Partida Rol por web

Bueno, podía haber sido más interesante, pero me gusta lo sencillo dije mientras me encogía de hombros ante las puertas. Cuando vi a Jhon dirigirse a una, le seguí.

"El libro!", pensó Ethan. Aquel hombre podría haber encontrado el libro que, puede que no muy acertadamente, le habían entregado a Sheeva.

-Gracias...es importante para nosotros.- dijo mientras recuperaba el volumen que le habían dado los escribas de Tormentos.

Era momento de dirigirse, junto a su grupo, hacia la puerta. Con la tranquilidad de no haber dejado un cabo suelto atrás...

El grupo de aventureros se dividó hacia el interior de los portales.

El grupo más numeroso se dirigió hacia la puerta más cercana, mientras que Córax se dirigió completamente solo hacia el segundo portal. Finalmente, John tomó el tercer portal como opción. Y como si de la misma magia se tratase ambos portales les tragaron dejando a Snit completamente sola.

Justo cuando estabas a punto de atravesar el tercer portal junto a tu compañero de andanzas un nuevo recuerdo te hizo detenerte:

Tus amigos deberan cruzar el portal que se abrirá cuando el gran ojo se haye un su punto más alto

El gran ojo, sin duda debía ser el sol, pues los portales parecían llevar un tiempo abiertos pues el sol estaba ya empezando a decaer, pero apenas hacía poco tiempo que el sol había estado en el punto más alto. Ese debía ser el gran ojo del que el nigromante te avisó. Y fue entonces cuando te frenaste en seco, ellos debían cruzar los portales, no tú.

Vi como los demás se introducían en los portales. Me detuve a tiempo con una pequeña sonrisa.

No debes cruzar me dijo una pequeña voz en mi interior. Me giré con ilusión.

Ahora... A la mansión de Lady Sheeva. Tengo que encontrar el corazón de Takhisis... A ver qué ocurre con él

Te diriges hacia la casa de Lady Sheeva, a pesar de que antes habías visto que todo estaba en ruinas, algo te decía que esta vez no sería así. Los portales se habían abierto y el cielo se había tornado oscuro. El sol no mostraba su blanca luz, sino que proyectaba sombras sobre las blancas paredes de Mereklar.

Toda la ciudad parecía sumida en una gran oscuridad, tan solo iluminada por la luz de la casa de tu enemiga. Cuando llegaste allí te dirigiste hacia la biblioteca. Allí estaba ella, sentada sobre un gran sillón de cuero negro. A su lado había un ajedrez con el primer movimiento hecho. Sonrió al verte y te mostró el asiento opuesto al suyo.

Te estaba invitando a sentarte.

Sonreí al ver a Lady Sheeva. Realmente no me disgustaba esa mujer. ¿Por qué debía hacerlo? Sus oscuras intenciones no eran desagradables y los gatos me daban grima.

Me acerqué hasta el asiento que ella me indicaba y miré el tablero.

No me veas como una enemiga, Lady Sheeva, pues no tengo intención de serlo.

¿Esto quiere decir que estarías dispuesta a unirte a nosotros?

Sí, pero no soy estúpida dije observando a la mujer atentamente. No voy a exponerme a nada que arriesgue mi vida. Quiero poder.

Está bien, ven conmigo.

Dice mientras se levantaba de la mesa y salía hacia fuera de su casa.

Te aseguro que te recompensaré. Pero mira eso. Cuando salís por la puerta descubrís que el grupo que te acompañaba hasta entonces se encuentra frente a un pilar, a pocos metros de donde estáis.

Por alguna razón, nada ni nadie os podía ver, parecíais estar dentro de un portal mágico que dificultaba la visión del resto, pero tú si podías ver a los demás.

Frente a ellos había un gran pilar, con una gema de color rojizo y latente. A sus pies, ocho demonios gatunos estaban dispuestos a comenzar una batalla contra ellos.

Era el momento de tomar una decisión, atacar a tus compañeros y unirte a Lady Sheeva, o enfrentarte a los demonios y negar cualquier tipo de ayuda a la mujer.

Si lo logramos, ten por seguro que podrás obtener todo cuanto quieras. Y que juntas gobernaremos esta ciudad y poco a poco el resto.

¿Sólo eso? Pues observa dije observando a los que fueron mis compañeros brevemente. De hecho, me quedé observando a Jhon. Maldije en susurros a ese hombre por desobedecer mis órdenes. Ahora estaba en el bando perdedor, mientras yo me alzaba con todo el poder.

Empecé a hacer movimientos hipnóticos y palabras susurrantes surgieron de mis labios. En el centro de ellos, pude detectar como una explosión somnolienta empezaba a expandirse, provocando su sueño.

Veamos a cuantos puedo dormir para que tus demonios se den el gusto comiendo.

¿De verdad me estás diciendo que eso es todo lo que puedes hacer? Dice mientras mira hacia tus compañeros y ve como Raelia es la única que cae al suelo afectada por el conjuro de Snit.

¡Mira lo que sé hacer yo! La joven de apariencia angelical alzó sus manos y sobre ellas una esfera de energía oscura pero de gran brillo comenzó a crecer en sus manos. Si seguía creciendo a semejante velocidad llamaría la atención de tus compañeros y delataría tu posición.

Podrías ayudar a Lady Sheeva a acabar con tus compañeros y gobernar la ciudad, podrías impedir que sucumbiese al ataque, o bien huir de allí y fingir que nada de todo aquello hubiera pasado y salvar así el pequeño pescuezo.

Miré con desdén a esa furcia.

¿Y tu me estás diciendo que naciste ayer demonio? No lo creo, así que entiende que una simple gnoma se esté iniciando. Por cierto, bonita, si continúas así te van a ver. A lo mejor eres muy poderosa o a lo mejor no, pero hay suficiente gente para que algo de daño te hagan.

Alcé las manos y empecé a convocar otro conjuro. No iba a permitir que me descubrieran y, si salían vivos, me dieran caza.

Usuktec larixcte magus...

Mi cuerpo empezó a cambiar. Apenas crecí unos centímetros, pero lo justo para dejar de parecer quién era. En mi lugar apareció el cuerpo de un enano con barba castaña y ojos rojizos.

La bola de oscuridad que Lady Sheeva había creado fue enorme, de pronto su rasgos angelicales comenzaron a cambiar y se transformaron en el Demonio Gato que también era ella. Tras comprobar que habías averiguado su verdadero rostro, te dedicó una sonrisa. Al fin y al cabo, Lady Sheeva confiaba en que lo traicionarías.

Y entonces cuando trató de lanzar la bola de energía oscura sobre los aventureros, no fue capaz de controlarla y se escuchó una terrible explosión.

La oscuridad te rodeó por unos momentos sintiendo que te había dañado, pero cuando miraste a Lady Sheeva tan solo estaban los restos del Demonio Gato que había sido. La mujer había acumulado tanta energía que no fue suficiente para contonerla y finalmente explotó, haciéndote a ti un gran daño y dejándote tendida en el suelo, gravemente herida y junto a ella. Afortunadamente aún conservabas tu apariencia enana.

¡Voy a matar a los malditos gatos con mis propias manos! ¿A quién se le ocurre hacer caso al fantasma de un hombre? ¡Un hombre! Querida, no aprendes de tus errores me sermoneé cuando la conmoción del impacto se fue pasando, dejé de ver puntos de diferentes colores y mi cabeza dejó de darme vueltas. Como pude me levanté, angustiada y dolorida, observando mi cuerpo por si había alguna herida que no se curara con el tiempo y necesitara de algún tipo de sanador.

El enano se incorporó y empezó a sacudirse la ropa. Tenía una brecha en la frente haciendo que un hilillo de sangre le recorriera la cara. Estaba refunfuñando.

¡Por las barbas de Reox! ¡Maldita bruja! Ya me avisaron mis hermanos. "No trabajes para un humano" me decían, "Son poco estables, se hacen malvados" me avisaron. ¿Por qué no les hice caso? Y me he topado con una bruja. ¡Ah, por el martillo de Reox, en qué momento aceptaría su encargo!

Al ver cómo le miraban, su rostro se enrojeció y con una mirada amenazante, les gritó:

¡Qué miráis! ¡Todos los humanos sois iguales, os creéis superiores a las otras razas! Malditos seáis terminó sus gritos y se giró, alejándose del grupo.