Partida Rol por web

El Regalo saltaba sobre las olas sin levantar mucha espuma, afortunadamente el tiempo acompañaba y el viento parecía ir en la dirección adecuada. Alexandros había enseñado a Rolo a manejar las palas del timón y daba órdenes a los demás sobre cómo maniobrar la vela. Habían salido cerca del mediodía y Atenas ya sólo era un destello blanco en la delgada linea de la costa. El sol de la tarde bañaba la cubierta con una luz abrasadora.

Alexandros bajó a la cubierta inferior y subió con una botijo lleno de agua fresca y lo pasó entre el grupo.

- Y diganme, ¿a qué vamos a Knossos? - preguntó con curiosidad - ¿Hay espartanos allí? -

- Creemos que una persona relacionada con el robo del objeto que desencadenó la guerra ha ido hace poco hacia allí. Queremos intentar alcanzarla - le explicó Triss

- ¿La reliquia de Atenea? - respondió el chico con los ojos como platos - Vaya... -

Alexandros guardó silencio un momento, como asimilando la nueva información.

- Vaya, en ese caso me alegro de haber venido a acompañarles. Esto podría terminar con la guerra - añadió con tono pensativo, quizá procesando la importancia de la misión.

- Bueno, en unas horas llegaremos a Milos - dijo señalando una mota blanquecina en el horizonte - Tiene un puerto natural donde fondear con seguridad, pero quizá prefieran navegar durante la noche también para ganar unas horas. ¿Qué deberíamos hacer? - preguntó.

- ¿Es seguro navegar de noche? ¿Y las rutas comerciales suelen parar ahí? Por si el barco que llevó a esta persona paró ahí en su viaje.

- Sí señora, a mi me han enseñado a orientarme con las estrellas - dijo el chico con un tinte de orgullo -El problema es que estaremos más cansados mañana si no dormimos, claro.

- No sé demasiado de rutas comerciales ni de si paran a menudo por allí, pero sí sé que allí se puede fondear. Algunos pescadores pasan la noche allí cuando van buscando peces grandes. No sería extraño que, si la persona a la que perseguimos salió desde Atenas, parase allí a descansar.

-Rolo dirigía la mirada hacia alguna dirección aleatoria de tanto en tanto, sin mirar a nada realmente. Pensativo, bajó la mirada hacia el timón y se sorprendió por un pequeño instante. Salió de su ensimismamiento al darse cuenta de que estaba manejando el timón, tal como Alexandros le había explicado.

-De vuelta al mundo que había fuera de su pensamiento, se percató también de que el pequeño capitán y Triss llevaban un rato hablando. Aunque no había prestado atención, pudo traer a su mente la conversación.

+¿Por qué dices que esto podría terminar con la guerra Alexandros? -Preguntó +Aunque recuperásemos la reliquia, Esparta no depondría las armas, sino que intentaría hacerse con ella de nuevo ¿no crees?

- Eh, bueno, quizá, claro. No lo había pensado bien. Pensaba que si la reliquia volvía a estar en Atenas las cosas volverían a estar como antes - respondió titubeante. 

El chico parecía avergonzado de su ingenuidad. 

-Rolo soltó una fuerte y breve carcajada +Al decir eso, creí que quizá sabrías algo sobre la reliquia que nosotros no sepamos -Explicó +Quizá algo que todo el mundo diga por ahí, o que hayas oído en alguna conversación casual.

+¿Creeis que deberíamos parar entonces? -Preguntó al grupo +Si la persona a la que buscamos pasó por allí, quizá podamos averiguar algo si hacemos una parada -Dijo pensando en alto +Aunque por otra parte perderíamos la oportunidad de recortarle ventaja, porque si salío hace... -Iba bajando la voz mientras su mirada cada vez enfocaba menos, hasta que sólo hacía algún zumbido onomatopéyico que daba la impresión de disgusto o de duda, mientras parecía mirar a través de una de las poleas del mastil.

- "A bordo vamos 5, ¿Cuántos necesitas que estemos operativos para navegar ?"

- "Podemos hacer turnos y así intentamos descansar un poco, pero debemos llegar allí cuando antes, no podemos perder la noche"

Alexandros pensó un momento antes de responder.

- Si el viento sigue así con dos personas debería ser suficiente - dijo - pero si empeorase y la mar se pusiese brava haría falta al menos uno más - añadió - Y en ese caso yo tendría que estar despierto para indicarles qué hacer, claro.

- Muy bien pues hagámoslo así. Si quieres danos las instrucciones para ahora y acuéstate, por si luego empeora el mar y te necesitamos despierto. Me ofrezco para este primer turno, ¿quién más se queda conmigo? - contestó Triss con resolución.

- Rolo miró a Triss y a cada uno de los demás rápida y disimuladamente, como si acabase de llegar a la conversación y quisiera cofirmar que estaba entendiendo el contexto sin que los demás lo notasen. Volvió a mirar a Triss y elevó la mano justo por encima de la cabeza, ofreciéndose voluntario también para el primer turno.

Así lo hicieron. Triss y Rolo navegaron sin demasiado problem siguiendo las instrucciones de Alexandros. El viento era constante pero suave, y el ligero cabeceo de la nave resultaba agradable, facilitando el sueño de los que descansaban.

Finalmente llegó la noche y el cambio de turno, Triss y Rolo pasaron a descansar y Elrohir y Alexandros tomaron el mando del barco.

- No es tan difícil - comentaba Alexandros mientras señalaba al cielo - ¿ven aquel grupo de estrellas que parece un perro? Hay que echarle un poco de imaginación, pero bueno. Pues detrás hay otro grupo que es alargado, esa es la cola del perro. Una de ellas brilla más que las demás, pues esa siempre está al norte y, puesto que vamos directos hacia el sur, siempre debería estar detrás de nosotros.

El frescor de la noche veraniega, especialmente tras el caluroso día, sumado a las explicaciones del chico y al cabeceo del barco ayudaron a los que descansaban a conciliar el sueño.

Rolo escuchaba las explicaciones del chico mirando al cielo, sus parpadeos cada vez más largos. Una de las veces, al volver a abrir los ojos las estrellas habían cambiado. Un patrón hexagonal cubrían toda la bóbeda celeste. Una infinidad de estrellas brillantes formaban los vértices de los polígonos, mientras que una cantidad aún mayor de estrellas de menor brillo formaban las aristas de los mismos. La voz de Alexandros había desparecido, así como el rumor del mar y de los aparejos. Todo estaba en absoluto silencio.

Las explicaciones del chico cesaron tras un rato y navegaron en silencio. El cielo estaba despejado, y una brillante luna arrojaba su luz plateada sobre las olas y la cubierta del barco.

Alexandros pidió a Elrohir que tensase uno de los cabos que dirigían la vela y este obedeció. Una vez tensado lo sujetó con un nudo rápido de deshacer uno de los trozos de madera que sobresalían del lateral del barco. Mientras lo hacía detectó un movimiento en las olas y escudriñó para ver de qué se trataba. Parecían personas. Dos brazos blancos aparecían y desaparecían entre las olas, agitándose. Prestando algo más de atención creyó ver un par de cabezas blancas junto a algo más grande y oscuro. ¿Serían náufragos?

Rolo se levantó lentamente sin dejar de mirar el cielo, que se le asemejaba al que había visto en la segunda visión que le proporcionó Atenea. De algún modo este cielo, este escenario, e incluso él mismo se sentía más... real..., y se preguntó si estaba soñando o despertando, o quizá estaría enloqueciendo...

Miró a su alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera indicarle cuál de las tres respuestas era la correcta.

Parecía no haber nadie a su alrededor. La cubierita estaba desierta, bañada en la luz azulada de la lu... Rolo se paró en seco. No había ninguna luna en el cielo. La luz parecía proceder de todas partes y de ninguna a la vez. Así mismo, ningún objeto, ni el mástil, ni la enorme vela, ni el propio Rolo generaban ningún tipo de sombra.

Elrohir estaba intranquilo.

No intranquilo como quien espera con ansias su plato de estofado, intranquilo de verdad. Intranquilo de susto.
Aunque sabia que debían hacerlo, la idea de navegar por la noche le removía las entrañas y cada minuto que pasaba se arrepentía un poco mas de haberlo sugerido.

A pesar de lo tranquilo del mar, el suave vaivén de la nave fue suficiente para remover el delicado estómago de Elrohir.
Miro al horizonte en busca de calma, pero no pudo encontrarla, y no tuvo mas remedio que vomitar por la borda.
Pudo distinguir perfectamente los trozos de lengua de alondra y morros de nutria que había ingerido en Atenas.

Justo entonces llegó el momento que Elrohir había estado temiendo, Alexandros le pidió ayuda para tensar unos cabos.

Con presteza y pánico a partes iguales, Elrohir de dispuso a obedecer.

Mientras ataba un cabo, por el rabillo del ojo pudo distinguir algo raro en el mar a menos de cien metros.
Parecían personas, o algo parecido, y daba la sensación de que agitaban los brazos.

O es posible que fueran algo mucho peor.

Vomitar le había dejado pálido y helado, y las frías aguas no ayudaban tampoco a mantener la calma.

"Quizá haya sido una ilusión" - pensó alterado.

Decidió sentarse, temblando.
Miró a las tablas del suelo, intentando concentrarse.

Tras sopesarlo decidió ignorar lo que fuera que se encontraba ahí fuera y no levantar la mirada de las tablas en un buen rato.

Elrohir mantenía la mirada en la cubierta cuando escuchó un suave golpe contra el casco. TOC.

- ¿Qué es eso señor Elrohir? - preguntó Alexandros, que estaba cerca de la popa manejando las largas palas que servían de timón.

+¿Eres tú Atenea? -Gritó dubitativo, sin salir de su desconcierto +¿Qué quieres mostrarme?