Partida Rol por web

Gracias a Thorgus se había liberado temporalmente del lobo que le estaba atacando. Un rápido vistazo buscando un lobo agresivo al que derrotar le hizo ver que tanto Moris como Dagmar estaban en apuros. Tras pensarlo un instante se abalanzó sobre el lobo que estaba atacando al sanador con un sólo ataque con la espada larga intentando flanquearlo a la vez.

Poco había durado la paz, en un abrir y cerrar de ojos se vieron rodeados por aquellos lobos. A penas Kenshi le había hablado se había visto empujada por el mismo en un acto que posiblemente le había salvado la vida. 

Los grandes ojos azul verdoso de la chica se abrieron de par en par, estaba ahora junto a Dagmar , amenazadas cada una por uno de los animales.  En secreto sintió cierta admiración por la mujer tuerta y deseos de volver a verla danzar con sus cuchillos brillantes, como una sombra dibujando rápidas fintas letales. Los gruñidos y los dientes amenazaban anunciando que la muerte estaba cerca, para unos o para otros. Los pelillos de la nuca se le erizaron y volvieron a tirar de ella justo antes de que los lobos saltasen sobre ellas. De nuevo era Kenshi, que colocó a Zila espalda contra espalda, lucharían juntos, cubriéndose el uno al otro. 

Zila tragó saliva mientras sacaba su estoque. Horrorizada vio como los lobos corrían hacia ellos, aunque por suerte no acertaron a alcanzarles. No corrieron tanta suerte otros compañeros, como Dagmar y Moris, los cuales estaban sufriendo graves heridas.

Mierda

Pensó, y se preparó para el siguiente asalto. Tal vez si lograban acabar con aquellas dos fieras pudiesen ir en su auxilio.

No os murais, no todavía.

Apretó los dientes y embistió contra el lobo antes de que pudiese volver a saltar sobre ella.

Cuando los dos lobos se abalanzaron sobre ella, Dagmar sí cayó, recibiendo dentelladas en brazos y piernas, y apenas salvando el cuello. Se revolvió en el suelo con la espada, tratando de partirle el espinazo a uno de los lobos, pero ni su arma conectó con el animal, ni consiguió siquiera apartarlos de sí.

Casi se echó a reír por las veleidades de la fortuna. Habían huido del dragón para morir de todas formas, de forma mucho menos heroica. Tal como a Socar lo había partido en dos aquel monstruo, ella estaba a punto de sucumbir a las fauces de un par de bestezuelas.

- ¡Bravo Thorgus! Ningún hechizo tan bien elegido - rió Phenios al ver al lobito frente a él bajar las orejas y calmarse - Démosle un vuelco a estas tornas.

Momento en que dijo unas palabras mágicas, imbuyó su espada en color rojo de nuevo y se lanzó al ataque para ayudar a Dagmar o a Moris, pues ambos estaban en un serio aprieto.

Desesperado, Moris trató de encajar su puñal entre los pelajes de la bestia mientras sangraba copiosamente por los mordiscos recibidos.

- ¡Kalicalwe! Celebro tu... Tu socorro - logró articular el Karuth mientras trataba de apartar las fauces de la bestia de su propio cuerpo -. Wee Jas no me reciba todavía.

Respirando a bocanadas Moris temblaba de miedo, sólo su fe inculcada desde la infancia le permitía hablar palabras sosegadas, pese a que su tono fuese uno aterrado.

Barrabás siente el mordisco del lobo, los colmillos clavándose hacen que hinque una rodilla y posteriormente caiga al suelo, el lobo trata de abalanzarse pero Barrabás lo empuja dándose la oportunidad de levantarse, tan solo otro rasguño más 

¡¡ BARRABAAAAAAS !! - El orco lanza un potente golpe vertical con las cadenas que debido a la inercia no parecen doblegarse, sino que caen como un enorme mazo de pinchos sobre el animal que apenas lanza un gañido al sentir el acero caer sobre él en el poderoso golpe. Tras esto, Barrabás sopesa la situación, buscando quien de su grupo requerirá ayuda.

Por ahora, tanto Zila como él habían conseguido esquivar los ataques de los lobos pero no sabía hasta cuando duraría esa suerte. Kenshi volvió a centrarse en el combate y la defensa a partes iguales y volvió a atacar al lobo herido con la esperanza de poder reducir el número de atacantes.

Al lobo le costaba moverse y no le resultó difícil atravesarlo de lado a lado con su estoque. La sangre empezó a salir por la herida manchando su pelaje de un rojo oscuro. Kenshi sabía que si el lobo no caía muerto poco le faltaba.

Thirgüs no estaba del todo contento sobre cómo había acabado aquello, debía practicar más. Cuatro lobos no eran muchos. Pero no tenía tiempo de perderse en divagaciones, vio a Moris en el suelo y no estaba dispuesto a perder otro compañero en aquella misión. 

Se analizó sobre uno de los lobos que estaban junto a él con la cimitarra en la mano pero en el último momento tropezó y perdió el equilibrio, no era un buen momento para hacer una maniobra tan estúpida. 

Mierda. 

Kalikalwe aprovechó que su lobo estaba calmado para atacar al que estaba acosando a Moris encajándole un duro corte en su cuarto trasero. Mientras tanto Zila lograba encajar también otro corte a uno de los torpes lobos que la atacaban. 

Phenios aprovechó para dejar en paz a su lobo que había sido calmado y cargó contra uno de los que estaban atacando a Dagmar, gracias a su fuerza combinada con su magia, logró general una herida que quemó al lobo. La criatura aulló de dolor y cayó al suelo debilitada. 

Finalmente Barrabás marchó en ayuda de Kenshi, al tiempo que éste lograba acabar con el lobo herido que tenía frente a él. Y Thorgus tragó de ayudar a alguno de sus compañeros, pero una de las raíces le jugó una mala pasada y tropezó cayendo al suelo.

A pesar del tropiezo del druida y de la pérdida de la concentración, los lobos continuaron calmados mirando el combate que ahora parecía ajenos a ellos. Pero el resto continuaron atacando a sus rivales sin llegar a asestar ninguna dentellada más, salvo un par de ellos encajaron un par de mordisco a Moris y a Zila que poco a poco los iban dejando más y más heridos. 

Ya estaba posicionado contra el lobo que arremetía contra Moris así que esta vez hizo sus dos ataques acertando el segundo, si este segundo tajo no mataba al lobo poco le quedaría y con ello Moris el sanador de Wee-jas estaría libre de nuevo para curar a quien le hiciera falta.

El sudor empezaba a correr por la frente del elfo mercenario pero su resistencia era suficiente para aguantar eso y más. 

Por otro lado, esperaba no perder a ningún compañero más en este combate y Thorgus había demostrado ser más útil de lo que él pensaba. Aún no sabía si su presencia jugaba en contra del grupo pero lo que estaba claro es que, de no ser por su conjuro para calmar a los lobos, la situación sería muy distinta en esta última lucha, cosa que esperaba poder agradecerle en breve.

- Condenada bestia, mis compañeros prevalecerán sobre tu jauría - alegó Moris con tono pesaroso. Algo en él, bajo el dolor de las dentelladas, los garrazos y la pérdida de sangre, había asumido que este podía ser el lugar y momento en que muriese. Su puñal peinaba el pelaje del lobo, incapaz de perforarlo.

- ¡Jajajajajaja! Arriba, Dagmar, no te me recuestes - le bromeó a la feroz guerrera, escondiendo su preocupación por lo grave de las heridas que sufría - ¿Acaso me soportarías si fuera yo quien te salvase?

De la primera vez que los lobos le habían dejado a las puertas de la muerte Phenios les había cogido un miedo que le deshabilitaba, pero ahora que los veía caer y que sangraban bajo su filo podía tirar de su cara dura para tapar su terror y combatir.

Los lobos sangraban bajo los filos de otros, pero Dagmar era incapaz de sacudirse de encima al que quedaba. Incluso bajo el ataque del elfo, el animal le lanzaba dentelladas y le pisaba el espadón, y la mujer no conseguía ponerse alzar el arma para atravesarlo y poner fin a su asalto.

En un arranque de frustación, la mujer recogió las piernas bajo el animal, y usando todo el cuerpo como un resorte, le propinó un empujón con ambos pies que envió al lobo rodando por el suelo, dándole el espacio y tiempo para poder ponerse en pie y conservar, si cabía, un ápice de dignidad.

Se le escapa un pedazo de fuerza con cada palabraque dice, Phenios, replicó al elfo. Un bocazas, pero sin su ayuda no habría sido capaz de salir del atolladero.

La joven vio como la roja sangre teñía el pelaje del lobo, pero poco le duró la satisfacción, tal vez se había distraído con su acierto o quizás había infravalorado la habilidad de estos animales, el caso es que sintió un dolor intenso y después el líquido caliente resbalando por su piel. Se miró el costado y encontró lo que temía, el lobo la había mordido.

Mierda

Cruzó por su mente al tiempo que veía desaparecer el suelo y aparecer las copas de los árboles en su vista. El lobo la había derribado sin problema alguno con su peso y ahora estaba en una situación delicada, muy delicada. 

No quiero morir de un modo tan estúpido.

No es que realmente fuese estúpido, un logo era un lobo, pero desde luego no resultaba tan espectacular como la muerte de Socar, y ella no había tenido tiempo de labrarse una reputación.

Ese lobo volvería a abalanzarse sobre ella de nuevo, Zila creyó que su mejor opción era centrarse en esquivarlo y, de ser posible, ponerse en pie si lograse rodar lo suficientemente lejos del lobo al zafarse de sus fauces.

Barrabás se encaminaba hacia el grupo de lobos que quedaba, cuando vio a Zila retorcerse y arrastrarse, acosada no por uno, sino por dos lobos que ya la sacudían por el suelo, Barrabás inició la carrera y moviéndose junto a aquellos lobos para atraparlos en su posición, lanzó un golpe de cadena contra el primero de ellos, lanzándole el golpe desde un lado en un barrido, como siempre, demoledor al grito de - MorkhAAAA

Se alegró de ver que sus compañeros en apuros eran auxiliados por los que se habían quedado libre de amenaza, pero la alegría no duró mucho cuando vio a su querida compañera abatida en el suelo ensangrentada por el ataque de uno de ellos.

La ira lo encendió como una antorcha a un matorral seco. - !!ZILAAAAA¡¡ - No podía lanzarse en su ayuda hasta que consiguiera deshacerse de los lobos que lo atacaban, y descargó su rabia y frustración contra el lobo más cercano lo más fuerte que pudo. Al instante un gemido salió de la garganta del lobo que había sido alcanzado con el estoque, pero no fue suficiente para hacerlo caer.

Kenshi pudo ver como Barrabás se encargaba de uno de los lobos cercanos a Zila, lo que hizo que agradeciera la presencia del orco en la lucha, cosa que jamás habría pensado que pudiese llegar a ocurrir.

Thorgus seguía empeñado en intentar ayudar a sus compañeros con las bestias, así que tras levantarse esperando no ser presa fácil en esos momentos volvió de nuevo a atacar al lobo que tenía cerca Moris. 

Una vez más el enano parecía no ser una persona diestra con las armas de mano y vuelve a errar su objetivo haciendo mella en la confianza del druida, que no había sido capaz de conectar un golpe certero con la cimitarra en ambos encuentros. 

Kalikalwe acabó con el lobo que estaba amedrentando a Moris. Ahora el sanador tenía la oportunidad de ejecutar su papel principal en aquella batalla, la de sanar a sus compañeros, pues el elfo se ocuparía de protegerle las espaldas. Así que ahora se pudo poner en pie sin que nadie le molestase.

Mientras tanto Phenios lograba hacerle un pequeño corte a uno de los lobos, sin que éste se inmutase lo más mínimo por aquella herida. Y Dagmar lo agarraba por las patas para lanzarlo a varios metros de ella y así poder ponerse en pie. Zila también había caído al suelo por culpa del lobo, pero había echado a rodar y se había alejado de sus enemigos para poder ponerse en pie de nuevo. Al ver aquella situación, Barrabás cargó contra uno de los lobos hiriéndolo gravemente con la cadena e interceptando cualquier posible contraataque hacia la chica. Kenshi se había quedado solo de nuevo pero esta vez logró encajar un buen golpe a uno de ellos.

A pesar de que ese asalto había ido bastante mejor que otros, los lobos seguían aguantando férreamente y no caían. Seguían luchando como la manada que eran y atacando sin compasión a sus rivales.

El lobo que Dagmar había tirado al suelo se puso en pie para pegar una fuerte dentellada a Phenios sin mucho éxito y provocando en él un segundo intento de ataque.

Dos de los tres lobos que Thorgus había logrado calmar volvieron en sí y empezaron a gruñir y pronto volverían a atacar a sus enemigos. Era como si hubiese algo en ellos que les incitase a seguir combatiendo. La suerte de Kenshi seguía de su lado, pues uno de los lobos tropezó y el otro no fue capaz de encajar una dentellada. 

Finalmente los lobos contra los que se había dirigido Barrabás le rodearon provocando una segunda oportunidad en él y lo atacaron de nuevo. El primero fue capaz de esquivarlo, pero el segundo lo atacó por la espalda y sí que logró encajarle un nuevo mordisco.