Partida Rol por web

CABECERA

Han sido unos días extraños, a veces agotadores, a ratos aburridos. Aunque incluso su comisario, César Pillet, vino desde Niza, no se pudo cerrar el caso porque la fiscalía declaró que era imposible montar una acusación firme. Y cuando se debatió qué hacer, se decidió alargar la instrucción dedicándole más recursos y tiempo, posiblemente años, eso sin contar siquiera el juicio.

Su comisario es un hombre franco, de esos pocos que no apartan la mirada, pero que tampoco dudan en reconocer un error o preguntar por algo que no saben. Su voz es tranquila, y su actitud quizá excesivamente paternal para Leah. Pero no por ello es menos duro con ella. A veces parece que le divierte plantearle retos.  

La fama de intachable de César impone y en Niza su palabra pesa. Curiosamente, durante su estancia en París parecía estar más distendido que de costumbre, un poco como si hubiera aprovechado el viaje para disfrutar de unas vacaciones. A veces incluso acudía con algún viejo amigo. Así es como conoció Leah, durante un almuerzo informal, a Alvin Govier, una persona seria de trato amable pero bastante callado, antiguo subalterno de César, ahora reconocido inspector, que le fue presentado como alguien de plena confianza en París.

Tras el último trámite, ambos se dirigen en el coche oficial del comisario hacia el hotel. Él conduce, con unos guantes finos de piel. Leah está sentada en el asiento del copiloto. Hace una mañana preciosa y aunque la sensación agridulce del caso lo impregna todo, se respira como una especie de alegría en el ambiente.

Una de las pocas manías que tiene César es la de fumar recreándose, pensativo. Es demasiado correcto como para fumar dentro del coche, pero hace el gesto cuando cabila. Como si estuviera pegando una calada a un cigarro imaginario y mirara a un lugar lejano.

-Beth, le agradezco todo el trabajo que está haciendo. Algo me dice que estamos estirando de los hilos correctos. Sólo debemos perseverar y la presa saldrá.

Pero…esto es un camino largo y es usted demasiado joven para enclaustrarse en un sólo caso… quiero que descanse y que cambie durante un tiempo…

La miró para buscar en sus gestos si aprobaba la propuesta que entre calada y calada imaginaria iba esbozando.

Conforme se había hecho de noche, quizá se había dejado llevar por el ambiente extremadamente crítico de la charla. Le habían invitado por su conocimiento de las tramas criminales de compraventa de personas entre México y Estados Unidos.

Algunos ponentes, profesores de ciencias políticas y sociología alertaban de que la globalización había llegado al mundo de la trata de blancas, y la mesa redonda se extendió más allá del horario estipulado.

El lugar era un sótano de la Universidad, y la mayoría de los asistentes eran estudiantes de derecho, ciencias sociales, y algún aspirante a policía. Daniel le daba el toque de cinismo cuando venía a decir “sé de lo que hablo y vosotros sólo sois unos intelectuales” y lo combinaba, a veces como aceite y agua y otras con gracia con cierto romanticismo. Llegó a hablar hasta de los indios Hopi y los apaches, y la historia de la "convivencia" entre el Norte y el Sur.

Por suerte tras los primeros mintutos se había pasado al inglés. Su francés no le llevaba demasiado lejos. Era curioso verse charlando en una situación tan "parisina" como ésta.

Uno de los espectadores que con más atención te observaba a Daniel era un mujer mayor atractiva, de pelo castaño y ojos verde y naranja que brillaban con una intensidad especial.

Al terminar la charla, se acercó a Daniel. No había hablado en el turno de preguntas.

Tenía una sonrisa juguetona, como si tuviera quince años en lugar de ¿sesenta y mucho? Su inglés era casi tan malo como el francés de Daniel.

-Le felicito por su charla, muy ilustrativa.

Pero tengo una pregunta muy importante que hacerle.

Por unos breves instantes intento digerir la directa franqueza con la que me abordan.
No me gusta el desfase entre esa sonrisa y la gravedad del tema.
Creo que al final he vuelto a cagarla y no he hecho calar lo que debiera. ¿Ilustrativa? Un carajo, señora. No he venido a culturizar con unas diapositivas...Pendejadas...pero bueno veamos que quiere la vieja.
Si, supongo que es importante, por que no habeis querido que compartiera la respuesta - le sonrío con un deje ácido - Señora...

De seguro se me nota cansada y por eso el comisario quiere que descanse. Escucho sus palabras pero mi mente devaga entre las transeuntes que caminan por la vereda y siento envidia de alguna pareja tomada de manos. Esa intimidad.

- Oh Si Señor, gracias Señor. Sigo viendo por la ventana astraida.

El comisario siempre ha cuidado por mi, y en cierta forma es una figura paternal a la que le debo obediencia y fidelidad, ademas es lo mas cercano que he tenido a una familia en los ultimos meses. Mis compañeros no son confiables como para eso.

- A que se refiere con un solo caso, tiene algo mas en mente mientras estamos en Paris. Mi voz de ansiedad denota que puedo empezar de una vez sin necesidad de descansar.

En otras ocasiones mas informales incluso lo he tutiado pero mientras estoy de servicio siempre mantengo la compostura.

- Si quieres podemos tomar un cafe antes de entrar al hotel, y asi te puedes fumar un cigarro mientras me cuentas que tienes entre mano Cesar.

Pero el tema del cigarro le da informalidad a la conversacion y me siento comoda tratandolo de tu cuando estamos solos, aunque nunca lo haria en publico como bien el sabe. Ademas el sabor de un cafe corto pateando mis neuronas me agrada junto con un nuevo caso en donde mantenerme ocupada, mas alla de las hermosas calles de Paris.

Continuo mirando por la ventana el pasar de la gente junto con las luces de la via.

- Cesar deberias traer a Corine a estos jardines algun dia. Tienen esa belleza que no hay en Niza.

Saco mi celular como si fuese a encontrar algun mensaje y lo vuelvo a guardar.

Que sera que tiene preocupado al comisario.

César puso un intermitente y giró recorriendo toda la valla del parque. Los árboles centenarios, gente paseando a su perro, y unos ancianos haciendo tai-chi.

- Tal vez se acerque el momento propicio para unas buenas vacaciones. Como me descuide Corine vendrá por su cuenta y será ella la que no querrá que yo venga a verla -su sonrisa cuando hablaba de su hija era todo un poema-, no se le quita la idea de dedicarse al arte. Aquí, en el París bohemio.

Afirmó con la cabeza.

- Vamos a una cafetería de lo más encantadora. Espero que siga abierta.

No tardaron en aparcar. Andaron cinco minutos, un trayecto que César aprovechó para fumar unas caladas de verdad. Era gracioso ver al comisario escudriñando las placas de las calles tratando de recordar.

Y allí estaba, el “Café Olympia”. Aunque un poco descuidado era un local encantador, los muebles eran todos de los años cuarenta, de madera, y había un montón de fotos de actores de teatro en las paredes. Algunas firmadas. La luz atravesaba el escaparate haciendo como estelas con el polvo del ambiente. El molinillo sonaba y provocaba una irresistible explosión de olor a café.

La mujer sonrió y se atusó el pelo.

-Me preguntaba... si después de tanto hablar no tendría usted hambre. ¿Le gusta la buena cocina francesa?

Ya se había marchado todo el mundo y sólo quedaban ellos dos en la sala. En tono más bajo dijo:

-Ahora entenderá por qué no he compartido con nadie más esa pregunta. Es un restaurante muy caro.

Y así es como se entra a matar. ¡Caray con la señora!- me digo.
La miro, supongo en lo que es una mezcla entre sardónica y escandalizada, pero que demonios no hay motivo para que al final se transforme en borde.
<¡Carajo!> - me sonrío sutilmente - Bueno, si insiste va a descubrir que con el tiempo mis habilidades de consumir cosas caras se han perfeccionado bastante - Lar fue la mejor de las maestras,¿verdad?. Recordarla me enfría un poco, pero puedo recomponerme y añadir - Da igual si es un lujo francés o de otro sitio.- curvo la comisura del labio como recordandole que le va a costar
Pero antes investiga un poco y entérate de que va esto
De todas formas...antes de dar un si, ¿puedo preguntar a que es debido el interés?.

Una vez en la cafeteria disfruto del aroma y de las imagenes puestas en la pared. Creo que debo dedicarme un poco de tiempo a mi para ver otras cosas que no sea trabajo.

- Mira una foto de Audrey Tautou, je je.

Mira con cierta sonrisa a Cesar, dado a que las dos tenemos el mismo apellido.

Luego de que tomamos una mesa, me doy cuenta que el lugar representa parte de su pasado pero no quiero desconcentrarlo en vagos recuerdos.

- Cesar, Señor, que caso tiene en mente, que es lo que le preocupa?

Luego con una seña le indico al mesero que deseo un cafe corto, y cualquier cosa que tenga chocolate.

Un camarero simpático y profesional plantó sendos cafés humeantes sobre la mesa. Y un bizcocho de chocolate con naranja que era especialidad de la casa.

El comisario dejó que Leah comiera un poco del bizcocho antes de empezar a hablar.

-Me han despertado con la notica. Parece que has llamado la atención de alguien de arriba.

Me dicen que es por tu historial, por tu frescura, por tu falta de vínculos en París que te aten. Pero estoy seguro que alguien te ha visto en los juzgados y, por algo, ha decidido que seas tú.

Esas cosas a veces pasan.

Te han propuesto para una especie de comisión de servicios aquí. Serán, tal vez, algunos meses. Trabajo de investigación...

Bebió un sorbo de café.

-... para un cuerpo recién estrenado que funciona en el terreno a base de colaboradores. Parece bastante independiente y muy… discreto. Una copia del Servicio de Seguridad Diplomática norteamericano. Se llama Cuerpo de Seguridad Bilateral. Sus agentes utilizan placas de la Policía Nacional pero en una investigación del CSB, sólo responden ante su mando del CSB. Básicamente tratan casos peliagudos donde se ven implicados intereses o cuerpos diplomáticos de otros países.

No quería presionar en una decisión así. Sólo pegó otro trago y esperó el parecer de Leah.

Me quedo sorprendida por la noticia y las implicaciones de esta. Aunque me considero buena agente, tampoco es que la estrella de las estrellas o la tapa del frasco como diria una amiga, bueno conocida.

Pero ciertamente parece una oportunidad importante, tomando en cuenta que son las clases de trabajo que te hacen ascender rapido, pero tambien es mas facil meterse en problema, y si hay que prescindir de alguien o echarle la culpa a alguien siempre tendran a la recien aceptada y mal humorada oficial de Niza para culpar.

Ademas disfrutando del cafe veo la cara de Cesar y tampoco se ve muy feliz, tal vez sea porque no voy a estar cerca y me va a extrañar o incluso Corine, oh Dios Corine. Tendre que crear esa cuenta de Facebook que tanto me insistio para poder estar en contacto con ella.

- Creo que es una oportunidad importante, y creo que la aceptare, pero algo mas te preocupa, crees que haya alguna trampa detras de este grupo, o sean un grupo de gillipollas tratando de estar cerca de celebridades, sabes que no me apunto con esas cosas.

Vuelvo a probar el cafe con el bizcocho y estan deliciosos.

- Tengo que traer a Corine aqui. Digo limpiando chocolate de mi boca.

Luego de pensarlo bien, le digo.

- Aceptare con tres condiciones. Una, quiero seguir en contacto contigo, no me agrada quedarme aqui sola con gente que no conozco y no confio. Dos, quiero saber que piensas tu realmente, y tres, pienso un instante y sonriendo, quiero otro bizcocho.

Insistió con su sonrisa. Arqueó una ceja.

-¿Esa pregunta no es mejor hacerla con el estómago lleno? Mira que tengo mucha hambre y no me gusta comer sola. Quizá, quizá sólo sea eso. Pero... a lo mejor te sorprendo.

Y soltó un poco de aire, como fingiendo un pequeño suspiro. Luego movió un poco la cabeza a un lado y a otro y levantó los hombros.

-¿Te vienes o qué?

César se rió. Su risa era franca, pero para nada escandalosa.

-No-no.. no hay condiciones que valgan, Leah. No te lo estoy pidiendo. Me han dado la orden de planteártelo. Y no quiero... influenciarte. Es tu decisión. Así que si pido otra ración de tarta...

E hizo un gesto al camarero señalando la tarta y girando el dedo.

...no es para que te inclines hacia un lado u otro. Pero claro que te explicaré qué pienso. Estaría del todo genial si supiera por qué a ti. Parece un capricho. Y no me gustan los caprichos en el trabajo.

Y movió las manos en señal de resignación.

-Y claro que estaré disponible. Estaré preocupado.

El camarero, cambió el plato con migas por otra reluciente ración. La mermelada de naranja amarga rebosaba por entre el chocolate negro.

-  De hecho, si aceptaras, cuando pasen un par de semanas, podría hacer un hueco y venir un fin de semana con Corine, si el trabajo te lo permite. Y podría quedarse luego un par de semanas en tu casa. Si no es molestia.

¿Por que no? - comento con un gesto sencillo de encogimiento. Después veremos en que consiste la trampa, señora. Lar jugaba y sigue jugando a esto del anzuelo del misterio, y debería estar escarmentado,¿No? Pero al final ¿que cambia?. Solo que ahora me doy cuenta.
Mientras abro el brazo para cederle el mando pienso si estoy viendo un reflejo del futuro de mi ex.
Usted guía.

- Tienes razon, si son varios meses como dices tendre que alguilar un piso y comprar una cama al menos.

Ya me las arreglare.

- Voy a aceptar Comisario y te estare informando. Cuentale a Corine y espero que pase unos dias despues que me establezca, ahora bien, donde debo presentarme, donde estan las oficinas del CSB, o quien es mi contacto?

Sigo comiendo.

Era el último coche que quedaba en el parking -un Audi con olor a nuevo- y en apenas veinte minutos estaban sentados en una reserva de un restaurante de esos que tienen pocas mesas y mucho renombre. Parecía que servían obras de arte en lugar de comida. Pero estaba buena, y no era demasiado poca para ser tan “pictórica”. Y es verdad, había hambre.

Sorprendentemente desde que él accedió a unirse a la cena la señora dejó de arremeter. No hablaron de la conferencia, pero sí, un poco, de las cosas. Se interesó por hasta qué punto creía Daniel en las instituciones y hasta qué punto creía en las personas.

Ella tenía una postura típicamente progresista, era crítica pero confiaba en que el sistema podía mejorar. Al menos admitía sus desajustes y valoraba un“quinto poder”: el individuo. Parecía la típica persona de su generación que había empezado en una postura de enfrentamiento más o menos dogmática y había acabado integrándose de una forma más o menos acomodaticia.

También compartía el gusto por los buenos vinos, y Daniel pudo beber cosas que no se había podido permitir desde que se había separado de Lar.

Bebiendo volvió a sospechar que la mujer quería acostarse con él. O eso o le estaba tomando el pelo. Y entre esos dos puntos había margen de maniobra.