Partida Rol por web

Un intrincado letrero, tallado para representar un velero en llamas, pende sobre la entrada de esta taberna y posada. Media docena de pequeños lagartos cuelgan sobre el letrero. Los lagartos han aprendido que las diminutas "llamas continuas" que parecen quemar el velamen del barco atraen a las mejores polillas. Los lugareños creen que los lagartos dan buena suerte , y a menudo les arrojan insectos o trozos de carne cuando entran al local.

El Bote del lagarto es un establecimiento bastante limpio y acogedor, popular entre los visitantes y la clase media de Tormentos Cristalinos. La decoración a base de lagartos se extiende por toda la taberna, con estos seres tallados en la barra y las paredes o pintados en platos y mesas.

La taberna sirve un amplio abanico de bebidas alcohólicas (incluida la cerveza Rana azul) y todo tipo de panes y mariscos.

La propietaria de la taberna es una elfa cuya mano izquierda perdió hace años.

Un varano al que todo el mundo llama Lengua Pegajosa actúa como portero y mascota de la taberna.

A veces, una no puede ni siquiera abarcarse a sí misma, se lamentó. La mujer hacía girar la jarra con movimientos pausados, sobre las puntas de los dedos. 

Dagmar consideró, fruto de la ociosidad de su ánimo, que Socar parecía el tipo de personas alrededor de las cuales las vidas perdían casi todo su valor. Quizás por ello el karuth viajaba con él, como adalid de un equilibrio cósmico en el mundo.

No le van a faltar vidas que preservar en esta empresa, Moris, admitió. Más de las que podría abarcar con sus delgados brazos. 

Entró de nuevo en la taberna, esta vez mucho más llena. Habían caras nuevas y algunas caras conocidas, como la del hombre pálido que había compartido sus dátiles muy desinteresadamente.

Algún palo se ha llevado ya.

Pensó mientras recordaba cómo había hecho entrega de su collar la noche anterior. Si algo se movió en su corazón su rostro no lo reflejaba.

-Bien, busquemos una mesa-

Soltó al elfo que la acompañaba.

- Para eso nos tendremos unos a otros, Dagmar, descuida -dijo el elfo levantando su jarra hacia ella-; no creo que fuera algo que se me diera bien antes pero intentaré que se me dé bien ahora- aquello último lo dijo mirando de nuevo alrededor, un poco de ese miedo inicial dibujándose en su rostro al mirar alrededor que rápido escondió detrás de su sonrisa de oreja a oreja-. A una mala pide ayuda a Kalicalwe, a una peor a los dioses, jajajajá.

Estaba de nuevo en el local que hacía escasas horas había dejado ya que no pudieron encontrar aventureros, sin embargo ya se podía escuchar desde el otro lado de la puerta que había más movimiento.

Abrió la puerta de la taberna y entró acompañado de su compañera buscando una mesa donde poder sentarse y hablar de negocios. De camino a la mesa encontró a Moris al que no dudó en saludarle y desearle suerte en su camino.

- Creo que este es un buen sitio como otro cualquiera. Por más que queramos intimidad para hablar, si alguien quiere escuchar lo hará. -

Pasaba el tiempo y sus otros dos compañeros no llegaban, se abrió la puerta de la posada y Kalicalwe miró esperanzado hacia allá pero no eran ellos.

Estaba ensimismado comiendo e impacientándose, sin saber qué les habría ocurrido. 

Barrabás, Erick ¿dónde estáis? 

Entonces escuchó la mención a su nombre por parte de Phenios y volvió de su ensimismamiento. Phenios, no te infravalores, aún no te visto en acción pero seguro que la magia corre por tus venas. Y la magia es un arma más poderosa que el acero, tú lo sabes bien al igual que yo pues en nuestra raza es algo común, yo soy el raro de hecho entre los míos. Entonces se fijó en el elfo que acababa de entrar, y no parecía ni mago ni hechicero, más bien alguien que se valía de su acero para sobrevivir, al igual que él.

Focalizó su atención en el nuevo elfo a ver que tenía que hablar con esa humana, aunque lo hizo escuchando y no mirándoles fijamente.

- Kenshi, Zila, no quepo en mí de gozo por veros de nuevo tan pronto- les saludó el karuth, dichoso de ver que al final habían acudido al Bote del Lagarto-; permitid que os presente a Kalicalwe y a Phenios, son los elfos de los que os hablé y a cuya causa nos hemos unido, a Socar, Dagmar y Thorgus ya los conocéis de antes -abrió las palmas de sus manos para señalar las sillas vacías a su mesa- ¿Podría convenceros de tomar asiento con nosotros o quizás en otro momento?

Thorgüs terminó de estar con Darko y volvió de nuevo al interior de la taberna tras saludar a Kenshi y Zyla. Se acercó a la mesa, más poblada desde que salió, y se dirigió a todos y a nadie en particular. -Por lo que parece va a ser una buena expedición. ¿Falta alguien todavía por unirse o podemos hablar sobre como afrontar la misión? El enano quería tener toda la información posible antes de rumiarla para conciliar el sueño más fácilmente.

    Desde su puesto, Socar se giró levemente para observar a los recién llegados, parecían conocidos del Karuth pero no exactamente aquellos por los que esperaban los elfos, no obstante asintió a las palabras del enano, a fin de cuentas a cuantos más se suponía que deberían de esperar para aquella empresa si es que los conocidos del clérigo decidían unirse al grupo, no obstante, esperó a escuchar la respuesta de los compañeros de Moris.

Tomaron asiento en una mesa que todavía estaba libre. Tal vez más adelante más comensales se uniesen a ellos, personas que perteneciesen al grupo del orco y el mago. 

Zila sopesó su bolsa disimuladamente. 

-Bien, creo que coincidiremos en que necesitamos dinero, y esa es la prioridad. Hay varias formas de conseguirlo, no todas legales... pero estamos en Tormentos Cristalinos, y por lo que tengo entendido no se andan con chiquitas.- Todo llegaría, si se daba el caso, pero no era prudente meterse en líos por el momento, sin contactos y siendo recien llegados -Está visto que trabajos hay, muchos. Todo el mundo anda metido en algún asunto y eso está bien, aunque nos puede jugar en contra para la misión que tenemos entre manos. Tal vez deberíamos apostar por unirnos a ellos y ganar algunas monedas, después abordar lo que nos dará días sin gastos y reposo asegurado con la panza llena, mientras buscamos otro asunto en el que engordar nuestras bolsas- Sin dinero deberían dormir al raso, no sería la primera vez para ella, pero allí hacía un frío de mil demonios y no conocía el terreno.

Enfrentarse de nuevo a lo que nos ha derrotado es una muestra de valor, dijo al elfo de cabello naranja. Hacerlo en el momento, con la sangre hirviendo, era sencillo. Regresar tras haber descansado, con la cabeza fría y el recuerdo de las heridas todavía vivo, era un asunto más delicado.

No parecen interesados, comentó después, viendo que los interpelados por el karuth ocupaban otra mesa y hablaban entre ellos en voz baja.

No le gustaba hablar en público, para eso estaba Erik. Thorgus hizo mención a que hablara sobre la misión. Maldito Erik ¿dónde se habría metido? Fue a hablar cuando vió entrar al humano que había estado esperando, un momento ¿y Barrabás?

Loado sean los dioses, Erik ¡Bienvenido compañero! excepto aquellos dos a los cuales todavía no he tenido oportunidad de ofrecer el trabajo digo señalando al elfo espadachín y la humana que estaba con él todos los demás están interesados en venir, de hecho este enano digo refiriéndome a Thorgus acaba de preguntarme por la misión. Sé que a tí se te dan mejor las palabras como a mi las armas, ¿les puedes explicar amable compañero en qué consiste?.

Por cierto, y el orco ¿dónde está Barrabás? vino muy bien su ayuda contra los lobos.

Ah, sí se me olvidaba, ella es Dagmar, el enano Thorgus, el poco hablador es Socar y por último Karuth una especie de sacerdote de la diosa WeeJas después miró a Karuth ¿se decía así verdad?

Volver a ver a Phenios, alegró el rostro del hechicero humano que deseaba que sus compañeros hubieran tenido más suerte que ellos en la búsqueda de nuevos miembros para la comitiva. Y no es que dudara de las habilidades de Zila y Kenshi, pero era bien cierto que la necesidad de una sanador en el grupo era imperiosa.

-Saludos, buen amigo!- dijo poniendo un amano sobre el hombro del elfo -Barrabás volverá en un momento: quería deshacerse de algunas armas a cambio de monedas. Le esperaremos aquí.

Con un gesto, pidió al servicio del local una cerveza a la que dió un largo trago para saciar su sed y prepararse para ponerse al día de las " nuevas adquisiciones" por parte de Phenios. Con una inclinación de cabeza, saludó a todos y cada uno de ellos, iniciando el estado de la misión.

-Os saludo, amigos, y os agradezco que hayáis accedido a formar parte de nuestro peculiar grupo. Dagmar, Thorgus, Socar, Karuth... estos son Zila y Kenshi. Veo que alguno de vosotros ya os conocéis. Eso está bien.

Dando otro trago a su bebida espumosa, continuó.

-Mi nombre es Erik Von Tompshen y me gustaría poneros al corriente de lo sucedido. Cerca de aquí, a medio día de camino, se encuentra la aldea de Loto. Recibimos el aviso de que los habitantes de aquella zona, por motivos desconocidos, han sido atacados en varios ocasiones por animales del bosque. Una situación que nunca antes había ocurrido. Lis, la clériga de Loto, nos explicó que todas las sospechas van dirigidas hacia el señor del castillo que desea doblegar la voluntad de los habitantes de la aldea y tomarla en su poder. Decididos a acabar con aquel mal, nos internamos en un túnel que accedía a las cercanías del castillo. Allí fuimos atacados por unos lobos que de bien poco acaban con la vida de Phenios. Eramos pocos y no estábamos preparados. Espero que ahora, si nos acompañáis, la situación se resuelva de forma diferente.

Erik esperó si alguno de ellos tenía alguna pregunta a la que pudiera responder. Y deseaba que todos estuvieran dispuestos a acompañarlos a Loto.

Zila había respondido, así en general, con un gesto de cabeza. Se mantuvo seria, observando a los presentes. De modo que ese Kalicalwe era miembro del grupo del orco y Erik, quizás se tratase del elfo del que le había hablado el enorme piel verde. 

Pasó su mirada sobre cada uno de los miembros que les eran presentados, algunos le daban buenas vibraciones y con otros ya sabía lo que había. Alguno le hacía recelar también, pero eso no dejó que se exteriorizase en su semblante. Escuchó las palabras de Erik en silencio y con atención, llegando a algunas conclusiones que le parecían bastante obvias, al final iban a necesitar el mismo tipo de sanador. 

El silencio de Erik solo podía significar una cosa: era el turno de que hablasen los demás, y ella podía ser muy callada a veces, pero cuando hablaba lo hacía sin tapujos. Puso los pies sobre la mesa, si a los demás les incomodaban unas botas llenas de polvo en dónde irían sus platos quizás no tuviesen realmente madera de aventureros.

-Bueno, me parece que aquí más de uno se preguntará lo mismo: ¿Qué ganaremos?- No esperarían que la gente se jugase la vida por ser buenos samaritanos con unos desconocidos, ella no era tan estúpida al menos. Y no es que las matemáticas fuesen su fuerte, pero ahí el grupo que se estaba montando era muy numeroso y dudaba de que la recompensa fuese una cantidad prometida por persona. Así que a más individuos, menos dinero en los bolsillos.

Erik se acercó a Kalicalwe, al que no había visto entre tanta gente en el grupo, y le dio un fuerte apretón de manos.

-Parece que habéis hecho mejor trabajo que nosotros buscando gente! HA HA HA

El hechicero esperaba la pregunta del millón, aquella que siempre que se planteaba un trabajo, aparecía en la conversación para esclarecer si el encargo era de interés o no.

-Me gusta Zila: directa! Bien, contando que la aldea de Loto está habitada por gente humilde, no podemos esperar retirarnos con este trabajo. Disponen de 500 monedas de oro, pero si contamos que hablamos de un "señor del castillo", puede que se pueda obtener algo más de entre las posesiones de ese tal "señor". Y bien, quién se apunta a la fiesta?

Por lo visto iban a ser un gran grupo para encargarse del señor del castillo y sus mascotas. Aunque le preocupaba que tras el ataque en el tunel las defensas hubiesen aumentado, pero prefirió no expresar sus pensamientos.

- Si somos todos los aquí presentes los que vamos a encargarnos de la situación. ¿Cuando saldremos?. Porque supongo que la repartición de las ganancias será igual para todos. -

Se guiró a Zila para hablarle en voz baja - Te veo comoda preciosa, pero parece que no te has dado cuenta que ambos vamos a tener a nuestros nemesis como compañeros. - Dijo con cierta sorna. Se acordaba de la cara que puso cuando el vió al orco acercarse y de lo que pensaba Zila de otro miembro ahora presente.

Decidió seguir el ejemplo de Erik y avisó a la camarera para que le trajese dos cervezas, pasandole una a Zila nada más tocaron la mesa. Pegó un trago pero todavía le costaba acostumbrarse a ese sabor tirando a amargo.

Thorgüs se rascó la nuca tras oir las palabras de Erik.

-Soy Thorgüs,encantado de conoceros. Me preocupa el tema de los lobos, no deberían comportarse así, seguramente ese tipo tenga algo que ver. Sobre la recompensa, si en el castillo hay algo que nos satisfaga y siendo que son gente de pocos recursos se les podría hacer una rebaja, ¿No creéis?

El karuth asintió hacia Erik Von Tompshen, a quien por fin reconoció de haberle visto un instante cuando corría a encontrarse con Socar y Thorgus en el bosque. Le alegró que al final sus caminos se cruzasen de nuevo.

- Podéis contar conmigo.