Partida Rol por web

 eptando por el suelo aquellas alimañas se enredaron en los pies del pobre muchacho que no supo qué hacer.

— ¡Lluisa, Teolfo! ¡Ai déu meu! —Exclamó, aunque no demasiado fuerte para no alertar a nadie, aún así se disculpó por no enturbiar el momento.— Disculpeu, m'he espantat.

Escuchó los sonidos de batalla más arriba y miró a los presentes con preocupación.

— Serà millor que pujem... Estic d'acord amb Llanos, el bosc és la millor opció. ¡Anem!

Se intentó desenredar de aquellos seres para comenzar a subir por la escalerilla en dirección al sonido de batalla, esperando que ya hubiese terminado al llegar, o estarían perdidos.

Teolfo observó a las serpientes que siseaban y se enroscaban alrededor de Pau, como si de alguna forma les gustase estar cerca del joven. El guardia había visto cosas extrañas en los últimos tiempos, aunque hasta el momento no había visto serpientes que se comportasen como gatos o canes ociosos.

Al escuchar el sonido de la batalla y notar que Pau se disponía a subir por la escalerilla para acudir en dirección al combate, Teolfo se adelantó para agarrar de un brazo al muchacho e impedir que subiera.

-Espera -le advirtió al joven, en tono serio-. Bernat ha decidit quedar-s'hi. Ens va dir que marxéssim al bosc mentre ell entretenia els guàrdies. Que intentaria escapar-se després -Lo de Bernat le había sonado a una heroicidad de la que el hidalgo no pretendía salir vivo, aunque ni Lluisa ni él habían podido hacer nada para evitarlo-. Que ens donaria temps per rescatar el fill de Llanos i escapar-se del castell. Si pugem de nou, ens tornaran a capturar i tot el que hem fet fins ara no haurà servit de res.

Si había algo que Pau desde luego no esperaba, era que Teolfo lo agarrase. Ciertamente se sobresaltó y zafándose de inmediato, se apartó con algo de incomodidad y nerviosismo. 

— H-ho sent, —dijo con la mirada gacha al principio, mirando al guerrero de soslayo— l'única eixida que hi ténen ací baix és per on vaig escapar jo l'altra vegada... Ara estarà bloquejada i molt vigilada. N-no tenim temps que perdre, podem eixir per allà si som ràpids —dijo señalando hacia arriba, por donde pretendía ir— i per a ser ràpids necessitem les montures. Si no agafem a les bestioles per fugir de segur e-ens t-tornaran a capturar. 

Pau miró al resto de los congregados allí abajo y a su hermana Lluisa con algo de súplica.

Lluisa se apresuró a quitarle las serpientes a su hermano mientras sus compañeros hablaban, si alguna le mordiese no podría permitírselo. Para sorpresa de esta parecía un trabajo sencillo dentro del temor que tenía, no supo identificar su especie pero no le hizo falta.

-Si, tirem cap al bosc, no podem fer res més ací que morir si no ho fem. - miro con preocupación a Pau y luego al sonido de armas chocando, si tenía que elegir lo tenía claro sintiéndolo mucho

-Pau té raò, sense cavalls ens atraparàn enseguida -comentó el capellán-. Hem d'afanyar-mos.

Sin más dilación, el capellán comenzó a subir por las escaleras lo más rápido que sus dolidos pies le permitieron.

Subieron a la carrera por la escalera de las mazmorras, y a medida que se aproximaban al patio podían escuchar el estruendo de los soldados bajando por los dormitorios, alarmados por la campana. Pronto les alcanzarían, pero quizás tendrían una oportunidad.

Al salir al exterior no tardaron en divisar a Bernat cerca de las caballerizas, pero también a dos ensangrentados cadáveres de guardias. La espada de Bernat estaba prácticamente cubierta de sangre, así que era fácil de deducir lo que había ocurrido. Sólo cabía esperar que el infanzón catalán no hubiese sido herido durante el combate. Junto a él había varios caballos que había conseguido tranquilizar y Botifarra, la simpática burra de Pau. Estaban algo nerviosos, pero quizás con algo de maña les llevarían hacia el bosque al galope. 

Sin embargo, si bien el gran portón que conducía al bosque no estaba tan protegido como la entrada principal, sería necesario forzar la pesada palanca para abrirla por completo.

En lo alto del castillo también se escuchaban pasos y sonidos de cuerdas tensándose, así que tendrían que escapar cuanto antes de aquel lugar si no querían ser acribillados por los virotes de los guardias.

Enfrentarse a aquellos dos guardias no había sido una ardua batalla, pero quizás lo peor todavía estaba por llegar. Por suerte, el resto de sus compañeros no tardaron en aparecer mientras él trataba de asegurarse de que los caballos no escapasen. Volían todos de una pieza, y Llanos había logrado recuperar a su querido bebé, pero parecía que no habían tanta suerte con los capellanes; sólo había regresado Don Claudio, y estaba lleno de moratones y heridas. Parecía que a duras penas podía mantener el ritmo que el resto. Desgraciadamente, de Don Ramir no había rastro alguno.

La actitud de las serpientes no pasó desapercibida a Llanos, pero todo lo que sucedía a su alrededor era más urgente, así que se dejó llevar hacia donde Pau indicaba. Allí encontraron a un Bernat victorioso en la batalla, y unos caballos ya dispuestos para cabalgar en ellos.

Pero Llanos llevaba todavía a su hijo en brazos, y no le fue fácil impulsarse para subir en uno de aquellos condenados animales mientras mantenía al menos un brazo ocupado.

-Ajudeu-me -reclamó hacia el grupo, azorada.

A todos parecía habérseles acongojado el corazón al ver a aquellas serpientes merodeando cerca de Pau, pero Llanos, mujer de bosque y conocedora de su tierra, sabía que aquellos animales no eran más peligrosos que los fardatxos. Bastante menos de hecho. 

No eran más que simples culebras. Concretamente, una especie pequeña que muy rara vez alcanzaba una vara de longitud y tenía hábitos crepusculares. Alguna vez las había visto tomar el Sol en las rocas en las primeras horas de la mañana, y solían ser muy pasivas y tranquilas. Era muy extraño que mordieran a menos que fueran molestadas con insistencia, e incluso así preferían segregar un líquido pestilente. 

No había nada que temer, pero aún así, el hecho de que estuvieran tan interesadas en permanecer cerca de Pau era algo que la extrañaba. Incluso habría jurado que le habían seguido escaleras arriba cuando todos salieron al patio de armas. 

Tan nerviosos que andaban todos cuando llegaron a la plaza, Pau intentó subir a su burra, pero entre que Botifarra andaba nerviosa, al igual que él y el reclamo que escuchó desde atrás por parte de Llanos, el goliardo resbaló de las espuelas.

— Tranquil·la Botifarra, sóc Pau... —Murmuró mientras le acariciaba el hocico, entonces se acercó a sus alforjas para sacar de allí unas telas alargadas que llevaba atadas en un hatillo.— Un moment.

Indicó a Llanos, acercándose a toda prisa hacia ella desenvolviendo esas telas.

— Potser vages més lleugera si emboliquem al xiquet a tu amb acò —comentó mientras se acercaba con estas extendidas dispuesto a atar al pequeño al pecho de su madre, parándose un momento para pedir permiso con obvio apuro—. Amb el vostre permís...

Teolfo se mostró sorprendido de ver la rapidez y contundencia con la que Bernat había acabado con los guardias. Desde luego, las capacidades de combate del infanzón no tenían parangón. El soldado sabía que no podían perder más tiempo. Debían huir del castillo del conde mientras aún estaban a tiempo. Dirigió una mirada a sus compañeros y notó que se disponían a subir a sus monturas para disponerse a escapar. Sin embargo, si el portón seguía bajado para entonces... sería imposible que lograsen escapar.

El guardia se dirigió a toda prisa hacia la palanca que servía para abrir el portón e intentó forzarla. No obstante, Teolfo no tuvo la suficientemente fuerza para conseguirlo.

-Ajuda! -pidió Teolfo a sus compañeros, sabiendo que iba a necesitar que alguien le ayudase a forzar aquella palanca-. Necessito una mà aquí!

-Ja vaig. - dijo mientras iba corriendo hacia Teolfo -Segur que entre els dos ho conseguirem, més ens val.- le sonrió mientras se preparaba para intentar ayudarle. 

Lluisa se unió a empujar la palanca hacia ellos, entre ambos lograron forzar ese mecanismo dejando el portón abierto.

-Ara només queda que el cavall respongui en la nostra fugida…- miró alrededor viendo como se subían sus compañeros a sus montas hasta que encontró uno.

Se dirigió hacia el e intentó atinar a colocar su pie en el estribo pero el animal estaba nervioso por el ruido de los soldados acercándose y no parecía por la labor.

Bernat suspiró de alivio al ver aparecer a sus compañeros, habiendo tenido éxito además. No le había costado apenas esfuerzo despachar a la pareja de guardias, pero tenían que poner tierra de por medio antes de que el castillo entero cayera sobre ellos. Lo sentía por Ramir, pero no podían perder más tiempo. O escapaban ahora, o nunca lo harían.

Cubrió la retirada mientras los demás se organizaban y montaban en los caballos, y entre Teolfo y Lluisa lograban abrir el portón, pero no acudieron más enemigos en busca de sus cabezas. Algunos de los equinos no estaban por la labor al no reconocer los olores de los que a ellos se acercaban, por lo que se acercó a los más revoltosos y trató de calmarlos lo suficiente para que su monta fuera lo menos dificultosa posible. Cuando todos estuvieron preparados para salir, se aupó con preseteza sobre su propio corcel, siendo el último en cruzar la puerta.

Sólo Bernat había conseguido subirse a su corcel mientras que Leonnie y el capellán Don Claudio lograron subirse a un caballo un tanto encabritado de forma aparatosa, pero al menos la compuerta estaba abierta gracias al esfuerzo combinado de Teolfo y Lluisa. Sin embargo, tendrían que escapar cuanto antes, pues los soldados del conde ya se encontraban a las puertas de la fortaleza. Eran unos diez soldados, posiblemente de los últimos que quedaban en el castillo y capitaneados por el ruin Pablo Álvarez. 

"¡Ahí están!, ¡agárrenlos!, ¡no dejéis que se escapen" -se les escuchaba vociferar desde la entrada.

Si querían huir con vida, era ahora o nunca, ya que los guardias les alcanzarían de forma inminente.

Teolfo había conseguido abrir la compuerta con la ayuda de Lluisa. Había costado, pero entre los dos habían podido abrirla. Sin embargo, ahora tenían a los hombres del conde prácticamente encima.

El guardia vio cómo sus compañeros intentaban subir a los caballos para huir y decidió hacer lo mismo, echando a correr hacia uno de los caballos para subir a su lomo. Apoyó los brazos sobre el lomo del caballo para impulsarse a subir, pero por más que lo intentó, no logró auparse para conseguir sentarse sobre el lomo del animal. Estaba nervioso y el tiempo corría. Sabía que los hombres del conde no tardarían en rodearlos.

En cuanto escuchó los gritos de los guardias detrás de ellos, Bernat dio la vuelta a su caballo pa enfrentarlos, esperando conseguir el tiempo suficiente a los demás para acabar de montar y que pudieran huir de allí.

Al ver quién los dirigía, el caballero lo apuntó con su espada, listo para lanzarse a la carga si era preciso — ¡Álvarez! ¡Venid, que os devolveré las cortesías que me habéis ofrecido estos días!

Llanos se dejó amarrar al chiquillo a la espalda con una tela y una serie de nudos estratégicamente colocados. Con las manos libres, probó de nuevo a subirse a su corcel, pero nunca había cabalgado a pelo, y el caballo se revolvió, nervioso, mientras ella trataba de agarrarle de la crin. Todo el movimiento y los gritos habían alterado a los animales, pero aún así encontró la forma de impulsarse sobre la grupa del animal, y lo controló con la fuerza de sus piernas para encarrilarlo hacia la salida.

Un gritito de terror se escapó de la garganta de Pau cuando oyó a los guardias. Bastó para que el joven goliardo se subiese de un salto algo aparatoso sobre su burra y pronto estaba bien agarrado a ella.

- Teolfo puja amb Bernat, ràpid, hem de fugir, no vos pareu!!! -viendo satisfecho cómo Llanos conseguía marchar barridó con la mirada antes de azuzar a su burra. Entonces vio a su hermana en problemas y espoleando a la burrita negra, se acercó trotando mientras estiraba el brazo para ayudarla.- Lluisa pega un bot, puja amb mi!!!

El grito desesperado hacia su hermana fue efectivo y en cuanto pudiese tener a su hermana tras ella en la acolchada silla de la burra, huirían de ahí junto al resto. Botifarra rebuznó rompiendo la noche, iba a ser una huida movidita.

-¡Alto! -bramó a sus soldados.

El infanzón se había subido a su corcel e iba con su armadura completa, así que tenía una clara ventaja sobre cualquiera de los soldados que tenía a su disposición. Le miró con rabia y asco mientras pensaba qué hacer.

-¡Ballesteros, a mi orden! -les dijo antes de volver a dirigir la mirada a Bernat-. Aquí tenéis mis nuevas cortesías.

Un grupo de tres soldados con ballesta avanzó y apuntó a Bernat mientras que otros cuatro asomaron sus ballestas desde las aspilleras de las torres.

Si no escapaban ya serían acribillados, ya fuesen ellos o sus caballos.

Teolfo no había conseguido subirse a su caballo y no sabía si conseguiría subir rápidamente, por lo que decidió aproximarse a toda prisa hacia la montura de Bernat y subir detrás del infanzón.

El capitán Álvarez no iba a dejarles marchar tan fácilmente y sus hombres estaban ya amartillando las ballestas, preparados para disparar contra el huidizo grupo.

-Vamos, sácanos de aquí -le dijo a Bernat-. Ya ajustaremos cuentas con Álvarez cuando no tengamos esas ballestas apuntando -indicó el guardia, puesto que él también tenía motivos para querer enfrentarse contra Álvez.