Partida Rol por web

Lo miró a los ojos sonriendo y le regaló un dulce beso en los labios antes de responder siquiera. En parte se estaba despidiendo, de él, de su vida, de todo lo que en definitiva la trajo hasta aquí. Era el precio a pagar, la dosis justa de cinismo que River debía beber sorbo a sorbo hasta el golpe final. 

—Un amigo, gracias a él he reflexionado sobre todo—respondió cariñosa—. Y por él, es que ahora mismo soy capaz de perderme en ti otra vez. 

Totalmente distorsionó las cosas, adrede y a gusto, aprovechándose de la situación mientras esa mano en el cuello se cernía con un poco más de fuerza y el roce de sus caderas en movimiento sobre esa entrepierna dura se potenció. Lo estaba provocando y era muy consciente de lo que el rubio era capaz de hacer. Aún así, lo miró a los ojos mientras seguía haciendo preguntas, mientras se cuestionaba la situación en sí. 

—Si, dame River. Dámelo todo—dijo melosa y agregó—. Ignóralo. Sólo tú y yo.  

Y al conectar las miradas, algo comenzó a cambiar en el interior de Irenka. Deseaba lo peor, verlo sufrir, retorcerse delante de ella hasta que le ruegue que pare y ahí es cuando entre besos profesó su sentencia, alimentando el morbo y la tortura, aprendiendo a ser quien maneje las riendas de este instante y todos los que vendrá. Así que por ello, lo deseó profundamente, desde su corazón, desde su ser, quería dolor. Mucho dolor. 

A pesar de tus esfuerzos por seducir a River, y a pesar de que iban haciendo mella, el joven modelo estaba demasiado turbado por lo que sucedía. Estaba excitado por todo tu juego, pero la mirada no paraba ir hacia Nerth dándole a la escena una estampa bastante perturbadora. Al final se rindió gradualmente a ti, aceptó tu beso, suspiró de placer.. y entonces aquella sensación familiar se removió dentro de ti.

River se quedó hipnotizado por tu mirada, y apenas unos instantes después su corazón empezó a latir con rapidez y empezó a suplicar.

—No.. no.. no.. por favor.. no —las pupilas de River se dilataron, como si absorbieran aquel negro que había consumido los tuyos —. ¡No! ¡No! —empezó a gritar de horror y angustia, se liberó violentamente de ti y trató de huir como si algo invisible fuera a por él. No llegó muy lejos, se chocó con Nerth, quien no hizo ningún gesto, y terminó arrastrándose en un rincón temblando, encogido en posición fetal mientras balbuceaba clemencia, que no era culpa suya, que lo sentía..

Nerth miró con indiferencia a River encogido en un rincón, volvió a prestarte atención en silencio, así estuvo un rato antes de pronunciar palabra.

—¿Alguien más que merezca tu castigo? —preguntó serio, con aquella actitud casi incólume, mientras se mantenía en pie delante de la puerta que daba a la fiesta.

Aquello era lo único que que en verdad quería Irenka en ese preciso instante, observar como el dolor lo consumía y como su mente naufragó en el roce con la locura. Nadie tolera esa sensación que te envuelve y oprime, nadie puede vivir con ello ni siquiera por mucho tiempo ya que desquicia y drena voluntad. Por ello cuando lo vio alejarse y quedar en un rincón aquel chico que era muy importante para la diseñadora, no dudó en responder a Nerth. 

—Necesito saber algo primero—dijo decidida y se acercó a River—. ¿Quieres dejar de sentirlo? Pues me tendrás que decir quien era el que estaba grabando todo y no sólo eso, quien era la persona que quiere hundirme. Anda cariño, tú puedes contarme esto y no padecerás más. 

No lo dudó, quería saber quien estaba detrás de todo esto porque sería la segunda persona a recibir un castigo apropiado y en su justa medida. Se habían aferrado a la ambición de su amigo, pero alguien más astuto estaba tejiendo las redes para que esto suceda y era quien delante de sus ojos, merecía aquello también.

La voz de River era quebradiza, atormentada por cosas que no estaban allí, pero que él las vivía con total lucidez. Asintió repetidas veces, tragando saliva y balbuceó con dificultad.

—Ca.. Carson Gri.. Grimes.. Carson Grimes —respondió casi de inmediato —. Por favor.. pa.. para esto.. te..lo.. suplico.. —las lágrimas que brotaban de sus ojos eran tan desgarradoras que casi hendían sus mejillas.

Nerth siguió en silencio, aunque miró a River con cierta.. ¿compasión? Pero el hombre se mantuvo recio y serio, esperando tus siguientes pasos.

Una sonrisa maliciosa surgió de sus labios cuando escuchó el nombre y le guiñó un ojo a Nerth, si había que hacer las cosas bien lo haría y a su manera. Ella eligió un camino, pero tenía que acomodar este presente para poder irse tranquila y tenía estas horas por delante. Así que por ello, fue al segundo paso.

—Gracias, Ri. Ahora quiero tu móvil. ¿Me lo das?

No sintió lástima por el rubio, simplemente ella hubiera pasado por un destino peor si aquel hombre no la hubiera rescatado y por esto es que se mantuvo firme en su postura. Le había tendido una trampa la persona que ella amaba y de alguna manera tenía que hacer justicia, más ahora que tenía algo con que llevarlo a cabo. 

Una vez Irenka tuvo el móvil, borraría cada foto que había sacado River de la escena de hora atrás para eliminar la evidencia. Incluso haría un chequeo en la mensajería para enterarse un poco más de lo que estaba tramando en secreto y ya cuando acabó la búsqueda, miró a Nerth. Claramente no tenía demasiado que hacer y podía retirarse del lugar, a no ser que la persona en cuestión esté en la fiesta.

—Cuando quieras, me toca ver a Carson Grimes.

Tras borrar todo rastro de las fotografías, pudiste ver una charla previa entre River y Carson donde planeaban todo lo que sufriste. En la conversación podías leer las dudas de River, y a Carson presionándole. Aunque, por desgracia, no había ninguna dirección hábil donde poder encontrar al paparazzi. Aun así..

—Ven. Lo encontraremos —te tendió la mano para que te acercaras a él, su voz firme parecía que la proyectara de una forma que, incluso, silenciaba la música del exterior. Te tomó de la cintura de nuevo, pegándote a él y bajó la mirada hacia ti —. Carson Grimes. Sé dónde está.

Fue una forma de decirlo muy ambigua, ¿cómo podía saberlo? Miró una última vez a River, que se encontraba aterido y con la respiración acelerada, ausente y desconectado, hundido en un mundo de tormento, y luego volvió a ti.

—Tendrás que agarrarte bien —anunció, pero no esperó mucho, volviste a sentirte rodeada por su brazo y sus alas, pero en esta ocasión la sacudida fue más fuerte y un frío hiriente y un viento ensordecedor empezó a sentirse. Nerth te agarraba con su fuerza sobrenatural, y cuando quisiste darte cuenta estabais volando sobre una carretera en plena noche —. Está allí —señaló con la cabeza a un vehículo gris que avanzaba rápidamente por la carretera. Nerth te mantenía agarrada, pero para mantener un mejor equilibrio cruzó su brazo por tu espalda sosteniéndote del trasero. La otra mano la usaba para romper la resistencia del viento mientras sus alas de sombras aleteaban dándole impulso.

«¿Por qué tan manipulable eres?» se preguntó entre pensamientos al leer los mensajes que había intercambiado con el paparazzi, incluso un tanto sorprendida por el afán deseo de destruir su carrera. En ese instante se sintió subestimada, como quien intenta pisotear cualquier progreso que vaya a dar. Aún así había tomado una decisión, así que tras borrar todo lo necesario—fotografías de la felación—decidió devolver el móvil a su dueño. 

Ya muy cerca del rostro sufrido de River, Irenka susurró. 

—Dolor, frustración y alguien que no vale nada. Todo eso vas a sentir y todo esto no vas a olvidar, te quiero cariño pero no permitiré que me claves un puñal nuevamente. 

Y tras sentenciar lo que sería de aquí a una hora o más, se incorporó para caminar hacia donde se encontraba Nerth, solo que recordó en medio que no podía salir en sostén y aprovechó para intentar quitarle la prenda a su ex amigo, así al menos tendría algo arriba y no estaría casi desnuda. 

Una vez volvió a cobijarse entre los brazos de aquel ángel oscuro, lo miró a los ojos sonriendo y se aferró al cuerpo de aquel hombre con mayor confianza. 

—A por él, entonces.

Ya después todo sucedió de repente, un pequeño impulso y ya estarían en otro lado. Tan rápido que ni siquiera pudo ser consciente de ello, más ahora que se encontraban en el exterior con un viento y un frío que la hizo cobijarse aún más se lo necesario para mantener el calor. Incluso rodeó con las piernas la cintura de aquel hombre cuando la sostenía de si trasero, sin importarle en demasía que la falda esté más arriba. 

Finalmente cuando iban por la carretera, desvío la mirada hacia el auto que le había señalado y miró a los ojos a Nerth. 

—Estamos cerca—dijo orgullosa y preguntó—. ¿Cómo lo haremos?

Nerth se movía una velocidad que rivalizaba con la del coche, incluso tenías la sensación de que podía incluso superarlo, pero se limitó a seguirle el ritmo al vehículo. El hombre te miró a los ojos, respondiendo a tu pregunta con claridad a pesar del viento.

—Ahora lo verás —anunció con ese misterio que venia a ser su marca habitual. Sintiéndote agarrada a él, Nerth sobrevoló el vehículo de Carson que se había detenido en un cruce. Todo fue muy rápido, ni siquiera fuiste consciente de ello, pero Nerth descendió majestuoso con sus alas de sombras bloqueando el avance del coche.

Agarrada como te encontrabas a él, rodéandole la cintura, sentías su mano sujetarte plenamente del trasero generando cierto agradable calor, pero aquel ángel siniestro te hizo un gesto sutil con la cabeza.

—Puedes bajar —dijo con calma, y al hacerlo, Nerth se movió rápidamente a la puerta del coche, la arrancó de cuajo y sacó a Carson con un solo brazo. Miró con desprecio al paparazzi que estaba en shock —. Hora de pagar.

Lanzó a Carson delante de ti, por el sonido que se escuchó y la forma de caerse estaba segura de que sus rodillas se habían resentido. Carson era orondo, desagradable, y se retorció a tus pies lamentándose. La carretera estaba en penumbra, silenciosa, parecía que os encontrarais en medio de la nada cuando estabais apenas unos kilómetros de París.

La sensación de su mano le encantó en demasía y lo miró a los ojos en ese instante mientras sin querer mordió su labio inferior en un gesto provocativo. Solo que dadas las circunstancias, no podía ir más allá y las ganas de cobrar su venganza eran superiores. 

Así que en un simple parpadeo ya se encontraba en aquella carretera solitaria mientras tenía al paparazzi delante de sus pies. Una sonrisa en Irenka se dibujó en su rostro cuando lo escuchó lamentarse. Pero sin tener un mínimo de reparo, se inclinó delante de aquel hombre horrendo y lo miró a los ojos. 

—Hola Carson—dijo sonriendo—. Sabes, esto de querer hundirme está mal. No sé qué te hice la verdad, pero mírame a los ojos cariño. 

Sin dudar con su dedo en la barbilla la alzó para conectar con los ojos de aquel idiota y cuando finalmente hubo contacto visual, la diseñadora comenzó a desear en él un dolor horrible que desde lo más profundo de su ser comenzó a surgir. 

—Dime... ¿Quién te contrató para hundirme?

Sin aun saber qué sucedía, quizá alucinando por la presencia del alado Nerth, Carson te miró como llegabas sin reaccionar. Fue tarde para él, intentó decir algo, pero su lengua se trabó hasta que cayó sobre él el castigo definitivo con el que empezó a gritar con desesperación. Como con River, como con el yonqui, el paparazzi empezó a retorcerse suplicando piedad y perdón, pero sin que nada de ello aflorara en ti.

Los gritos generaron la respuesta enojada de algunos vecinos, a lo lejos, pero por el momento nadie parecía acercarse. Nerth siguió vigilante, y cuando le exigiste respuestas.

—Yo.. no.. no puedo.. no lo sé.. —dijo llorando, retorciéndose —. N..no me dijo su nombre.. por favor.. por favor.. para esto.. te lo suplico.. te lo.. supli.. co..

Muy atenta a las palabras de aquel hombre, mantuvo su actitud hacia él mientras la información iba llegando muy lentamente. Al parecer alguien lo había contratado, pero de forma anónima y le resultó demasiado raro. ¿Quién odiaba tanto a Irenka?

—Si quieres dejar de padecer, tienes que darme el móvil y sigue contando...—indicó al extender su mano y continúo—. ¿Cuándo te contactaron? ¿Cuánto dinero te ofrecieron?

Había alguien que envidiaba en demasía a la Diseñadora y la noche se iba acortando según pasaban las horas. No podía creer que tanto se estaba tejiendo detrás una traición, descubriendo que más gente estaba implicada. 

Mientras Carson seguía retorciéndose de terror, Nerth siguió de guardia, observando fíjamente el devenir de los acontecimientos. El paparazzi miró al coche cuando preguntaste por el móvil.

—Ha.. hace tres días.. mu..mucho dinero.. —balbuceó mientras los efectos del tránsito que estaba pasando lo iban doblando poco a poco sobre si mismo —. No sé más.. no sé más.. coge el móvil, pero déjame.. te lo suplico.. déjame..

Pudiste desbloquear el móvil cogiéndole del dedo a Carson, pero no encontraste nada concluyente. Nada que te indicara quién había contratado a Carson, en el coche también estaba la cámara con la que te había hecho las fotografías. El paparazzi se encogió sobre si mismo, aterido, en posición fetal con los ojos abiertos, perdidos en la nada.

Sin perturbarse siquiera, escuchó lo que tenía para decir aquel paparazzi y decidió mientras revisaba el móvil, dar por terminado aquello. Las pruebas estarían ya desechas y la persona que quería atentar contra ella, no la vería más porque básicamente quería desaparecer de lo que sea que era todo esto. La idea de dejarse llevar por el Monolito la tentó cada vez más y estaba realmente dispuesta a dejar todo porque se cansada ya se sentía de tanta hipocresía y engaño. 

—Está bien, no hay problema porque me llevo tu cámara y te devuelvo el móvil que seguro lo necesitarás cuando ya el dolor te haga perder la cabeza—dijo en un tono frío y se lo dió—. Mucha suerte, esto no lo olvidarás jamás y espero que hayas aprendido la lección. 

Sin más y con la cámara en la mano, le quitó la memoria para guardarla en el escote mientras que el resto lo lanzó al suelo para que se rompa por completo. Ya no tenía nada más que hacer, aunque la espinilla por saber quién quería hundir su carrera estaba allí. Estos eran solo peones, no los verdaderos autores del plan y dar con esto será difícil, así que desvío la mirada hacia Nerth mientras se acercaba para rodearlo con sus brazos desde la cintura.

​​​—Ahora si, he terminado. Llévame hacia mi destino—dijo al acariciar la mejilla de aquel ángel—. No tengo nada más que me ate aquí. 

Nerth observó toda la escena sin participar, cuando terminaste y te abrazaste a él sentiste cierta calidez en su actitud, pero no sabías del todo a qué podía deberse. Asintió mirándote a los ojos, volvió a tomarte de la cintura y sus alas os rodearon. En un instante volvíais a estar frente al monolito.

—Hay algo que has de saber —dijo lentamente —. Tus poderes. Lo que les has hecho. Solo has hecho que se enfrenten a su culpa, a sus errores, a sus remordimientos. Algunos aprenden de ellos, lo superan.. otros.. se pierden del todo. Ese poder era.. —se calló, como si le costara decirlo, te liberó del abrazo y dirigió la mirada hacia el monolito —. Será mejor que vayas. Las cosas cambiarán para ti, pero.. es inevitable. No obtendrás todas las respuestas, pero será el principio.

La mirada de Nerth permaneció fija en el monolito, y luego regresó a tus ojos. Tenías la sensación de que Nerth veia en ti alguien familiar, pero para ti era un perfecto deconocido, salvo aquella sensación inicial, de atracción, para ti era la primera vez que lo veías y, aun así, sentías que iba a ser capaz de protegerte de todo.

Y volvió al principio, al Monolito y esa sensación de comenzar otra vez de cero. Había una oportunidad inmensa latente delante de sus ojos y la presencia de aquel hombre que le resultaba tan misterioso. Por ello siempre atenta a sus palabras, desvío la mirada hacia los ojos de Nerth mientras lo escuchó bajo ese halo de entendimiento y conexión. 

—Lo sé, solo estaba dando una lección y sé que puede ser un camino de no retorno—dijo a modo de respuesta y cuando cortó la frase no pudo evitar el preguntar—. Ese poder...¿Era? Dímelo. 

Incluso cuando le sugirió que se vaya con esa advertencia en sus manos, se negó a separarse tan fácilmente y sostuvo el rostro de aquel ángel para que la mire a los ojos, para que conecten desde otro lugar. 

—Es inevitable, aún así puedes darme una respuesta. Solo esa—respondió y la yema de sus dedos acariciaron el rostro de Nerth—. Una más. 

Y esperó por ello. 

Nerth se quedó en silencio, dejando que lo tomaras de las mejillas, siguió en silencio y acabó por negar con la cabeza. Suspiró un poco, y volvió la mirada hacia el monolito.

—No es justo que te lo diga. Yo no —respondió solemne, apartándose compungido —. El pasado quedó en el pasado. Es tu historia. No la mía. La mía terminó hace tiempo, ahora solo.. vivo tiempo prestado —respiró hondo, volvió a tomar esa firmeza y rigidez pétrea.

—Quizá para ti sea un don, pero.. puede ser una maldición —añadió para quedarse en silencio, esperando.

No pudo decir nada más cuando esas respuestas llegaron a sus oídos y al notar la distancia que ahora puso entre los dos, estaba claro que no se podía hablar de ello. Así que Irenka no emitió opinión sobre ese tema y aceptó sus palabras como si fueran un mantra. 

Aún así, un último cambio visual selló aquel encuentro y al sonreír apenas fue caminando hacia el Monolito sin saber lo que siquiera le esperaba. 

—Gracias, solo espero que podamos volver a encontrarnos en otra situación. Lo deseo. 

Y sin más, se despidió con aquel anhelo flotando en el aire. Su destino escrito ya se encontraba. 

Nerth no digo nada, se quedó en silencio con apenas un asentimiento como respuesta. Tus pasos hacia el monolito se fueron sucediendo, y poco a poco pareció que la realidad que te rodeaba empezó a cambiar. Antes de ni siquiera tocarlo, escuchaste una lejana algarabía de gritos, metal chocar y explosiones, el eco de una batalla que se estaba desencadenando a tu alrededor. Pero aquella no era una batalla cualquiera, y enseguida lo sentiste, enseguida lo viste.. cuando tocaste el monolito...

El fuego era oscuro y sin estrellas, pero brillaba por las lenguas de fuego que lo cruzaban. La luna se derrumbaba quebrada sobre la tierra y la tierra estaba bañada por una devastación que hasta había hecho brotar ríos de lava del subsuelo, infinidad de banderas, lanzas y enseñas rotas eran los únicos bosques que quedaban y un océano de cadáveres de indistinta raza, condición o naturaleza inundaban hasta donde podías ver. Quizá lo más horroroso era que, incluso sobre aquel cementerio de muerte absoluta, la batalla continuaba. Hordas de criaturas pesadillescas cargaban contra filas de soldados de armaduras doradas plateadas, bestias de proporciones apocalípticas eran frenadas por lo que parecían ser personas voladoras y, en los cielos junto al fuego, se desencadenaba una batalla aérea entre criaturas que solo podían definirse como celestiales e infernales.

En medio de toda aquella vorágine de destrucción, se escuchó un cuerno de batalla y la oscuridad de los cielos fue atravesada por el mismísimo arco iris, y de él descendieron decenas de jinetes capitaneados por uno tuerto. Un trueno hizo que miraras a otro lado, el cielo volvió a abrirse para ser atravesado por un banco de nubes blancas como algodón y avanzar una cohorte de hombres y mujeres de proporciones perfectas dirigidos por un robusto guerrero que esgrimía relámpagos como si fuera su propia espada.  A la batalla también se unió una poderosa tormenta de arena de la que surgieron decenas de seres con cabezas de animales encabezados por un ser que irradiaba luz por si mismo. 

Así, como llamados a la batalla, se fueron uniendo centenares de estos guerreros sobrenaturales con las más variopintas estéticas y que, no te cabía duda, debían ser.. ¿dioses? ¿dioses de distintas mitologías?

Los dioses chocaron contra las filas demoníacas conformadas por criaturas gargantuescas, tanto monstruosas como humanoides, demonios y criaturas infernales que combatían frente a las huestes divinas en una salvaje batalla sin cuartel. Entre las filas de estos infernales también había guerreros preponderantes, equivalentes a los dioses que habían llegado al combate, y que se lanzaban contra sus homólogos en una lucha fratricida.

En cada choque la tierra temblaba y se quebraba, y entonces viste morir a tantos de esos dioses. Uno tras otro, matándose los unos a los otros, cayendo ante bestias y antiguos aliados. Y con toda esa tragedia, el mundo empezó a romperse, pero antes de que lo hiciera todo se congeló y tomó un filtro gris, apagado. En medio de toda aquella destrucción apareció una figura, sombría, apoyada en un báculo y acompañada por dos cuervos en los hombros.

—No es lo que uno espera ver cuando cree que su destino va revelarse, ¿verdad? —dijo con voz socarrona, el hombre se acercó a ti atravesando sin dificultad el campo de batalla, se detuvo ante ti, a unos tres metros —. Y, ahora, es cuando surge la duda.. ¿qué es esto? ¿qué significa? ¿quién soy yo?

No tenía idea alguno de lo que estaba por ocurrir una vez haya tocado ese Monolito, para Irenka todo era desconocido y a la vez la incertidumbre misma se había instaurado en su corazón tras haber dejado por decisión propia su vida, aquel camino que con empeño durante años intentó forjar y hoy no tuvo más remedio que soltarlo para avanzar. En cuestión de horas se ha convertido en la dueña de su destino, quien implantaba castigo a todo aquel que la traicionó mientras la justicia se colocaba la venda que la mantiene ciega a todo. Al fin de cuentas, ella era consciente de lo cuestionable que podían ser sus actos y no se preguntó si se le había ido la mano. 

Aún así tan decidida como estaba, dio ese paso y se encontró con un escenario que distaba en demasía con lo que siquiera imaginó de buenas a primeras. Lo que sus ojos pudieron contemplar era de película, un mundo donde en guerra se gastaban una batalla cruel, sangrienta bajo un sentimiento tan fuerte y determinante que la dejó inmóvil en todos los sentidos. Ella era una diseñadora de moda, no era capaz de hacerle frente a nadie de los que estaban allí. Le recordó a una serie, se sintió por un momento como si estuviera en el Valhalla aunque fuera sumamente loco. Aquel lugar no era de batalla, al menos por lo que tenían entendido e Irenka no se sentía tan honrada para estar allí. 

Pero todo se detuvo de repente mientras aquel hombre estaba en el campo de batalla, podía sospechar que era Odín pero seguía siendo muy surrealista todo. Una verdadera locura que de alguna manera ella esté delante de un Dios que básicamente desde su pobre conocimiento no era más que un mito, un tema de estudio en los colegios o algo a venerar en las series creadas desde esa ambientación. No era real, eso lo tenía más que claro. 

—Esto... ¿Es real?—preguntó sin poder evitarlo, quería saber si no estaba loca—. ¿Odín? ¿Estoy soñando?

De alguna manera en su interior la duda se forjó, ya había experimentado estar con alguien que tenía alas y la llevaba a todos lados. Es decir, el hecho de que sea real de alguna manera existía pero no lo podía creer.