Partida Rol por web

No vio ni pensó por su propia supervivencia, al contrario, se dejó arrastrar por lo que sentía y se sumergió al peligro porque quizás no podía pensar en nada más. Lo de River la había dejado desmoralizada y poco más podía importar si mañana saldría en todas las tapas de revista. Y por esa razón es que al ver aquellas siluetas, sí que cayó en la realidad misma, su exposición y el riesgo. 

Más aún cuando esas sombras se transformaron en tres personas que poco tenían de ello. Irenka no era alguien que se podía defender sola, nunca se interesó por ello y se sintió inútil en medio de aquella situación. Pero ese instinto de supervivencia es lo que prima en este instante cuando, sin responder a los tres hombres decidió apartarse para continuar el camino. 

Podía ser un bocado pero tampoco se lo haría fácil e intentó alejarse, aunque sería difícil. 

Era un intento complicado, ya que por un lado tenías al burlón y al ceceante, y al otro al grandullón. Intentase sortearlos, pero el grandote te cogió por la cintura reteniéndote.

—Joder.. joder.. ¡Mírala! ¡Si ya va casi desnuda! —dijo el burlón arrancándote parte del vestido riéndose. El ceceante te tocó las piernas con un gesto asqueroso, y el grandullón frotaba su paquete contra tu trasero de forma lasciva. Los tres reían, disfrutaban, y se sentían victoriosos.

Entonces..

Una fuerza inenarrable fluyó por tu cuerpo, tus músculos se tensaron como jamás lo hubieras podido sentir y un dolor instantáneo, como si te abrasara, te atravesó durante unos segundos. Miraste fijamente al ceceante que estaba sobándote, tus pupilas se dilataron hasta volverse completamente negras y el ceceante, atrapado por tu mirada, empezó a gritar y a llorar de desesperación.

—¡N-Noo..! ¡B--Bastaaa..! —suplicó como si estuviera recibiendo un tormento que trascendía toda lógica, se cayó de espaldas y empezó a arrastrarse lejos de ti llorando de terror.

Los otros dos matones, sin entender qué había pasado, reaccionaron primitivamente contra ti. El burlón te llamó puta y te dio en el estómago, la sensación que te había colmado había desaparecido, pero dentro de ti aun residía esa sensación de que algo había despertado en tu interior. El grandote te tiró en el suelo, con tanta mala intención que te golpeaste la frente abriéndote una pequeña brecha dejándonte conmocionada. 

«Cuanto te falta saber de las calles Irenka.» pensó al sentir aquel tirón sobre su cintura y como aquel vestido, se convirtió en un trozo de tela ya desprovisto de todo pudor. Pero lo peor de todo aquello, es que semidesnuda aquel horrible ser se frotaba caliente sobre ella siendo la sensación más repulsiva que pudo haber tenido en su vida. Ya había sido mancillada, pero no lo sería dos veces más. 

De alguna manera esto activó algo en la joven, un gritó surgió de sus labios que no era de auxilio al contrario, era de dolor. Un dolor agudo que se inmortalizó en su primer acto de presencia. Aquello conllevó a situaciones que ni siquiera pudo manejar. El que se frotó terminó en el suelo recibiendo algo más perturbador que su odio. Pero no quedó allí, el suelo húmedo, lleno de suciedad fue lo que recibió aquel bonito cuerpo. 

Y solo bastó sentir como su sangre era derramada para reaccionar, algo diferente había sucedido y estaba dispuesta a ir por todas. Sin pensar, sin sentir, solo era un desahogo, un intento de justicia social por todo lo que vivió hasta el momento. Pero la cabeza le daba vueltas, así que no pudo ver bien aunque un grito desgarrador surgió de su boca. 

—BASTAAAAA—gritó con furia y siguió—. Morirán de dolor, retorcidos en el suelo. Padeciendo... 

Simplemente lo expresó al intentar incorporarse, sin saber que podía desencadenar con ello. Su voz interior se lo pidió, y así salió a expensas de que como mínimo, estaría en el suelo siendo mancillada. 

Tus palabras de condenación se encontraron con las risas desagradables de tus abusadores, no habían reaccionado como hubieras podido intuir, aunque del tercero no había ni rastro. Había huido del lugar, y cuando te encontrabas presa de la resignación y el horror de ser forzada un nuevo acontecimiento acabó de torcer la situación.

Llegó en silencio, como un fantasma. Una figura tan rápida que parecía un borrón se llevó por delante al yonqui grandullón, pudiste escuchar un desagradable chasquido de huesos rotos y un ahogado gemido de dolor. Con la cabeza aun dándote vueltas, pudiste ver como la figura misteriosa aparecía detrás del burlón. Este apenas pudo reaccionar, recibió un golpe tan fuerte en el costado que salió inhumanamente disparado a un lado chocando contra la pared de la nave industrial

No podías verlo con nitidez, pero delante de ti había alguien que ya habías visto antes, era el encapuchado del desfile, que te tendía la mano sin decir nada ofreciéndotela para ponerte en pie.

Esas risas se convirtieron en la ironía del instante mismo, en la condena ya dictada por aquellos dos hombres que dispuestos a darle un dosis más de humillación, allí se relamieron delante suyo mientras intentó incorporarse en vano. Pero un suceso posterior opacó todo lo que ante los ojos de Irenka ya era una realidad, se escuchó la voz del dolor que tanto anheló, también los huesos romperse como si fuera una profecía cumplida de inmediato. 

Pero no se engañó, no era su voluntad la justiciera situacional de esto. No, era una tercer persona que dueño de una implacable determinación se dispuso a equilibrar la balanza. Y ella lo observó como pudo, adolorida, sorprendida y mareada, ya con su bello rostro teñido de rojo carmín debido a la herida de la frente. ¿A dónde había quedado aquella bonita mujer? Posiblemente en el móvil de River, como recuerdo. 

Cuando aquel hombre encapuchado—el mismo que vio en el desfile—le tendió la mano, ella lo aceptó de una forma que reflejaba gratitud y esperanza. No buscaba héroes en esta historia, solo salir de allí y por esto, es que se incorporó gracias a su ayuda y con una expresión de abatimiento total, se atrevió a decir:

—Muchas gracias, soy Irenka. 

Seguro sabía su nombre, pero no pudo evitar decirlo. 

El encapuchado te miró a los ojos, en tu cabeza reverberó el eco de las palabras que se habían repetido una y otra vez en tus sueños y, también, recientemente. Te ayudó a levantarte con firmeza, pero también con un cuidado especial, tirando de ti para pegarte a su cuerpo. Olía a ozono, pero muy suave, agradable, rodeó tu cintura sin abarcar más de lo escrupuloso. No dijo nada, miró a su alrededor y, antes que te dieras cuenta, unas alas hechas de sombras emergieron de su espalda y os envolvieron.

Sentiste un tirón fuerte, que te hubiera arrancado de esa posición de no ser de verte agarrada por él. En un instante, sus alas se plegaron de nuevo desapareciendo en su espalda, ya no estabais rodeados de naves industriales. Estabais sobre una colina pequeña, con París de fondo iluminada por su pompa, compitiendo con las estrellas del cielo. A pocos metros podías ver el río Sena, algunas casas dispersas, os encontrabais en las afueras de la capital francesa. ¿Cómo había pasado? ¿Cómo..?

—Nerth Galen —se presentó liberándote de su robusto brazo, dio un paso atrás dejándote espacio, pero sin dejar de mirarte. Tenia una mirada intimidante, amenazadora, pero, paradójicamente, no te sentías inmediatamente amenazada por él.

Se sintió una pluma cuando la cobijó entre sus brazos y la vergüenza se reflejó en su rostro por estar semidesnuda allí cobijada. Pero no pudo decir absolutamente nada cuando al alzar la mirada, no sólo se encontró con aquellos ojos tan bonitos, intensos, sino fue el eco de las sensaciones y las palabras de esa voz que se personaba en sus sueños. Se preguntó de inmediato si sería él, pero no hubo respuesta mental cuando un impulso la llevó a otro lado de repente. 

Lo asoció al efecto de la cocaína el hecho de que tuviera esas bonitas alas negras y durante ese corto trayecto que se le hizo muy corto, se sorprendió al terminar en otro lugar bajo la suavidad de un aroma con el cual podía acostumbrarse, más aún cuando ese corazón había comenzado a sangrar por esa herida interior. A lo lejos se encontraba Francia, con su paisaje, su urbanismo y desdichas, como un despojo de lo vivido. 

Y surgieron más dudas, quizás las mismas que segundos atrás y cuando pudo liberarse de aquel robusto brazo, rodeó con los suyos su cuerpo, temblorosa. Al escuchar la presentación, sonrió apenas y bajó la mirada envuelta en un halo de confusión. ¿Sería? Tenía que comprobarlo, lo necesitaba ahora mismo. 

—Ya me conocerás...—dijo sin mirar aquellos ojos y preguntó—. En mis sueños. ¿Eras tú?

Las probabilidades eran escasas, aunque en este instante ya era capaz de creerlo todo. Era una fiel creyente de la sincronía natural de los encuentros, más allá de lo loco que era el destino y esto ahora mismo. 

Nerth te contemplaba en silencio, evocando una presencia tan oscura como magnética, la de un verdadero monarca. Incluso así, con aquel chándal negro con capucha, parecía que llevara un atuendo ceremonial.

—Me has conocido —respondió un tanto críptico. Una brisa fría sopló erizándote el vello de tu cuerpo semidesnudo, Nerth alzó la mirada hacia algún lugar detrás de ti, y al darte la vuelta pudiste ver uno de esos monolitos metálicos de base triangular que habían estado apareciendo por todo el mundo desde hacia dos años. Al mirar el monolito sentiste una llamada muda, su corazón sintió añoranza y melancolía, y te viste atraída con pasos inconsciente hasta él.

Antes de que dieras más pasos, la mano de Nerth te detuvo sujetándote de la muñeca. Encontraste de nuevo esa mirada penetrante, firme, encajada sobre tus ojos.

—Si vas hacia allí. Todo cambiará —volvió a hablar con esa ambigüedad que, huelga decir, no te aclaraba nada —. No habrá vuelta atrás.

Su presencia era enigmática, oscura y atractiva, dando la impresión de que llevaba demasiado tiempo de existencia como para siquiera hacer una cuenta. Irenka sentía que era parte de un pasado, un futuro y este presente, que de curiosa manera se había impuesto como un destino imposible de obviar. Y allí surgió la respuesta que venía anhelando hace tanto tiempo, esa confirmación de que en sus sueños una realidad estaba coexistiendo con el mundo de Morfeo y le agradó. De una forma loca, pero sí, lo admitió en su interior. 

—No pude evitarlo, tu voz me ha acompañado en tantas ocasiones que no soy capaz de olvidar—confesó. 

Pero en medio de aquel reencuentro donde ya no sería una voz y ese abrazo tan bonito, algo la distrajo o fácilmente llamó su atención cuando Nerth miró con detenimiento lo que estaba detrás de ella y por defecto giró para contemplarlo. No lo podía creer, era un monolito, los mismo que había visto en la televisión. ¿Qué relación tenía con todo esto? Sólo le bastó un segundo más de contemplación para verse atraída por esa fuerza, igual que un poderoso imán. 

Y la detuvo, quizás quitándola del ensueño provocado por la necesidad de ir hacia allí. 

—¿Qué cambiará? ¿Dónde es allí?

Quería saberlo, más aún si se trataba de una crucial decisión en su vida. Estaba condenada de por sí con el evento de hoy, más no podía perder ya que en horas estaría en cada tapa de revista convertida en el bufón mediático. Su carrera, el esfuerzo de avanzar sola y brillar se opacaron por una traición. Ya no tenía nada que perder. 

La mirada de Nerth era extraña. Por unos instantes era autoritaria, severa, pero al mirarte directamente sentías una genuina preocupación por ti que no sabías de dónde procedía. Estuvo en silencio de nuevo, acunando las palabras antes de decirlas o, sencillamente, buscando cómo decirlas.

—Algo ha despertado en ti esta noche —dijo lentamente —. ¿Verdad? Antes, con el yonqui, ¿qué sentiste? —era una pregunta, al fin, clara.

—Al monolito —te respondió directamente —. Crees que quieres recordar, pero.. no lo harás. No son recuerdos lo que anhelas, es descubrir quien eres realmente.

Esos pequeños silencios, despertaron un mayor interés en Irenka que al perderse en aquel mar pudo sentir que estaba en medio de una marea con sus olas muy altas y esos instantes tranquilos dónde naufragar era perfecto. Aún así, tenían doble mensaje esos ojos y ella de alguna manera quería descifrarlos. 

—Una sensación dolorosa, un poder... Es inexplicable en verdad—confesó sincera—. Pero también sentí que ya no estaba, se había esfumado y lo atribuyo a lo que he consumido. No sabría decir, fue algo muy intenso y repentino.

Tenía que ser honesta, además seguro ya estaba al tanto de todo aquello. No había forma de disfrazar aquello, no cuando estuvo en el desfile. Y ante las palabras de aquel hombre, alzó la mirada para conectar nuevamente con aquel mar. 

—Ahora mismo, es lo único que necesito. Perdí mi imagen, no sé quién seré a partir de mañana. ¿Que más da Nerth?—preguntó—. No lo tengo más, estoy decidida. 

Nerth te escuchó incólume, con una sorprendente ausencia de emociones, pero debajo de esa capa glacial podías ver que, a pesar de ello, no era insensible. El instinto te decía que no era indolente a lo que sucedía, sino que, hasta cierto punto, era ajeno a lo que le rodeaba.

—Te sentiste amenazada. Te protegiste. No debía pasar, ya no.. eso quiere decir que.. ha fracasado —había un tono de frustración bastante marcado en lo que dijo, pero enseguida se rehizo mirándote fíjamente con esa mirada escrutadora.

—¿Perdiste? —te miró extrañado —. ¿Qué perdiste? ¿Qué perderás?

«Amenazada, sucia, humillada.» respondió mentalmente y negó con la cabeza, quitando esas palabras para no volver a envenenarse como hasta ahora. Esto traía cola, lo sucedido en la calle fue un mero acto desafortunado, una consecuencia de su decisión. Y allí estaba, con todo aquello encima y semidesnuda. Que coraje. 

—¿Que ha fracasado? ¿Lo que sentí o quién se interpuso en mi camino?

Y no bajó la mirada, pese a la información que le llegó a través de sus gestos e incluso se atrevió a responder a su pregunta desde lo que sentía. 

—Todo, mi imagen hoy ha sido destrozada. Un amigo, mi negocio, mi único camino de hacer las cosas por mis propios méritos—dijo—. Ahora no tengo nada que perder, estoy en cero y dudo que siga a menos. Así que puedo ir hacia el Monolito y esperar algo diferente porque ya de por sí, no tengo nada que me ate a este presente ahora mismo. 

Si había un camino, Irenka lo cogería. 

Nerth respondió a tus preguntas con una mirada silenciosa, casi estuviste a punto de aceptar que seria cuanto te dijera, pero el misterioso encapuchado te respondió.

—Aun no estás preparado para entenderlo —dijo, una vez más, críptico. Aunque pudiste sentir que decir esto le causaba una gran frustración.

El hombre te escuchó sin perder detalle de tus palabras. Movía la cabeza como si, en algunos puntos, le costara comprender lo que decías. Otras, sentías una profunda comprensión, era casi mareante y, al final, te sentías atrapada en un vaivén ambiguo del que no acababas de tener seguro qué interpretar.

—¿Ha sucedido ya? —preguntó sin perder contacto visual contigo —. Aun no es mañana. Mi hermano aun no cruzará el cielo, tienes tiempo. Dijiste.. a partir de mañana.

Después de decirte esto, se quedó a la expectativa de lo que pudieras decidir. No parecía querer presionarte a un lado u otro, simplemente parecía ser consciente de la ratonera mental en la que te veías inmersa y él te abría otro camino.

«¿Y quién está preparado realmente para ello? Para lo desconocido.» se preguntó al intentar adivinar la emoción que aquellos ojos tan bonitos intentaron manifestar. Es que dadas las condiciones, no tenía nada por perder y una mínima posibilidad Iren la cogería antes de recibir una dosis más de humillación y ruina. No obstante, silenció sus palabras porque era quien portaba más información que ella y no podía rebatir lo desconocido, no cuando ni siquiera decente estaba vestida siquiera. 

Aún así la marea de expresiones y el mensaje que le brindó en todo momento el encapuchado la mantuvo expectante, sin saber como tomar todo esto porque era diverso, fluctuante. Pero sin embargo, la diseñadora era alguien que solía aferrarse a lo bueno por mera necesidad y sé quedó con la inmensa comprensión que reflejó Nerth. 

—Si tan solo pudiera detener lo que pasará, me iré en paz—confesó al bajar la mirada—. No sé de que hermano hablas, me falta muchísimo contexto. De igual manera, haría justicia para dejar todo encaminado porque es una necesidad imperiosa de darle una lección a la persona que me traicionó y ya tras ello, no tengo nada que me ate aquí. Absolutamente nada. 

Al matar el sentimiento que tenía por River, detener la humillación y el desprestigio de su profesión, quedaría tranquila. Era lo único que le carcomía la mente, lo único con lo que sintió realmente hacer algo al respecto. 

Nerth te escuchó lo que decías, sentiste su asentimiento y su comprensión, enmarcada en aquel gesto sombrío. Dio un paso hacia ti, quedándose, de nuevo, casi pegado a ti.

—Todo a su debido tiempo. Aprender el contexto —volvió a tomarte de la cintura, te arrimó a él sin que éste dejara de mirarte a los ojos —. Y el castigo.

Las alas de sombras emergieron de su espalda, os rodearon de nuevo junto con esa sensación de tirón, pero la firmeza del brazo de Nerth impidió que te perdieras. Sentiste como la temperatura cambiaba, el sonido ambiente crecía y las conversaciones se sucedían. Las alas se volvieron a encoger, y te viste en un baño de la fiesta posterior al desfile. Como la otra vez, Nerth se separó de ti devolviéndote tu espacio personal, dirigió su mirada a la puerta.

—Recuerda lo que hiciste con el otro mor.. hombre —te contó con calma, volviendo sus ojos a los tuyos —. Tus poderes están despertando. Si te concentras.. podrás volver a hacerlo.

Asintió a las palabras de Nerth y una sonrisa se dibujó en el rostro de aquella joven, incluso cuando lo tenía manchado de sangre. 

—El castigo, si. 

Lo tenía demasiado claro y se dejó abrazar por él mientras la calidez de aquel encuentro se tornó amena para ella, incluso hubiera dado lo que sea para seguir así un rato más. Lejos del mundo que conoce desde su alumbramiento, lejos de la mediocridad y el glamour de un una realidad que ahora le resulta demasiado ajena, lejana. Y por ello no dudó en aferrarse con fuerza a su cuerpo, a sabiendas de que tocaría dar ese paso hacia delante. 

El impulso surgió y de repente allí se encontraba en aquel baño del apartado mientras escuchó las últimas palabras de su salvador. 

—Perfecto, lo haré—dijo y antes de que se desaparezca le cogió la mano un segundo—. Gracias. 

Ya sin más que decir, se miró al espejo y quedó horrorizada por la imagen que le devolvió. Pero no la detuvo en su plan, ansiaba ese castigo más que a nada en el mundo y ahora tenía una oportunidad de hacerlo real. Así que lavó su cara con rapidez mientras se soltó el cabello completo y lo humedeció un poco, así le daba un efecto más informal. Luego miró su atuendo, todo hecho jirones y pensó en abrir el cuello con sus manos para que baje a la altura de sus caderas, así le quedaba una falda medianamente corta pero "decente" y nada más, se arreglaría con el sostén de encaje que tiene debajo. Incluso las mangas del mismo las ató en torno a su cintura para dar la impresión de que era una especie de cinturón muy improvisado. 

No sería el glamour en persona, pero había salvado medianamente su apariencia y tal como dijo Dimitri, estos eran trapos, así que por primera vez en su vida los trató como tal. 

El maquillaje estaría corrido, pero no se notaría porque en ese mundo todo es tendencia y el corte de la frente de momento se mantuvo estable. Y tras verse en el espejo, algo conforme salió descalza a meterse en medio de la fiesta. Bailaba, sonreía y buscaba cual depredador a su presa. 

«Lo pagarás...» pensó sonriendo. 

Dispuesta a castigar aquellos que te habían humillado, te preparaste a conciencia mientras Nerth te contemplaba en silencio. La figura de aquel hombre de alas sombrías sabía pasar desapercibida, aunque, en cierto modo, te sentías protegida. Cuando saliste por la puerte, no necesitaste de un trasiego muy largo. Estabas en el reservado en el que todo había empezado, River estaba sentado en el sofá con los hombros hundidos, no había rastro del paparazzi.

—¿I.. Iren? —se sobresaltó al verte entrar desde la puerta del baño con ese aspecto, más cuando te siguió Nerth. River se quedó unos momentos en shock, no comprendía lo que había pasado —. ¿Có.. cómo has..?

Nerth se deslizó silencioso a un lado, se puso delante de la puerta del reservado, impidiendo cualquier hipotética huida del que había sido tu amigo y amante.

La seguridad convertida en mujer, quizás más aún desde que tenía ese aspecto tan salvaje y por ello es que al descubrir que River ni siquiera se había retirado de allí, aprovechó para sentarse sobre su regazo con ese aire seductor que podía hacer temblar a su ahora ex amigo. Lo miró a los ojos de forma intencionada, dando la impresión de que la Irenka dolida se había escondido un rato y estaba la que el rubio conocía. 

No le prestó atención a Nerth, era consciente de su presencia y lo que en parte le daba seguridad. Así que ahora le tocaría jugar con ello, hacerse con el castigo y dar vuelta la situación. 

—Hm, sabes... Lo he pensado y pese a tener el corazón roto por ti, siento que nos debemos una despedida Ri—dijo en un tono conciliador, aunque estaba mintiendo—. Sabes que te quiero, jamás esperé esto de ti y ahora... Con el efecto de la cocaína, lo que pasará mañana, necesito que lo resolvamos... A mi manera. ¿Me lo concedes?

Aquel susurro se coló por el cuello del chico, jugando con el roce de sus labios y la cercanía. Luego tras lamer con descaro esa piel expuesta sus manos lo recorrían entero y buscó desde el sentimiento de culpa por parte de él, darle eso a Irenka. Ella sabía sondearlo, lo conocía y en medio de una traición de esa magnitud, que menos que compensar. ¿No?

—Te deseo River, mucho...—confesó sin sentir nada, pero en apariencia si—. Me gusta cuando follamos, cuando dejamos de ser modelos, diseñadores y solo somos personas que se atraen. Me gusta cuando me dominas, cuando me exiges que te obedezca y ahora, quizás porque no nos volveremos a ver nunca más me gustaría que me concedas el privilegio de un último polvo. El de despedida. 

«Ni llegarás a eso hijo de puta» pensó sonriendo, incluso se mordió el labio desde un gesto muy provocativo mientras esa mano que recorría el torso y más, fue en ascenso hacia su cuello para cogerlo de allí sin ejercer fuerza. Ahora sí lo miró a los ojos, incluso moviendo sus caderas un poquito y dijo:

—Placer, demasiado placer... Como aquella vez cuando me pillaste en la tienda y lo hicimos en el cambiador. ¿Recuerdas? Ese placer, quiero que sientas... 

Lo haría bien, quería verlo caer en su trampa. 

Con la presencia de Nerth apartada, pero pendiente, River os miró alternativamente desconcertado. Iba a decir algo, pero te adelantaste al sentarte en su regazo.

—¿Pero qué..? ¿Iren? ¿Quién es ese tipo..? —la voz del modelo era una mezcla de confusión y miedo, demasiado como para racionalizar la mentira —. No te entiendo..

Aquella incomprensión se suavizó con tu juego, cediendo poco a poco a tus pretensiones, pero aun confuso por lo que estaba sucediendo.

—Yo también te deseo, Iren.. ¿yo? No esperaba esto.. —desde luego que no lo esperaba, ni tampoco lo que estaba por llegar —. Si lo quieres.. yo te lo daré.. claro que sí —notabas la excitación de nuevo, su miembro endureciendo debajo de ti, inconsciente de la treta.

—Pero.. ¿y él..? —alzó la mirada por un instante hacia Nerth, que permanecía callado con un aspecto bastante intimidante.