Partida Rol por web

Y Zynna se preparo para atacar. El problema, básicamente, fue que estaba demasiado alejada del lugar por el que los orcos debian asomar la cabeza.

Eso hizo que su ataque con la lanza no fuera tan preciso como pensaba y que se clavara en el aire, demasiado alejada aun de ambos orcos.

Tendria que esperar algo mas.

Al parecer únicamente se estaban preparando para el combate inminente, pero a juzgar por la determinación del grupo, o eran decenas o bien podría hacerme a la idea de que habían arruinado mis planes.

Atento a cualquier sonido y extrañado de que los orcos sean tan silenciosos, no dejo de observar la cubierta del barco preguntándome por donde aparecerán.

-Hemos caído en su trampa- digo preocupado mientras giro para disparar al primer orco que aparece fallando por la prontitud y la sorpresa.

En cuanto los orcos salieron de la parte trasera del barco, Ramase trinchó al primero de ellos, atravesándole el estómago con su lanza y haciendo que cayera inerte. Del segundo se trata de encargar Redhawk, pero el orco bloquea el golpe y se echa a un lado para dejar pasar a sus compañeros.

El tercero cruza a toda velocidad el barco, o al menos eso era lo que pretendía, porque Boudiko le corta la cabeza antes de que pudiera avanzar más, aunque el cuerpo continúaba corriendo como si fuera el de un gallo. Un cuarto logra avanzar un poco más, y aunque Mai Cor trata de encargarse de él, la flecha se pierde en el agua, pasando peligrosamente por las cabezas de quienes ahora estaban en su mismo bando. Finalmente, un quinto y un sexto terminan por salir del escondrijo, evitando los nefastos intentos de Zynna por encajar un golpe y colocándose cerca de los aventureros para prepararse para una grande y épica batalla.

Segundos después, la otra parte de la puerta también se abre. Y de allí salen cuatro orcos más que avanzan a gran velocidad, pegándose peligrosamente a Angélica y al arquero Mai-cor.

Cuando la lanza atravesó al orco, Ramase sonrió con una mueca gorgónica dando a su rostro un aspecto aún más fantasmagórico. Pero los orcos salían de todas partes y eso no era nada bueno. La guadaña era una arma mucho más pesada que la lanza y eso pasaba factura a los endebles brazos de Ramase. Con un pequeño paso atrás se colocó flanqueando a uno de los orcos que trataba de rodear a Redhawk. No es que le preocupara el bienestar del que parecía un guerrero más experimentado que él mismo, sino que le gustaba la ventaja que le daba acorralar a uno de los orcos.

Un solo golpe seco bastó para cercenar la cabeza de aquel orco que dio sus últimos pasos antes de caer al suelo. Lo que no negaría es que le sorprendió ver salir a tantisimos enemigos en tropel. Eran algunos más de los que había calculado, pero al menos, dos de ellos ya estaban muertos. Ahora debía unir a un tercero a la lista, por lo que cuando comenzaron a moverse, lanzó dos rápidos cortes a otro de ellos, uno al brazo para cercenarselo como hizo con la cabeza del primero, y el segundo a la altura del cuello para degollarlo.

Redhawk totalmente frustado y rodeado, suelta la guja, ahora ya no le servía, y desenvaina una espada corta, usando el mismo movimiento para clavarla en el pecho del orco al que está golpeando Boudiko.

Angelica se ve de repente rodeada. No es una situación con la que se encuentre cómoda ni a la que esté habituada, ella se mueve mejor con el sigilo que plantando batalla.

-Ahhhhh. ¡¡¡¡Socorro!!!!- Se da la vuelta y sale del barco, intentando alejarse del foco del problema y pisar tierra firme.

Mi disparo ha errado por mucho, pero por un momento parece que los otros pueden frenar la salida de los orcos. Por otra puerta comienzan a salir más orcos y se me echan encima.

-Maldición- pienso cuando les tengo encima y lo único que puedo hacer es soltar mi arco y sacar el estoque dispuesto a pelear.

-!Malditos¡- grito mientras intento alcanzar a uno de mis atacantes

¿Por qué perdería la esperanza tan pronto? Sobretodo cuando la mediana se mostraba como una cobarde y huía del enfrentamiento al verse rodeada de orcos. Ésto me brindaba una gran oportunidad, así que en cuanto estuvo a mi alcance, me lancé contra ella dispuesto a cobrarme mi presa mientras los orcos se encargaban del resto.

De repente, mas orcos aparecieron, rodeando practicamente a Zynna desde su posicion. No habia muchas mas opciones: tras la frustracion inicial por errar su ataque, la mujer volvio a cargar sobre aquel orco que tenia mas cercano, el que estaba a su derecha.

En lo que respectaba a Ramase, se podría decir que ya había hecho lo suficiente por ese momento, Ya que derrotar a un enemigo tan rápido había sido increíble. Ahora a pesar de haber tenido un par de oportunidades seguidas, no fue tan siquiera capaz de rozarle.

Angélica comienza a gritar como la niña que aparentaba ser y salió de allí hacia los astilleros. Redhawk aprovecha un hueco en la posición de su enemigo para golpearle, pero la espada se le escurrió y terminó cayendo al suelo, perdiendo cualquier oportunidad de acabar con sus rivales.

Boudiko y Zynna fueron los únicos cuyos ataques parecían resultar más efectivos, ellos solitos habían logrado quitarse de en medio a otros dos orcos más. Mientras que el arquero se ve seriamente amenzado por los orcos que le estaban atacando, así que decide soltar su arma afín, para enfrentarse a su rival con un afilado estoque, aunque daba la sensación de que seguramente fuera a ser demasiado tarde para él.

Los orcos observan huir a Angélica, así que se lanzan en carga contra Zynna y Boudiko que parecían los más poderosos del encuentro. La primera logra bloquear el golpe por muy poco, pero Boudiko esta vez no es tan ágil, y recibe un duro corte de la cimitarra de su rival. Un tercer orco ataca por la espalda a la mujer, pero ésta se da cuenta del envite y también logra bloquearlo. El cuarto comprende que Ramase y Redhawk no son realmente una amenaza seria, por lo que se une a sus compañeros para casi rematar a Boudiko por muy poco.

Finalmente y a pesar de que Mai Cor estuviese en lo alto de esos barriles, los orcos le flanquean, uno de ellos logra hacerle un duro corte en el estómago, mientras que el segundo parece un poco más torpe y el arma que llevaba consigo se le resbala y se le cae al suelo.

En cuanto sales corriendo, bajas por la pasarela y en cuanto estás a punto de escapar, sientes como si algún tipo de bicho o algo te clavase su aguijón y por consiguiente su veneno.

El ataque punzante está a punto de alcanzarte la arteria de la pierna, y por muy poco eres capaz de contarlo. No sabes de dónde viene semejante ataque, pero cuando te fijas bien, había una criatura del tamaño de un gato junto a ti. No te había parecido peligroso, pero ahora que está tan cerca, descubres que te había estado esperando y había llegado justo a tiempo.

Una criatura pequeña, bastante similar a muchas a algunas fatas del bosque y a la vez tan diferente de cualquiera de ellas que resulta imposible enmarcarlo en ninguna de sus categorías. Sus diminutos ojos negros recuerdan a los pozos más profundos, en los que un pequeño destello delata la presencia de agua, semiocultos entre las escamas de su cabeza posee un par de diminutos cuernos viridianos. Su piel se encuentra ligeramente cuartead y de un color enfermizo, al menos en las partes donde no cubren sus numerosas escamas azules y que llegan hasta el final de su cola, coronada por un terrible aguijón. Tiene un par de alas celestes, pero se encuentran ajadas y resulta evidente que no podría usarlas siquiera para planear.

Puede que para un caballero, un guerrero con un estricto código de honor, que un orco se diera la vuelta al enfrentarse a él y decidiera atacar a otro fuera una deshonra. No para Ramase. Aliviado vio cómo atacaban a otro y ahí vio la oportunidad que estaba buscando. Dio un pequeño paso para situarse a la espalda del orco que le había dado por inútil y, sin piedad alguna, lanzó su hoz en un movimiento descendente. La afilada punta se clavó en el hombro del pobre incauto. El brazo de Ramase temblaba por el esfuerzo y la excitación al ver brotar la sangre.

Disfruté al sentir la presión del aguijón contra su piel, no podía negarlo, del mismo modo que ella no podía negar su condición de cobarde que ya había llevado a dos grupo a su muerte, si es que había escuchado bien. Yo simplemente impartía "justicia", por lo que no me detuve cuando comprobé que mi golpe inicial no había cumplido plenamente su función y aprovechándome de mi velocidad me escabullí entre sus piernas lanzando otra punzada mientras me preparaba para perseguirla en caso de que pretendiera seguir escapando de su suerte.

Ver a aquel orco caer y su sangre cubrir la punta de su lanza solo hizo que Zynna se envalentonara aun mas. No solo habia conseguido esquivar a aquellos orcos; ademas, habia visto como uno de ellos intentaba herir a Drogo y aquello, sin duda, hizo que su furia fuera mayor.

Asi pues, volvio a atacar, en aquella ocasion al orco que habia mas proximo a ella, suponiendo que, en un 4 contra 4 cada uno se haria cargo de uno de ellos. Y estiró su lanza, con un gesto ágil y estudiado, en direccion a aquella criatura, con la furia reflejada en sus ojos.

Por alguna extraña razón que escapó de la vista de Boudiko, más enemigos se unieron a la contienda, lanzando varios ataques contra Zynna y él mismo. No todos fueron bloqueados, ya que uno lo alcanzó provocandole una herida que no tardó en teñir la armadura de rojo carmesí. Aun así, el enorme hombre no se dio por vencido, lanzando su arma contra el orco que tenía delante, buscando derribarlo más por la fuerza bruta que por técnica.

Las manos no le responden como es debido y es INCAPAZ de realizar la llave para derribar al orco, por lo que intenta coger su arma y como mínimo volver a estar armado, a pesar de dejar sus defensas descubiertas por un segundo.

Los orcos me atacan por lados contrarios y aunque intento evitar sus ataques consiguen herirme. Me mantengo en mi posición y viendo que uno de mis atacantes ha perdido su arma, me lanzo a por el otro intentando atravesar su pecho con mi estoque.

-Malditos...

Estoy desesperado y por el rabillo del ojo veo que mis compañeros tampoco lo llevan demasiado bien, hay demasiados y yo apenas creo poder con los que me asaltan.

Ramase aprovechó que uno de aquellos piratas le daba la espalda para atacarle justo por detrás y dejarle inconsciente. Así tendrían un enemigo menos del que preocuparse. Mientras tanto, Redhawk trató de derribar al orco que tenía junto a él, haciendo una extraña maniobra que lejos de lograr su objetivo, le dejó tendido en el suelo a él.

Las heridas de Boudiko parecían cerrarse ligeramente, quizá el ataque hecho anteriormente no había sido tan doloroso como su enemigo había pensado, así que aprovechando aquella ventaja decidió enfrentarse al orco que tenía delante, pero la cimitarra se le escurrió de las manos.

El arquero que ahora estaba blandiendo un estoque atravesó a uno de ellos limpiamente y casi sin mancharse. El orco cayó al suelo inconsciente y malherido. ¡Otro menos del que preocuparse!

La última en reaccionar fue Zynna que manejándose con un poco más de soltura que su cónyuge trató de encajar un golpe a su rival. Pero éste fue capaz de bloquearlo con su recia armadura, lo que le indicó que aquel orco no era tan sencillo de derrotar como el resto. ¿Quizá se tratase del capitán del barco?

Y entonces, tres de los orcos que quedaban en pie se abalanzaron sobre Zynna, Boudiko estaba desarmado por lo que no tenía sentido luchar contra él. La mujer logró esquivar dos de los envites, pero el del tercero no. Aquel orco sin lugar a dudas era más fuerte que los otros dos, y Zynna ahora lo había notado en sus propias carnes.

Finalmente el orco que se estaba enfrentando a Mai cor, dio un paso hacia atrás para recoger su arma y prepararse para enfrentarse a su enemigo desde allí. Al menos así bajaría de su posición y la lucha sería más igualada.