sus rasgos... no, no era eso. En ese preciso instante Guileon se veía a sí mismo y a Mawney como habían sido, unos críos insolentes, catorce años atrás.

—¿Lo recuerdas? —le preguntó mirando la superficie— Eramos insoportables. Yo lo recuerdo todo. Durante trece largos años recordé cada momento, cada travesura, cada uno de tus gestos, y esto era lo único que conseguía proporcionarme alivio. Y luego, en este último año, lo olvidé.

Las lágrimas de Guileon ocasionaban ahora ondas en el agua, deshaciendo aquella ilusión de su infancia. Se dio vuelta hacía su amigo, y con un nudo en la garganta agregó.

—Ahora me toca a mí ir a por ti. Probarte que en verdad sigo siendo tu amigo. Creéme, Mawney, que no dejaré que pases un día más del necesario en Aguasdulces.

Entonces por fin abrazó a su amigo, un abrazo digno de aquella amistad fiel como ninguna otra que hubiera conocido.

Fundido en el abrazo con Guileon, Mawney fue capaz de recordar también, como si además de ellos sus mentes se hubiesen también fundido en alguna parte más allá del ahora.

-Vive tu vida, hermano. Sé padre, y si puedes, sé feliz. Entiendo que todo en tu mundo ha ido convergiendo en Bessa, y ahora lucha por eso. No te preocupes por mí, no soy rehén en Aguasdulces, aunque me duela separarme de Gianna, somos libres de vernos, al igual que contigo. Voy por propia voluntad, y mi vida quizá sea incluso mejor ahora. 

No sabía si era cierto, pero era muy posible. Seguiría haciendo aquello que quería hacer, y tampoco sería esclavo de nadie, la Tully había demostrado ser una mujer de palabra. Empezaba a notar una creciente admiración por esa mujer en su interior.

Se levantó de su lado, sonriente.

-Pase lo que pase no te rindas. No tendrás el Señorío de tu Casa,pero sigues teniendo a tu madre, a tu hermano, y a tu hijo ahora. Y quizá, si Lady Harriet es como creo, tendrás a Bessa. Pero sea como sea acepta tu destino con la cabeza alta, yo haré lo mismo. Adiós, Guileon. 

Se agachó hacia él y tomando su cara entre las manos dejó un último beso, el último de dos únicos besos, suavemente en los labios de su antiguo amor.