Partida Rol por web

Barrabás empezó a girar su cadena, lanzando golpes a los lobos que creían haber visto en aquel filete grande, pesado y verde su próxima comida. Pobres bestias, de verdad tendrían que estar bajo el influjo de un brujo para tener que actuar con esa temeridad. La cadena levantó pelaje, sangre, carne y tierra cuando giró en todas direcciones lanzándose contra aquellos lobos.

El karuth se arrastró con dificultad e inclinó su cabeza hacia Kalicalwe por su rescate, escondió su rostro tras su capucha para que no se viesen las lágrimas, fruto del pánico inicial por el derribo y ataque del lobo.

- Usaré la magia que me confió Wee Jas para sanarles - dijo antes de escabullirse a cuatro patas hasta alcanzar a tocar la pierna de Dagmar -. Sea la muerte aletargada y tus heridas cerradas, por el Libro de Huesos.

En el uso de su poder Moris sanaron los mordiscos y rasguños que aquejaban a la guerrera.

Nada más liberar a Moris, Kalicalwe iba a decir que curase a Dagmar, pero como si le hubiese leído el pensamiento hizo lo propio.

El elfo mercenario buscó a su nueva víctima, viendo a Barrabás con dos lobos abalanzándose sobre él pero en cuestión de segundos ya los había despachado.

Sin embargo, su compañero elfo Kenshi sí que tenía a dos y no conseguía deshacerse de ellos así que sin pensarlo se dirigió hacia el lobo, que él ya había herido, para rematarlo.

- Ven aquí, canalla peludo, veamos cómo te atreves ahora que no seguimos sorprendidos - se encabronó Phenios, lanzando un ataque que el lobo que tenía delante pudo colarse por debajo de su filo cuando lanzó su tajo - ¡Sapristi! ¡Jajajaja! - rió cuando logró esquivar a su vez las colmilladas de la bestia - ¿Qué tal tu costalar? ¿Hmmm?

Parecía entretenerse sólo, vivir su propia superación personal en la batalla contra un lobo. Poco a poco Phenios inconscientemente iba recuperándose del shock de su encontronazo con las puertas de la muerte la vez que los lobos le arrancaron medio cuello y de la que, por la fortuna de ir con aquella gente, había logrado sobrevivir.

La bendición sanadora la recorrió de arriba a abajo en la forma de un escalofrío. El toque del karuth era el toque la misma muerte, mas una muerte amable, que restañaba las heridas y regeneraba la carne desgarrada. No le hubiera importado entregarse a los brazos de esa muerte, y sin embargo, la había rechazado, enviándola de regreso con los vivos, para seguir luchando.

Apretó el hombro del sanador de Wee Jas por un instante, antes de abalanzarse sobre el lobo y dejar su espada sobre su lomo, confiando en golpearle con suficiente fuerza como para partirle el espinazo en dos.

Thorgus se levanta de nuevo tras elegir su nuevo objetivo y se dirige a el cimitarra en mano, prefería guardar sus hechizos por si se ponía peor más adelante. 

Una vez más el tajo solo daña al aire, era desesperante no poder ayudar a sus compañeros en aquel momento. Estaba pensando seriamente en volver a Tormentos y dedicarse al comercio. 

Kenshi pudo respirar aliviado al ver que Zila se había levantado lejos del lobo. - Preciosa, no vuelvas a darme esos sustos, que no quiero perderte. - Le dijo mientras esquivaba el ataque de uno de los lobos y observaba como el otro aterrizaba contra el suelo al perder el equilibrio.

Kalicalwe había acudido en su ayuda atacando al malherido lobo y Kenshi aprovechó para acercarse al lobo que había perdido el equilibrio y asestarle una estocada que atravesó su piel haciéndole sangrar por la pequeña herida.

Poco a poco los enemigo disminuían de número pero sus ataques no cesaban

Sin lugar a dudas el ficha del orco era el mejor, pues él solo se cargó a los dos lobos que lo estaban intentando flanquear. Barrabás alzó la cadena por encima de su cabeza y empezó a girarla como si se tratase de un lazo, con ella golpeó de un solo gesto a los cuadrúpedos y los dejó a ambos destrozados.

Moris se acercó hasta Dagmar para curarle las heridas que los lobos le estaban causando. Después, Kalicalwe se acercó hasta Kenshi para ayudarle a rematar al lobo ya herido, mientras que Phenios y Dagmar remataban al lobo que tenían enfrente suyo.

Mientras tanto, Kenshi aprovechó que uno de los lobos estaba tumbado para atacarle y encajarle una estocada.

Esta vez, los aventureros parecían haberse puesto las pilas y sus ataques estaban siendo mucho más mortíferos y letales, dejando fuera de combate a la mayoría y comenzando a poner fin a esa terrible situación que por muy poco casi se les va de las manos.

Aún así, el combate aún no estaba finalizado y los lobos se abalanzaron esta vez contra Thorgus. El enano daba la sensación de ser la presa más débil y a la vez quien les había calmado las emociones, por lo que le tiraron al suelo, le desgarraron al suelo y lo dejaron inconsciente. Sin duda, esos lobos tenían que estar o bien controlados, o quizá eran demasiado inteligentes para unos seres de su especie. 

Muerto el lobo que había estado a punto de degollarla, y recuperada de las mordeduras gracias a la bendición de la Dama Carmesí, Dagmar no perdió el tiempo y se abalanzó sobre el trío de lobos que trataban de destripar a Thorgus, descargando su gran espada sobre el espinazo del más cercano de los tres.

Vio que Thorgus cayó inconsciente, por un instante pensó en ir a su ayuda para no perder a otro compañero pero el lobo al que Kenshi había atacado estaba demasiado cerca y podría aprovechar la mínima distracción. Así que dio un paso para tenerlo en mejor posición para poder atacarle con ambas armas. El primer ataque no estaba seguro de si había acertado pero el segundo fue con bastante saña. Tras dar su segundo golpe gritó, para aquel que pudiera ayudar THORGUS!

Desde el momento en que lo había visto había sospechado que el orco sería de los más útiles compañeros en aquella empresa. Lo había demostrado una vez más, cuando Zila había logrado escabullirse del lobo, temiendo que volviese a saltar sobre ella, pero en vez de eso la cadena de Barrabás lo había reventado. Estaba herida, pero aún así sonrió levemente, solo un atisbo, por la comisura del labio, admirando esos golpes tan poderosos del sucio orco.

Lanzó una mirada fulminante a Kenshi, que se empeñaba en llamarle preciosa, seguramente más para tocarle la moral que otra cosa. -No es momento de flirtear elfo- le dijo ella, aunque en silencio agradecía tener a alguien que velase por ella. 

Estaba a punto de acudir en ayuda de Kenshi cuando lo hizo Kalicalwe con una efectividad que Zila no hubiese podido asegurar de ser ella, y cuando advirtió sobre Thorgus no lo dudó, acudió en ayuda del enano, que había quedado inconsciente en el suelo a merced de las mandíbulas de los lobos, tres le pareció apreciar, aunque uno seguía sin atacar ¿por cuánto tiempo?. 

Si llegaba a tiempo lanzaría un ataque contra el lobo más cercano a ella, tratando de sorprenderlo ensartándolo con su acero desde detrás o por un flanco y darle en algún punto vital.

- Soberanísimo lanzamiento de felpudo, Dagmar ¡Jajajajá! - rió Phenios, feliz de haber compartido aquel momento de intensa adrenalina con la guerrera y teniendo medio segundo para sorprenderse con la llave de combate que había usado con el animal, mandándolo lejos de ella. No tuvo tiempo de decir más pues había más lobos y Thorgus acababa de caer - Terminemos rápido con esto y, si paramos, que alguien se quede mirando o nos volveremos a ver en estas ¡Al ataque!

Tras esto se lanzó a por otra de las fieras del bosque, espada en alto.

- No tengo--- No tengo cómo llegar hasta Thorgus - dijo con preocupación Moris al ver a su amigo enano rodeado por lobos, sin hueco por dónde colarse -. Kalicalwe, tenemos que salvarle.

Con esto se lanzó a acosar al mismo lobo que atacaba el elfo aunque, debido a la inquietud porque pudiera morir su otro compañero y el último de aquellos que le recibieron con los brazos abiertos para ir de aventuras extramuros, sus esfuerzos fueron en vano.

Thorgus todavía no se había recompuesto de su último fallo cuando de repente dos sombras se abalanzaron sobre él sin darle tiempo de reaccionar. Notó una dentellada fría en el costado y tras eso nada más. Esta tumbado en el suelo con una herida fea que no parece parar de sangrar, Darko lo mira, desde una corta distancia, sin atreverse a actuar, incluso puede verse como sus ojos brillan, en la antesala de lo que será una lágrima cayendo al igual que lo ha hecho su compañero. 

Otro de sus compañeros estaba al borde de la muerte y necesitaba ayuda urgentemente. Dio un rápido vistazo a su alrededor para valorar la situación pero al ver que Zila estaba fuera de peligro y que Kalicalwe se estaba encargando del lobo que yacía en el suelo, Kenshi no dudó en intentar prestarle ayuda.

Se desplazó rápidamente hasta uno de los lobos que atacaban a Thorgus y ayudándose de sus habilidades acrobáticas saltó haciendo una voltereta por encima del lobo evitando un ataque posible ataque. Aterrizó de espaldas al lobo con gracia y estilo pero fue lo único que hizo ya que su intento de atacar al lobo se vio truncada por errar a la hora de girar.

Dagmar se lanzó a ayudar a un inconsciente Thorgus acabando con uno de los tres lobos que lo amenazaba de un solo ataque. Kenshi también acabó con el lobo que había caído al suelo clavándole ambas armas en el pescuezo haciendo que muriera de un par de golpes secos. Mientras tanto, Zila se dirigió hacia Thorgus con intención de ayudar contra el último lobo que quedaba pero sin éxito. Finalmente Phenios descargó un último ataque sobre el único cuadrúpedo que quedaba dejándolo fuera de combate.

Habían logrado acabar con la amenaza de aquella manada de lobos, pero Thorgus estaba inconsciente y otros algo malheridos. No podían tardar mucho en curarse las heridas, pues en el bosque estaban en peligro y pronto podrían sufrir un nuevo ataque como había sucedido antes.

Ahora lo que tenían que hacer era tratar de volver a orientarse para localizar el castillo y dirigirse hacia allí antes de que se hiciera tarde.

El despliegue de bravura por parte de los demás puso fin a la manada de lobos que les habían atacado y el karuth Moris no perdió ni un instante en lanzarse hacia delante para llegar hasta el moribundo Thorgus. Aquella vez ya no le temblaban las manos, al menos no tanto como antes, y la magia de Wee Jas volvió a estar de su lado.

- Sea la espera tu única agonía y la paciencia de la Dama Carmesí razón de dicha para aquellos que te apreciamos, Thorgus - brillaron sus manos sobre sus heridas, cerrándolas -; abre los ojos pues hoy no conocerás los Salones de la Muerte.

Viendo que ya habían acabado con la manada de lobos y que Thorgus, que era quien peor se encontraba, estaba siendo atendido por Moris dijo voy a trepar a ese árbol a ver si localizo el castillo envainó sus armas y escaló el árbol cercano más alto que vio, tras ello se puso a otear para ubicar la fortaleza.

Cuando no quedaron lobos con vida, aparte del extrañamente manso animal de Thorgus, Dagmar se permitió relajar los hombros y limpiarse el sudor de la frente con un pedazo de lona. El claro estaba sembrado de cadáveres. El inmenso del ser arbóreo, los de la manada que le había seguido, y el de Socar en dos piezas.

Se acercó al karuth, que estaba devolviendo a la consciencia al enano. Estaba vivo, al fin y al cabo. 

No olvide sus propias heridas, le dijo. Las vestiduras de Moris estaban desgarradas y ensangrentadas. ​​​​​​​Dependemos de usted y su Dama Carmesí para que restañe las nuestras. 

Levantó la mirada para seguir el ascenso de Kalicalwe por el árbol. No tardaría en anochecer, y estaban en territorio enemigo. Debían alcanzar el castillo o considerar regresar, pues en el bosque estaban demasiado expuestos. 

¿Divisa el castillo desde ahí? ​​​​​​​preguntó al elfo trepador. 

- Jejejejejé, apufff, jejejejejé - reía y jadeaba Phenios, extático tras aquel combate que parecía haberle liberado de un miedo hacia los lobos que no había podido sacurse hasta ahora. No creía que fuera a cogerles cariño a esos animales ahora pero, al menos, creía que el impulso de salir corriendo nada más verlos quedaría acallado.

- Felicidades a los que viven para ver unas horas más -  dijo sonriente a medida que se acercaba a Socar, pues su hermano de otra madre lo había dejado sin despojar de las pertenencias que no se irían con él al más allá -. Ahora danos algo bueno por lo que recordarte, hombre de latón, y tú - añadió señalando hacia Moris -; si tu diosa puede esperar a que muramos, que espere también a que estemos a salvo para tu próximo ritual - le guiñó un ojo, no queriendo cargarle con la culpa de lo ocurrido más allá de ese punto -. La suertecita nos acompaña pero no dependamos de ella para todo ¿Hmmm?