Partida Rol por web

En cuanto Triss subió al barco se dispuso a buscar sus armas. Estaba todo por los suelos debido al choque, menos mal que la luz de la luna alumbraba lo suficiente para evitar enredarse con las cuerdas o pisar trozos de madera astillada.

En una esquina distinguió la punta de Taulmaril, se acercó presurosa y vió sus pertenencias de detrás de un barril. Lo empujó y sacó sus armas, parecían estar en buen estado.

Con la destreza adquirida tras tantos años, se armó rápidamente y con el peso familiar del arco y las boleadoras, se sintió más fuerte y decidida a acabar con los monstruos. Sacó una de las flechas, apuntó hacia el que estaba en llamas, y disparó.

La flecha surcó la noche e impactó contra el monstruo en llamas, alojándose en el hueco entre dos de las piezas de su caparazón. La criatura emitió un agudo gorgojeo en respuesta mientras seguía pataleando intentando apagar las llamas.

Al subir a cubierta y ver a aquella criatura ardiendo, Rolo miró a su alrededor en busca de algo inflamable: aceite, engrudo o cualquier otra cosa que ardiese fácilmente.

De pronto recordó que llevaba guardada una antorcha en su zurrón. Echó un vistazo en busca de alguna lámpara para encenderla, aunque también podría utilizar el fuego que estaba quemando al monstruo.

Sacó la antorcha del zurrón y dio un paso hacia el monstruo que estaba en llamas, pero se detuvo al darse cuenta de que iba a acercarse totalmente indefenso, así que miró hacia la popa del barco suponiendo que su escudo habría ido a parar a aquella zona cuando encallaron.

El escudo estaba, efectivamente, amontonado en la popa junto a una serie de objetos que también descansaban sobre la cubierta. Pero había otro problema, el monstruo llameante estaba entre la popa y él.

No había otra posibilidad. Además, el monstruo debía estar suficientemente ocupado ardiendo como para preocuparse por Rolo. Intentado mantener al máximo la distancia, Rolo se acercó y extendió su brazo para encender la antorcha.

El monstruo intentó desviar la antorcha con una de sus patas, pero su percepción estaba claramente alterada por las llamas, que prendieron la tea de Rolo al momento. La criatura chillaba y pataleaba intentando quitarse el fuego de encima con las patas, como si no comprendiese muy bien la naturaleza del mismo. Finalmente giró su fea cabeza hacia la borda y se lanzó hacia el agua entre chillidos, despareciendo bajo las olas.

El grupo oteó la superficie del mar buscando a la otra criatura, pero no parecía quedar rastro de ella. Quizá había escuchado los gritos de la otra y había decidido huir.

Poco después Alexandros surgió de la bodega, tembloroso.

- ¿Se, se ha ido ya el monstruo? - preguntó aterrorizado.

Triss bajó el arco y guardó la segunda flecha que ya había preparado.
- No le hemos vencido, pero parece que lo hemos ahuyentado. Habrá que intentar irse, ¿está el barco en condiciones de navegar?

Alexandros miró los aparejos con cautela, sin dejar de echar una mirada furtiva al mar de vez en cuando. La parte delantera del casco se había subido encima de lo que parecían los restos de otra embarcación. La popa oscilaba con la olas mientras la proa se mantenía fija, como si estuviera sobre tierra, haciendo que el barco crujiese con cada envite. Observó después el mástil, bajando con cuidado hacia la popa, revisó los cabos y las palas de dirección.

- Todo parece en orden, salvo lo de estar subidos encima de otro barco. Parece que el otro barco encalló en un islote sumergido y volcó y nosotros nos hemos subido encima - dijo con tono preocupado - Las maderas del otro barco se han partido hacia dentro bajo nuestro peso, así que estamos encajados encima - añadió antes de terminar su diagnóstico - Si consiguiésemos bajarlo de ahí, podríamos seguir navegando sin problema -

- Rolo recorrió el borde de la proa para ver cómo había quedada encajado El Regalo encima del barco hundido. Después fue hasta la popa e intentó intuir en qué punto y cómo habían encallado aproximando la amplitud de la oscilación que provocaba el oleaje. Mientras murmuraba para sí con la mirada perdida, fue hasta el lugar donde había clavado la lanza para subir y se asomó por la borda. Volvió su mirada de nuevo a la cubierta observando todos los objetos que había en ella.
 

El barco naufragado parecía fijo con respecto al mar, claramente estaba incrustado en una banda de arena o islote sumergido. Las maderas del barco hundido habían cedido por el impacto y el peso del Regalo, posiblemente ya estaban debilitadas debido a su exposición a los elementos. Lo bueno de que el naufragio estuviera fijo era que tenían un punto de apoyo sólido sobre el que hacer palanca. Aunque el Regalo pesaría bastante no era del todo imposible, ya que no era necesario levantarlo, sino empujarlo hacia el agua, y en eso Arquímedes estaba de su parte: cuando más barco hubiese en el agua menos pesaría. Aunque claro, para esto tendrían que poner los pies sobre el naufragio, y aquellas aguas ya les habían dado un susto.

Alternativamente y puesto que el islote estaba fijo, podrían esperar a que subiese la marea y usar las velas del Regalo para ser empujados fuera de allí. Esto estaba condicionado a que el viento soplase en la dirección adecuada y tenía el riesgo de estar expuesto a los elementos y a lo que sea que nadase bajo las olas durante varias horas.

Una vez que Rolo expuso su razonamiento, Triss sopesó las opciones y expuso su opinión:

- Voto por hacer un intento de levantar el barco haciendo la palanca, si vemos que es muy costoso pues esperamos a que suba la marea.

+ Estoy de acuerdo - dijo. + Además tengo que bajar de todos modos para recoger la lanza.

- Pues vamos a ello - dijo Triss. Se asomó por el borde del barco y comprobando donde podía hacer pie, saltó fuera. Observó el mar alrededor por si se veía algún rastro del monstruo u otro peligro.

Las olas, negras bajo la luz de la luna, no mostraban ningún indicio de que los monstruos estuviesen cerca de la superficie, pero era posible saber qué había bajo ellas. 

Un poco más tranquila pero siguiendo estando alerta, Triss se colocó en la mejor posición para empujar el barco.

- Venga, ¡bajad a ayudar!

Cuando la adrenalina abandonó el exhausto cuerpo de Elrohir, cayó cual losa de piedra sobre la ajetreada cubierta.

Oía de fondo las voces de sus compañeros de forma difusa, como si estuvieran a varias leguas.
Decidió darse unos minutos para volver en si.

"Venga, bajad a ayudar!"

La voz de Triss le despertó de su aletargo.

Con el cuerpo aún entumecido, se levantó torpemente y se arrastró hacia fuera de la embarcación cual anciano moribundo.

"iaaaaa voooooooyyyy"

"¿Que hay que hacer?"