Partida Rol por web

 La hermana que nunca tuve

Edimburgo, primavera de 2023

El frío se resistía a terminar. Incluso una mañana tan soleada, algo raro, en Edimburgo era incapaz de daros una chispa de calor. Llegabas tarde, para variar, a casa de Amalia, habíais quedado para veros como acordabais, aunque en el último mes tu amiga lo había tenido bastante liado posponiendo la cita. La casa de Amalia era un apartamento, propiedad de su marido Derek, en los suburbios de Edimburgo, no era mal barrio, pero tampoco el mejor. Cuando llamaste al interfono, la voz alegre de Amalia recriminándote burlonamente tu tardanza. Llegabas con la puerta abierta y Amalia en la puerta, con su hermosa sonrisa contenta de verte y su incipiente barriga de cuatro meses.

—La próxima vez te pediré que vengas media hora antes de la que tengo prevista que llegues —dijo burlona, te abrazó con cariño —. Me alegro de verte, Lilly. Pasa.. pasa..

El apartamento no era muy grande, pero lo suficiente como para la familia en ciernes que se estaba formando. Amalia te llevó al comedor, algunos de sus cuadros colgaban de las paredes. Habías estado varias veces allí, conocías bien el apartamento, por eso te llamó la atención no ver la típica paleta de pinturas por ningún lado. Quizá Amalia se estaba volviendo ordenado con eso de la maternidad.

—Derek está trabajando —dijo con una sonrisa leve —. Así que podremos hablar de cosas de chicas —te guiñó el ojo divertida, dispuesta a ser una buena anfitriona se dirigió a la cocina —. ¿Qué te apetece tomar?

Lilly había comprado algunos dulces y un poco de zumo natural, después de todo hacia tiempo que no veía a su amiga y echaba de menos las largas y amenas charlas con ella por lo que esa mañana se había despertado mucho más animada y motivada ya que podría volver a abrazarla.

Tomó un taxi para llegar hasta el lugar, un lugar que aunque no era malo era algo peor que el barrio en el que ambas habían vivido toda la vida pero, sus padres también habían comenzado desde abajo por lo que confiaba en que a Amalia las cosas le fueran mucho mejor conforme pasara el tiempo. Además, siempre podía volver a hacer exposiciones y vender cuadros.

- Ya sabes lo que pasa, no encontraba las llaves, el taxi no venía... Esas cosas...

Contestó divertida para abrazar con cuidado a su amiga. 

Caminó por la casa disfrutando de los hermosos cuadros de ella y con su mirada buscaba la paleta que ella siempre tenía cerca para sus momentos de inspiración.

- Oh, entonces espero verle después y saludarlo. ¿Cómo le va en el trabajo? ¡Y a ti? ¿Algún cuadro nuevo en tu imaginativa mente?

Al ver como ella iba a la cocina fue tras ella entregándole la bolsa que llevaba.

- He traído unos dulces y un poco de zumo natural, de "Epona Rouse", la cafetería a la que solíamos ir en los descansos de los estudios.

Le guiñó un ojo a Amalia y la instó a sentarse para disfrutar con ella de aquellos dulces. 

—¡Me encanta! Hace tanto tiempo que no voy —celebró desde la cocina al escuchar lo que habías traído —. Dicen que las embarazadas tenemos antojos raros, pero por ahora ni sal en el melón ni chocolate sobre pizza —dijo con humor fingiendo aflicción.

Cuando preguntaste sobre Derek, Amalia actuó de una forma un tanto ortopédica, rígida, pero que rápidamente recuperó con una sonrisa un tanto azorada.

—Oh, no te preocupes por él. Trabajará hasta tarde. Ya lo verás otro día —explicó lentamente, al preguntarle por los cuadros sonrió apurada —. Últimamente ando muy cansada.. el bebé me drena la energía. Me paso casi todo el día en la cama, el sofá.. —suspiró con resignación —. ¡Hay días que me duele horrores! Pero dejémonos de quejas.

Amalia se sentó a tu lado, ya con el almuerzo sobre la mesa del comedor, lo que habías traído junto a un surtido de galletas y té para ambas.

—Cuéntame tú, ¿cómo te va con ese profesor de la universidad que me contaste? ¿Ya habéis salido? ¿Le has dicho algo? —preguntó cotilla tomándote de las manos entusiasmada.

Sonrió ampliamente ante el entusiasmo de Amalia por los dulces y la bebida.

- En cuanto puedas escaparte un rato nos acercamos de nuevo y disfrutamos de todo esto en vivo. ¿Qué te parece?

La verdad es que la reacción que tuvo al preguntar por su esposo la puso ligeramente en alerta pues no era una reacción normal y habitual, provocando que se preocupara ligeramente. Ya iría sacándole la información poco a poco, aunque sabía que Amalia solía ser una chica bastante cerrada y tímida también. 

- Bueno, seguro que podemos organizar una cena o una comida dentro de un tiempo... - Miró a su amiga para ver cómo se lo tomaba y después continuar hablando - Seguro que en breve recuperas esas ganas de volver a hacer lo que te gusta hacer y sino, siempre podemos escaparnos al parque y así me pintas como a tu musa - Le sacó la lengua divertida mientras probaba un poco de los dulces. 

Esperó a que Amalia sirviera el té y río cuando mencionó lo del profesor Chambers.

- No, no hemos salido... Bueno, alguna vez hemos ido a tomar unas copas pero... Sigue siendo mi tutor Amalia... Aunque he de reconocer que no me importaría, en absoluto, que me diera un buen meneo... 

Río divertida pues si con alguien podía ser sincera era con su más antigua y querida amiga. 

—Seria genial —respondió con una sonrisa nostálgica, añadiendo un poco resignada —. Me gustaría salir de casa de vez en cuando.

Amalia actuaba con naturalidad, era ella, pero también ibas viendo que tenía una ocasional rigidez ortopédica. También te fijaste que llevaba bastante maquillaje, para decir que no salía demasiado era llamativo, y tampoco es que fuera una mujer que necesitara demasiado para mostrarse hermosa.

—Sí, claro. Ya organizaremos algo.. —dijo sin mucho énfasis a la posibilidad de cena, pero sonrió sincera cuando le propusiste de pintarte —. Eso me encantaría, de veras.

Con el rumbo de la conversación a terrenos amorosos, Amalia se relajó, como si prefiriera hablar de cosas que no la afectaran a ella directamente. Puso esa cara de cotilla que tan bien conocías, soltó una risa pícara.

—Me extraña que, conociéndote, no te hayas lanzado a por él aun —mantuvo la sonrisa y se tomó uno de los dulces —. Como si el hecho de que sea tu tutor fuera un impedimento.

Las palabras y la actitud de su amiga empezaban a molestarle cada vez más, su mente comenzaba a analizar y crear demasiadas explicaciones y cada una de ellas le gustaba menos que la anterior. 

- Lia, cariño... ¿Sabes que puedes confiar en mi para todo, verdad? Estuviste ahí conmigo cuando mi padre y mi madre faltaron y yo estoy aquí a tu lado, para siempre y en todo cuanto necesitéis tu bebé y tu...

Apoyó una de sus manos sobre la mano de su amiga, transmitiéndole aquel sentimiento que la unía a ella, un sentimiento de respeto y afecto tan profundo que en ocasiones dolía.

La sonrisa volvió a ser la misma de siempre y asintió con la cabeza..

- Bien, entonces ya te diré un día de la semana que viene para salir al parque... Además, seguro que ese cuadro me ayuda a lanzarme sobre Chambers... - Suspiró - Él tiene una imagen de profesionalidad que mantener... 

Quizá consciente de que había sido demasiado obvia con sus respuestas, o la ausencia de estas, Amalia se tensó un poco y se apresuró en negar nerviosa. Pero esos nervios no te impidieron ver un matiz de miedo en los ojos, uno que rápidamente fue enmascarado con habilidad.

—Lo.. lo sé. No te preocupes.. Derek y yo llevamos una mala racha, eso es todo —respondió con ambigüedad, pero con la deriva de la coversación a tus temas amorosos volvió a encajar el perfil habitual de tu amiga.

—No me creo lo que estoy oyendo. ¿Tú respetando la profesionalidad? —comentó burlona —. Desde luego te gusta, o has madurado. O ambas cosas.

Soltó una risa divertida, alargó la mano para coger otro dulce y, entonces, viste lo que debía ser un cardenal en el antebrazo que quedó al descubierto cuando la manga no acompañó al brazo. Amalia no se dio cuenta de ello, y siguió en la charla con una sonrisa.

La visión de aquella marca hizo que la expresión de Lilly se volviera más seria.

- Lia... Por favor... Puedes contarme lo que sea... ¿Te ha puesto la mano encima Derek?

Tomó su brazo con cautela, mostrándole aquel moratón.

- Tu actitud, el maquillaje, los nervios, el miedo... Te conozco demasiado bien... 

Su mirada era seria y firme, pero con esa calidez y amistad que siempre le había demostrado a su amiga. 

A Amalia le dio un vuelco cuando le preguntaste directamente. Al principio se mostró casi sorprendida, luego callada, y tras unos segundos de silencio musitó.

—No es importante. Hice unas cosas mal, y él se enfadó. Él se pasa todo el día trabajando, y yo.. estoy en casa, debería ocuparme de la casa —dijo con una sonrisa forzada, buscando, futilmente, calmar tus sospechas —. No te preocupes. Él me pidió perdón, se arrepiente.

Tras unos segundos tensos, sirvió te para desviar el tema de conversación.

—Seguro que este te está delicioso con los dulces —aseguró mirando fijamente a la nada.

Suspiró mientras miraba a su amiga con seriedad.

- Lia... No está bien, no está bien lo que ha hecho... Tu tienes tu arte, ese es tu trabajo, siempre lo ha sido... No puedo obligarte a hacer nada que no quieras pero si vuelve a hacerlo, no se lo perdonaré...

Su voz sonó seria y firme, una seriedad que casi pudo resultar amenazadora pero no para su amiga, sino para lo que podría llegar a hacerle a su esposo si volvía a ponerle una mano encima.

- Deberías salir de aquí, cuanto antes. Cuando lo hacen una vez, lo vuelven a hacer... 

—¡No te enfades con él! —dijo sollozando —. Está pasando una mala racha, solo eso. Es mi culpa por no tener la casa bien, me paso todo el día tumbada sin hacer nada.. es mi culpa. Él me quiere, quiere lo mejor para mi y para el bebé —llevó la mano a su vientre con los ojos vidriosos.

Como si hablaras con una pared, Amalia siguió negando externa e internamente la realidad que le exponías. Insistía en la bondad de su marido y los errores que ella causaba, justificándole.

—No puedo irme. ¡Vamos a tener un bebé! Y el bebé necesita a su padre, ¿sabes? Lo necesita.. —dijo convenciéndose a si misma de la realidad —. Por favor..  comamos.. me gusta pasar contigo.. antes de que.. —se calló como si hubiera metido la pata al decir aquello.

Puso su mano sobre el hombro de su amiga.

- No es tu culpa, ¿me entiendes? Jamás digas que es tu culpa... Es él quien te ha puesto la mano encima, quien ha roto la confianza... - La miró con algo más de seriedad - Necesita un Padre, si pero no uno que pegue a su madre cuando está embarazada... O en cualquier otro momento... Debes hacer lo mejor para ti y tu bebé... Eres una mujer fuerte, siempre lo has sido... Fuiste tu quien consiguió traerme de nuevo a la vida, ¿recuerdas? Si no hubiera sido por ti yo también hubiera terminado como mi madre... Te debo la vida Lia y por eso mi vida te pertenece... 

Continuó escuchando a su amiga hasta que aquellas palabras provocaron que elevara una ceja y la mirara con más seriedad pero con confianza y afecto.

- ¿Antes de que qué?

Siendo víctima de sus propias palabras, atrapada por ellas, Amalia palideció un poco. Podías ver su lucha interna por convencerse de lo que decías, pero también un miedo casi programado.

—De que vuelva.. no sabe que estás aquí —admitió cohibida —. No me deja que vea a nadie.. se enfadará conmigo si te ve aquí. Lo siento.. —se puso en pie nerviosa —. No debí llamarte para que vinieras. Ha sido un error.. ha sido un error.. —se puso a recoger la merienda con tanta rapidez y nervios que las manos le temblaban. Pero solo bastó una mirada tuya para que todo se derrumbara.

—Yo.. no sé que hacer.. Lilly. Tengo miedo.. tengo mucho miedo.. —empezó a sollozar —. Está pasando una mala racha.. intento ayudarle.. y vuelve borracho.. me pega.. me dice que no valgo para ser madre.. que es mi culpa. Mi culpa..

Las últimas palabras de su amiga helaron la sangre de Lilly, mirándola con seriedad y determinación volvió a hablar.

- Recoge tus cosas, te vienes conmigo. Vas a dejar esta casa y a él, mañana acudiremos a la comisaría e interpondrás la denuncia por malos tratos - Acarició su mejilla con afecto - Tu y tu bebé sois lo más importante. Y no es tu culpa, ¿me oyes? Nunca pienses que es tu culpa... Vales mucho Lia, muchísimo y no dejes que él te diga lo contrario... Debes pensar en tu bebé y no es seguro que os quedéis aquí con él, lo sabes... 

Tus palabras parecieron engendrar cierta esperanza en Amalia, pero seguías viéndola temblar vívidamente ante la posibilidad de hacer lo que decías.

—No lo entiendes.. Derek es una buena persona.. yo.. —balbuceó como si estuviera programada para ello —. No puedo, esta es mi casa. Mi casa.. no puedo irme.

Veías en la mirada de tu amiga ese conflicto interno, feroz y sin cuartel, al que estaba siendo sometida. Parecía que iba a ceder, estabas a las puertas, cuando el sonido de las llaves sonó al otro lado de la puerta. Como si se rompiera un hechizo, la mirada de Amalia se retrotrajo de nuevo y se levantó.

—¿Derek? Ha venido pronto.. —se dirigió rauda a la puerta, temblando de miedo, te miró a ti mordiéndose el labio inferior nerviosa —. No digas nada.. por favor.. 

- Si puedes Lia... Por ti y tu bebé... 

En ese momento los nervios y la alerta de su amiga indicaron lo que no debía pasar, él había llegado antes así que Lilly simplemente suspiró y se sentó con calma de nuevo.

- Diremos que vine yo de visita, que te sorprendí... Pero, no pienso irme de aquí sin ti... No voy a dejarte sola con él... 

Cuando Derek llegó al comedor se quedó un poco parado al verte allí, vehiculó una rápida sonrisa forzada y de sorpresa.

—Lily, no te esperaba aquí, ¿cómo estás? —saludó tras besar a una tensa Amalia, ella se quedó en pie, cabizbaja —. Tráeme algo de beber, cariño.

Amalia obedeció de inmediato desapareciendo en la cocina, apenas unos segundos volviendo con lo pedido. Derek asintió y se sentó en uno de los sillones. Tu amiga explicó lo que habías acordado, que era una visita sorpresa, y Derek asintió lentamente, aunque lo viste claramente que no se lo había creído.

—Siempre es bueno que las amigas de Amalia piensen en ella —dijo acomodándose en su asiento y tomando un trago, hizo un gesto con la mano a Amalia y está se sentó en el regazo de Derek —. Cuéntanos, ¿cómo te va en la universidad?

- Saludos Derek, si, lo lamento - Aunque en el fondo no lo lamentaba - Pasé por la zona y decidí pasar a hacerlos una visita y traer algunos dulces ya que hacia tiempo que no nos veíamos

Intentaba no sonar demasiado forzada pero en el fondo estaba deseando partirle la cara a aquel desgraciado. Cuando su amiga obedeció de aquella forma la siguió inquisitiva con la mirada.

- Si, la verdad es que se la echa de menos. Hace tiempo que no la vemos y estábamos preocupadas por ella, así que decidí ver si todo marchaba bien.

Volvió a tomar asiento de nuevo y continuó con la bebida mientras hablaba.

- Perfectamente, estoy a punto de terminar mi doctorado y quizás me plantee seguir dando clases en la universidad. Y a ti, ¿cómo te va en el trabajo?

Derek puso la mano sobre el muslo de Amalia, un sutil gesto de posesión, mientras te escuchaba. El hombre sonrió quedamente, asintió.

—Perfectamente. Amalia se cansa a menudo por el embarazo, pero es fuerte. Estamos ansiosos por ver al bebé —dijo mirando a la mujer, la cual asintió con una sonrisa un tanto forzada. La mirada de Derek volvió a ti, como si de repente se hubiera dado cuenta de lo que sucedía allí, pero siguió en esa pantomima.

—Es bueno saber que las cosas te van bien —dijo con sencillez —. ¿Mi trabajo? Bien. Poco a poco, en breve me ascenderán. Podré darle una buena vida a Amalia y al bebé, ¿verdad, cariño?

Amalia, una vez más, asintió con una sonrisa sumisa, sentías la presencia de Derek como una ponzoña que se proyectaba por todo el comedor.

—Bueno. Estoy cansado y me gustaría tener un poco de intimidad con mi esposa para hablar de un par de cosas —dijo lentamente, Amalia palideció un poco —. Seguro que podremos vernos otro día, ¿verdad, Lilly?

Lilly permanecía calmada, sentada en el sillón y sonriendo con tranquilidad.

- Oh, me alegro de que vayan a ascenderte. Es una buena noticias, enhorabuena Derek. 

Cruzó una de sus piernas con esa sensualidad que le caracterizaba.

- Oh, ve y descansa entonces, tranquilo. Mi taxi llegará dentro de un par de horas o así y no creo que vayas a dejarme esperándolo en la calle. ¿Verdad? - Una amistosa sonrisa con aquel ligero brillo malicioso en su mirada - Prueba los pastales que he traído y además, se me ha enfriado el té...

Si aquel desgraciado pensaba que iba a dejarlo solo con ella estaba muy equivocado...