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Turno 419, asalto 7

Leofred estaba seguro de que por allí se había movido algo, pero se resistía a permanecer inmóvil cuando sus compañeros podían estar pasando por graves problemas. Cuidadosamente bordeó el límite del terraplén para bajar refugiarse tras unos arbustos, siempre manteniendo un ojo en el lugar donde había creído ver una sombra moviéndose.

Los nervios del bardo estaban a flor de piel, ya no sabiendo si se escondía de un enemigo real o uno imaginario que creía ver tras cada arbusto o escondite; pero tenía que seguir avanzando, aunque fuese lentamente.

TURNO 419 - ASALTO 7

HALLFRID estaba decidido a no darle tregua a su contrincante, hostigándolo sin cesar para evitar que pudiera recomponer sus defensas. El muchacho había tenido un verdadero golpe de suerte al tomar por sorpresa a su enemigo. Y quería aprovechar todo lo posible aquella ventaja. Incluso, aunque ello implicara tomar algunos riesgos.

Sus golpes y tajos se sucedían sin mucho orden ni concierto, acertando algunos, y resultando completamente inofensivos otros tantos. Pero no cesaban de caer sobre el aturdido sujeto con una furia desesperada.

En otras circunstancias, probablemente no le habría costado demasiado a un guerrero más diestro el aprovechar aquel desbocado ímpetu del muchacho para hacerle perder el equilibrio. O incluso sorprenderlo con un profundo contrataque entre sus descuidadas defensas.

Pero, al menos de momento, el oriental no podía hacer otra cosa que intentar recomponerse del ataque inicial. Y aún ello le costaba horrores. Mientras tanto, HALLFRID no soltaba presa. Mientras imploraba entre bufidos y gritos de furia una ininteligible plegaria a los dioses para que todo aquello terminara lo más pronto posible.

Pues, en verdad, no sabía cuánto más podría resistir con tanta vehemencia.

Turno 419 - Asalto 7

Los gemidos y el ruido del metal entrechocando iban en aumento, llegaban a los oidos del Rohir como una llamada de socorro, una alarma paralela ,que se volvía mas urgente a cada segundo que transcurría. Su frustración era grande. Estaba convencido de haber visto algo moverse entre las hierbas altas, pero para cuando finalmente llegó a escasos metros del lugar, no pudo descubrir nada. Por la cantidad de gente que deambulaba por la zona, Edan estaba convencido de que no podia tratarse de ningún animal, y creía poco probable que se tratase de Leofred. Su compañero había salido en dirección contraria en busca de los caballos y aunque hubiese decidido regresar dando un rodeo, le resultaba difícil pensar que hubiese llegado tan lejos en tan poco tiempo. A sus ojos era evidente que más de aquellos salvajes se escondían entre las hierbas. Tal vez, como él mismo, esperando su oportunidad para caer sobre sus amigos. Pero aquellos sucios orientales sabian esconderse bien. El granjero no habia sido capaz de ver a ninguno de ellos hasta que sus compañeros los sacaron de sus escondites.

Cuando llegó a su destino, su lengua chasqueó levemente en señal de disgusto. Pero tan convencido se encontraba de lo que habia visto, que no cejó en su empeño de emboscar a aquel enemigo. El Rohir era un hombre precavido y perseverante en exceso, acostumbrado a cerrar cualquier pequeño resquicio antes de continuar con sus tareas y aquella no era una excepción. Con más razón en una situación de peligro como aquella, Edan necesitaba asegurarse que no recibirian un ataque por la espalda mientras estaban enfrascados con los orientales. El viento movía las ramas y los Juncos, era un movimiento leve pero inquietante, el joven esperaba ver asomar un rostro de ojos rasgados tras los arbustos en cualquier momento, pero nada ocurria.

Echó un rápido vistazo a la refriega, y comprobó como sus compañeros empezaban a empujar a sus enemigos hacia el Este. Convencido de que su presa solo habia podido tomar un camino, se dispuso a recorrerlo, con algo más de presteza ahora, intentando recortar la ventaja que seguramente le sacaba.

Turno 419
Asalto 7

Larrid no dudo en seguir acosando al oriental y espada en mano se abalanzo sobre él. Alzó su arma en un primer ataque, para tatar de golpear desde arriba a su victima, aprovechando que ésta parecía ponerse a la defensiva. Aquello tenia que acabar rápido, vengar a sus amigos, y a ser posible averiguar donde estaban el resto de indeseables.

Turno 419
Asalto 7

El enemigo de Gwalin parecía estar a la defensiva, pero solo por que tras el pertinente ataque retrasaba su posición varios metros para distanciarse de su enemigo. Cuando el enano lo atacó, el oriental se esforzó en desviar de su propio cuerpo el peligroso hacha. Levantaba su curva espada sobre el, evitando ser herido, pero también buscando un hueco para alanzar a su oponente.

Otro de los hombres del este, el que se enfrentaba a Hallfrid, no era tan conservador. El ataque por la espalda lo había enfurecido demasiado, y su sed de venganza era mas grande que la posibilidad de escapar. Su espada surco el aire contra el campesino, buscando maliciosamente su carne entra la cota que este llevaba.

El tercero de los salvajes se debatía con dos enemigos. Pudo ver como Grimbeorn lo flanqueaba, pero poco podía hacer ya que Larrid ya lanzaba su hierro contra el. Estaba en apuros, no podría aguantar mucho contra dos enemigos. Trataría de incapacitar a uno de ellos, y evitar ser alzando por el otro. Su espada cortó el aire hacia el etheod, aunque con su escudo, poco podría hacer. Un golpe defensivo, sin demasiada intención, para después huir.

RESOLUCION TURNO 419
Asalto 7
 

Leofred no lograba descubrir nada. Por mucho que miraba en la dirección donde vio moverse algo, incluso alrededor de aquel punto, no distinguía a nadie. Tal vez su enemigo se escondía demasiado bien y esperaba el momento propicio, quizás solo fue el viento, o incluso algún animal. Esto último era algo improbable, dado que todos sus compañeros no andaban lejos.

El bardo rodeo el terraplén que tenía delante. Lo hizo con sumo cuidado, agachado y procurando no hacer ruido alguno, hasta llegar a unos arbustos que le ofrecían algo de cobertura. Desde allí, más abajo que antes, tampoco podía ver lo que quería, esperaba descubrir a un a un oriental oculto.

RESOLUCION TURNO 419
Asalto 7
 

El enano corrió, hacha en alto, hacia su enemigo (#1). Aunque el oriental iba retrocediendo, no sería tan fácil librarse de la pelea. El arma del enano describió una amplia trayectoria descendiente, pero el Sagath supo desviar el pesado hierro con un certero golpe sobre la cabeza del hacha. Gwalin aprovecho el movimiento para continuar con su ataque, pero una vez tras otra su oponente supo desbaratar lo intentos por herirlo. Los ataques que pudo hacer el hombre del este fueron infructuosos, más atento a desviar el arma enemiga, que en encontrar un hueco entre el escudo y la armadura por el que herir al naugrim. El oriental dio varios pasos hacia atrás, para seguir huyendo.

Hallfrid estaba enfrascado en su lucha personal con otro de los salvajes (#2). La herida en la espalda que Hallfrid le había propinado, enfureció al oriental. Su curvada espada silbó en dirección al cuerpo del campesino, mientras su lanza también buscaba abrir una nueva herida. El intercambio de golpes era un baile en el que Hallfrid trataba de mantener una distancia cómoda con la que usar su lanza, y la necesidad del bárbaro de que su espada lo golpease. Solo en una ocasión ambos pudieron alcanzar su objetivo, uno primero y otro después, golpearon con cierta fuerza la armadura contraria. Los daños no fueron cuantiosos, tan solo un buen hematoma les quedaría bajo las protecciones.

No muy lejos el tercero de los Sagath (#3), se batía con Larrid mientras Grimbeorn lo flanqueaba por la derecha. El etheod descargaba con furia, su espada contra el oriental en una carga, pero aquel despreciable hombre supo esquivar casi todos los lances. Grimbeorn aprovechó para atacar con su lanza al oriental desde el flanco ganado, pero éste era más escurridizo de lo que parecía, y esquivaba los pinchazos con cada movimiento, para frustración del animista. El Sagath solo recibió, por parte de Larrid, un leve golpe en su armadura. El oriental contesto violentamente con una serie de espadazos contra él, que chocaron contra el escudo del guerrero. Pero una acertada estocada en su antebrazo tras encontrar un hueco, hizo que sangre surgiera generosamente de la carne lacerada, mientras Larrid gruñía de dolor. Quedó algo turbado, instintivamente se protegió aún más con el escudo, como si quisiese comprobar la profundidad de la herida con su mano izquierda. Con aquel oponente momentáneamente fuera de combate, siguió esquivando la lanza del no muy hábil bosquimano.

Edan seguía en busca del cuarto arquero, fue hasta donde vio algo moverse, pero no descubrió nada. Estaba obcecado, no era capaz de encontrar lo que buscaba. El hecho de no haber recibido ningún flechazo lo hizo confiarse y, decidido, seguir avanzado. Lo hizo con sumo cuidado, agachado y procurando no hacer ruido alguno. Su mirada no estaba en la lucha en la que sus compañeros se encontraban envueltos, si no en los alrededores, cubriéndose las espaldas, tratando de encontrar al cuarto oriental.

Turno 419
Asalto 7

Gwalin se sorprendió cuando el oriental opuso su arma en el último momento para detener su tajo. Lo había elaborado bien, muy básicamente pero bien ejecutado. El golpe lo inició desde abajo para obligar a su oponente a parar en una guardia baja y así él ganar la desventaja que tenía por su altura y sacar algún punto limpio por donde meter su hacha. Así hizo y la cabeza del oriental se quedó expuesta. Girando su lanzada hacia la izquierda quiso cobrarse el turbante, pero casi sin más tiempo de reacción el oriental interpuso su arma girando su muñeca y desviando el hacha. Para colmo, le soltó una tímida estocada con la intención de alejarlo y por si de casualidad entraba en algún sitio desprotegido.

Con este ataque el oriental se movió varios pasos sin dar la espalda al guerrero, cosa que también desesperó a Gwalin. Estaba claro que no quería luchar y que en cuanto pudiera se escaparía con viento fresco de ahí.

-Gggrrrrmmmmmmm -gruñó en alto mirándole con fijeza tras su escudo. No tenía intención de dejarle marchar y menos de acabar el combate que había empezado. Al ver que se movía recorrió los mismos pasos y se puso a su misma altura. 

Al llegar agarró el mango de su hacha fuertemente y volvió al ataque. Esta vez fintó un tazo a la derecha mientras le empujaba con el escudo para desequilibrarlo. Después, sin darle tregua, le lanzaba otro tajo en diagonal desde abajo a arriba y de derecha a izquierda. Quería que lo parara, pues era más lento y evidente que el anterior. Así conseguiría que el oriental expusiera la rodilla derecha a la que realmente iba el último tajo descendente.

Turno 420 ~ Asalto 8

Edan alcanzó el peñasco sin mediar oposicion. Absorto como se encontraba en vigilar las hierbas altas, no se percató de su proximidad a la refriega. A escasos metros de su posición, Gwalin se batía en un intenso duelo a uno de los orientales. Habia llegado el momento.

El Rohir se habia convencido al fin de pasar a la acción. Daba igual lo que él creyese haber visto entre las hierbas, el enemigo estaba ya demasiado cerca como para ignorar su presencia. Debia ayudar al enano y al resto de sus compañeros. En cualquier momento podrian sufrir un ataque mortal, algo que el podía evitar si lograba soprender a los orientales desde atrás.

Resignado a no poder arrojar su lanza, bajo amenaza de fuego amigo, la guardó y desenfundó su arma de filo. Estaba más acostumbrado a manejarse con el escudo mientras esgrimía su hacha. Se sentía mas ágil y liviano con ella. Con prudencia se deslizó hacia su derecha, todavia amparado en la cobertura que le ofrecían los arbustos.

Cuando estuvo apenas a unos metros, escondido tras las hierbas, espero a que su presa retrocediese un poco más y se pusiera a su alcance.

Sus ojos se entornaron en un gesto de concentración. Sus piernas semiflexionadas, preparadas para impulsarse en un rápido y violento movimiento, como un felino agazapado, dispuesto a caer sobre su presa. Su lengua se paseo por el labio inferior degustando aquel momento.

Turno 420, Asalto 8

En aquél momento Leofred ya no estaba tan seguro de si realmente había visto a alguien. Lo mismo daba, tenía que atravesar aquella zona de matorrales.

Haciendo un breve sprint, el bardo atravesó la distancia que lo separaba del siguiente grupo de matojos para permanecer oculto, y al mismo tiempo se estaba acercando a aquél punto entre los arbustos. Una gota de sudor le recorrió la frente a causa del nerviosismo.

Turno 420, Asalto 8

La idea de envolver al enemigo con Larrid había parecido buena pero la suerte se mostraba esquiva. Los ataques del animista y del rohir no parecieron hacer mucha mella en el oriental; no sólo eso, Larrid acusó un fuerte golpe del arma de su oponente. Tal lance le dejó rezagado y eso provocó que el norteño refunfuñase, frustrado.

Su mejor opción para seguir con la ofensiva era el apoyo de Larrid, quien ahora parecía parapetarse tras su escudo, en un gesto demasiado defensivo. Grimbeorn retrocedió unos pasos en dirección al rohir, mientras levantaba su escudo y apuntaba la lanza contra el oriental. Era arriesgado pero la urgencia del momento requería una acción rápida, así que reunió apresuradamente el poder de Araw.

- ¡Araw, devuélvele su vitalidad a este luchador!¡Que su brazo no desfallezca! - En un momento, alzó su escudo como si quisiera proteger aun más a Larrid (aunque, en realidad, lo hizo para que su puño tocase el brazo del rohir).

Turno 420
Asalto 8

El enemigo (#1) de Gwalin pretendía, claramente, alejarse de allí. Pero no podía darse la vuelta sin más y salir corriendo, no sin exponerse. Antes de huir, necesitaba incapacitar al enano. Decidido, espero a que el enano se acercara lo suficiente para asestar una estocada que lo matara, o al menos dejase fuera de juego.

El oriental (#2) que se enfrentaba a Hallfrid, no cejó en su empeño. Si no quería verse acosado por mas enemigos, tenia que acabar cuanto antes. Afianzó su posición, asegurando los pies en el suelo y tomando una tensa postura. Alzando su espada, lanzo el filo contra el cuerpo del campesino, para seguir dando espadazos en un baile mortal.

El último de los salvajes (#3) se vio por momentos liberado del acoso de sus enemigos. Sin pensárselo se giro para salir corriendo de allí, corriendo todo lo deprisa que sus piernas podían.

TURNO 420 - ASALTO 8

HALLFRID había intentado mantener su plan original de atosigar al oriental sin descanso, lanzándole todo lo que tenía para evitar que este pudiera recomponerse y plantarle batalla. Sin embargo, poco a poco iba sintiendo que el esfuerzo se iba cobrando su precio. Y sus ataques se volvían más toscos y esporádicos, permitiéndole al oriental colarse entre sus defensas de tanto en tanto.

Por supuesto, aquella no había sido una estrategia propiamente dicha. Pues el joven campesino era demasiado inexperto para tal cosa. Pero era una idea que se había abierto camino tímidamente en su cabeza luego del ataque inicial, que había dejado a su enemigo algo aturdido y sin posibilidades de defensa.

Pero el muchacho no podía evitar que su furia se fuera desvaneciendo con cada golpe. Y ya empezaba a notar que su lanza se hacía más pesada a cada momento, y su resuello más aparatoso. Para peor, su enemigo había conseguido finalmente recuperarse de la sorpresa inicial, y enfrentaba al burdo campesino desde una posición bastante menos desesperada que al comienzo, prácticamente de igual a igual.

De modo que, sin habérselo propuesto, pero obligado por las nuevas circunstancias, el gondoriano comenzó a modificar su táctica, adoptando una posición más prudente, que le permitiera aprovechar la ventaja que le ofrecía su lanza. Si su enemigo quería acabar con él, tendría que tomar riesgos...

RESOLUCION TURNO 420
Asalto 8
 

Gwalin siguió acosando al oriental (#1) que, aunque claramente trataba de retroceder poco a poco, no podía evitar los continuos ataques del enano. Estaba decidido a darle caza. El hacha volvió a cortar el aire, mientras que con el escudo quiso golpear a su oponente. No era suficiente para derribarlo, pero sí lo justo como para obligarlo a dar un paso atrás, momento en que el hacha impacto desde la derecha contra el pecho del salvaje. El golpe era fuerte, la armadura no pudo parar todo el daño, y la sangre brotó bajo ella. El líquido escarlata teñía la casaca que vestía bajo las protecciones. Un grito de dolor acompañó a una serie de desesperados espadazos, que o bien se perdían en el aire, o simplemente eran desviados por el arma enana. Un segundo golpe, más débil, dio contra el brazo del enemigo, aunque esta vez el daño no fue tan grave. Dolorido, el oriental siguió con su táctica de retrasar su posición.

Edan siguió moviéndose con cautela, despacio y desconfiado. Se fue acercando hacia la posición de Gwalin, pero previendo la posible huida del oriental. Mientras observaba como el enano y el salvaje se batían fervientemente, pero también echaba furtivas miradas detrás de él para asegurarse de que ninguna flecha caía sobre él. El oriental descubrió a Edan agazapado entre los arbustos, algo que lo puso en total alerta, ahora sabía que si quería tener alguna oportunidad, debía huir.

Larrid estaba momentáneamente incapacitado, y Grimbeorn quiso ayudarlo. Las dotes del bosquimano eran amplias, y aunque estaba desarrollándolos, era capaz de hacer muchas cosas. Aun así, se acercó hasta Larrid, al tiempo que imploraba a El cazador su ayuda. Golpeó con su puño al guerrero, pero de una forma violenta, sino más bien como una manera de insuflar parte de la vitalidad perdida. Araw lo había escuchado. Larrid tardo un poco aun en recuperarse, pero finalmente se levantó para descubrir que el hombre del este (#3) que le había herido, corría alejándose de allí. Entre arbustos, saltando raíces y esquivando agujeros, se había alejado casi una treintena de metros, pronto estaría demasiado lejos.

Hallfrid continuaba con su pelea personal. El bárbaro (#2) que tenía ante él parecía no encontrar la manera de lograr herir al campesino. Éste a su vez esgrimía la lanza con algo más de soltura, pero tampoco era capaz de alcanzar al arquero. Unas cuantas puyas, estocadas y espadazos intercambiados, no hicieron que la situación variara. En cualquier momento la suerte sonreiría a uno de los dos contrincantes y eso significaría que el otro estaría en serios problemas.

RESOLUCION TURNO 420
Asalto 8
 

Leofred avanzo un poco más, esta vez abandono la cautela para arriesgar un pequeño sprint. Los nervios estaban a flor de piel, esperaba descubrir a un enemigo merodeando entre los arbustos, o incluso una flecha que repentinamente se abalanzara sobre él. Tomo una nueva posición tras dos pequeños setos, sus ojos escrudiñaban cada escondite cual cazador en busca de una presa, pero no lograba ver nada. Comenzaba a preguntarse si seguía en aquella zona, si su objetivo se habría movido, si se trataba de un error y no había nada, o si el enemigo aguardaba un paso en falso del bardo.

Turno 421

Asalto 9

Gwalin por fin alcanzó a su oponente con el filo de su hacha. El oriental que pretendía escabullirse, dejó un hueco en su defensa que aprovechó el guerrero para introducir el filo en un tajo contra su pecho. Un brillo acerado apareció en la cara de Gwalin cuando notó que impactaba contra su adversario y salió su hacha manchada con su sangre. Por fin le había alcanzado.

-Ahora solo queda rematarte -dijo con un rostro serio y una voz dura y fría como su hacha.

Pero el oriental no era un novato y supo escabullirse hasta colocarse detrás de un arbusto cercano dificultando el siguiente golpe de Gwalin. Éste le siguió y no pudo hacer otra cosa que lanzarle un tajo vertical para que lo parara. Así por lo menos no lo seguiría ostigando y oblgando a parar.

Turno 421
Asalto 9

El Sagath (#1) se enfrentaba a Gwalin, había sido herido, y su sangre comenzaba a cubrir las ropas que llevaba bajo la armadura. La visión de un nuevo contrincante, no le hizo dudar un solo instante, y comenzó a correr para huir como ya lo había hecho su compañero. El oriental (#3) ya llevaba unos cuantos metros de ventaja, y aun así corría sin mirar atrás, sin preocuparse por lo que pasaba tras el.

El ultimo de los arqueros (#2) seguía luchando con Hallfrid, aunque ni el campesino, ni el Sagath parecían lograr herirse entre si. La curvada espada oriental volvió a la carga. En algún momento su objetivo herraría, y su espada se hundiría en el pecho del enemigo.

TURNO 421 - ASALTO 9

El joven campesino había adoptado finalmente una estrategia más cauta, abandonando de momento aquella atolondrada sucesión inicial de golpes y tajos sin mucho orden ni concierto, que casi no le habían dado ningún resultado. Necesitaba ganar tiempo. Extender el combate. Pues tenía que recuperar el resuello, y alejar el entumecimiento que había comenzado a sentir en los brazos.

Mantener las distancias con su enemigo pronto se volvió una cuestión prioritaria. Y también cuidar en todo momento su guardia, para obligar así a su oponente a tomar serios riesgos si pretendía alcanzarlo. No se trataba de una táctica propiamente defensiva. Pues lo cierto era que HALLFRID apenas si entendía de tales cosas. Pero si más pausada, y que se caracterizaba por largos períodos de estudio.

En verdad, el inexperto muchacho también contaba con que alguno de sus camaradas pronto acudiría en su auxilio. Aunque, a juzgar por lo que alcanzaba a observar de tanto en tanto por el rabillo del ojo, ello no iba a ocurrir demasiado pronto. Así que lo mejor era prolongar el combate todo lo posible, sin tomar demasiados riesgos.

De todos modos, en cierto momento el gondoriano creyó divisar una brecha en la guardia de su oponente. Que cada vez parecía más atolondrado por poner fin al combate. El muchacho había estado aguardando un instante como aquel. Pues sabía que, antes o después, las heridas del oriental iban a obligarlo a adoptar medidas desesperadas. El maldito desgraciado tenía que sentir que las fuerzas lo abandonaban. Y con ellas, sus últimas posibilidades de sobrevivir a la batalla.

Abriendo bien los ojos y tensando su cuerpo, HALLFRID se preparó para la embestida de su enemigo, dispuesto a dar un paso al costado en el último momento. Si tenía suerte, el ataque dejaría lo suficientemente expuesto al oriental como para colar su lanza bajo el brazo extendido que portaba la espada. Si no... tal vez nunca abandonaría aquellas tierras malditas.