Partida Rol por web

Un golpe en el pecho y una ligera inclinación de cabeza fue la respuesta de Belerofonte a la Inquisidora antes de girarse hacia el hombre que tenía la pierna rota y estaba tirado en la pared.

Leah caminó por el pasillo escuchando un par de gritos de súplica y luego unos ligeros alaridos de dolor mientras Domitian la acompañaba, dejando la labor a Belerofonte, que parecía más que dispuesto a hacer ese tipo de trabajos. Antes de llegar a la encrucijada del pasillo, Belerofonte los alcanzó, como el guardia obediente que era, aunque seguía inquietando la cantidad de implantes, pues parecía más un tecnosacerdote que un astartes.

Siguieron los pasillos hasta llegar a los calabozos donde estaban la guardia propia de la fortaleza, pero también habían algunos soldados de élite de la Inquisición, los que se arrodillaron ante la Inquisidora según caminaba, hasta que uno de ellos se paró delante de la comitiva, haciendo una reverencia.

-Lady Leah, un momento, por favor. Lady Airanna pidió que nadie entrara hasta que ella lo permitiera -dijo con una voz sumisa como la de aquel que sabe que se está jugando el pellejo pero tiene órdenes que cumplir. Pero casi un instante después, la compuerta se abrió y salió la Inquisidora, que sonrió ligeramente hacia Leah y con una seña hizo que sus tropas la siguieran. No dirigió ninguna palabra, solo un pensamiento- Creí que era algo peor, pero es tú discípula, así que es tu asunto.

Un momento después, salió uno de los encargados de las prisiones con una placa de datos y, al ver a Leah, se puso firme- Lady Leah, la estaba esperando, si me hace el favor de seguirme... -la voz le temblaba, acababa de enfrentarse a una Inquisidora y ahora se enfrentaba a otra con implantes de astartes y un par de escoltas de dicho adeptus.

Los adeptos y típicos usuarios de la biblioteca danzaban por la zona con la tranquilidad habitual, acompañados de los típicos chasquidos ligeros que acompañaban a sus implantes.

Blitz cogió el libro que estaba leyendo en ese momento y continuó con sus estudios y conocimientos sobre la tecnología que tenían allí guardados. Las horas pasaban en la tranquilidad silenciosa y atemporal de la biblioteca, sin mucha novedad.

Pero entonces, unos adeptos parecían estar comentando algo en una zona ligeramente apartada, pero los sentidos aumentados de Blitz captaron un poco de la conversación sin siquiera proponérselo.

-...te digo que es de largo alcance, tan largo que puede sustituir a los astrópatas y más aún porque no necesitan de la disformidad. Te lo aseguro, si los cálculos son correctos podría llegar a otros sistemas...

-¿Un líctor? -dijo asombrado, pero el hecho de que una criatura pequeña casi acabara con los astartes le sorprendió aún más- entonces los xenos son un enemigo temible -musitó el chico mientras continuaba con sus tareas.

-Entonces, ¿el poder de un astartes reside en sus compañeros de escuadra? -dijo mientras pensaba un poco en lo que había dicho mientras el chico, que se había sentado a su lado, lo miraba sorprendido.

-Aun así, un Guerrero Tiránido sigue siendo una buena pieza -comentó el chico tranquilamente.

-Los otros escuderos -respondió el chico tranquilamente. Cuando dijo lo de la Inquisición sufrió un ligero temblor- de ellos no se habla, señor, se les tiene muchísimo miedo, y bueno, es normal que la gente hable de los hechos importantes. Volver a recobrar parte de nuestra tierra es importante, ¿no?

Cuando le preguntó por el casquillo no pudo evitar llevár la mano a éste- es un recuerdo, mi padre me lo ha dado para que me de suerte durante las pruebas que aún me quedan por delante -esbozó una ligera sonrisa y continuó con sus tareas.

Leah avanzaba con paso firme y la barbilla alta flanqueada por sus hombres con la confianza de quien se sabe en manos de la voluntad del Emperador. Prácticamente estuvo a punto de arrollar a ese pobre desdichado que decía algo sobre Lady Airanna que llegó justo a tiempo de evitar que la fría ira de la inquisidora achicharrara al hombre. Se quedó quieta siguiéndola con la mirada con frío respeto.

A buenas horas.

Se permitió contestar mientras la presencia de la inquisidora desaparecía y otro individuo, uno nuevo, se ponía ante ella.

-Silencio y camine.

Giró el rostro levemente hacia su escolta y negó con la cabeza. Ahí dentro entraría sola pero bien sabían que no habían de bajar la guardia pues no tardarían en saber si necesitaría ayuda.

Echó los hombros hacia atrás hasta que la espalda le crujió y se planteó seriamente en hacer una lista de quienes debían recibir un par de lecciones. Se sentía insultada ante tal despliegue sin comunicación previa y por el Emperador que si la niña era una manzana podrida ella misma la mataría antes que ningún otro osara ponerle la mano encima.

Pero si no era una manzana podrida y ya le habían puesto la mano encima se le caería la mano fuera quien fuera.

-Jeriko, cualquier enemigo en suficiente número y con suficiente determinación es terrible. Xenos o humanos, si son capaces de aguantar, sin importar las pérdidas, y responder una y otra vez... Serían capaces de acabar con astartes-reflexionó Septimus, con bastante solemnidad. No sabía lo que había ocurrido a aquellos que acompañaron a Leah, y lo cierto es que tampoco quería saberlo. Si lo habían llevado con tanta discreción, sin duda sería por un buen motivo. 

Jean empezó a leer el libro con el interés que le ofrecía la energía tras un sueño reconfortante. Las horas de la mañana solía estar más atento y despierto, así que los estudios le eran mucho más provechosos. Pero como todo humano, tras un buen rato de lectura e intenso estudio, comparando con otros libros y fuentes extras, Blitz captó esa conversación. Quizá fuera lo que su mente estaba deseando tras las horas de esfuerzo, una breve desconexión. Así que sin pensarlo demasiado, se acerco a los adeptos que prometían una excelente conversación.

- Buenos días hermanos! No he podido evitar escucharos mientras comparaba unas fuentes... Lo que hablabais era interesante. Quizá un nuevo tipo de comunicación?- aunque Jean no era demasiado de relacionarse con los demás, había entrado con una buena sonrisa y los brazos abiertos en señal de confianza.

Nathaniel asintió a las palabras de ambos jóvenes.

- Es cierto que un Guerrero Tiranido no es despreciable, pero en parte tenéis razón, los Astartes ganamos mucho poder si podemos confiar en nuestros hermanos de escuadra. Es en los casos donde no hay confianza cuando una falla en su labor y la verdad, nosotros estamos bastante comprometidos con la liberación de nuestros mundos de origen. – Comenta mientras los mira a ambos y acaricia sus pequeñas cabezas con sus manos aumentadas. – A pesar de todo ello agradezco el haber contado con su fuerza y apoyo al enfrentarnos a aquella bestia, pues si le hubiéramos dado tiempo a alcanzarnos en melee tal vez la historia no seria así ahora mismo. Por cierto, ¿Qué tal vais vosotros? – Comenta al final.

Phalanax escuchó a su escudero con atención hasta que acabó de hablar, entonces le contestó y volvió a sus tareas:

- Te deseo suerte en tus pruebas Skold, tu potencial no debe perderse, así que hazlo lo mejor posible.

Después de terminar sus labores en la habitación, Phalanax iría a entrenar, primero individualmente, como le gustaba hacer para calentar, y más tarde, con su unidad, formaciones y tácticas de combate.

El joven chico asintió gravemente y terminó sus tareas en el cuarto del astartes- tengo que ir a las clases, que tenga un buen día Hermano Apotecario Diomedes -hizo una reverencia y salió de la sala.

Ahí se quedó el apotecario sumido en los pensamientos de unas consecuencias desconocidas que había producido la misión a Mons Zilos, ¿qué habría pasado de verdad a los ayudantes de Lady Leah?

Los adeptos se callaron en seco y miraron al astartes que se les acercaba, pero llegaron a la conclusión de que era un tecnomarine por el hecho de llamarlos hermanos. Un silencio que pareció extenderse durante una eternidad ocupó el espacio de las palabras y solo era roto por algún que otro chasquido o silbido proveniente de los implantes de los adeptos del Omnissiah.

-No -dijo tras un instante- solo comentábamos lo que parecía un prototipo en un viejo grimorio que vio un compañero en otra forja -aunque la voz era algo mecánica parecía bastante nervioso, como si no supiera cuanto podía o debía contar a un astartes, por muy tecnomarine que fuera.

-No nos va mal -dijo el chico- en un año, puede que dos, nos permitirán hacer las pruebas para ver si podemos ser miembros del Capítulo, aunque después tendremos que atenernos a un entrenamiento durísimo hasta que podamos acceder a las pruebas finales y ser astartes en pleno derecho -la sonrisa del chico se iluminaba ante la idea, pero entonces pareció darse cuenta del tiempo que había pasado- ¡QUE LLEGAMOS TARDE! -dijo terminando de realizar sus labores tras lo que hizo una reverencia- que tenga un buen día, Hermano Schidiae.

-Lo haré, señor -dijo haciendo una reverencia después de terminar con sus labores en el dormitorio- me retiro para ir a las clases, que tenga un buen día Hermano Phalanax -el chico se retiró y dejó al Astartes solo.

Tras unos diez minutos terminando sus labores y rituales en la habitación, Phalanax se puso en rumbo hacia la sala de entrenamientos donde había varios miembros de la FDP de Boltaris I entrenando el uso de armas láser ante servidores y objetivos móviles. Parecían estar entrenando asaltos a fortificaciones y edificios por el hecho de como se cubrían y como se movían.

Al entrar en la sala el astartes, todos se quedaron quietos, se pusieron firmes y saludaron como si de un oficial del Estado Mayor fuera, tras lo que volvieron a retomar sus ejercicios. Al lado estaba la zona de entrenamiento de los Astartes, donde podía verse a algunos hermanos de otras Compañías entrenar diversas armas.

Entraron en la Prisión de la fortaleza, y cuando estuvieron en el pasillo que les indicaba el guardia, Leah notó un escalofrío y un vacío perpetuo. Si estaba ahí la pequeña escudera, no lo parecía porque no podía sentirla como pasaba otras veces, y parecía que algo estuviera bloqueando por completo las habilidades psíquicas de la Inquisidora.

Tras andar casi cincuenta metros más, el grupo inquisitorias llegó a la celda que les mostró el guarda, en el interior se veía a la pequeña "Faery" sentada en un camastro con los ojos llorosos mientras un hombre vestido con un mono de color rojo sangre coagulada hablaba con ella y parecía intentar consolarla. Al llegar a la sala, el hombre se puso en pie y firme ante la Inquisidora y, en ese momento, la puerta se abrió como por artes psíquicas mientras el hombre se inclinaba en una profunda reverencia.

-Lady Leah, soy Keristan, del Assassinorum -dijo tranquilamente- estoy aquí solo para evitar que haya más problemas -el rostro del hombre parecía demasiado perfecto, como si hubiera sido esculpido por artistas de las míticas grépolis, y tenía la cabeza completamente afeitada. Al lado de donde había estado sentado había un casco con forma de calavera bulbosa, en cuyo ojo derecho se habían puesto muchos implantes como ojitos pequeños, y tuvos a su alrededor- si me hace el honor de sentarse, procederé a explicar qué está pasando aquí. Ha sido solo un problema de niños, pero por las circustancias de Faery -dijo sonriendo- todo se complicó.

Nathaniel asintió a las palabras de los chicos y cuando estos se dieron cuenta de la hora salieron corriendo pues llegaban tarde. El Marine no pudo menos que salir al exterior y antes de que ambos hermanos se desdibujaran les comento.

- Si os ponen alguna tarea o castigo por la tardanza decirles que ha sido culpa mía. Os retrase con las tareas. – Comento mientras los veía alejarse ya definitivamente. El Astartes se tras ello al salón de tiro y armería para ver que nuevos equipamientos podían disponer para la próxima misión. Sabia que esta llegaría en breve, podía sentirlo. Casi lo deseaba.

Una vez acabadas las tareas, Septimus optó por ir hacia el Apothecarium. Seguramente allí habría trabajo que realizar, de hecho, era algo que nunca faltaba. Diversos heridos en prácticas, estudio de muestras... Realmente, cualquier cosa sería válida con tal de no pensar. La Inquisición era terrible, y sin duda estar inquieto por su actuación no jugaría a su favor en los interrogatorios. Ellos eran astartes, cierto... Pero, aún así, el apotecario sospechaba que podrían desaparecer con facilidad si los inquisidores sospechaban algo. 

Phalanax imitó el saludo marcial como respuesta al de los soldados y terminó dirigiendose a la sala propia de astartes. El marine intentó buscar a algunos de los hermanos que habían servido con él, pero en caso de que no los hubiera no importaba, realizaría su entrenamiento individual como estaba acostumbrado.

Sin embargo, Phalanax no dejaba la oportunidad de ayudar a los demás, incluso a los miembros de la FDP, si veía que se les resistía alguna táctica.

Antes de empezar su entrenamiento, realizó los rituales de mantenimiento de sus armas y armadura y empezó con ánimo. Esperando que llegara, después del entrenamiento, la hora de la oración de antes de la comida, y la propia comida.

Blitz se sorprendió mucho al escuchar eso.

-Esto... puede suponer un gran avance para todo nuestro sector! Unas comunicaciones a larga distancia nos brindarían la oportunidad de contactar con el exterior y pedir apoyo. Alcanzaríamos a esos malditos bichos por detrás!! Y encima lo habéis encontrado en un grimorio de una forja decíis? Aunque fuese únicamente un prototipo, si entre varios equipos logramos acelerar y mejorar este prototipo... Eso podría suponer un avance revolucionario en la táctica contra los bichos!. Señores -dice ahora serio- eso que podéis tener entre manos, podría ayudar a la humanidad. Por la gloria del Omnissiah! Y tanto que la ayudaría!

Parecía que Blitz se había emocionado, y la verdad es que no era para menos, una cosa así podría darles el apoyo que necesitaban.