Partida Rol por web

Farrel sonrió dándole una leve palmada en el hombro a Troy de la que se iba. Mientras se dirigía al ascensor Fedora le dijo que Bates acababa de salir un minuto antes por orden de Spencer pero no le explicó qué iba a hacer éste. No le importó mucho cuando le dijo que le cubría la visita a Enlace.

Éste se encontraba en la misma zona de contención donde se había retenido hace poco a Lana Rowen, así como a todos los prisioneros que se llevaban a la base por los motivos que fueran. Habían decidido atarle de pies y manos a una silla que a su vez estaba anclada con unas cadenas al suelo. Después de lo que había hecho a Troy no habían escatimado en precauciones.

Al entrar al interior de la zona de contención Enlace le miró y sonrió.

Se apoyó en la mesa y se acomodó la bolsa de gel para poder mirarle bien. Su primer impulso fue hacerle tragar la mesa, pero pensó que a Goldfield no le gustaría mucho cuando se enterase. Su segundo impulso fue, por tanto, hacerle tragar la mesa. Pero aún tenía que probar la diplomacia, dado que los métodos más civilizados sólo habían logrado que le pusieran la cara del revés.

-Bueno. Enlace. Menudas leches das para estar muerto, ¿no?

- Un poco. Yo también pensaba que la fuerza del Centinela era cosa de su traje... pero ya veo que no. - dijo sin moverse ni un centímetro. Le miró de arriba a abajo y amplió la sonrisa. - ...y pegas demasiado fuerte para un marica. -

Aquello le ardió por dentro y dió gracias al Señor porque Fedora estuviera conectada con Bates y no con él en aquel momento. Aquel hijo de puta sabía más de lo que debía saber. ¿Cómo conocía todos aquellos detalles?

Troy que sintió invadido por una furia fría, líquida, que llenó todo su ser y ahogó cualquier posible miedo o duda que pudiese sentir por quién era ese hombre y por qué sabía ciertas cosas. Quizá cuando la marea de la ira retrocediese se encontraría con esas cosas, pero hasta ese momento no tenía que preocuparse por otra cosa que no fuese coger a aquel tío de la camisa y darle una somanta de palos.

-Sigue hablando, campeón -dijo, después de unos cuantos puñetazos en toda la jeta que sirvieron para tranquilizarse inmensamente-. Cuando no tengas dientes seguro que las palabras salen mejor.

Sin embargo, no tenía intención de detenerse mientras ese tío tuviese cara. En el momento en el que dejase de pegarle tendría que enfrentarse a lo que había dicho, e iba a retrasar ese momento lo más posible.

Enlace tosió y escupió sangre, encajando los golpes al encogerse como pudo por las cadenas. - Sigue así, mierdecilla... si me muero, el explosivo que llevo dentro será suficiente para llevarte conmigo... y si alguno de tus amiguitos del Centinela está cerca también correrá la misma suerte. - dijo él mientras miraba al suelo y jadeaba por el dolor - ¿Vas a correr ese riesgo?

Respondió con otra ronda de puñetazos.

-Seguramente ya lo sabes. -Le reventó una ceja y la sangre le salpicó la cara-. Pero este cuarto está protegido contra explosiones, desde dentro o desde fuera. -Se ensañó un rato con su nariz-. La mayoría de esta gente no me cae especialmente bien, de todos modos. -Descansó un momento y agitó la mano para que no se le agarrotasen los dedos antes de volver a la carga-. Y. No sé por qué debería matarte si puedo usarte de saco de boxeo. ¿Qué crees que se romperá primero, imbécil? ¿Mi mano, o tu cara?

Pese a su educación religiosa, para algunas cosas Troy se consideraba un hombre de ciencia. Y como tal, procedió a responder la pregunta de qué se rompería primero mediante un sencillo experimento empírico. De todos modos esperaba que Control hubiese oído esa última parte.

-Como la siguiente frase que salga de tu boca no responda a mis preguntas en veinte minutos vas a estar pidiendo que llame a un artificiero.

- Si te preocupa la filtración... lo llevas claro, colega. Ya es vox pópuli aquello que lleváis tanto ocultando. James Goldfield se encargó de que así fuera antes de desaparecer... - soltó una breve carcajada que se convirtió rápidamente en una mueca de dolor - Años y años preocupándoos porque nadie pudiera ver desde fuera qué es el Centinela en realidad cuando nisiquiera os planteasteis que uno de los vuestros decidiera soltar prenda. -

Enlace dejó la cabeza hacia abajo, colgando. - Me lo contó una semana antes de esfumarse. Me pidió que contactara con Romy Shepard y le hiciera saber vuestro secreto. El amor os ha jodido. -

Al verle así y pese a lo revelador de sus palabras, Troy notó algo extraño en la parte final del cuello de Enlace. Era como irreal.

Procuró que tuviera los ojos lo bastante hinchados para que no viera hasta que punto aquella noticia le perturbaba. En cierto sentido era lo que siempre había soñado: Goldfield, traicionando al equipo y perdiendo la superioridad moral que siempre le había restregado por la cara. Y aún así le dolía más de lo que nunca le había dolido pensar en el abandono de su padre, o incluso en su madre.

-Seguro, sí. -Le arreó otro soplamocos, sólo para no perder el ritmo, y llevó la mano a aquel punto extraño en el cuello de Enlace-. Lo que yo quiero saber es quién eres. ¿Es una máscara?

Sin esperar respuesta empezó a rascar con poca o ninguna delicadeza, buscando la manera de descubrir quién era ese tío.

Enlace gruñó intentando zafarse pero Troy le había enganchado y le arrancó del tirón, no sin dificultad, aquello que llevaba pegado a la piel. Al tirar la piel de Enlace se volvió roja y Troy temió por un momento que le estuviera despellejando o algo similar.

Pero la rabia y el dolor que en aquel momento hacían un mix en su estómago le hicieron seguir y cerrando los ojos tiró con todas su fuerzas.

La voz de Enlace, o de lo que había sido Enlace, se volvió más dura y raspada. Al abrir los ojos y descubrir la calva y el color de toda la piel supo que no había hecho nada con la piel: estaba pintada de ese color. Y al alzar de nuevo la cabeza, con una sonrisa de satisfacción, Mayhem miró frente a frente a Troy Sanders.

- Ha sido el segundo interrogatorio más divertido de mi vida... -

Apretó la mandíbula. Mayhem les había engañado. No sólo para conseguir información sobre ellos y para engañar a Sheperd, sino para acabar metido en la guarida del Centinela y además, restregárselo.

-No te emociones. Acabamos de empezar. Control -llamó-. Estoy dándole una paliza a Mayhem. Pasa la bola.

Y sin más dilación, reanudó la paliza con el triple de ganas.

- ¡¡ESPERA!! - gritó Fedora al otro lado de la línea en cuanto escuchó a Troy decir que tenía a Mayhem - ¡No le toques, le necesitamos! -

La voz de Spencer, habitualmente con un tono serio pero desenfadado, se había tornado lúgubre. - Al habla Operaciones, número 8. Necesitamos a ese desgraciado, me temo. Ha llevado a Número 9 a una trampa. La dirección desde donde se hicieron las llamadas de Mayhem era una trampa. Allí estaban los cadáveres de todas las personas con las que hemos hablado estos días para seguir la pista de Mayhem... con signos de haber muerto hace varios días. Sospechamos que ha estado usurpando sus identidades. - dijo Spencer de tal manera quae Troy se lo pudo imaginar tensando la mandíbula con mucha fuerza - En la casa donde Número 9 está encerrado hay una bomba que estallará en menos de 10 minutos y parece que no se puede desactivar sin un equipamiento especial. -

Se había detenido a duras penas al escuchar a Fedora, pero duró poco. Cuando supo lo que Mayhem había hecho le arreó otra vez, levantó la pierna y aplastó la entrepierna de Mayhem bajo el talón de su bota. Ni siquiera se molestó en usarlo como amenaza, sino que le aplastó los huevos con tanta fuerza como pudo.

-Cómo se desactiva la bomba.

- Tic, tac, tic, tac, tic, tac... - susurró Mayhem un par de segundos después de lamentarse con un fuerte gruñido de lo que Troy le había hecho en sus partes - Christopher Bates va a estallar en mil pedazos y James Goldfield ha abandonado a su gente para no volver jamás. No tenéis un líder, tú eres el único Centinela que sobrevivirá al final del día y volveréis a encontraros igual de perdidos que antaño... -

- ¡Dime, Troy Sanders! ¡Abandonaste al equipo y Thomas Mann murió por tu culpa! Ahora el famoso Número 9 va dejar de existir gracias al abandono de Goldfield. ¿Le odiarás por hacer lo mismo que tú hiciste? - Mayhem rió como el maníaco que era, parecía importarle poco las agresiones de Número 8

-Control. Si se te ocurre alguna otra manera para hacerle hablar te sugiero que te des prisa. Porque si no habla, Mayhem va a estar muerto en cosa de minutos. Y cuando eso pase va a explotar y vamos a volar los dos por los aires.

No quería responderle, no quería mostrar que estaba asustado por Bates y por Goldfield, porque si lo hacía se iba a dar cuenta de que sus palabras no le dejaban indiferente.

-Y a ti. Te sugiero que hables antes de que se me acabe la paciencia -dijo, mientras le agarraba del cráneo con una mano y le hundía el pulgar de la otra en el ojo.

- ¡¡SUFICIENTE!! - exclamó Mayhem al notar el dedo que empezaba a apretar la cuenca de su ojo y lanzó un tremendo puñetazo a Troy en el estómago que le obligó a retroceder un paso. Entonces pudo ver que no tenía la muñeca agarrada a la esposa. Con un giro de muñeca la izquierda también se soltó así como sus piernas. Mayhem podía haberse movido desde el principio y sin embargo había aguantado toda aquella tortura.

El hombre rojo se levantó como un torbellino pero Número 8 estaba atento y reaccionó más rápido que él.

Entonces se dió cuenta de una cosa: Thomas Mann había muerto en un mano a mano contra Mayhem y llevaba el duro traje de Centinela encima. Aunque Mayhem había sido apaleado... era un adversario temible.

-¡ESTÁ SUELTO! -gritó, confiando en que tomaran medidas antes de que le rompieran todos los huesos.

Retrocedió y le devolvió a la silla de una patada. Sin perder tiempo le enrolló la cadena suelta alrededor del cuello y trató de estrangularle, sin muchas esperanzas. Con lo retrasado que era, dudaba que la falta de oxígeno en el cerebro le detuviese, pero por si acaso se situó detrás de él, marginalmente más a salvo de los golpes.

Aunque le había apresado en la silla por la cadena Mayhem se las ingenió para agarrarla con las manos y hacer la fuerza suficiente como para que Troy no le ahogara. Intentó levantarse y lanzarlo por los aires pero por culpa de la silla le resultaba casi imposible.

- ¡No quedará nada de vosotros cuando acabe esta noche! - rugió Mayhem mientras intentaba librarse de la presa de Troy