Partida Rol por web

Turno 415, asalto 3

Gwalin recicbió un nuevo par de descargas, esta vez una de ellas se metió por debajo de la cota y le produjo un leve rasguño. No era demasiado profundo, pero era lo suficientemente doloroso para recordar al guerrero que esto no era un juego, que si estaba expuesto demasiado tiempo sufrirían las consecuencias de los arqueros enemigos. El guerrero apretó los dientes e ignoró el dolor que le producía aquella herida. Tenía cosas más urgentes a las que dedicar su tiempo y concentración.

-Debemos seguir rodenado los árboles en busca de los enemigos- sugirió el enano a Larrid cuando ya se encontraban tras los árboles-. No podemos dejar que se vayan sin más. Debemos capturar por lo menos a uno para sacarle información.

-Yo me acercaré por la posición de Halfrid, rodeando por el sur y yendo hacia el este. Vamos juntos si quieres -le prpuso a Larrid. Y dicho esto comenzó a moverse, parapetado por su escudo en dirección hacia su compañero.

Turno 414

Leofred podía escuchar el relinchar de los caballos. Sabía que estaba cerca, pero aún no podía verlos y el pánico le hacía ver enemigos en cada rincón. Ninguna flecha había volado en su dirección hasta aquél momento, de modo que abandonó la precaución de moverse cambiando de dirección y realizó un sprint final hacia los animales, deslizándose sobre el suelo cuando calculó que se encontraba lo suficientemente cerca para verlos, para disimular su presencia entre la escasa hierba y el polvo levantado; si resultaba tener razón sobre los orientales atacando sus monturas mientras los distraían, no quería que lo viesen antes de que él los viese a ellos.

A su espalda podía escuchar, (o quizá solo lo imaginaba), a sus compañeros defendiéndose de las flechas enemigas. Por un lado quería volver y ayudarles, pero aunque quizá sus sospechas fueran infundadas, sentía que tenía que verificar la seguridad de sus caballos. Dejarlos fuera de la vista antes de saber a qué se enfrentaban podía haber sido un error fatal. Fuera como fuese, lo que importaba ahora era actuar con rapidez.

Turno 415 - Asalto 3

Edan observó en vilo como el bosquimano avanzaba agachado hacía el lugar que le había indicado. Debia recorrer varios metros por una zona bastante expuesta, era una maniobra arriesgada, pero seguramente Grimbeorn tenía un objetivo más claro que el rohir. Las flechas silbaron de nuevo, y Edan pensó que el hombre de los bosques habia sido descubierto, pero el objetivo eran en realidad el enano y Larrid. Al menos al principio, porque una nueva flecha salió de los arbustos y Grimbeorn cayó al suelo como un fardo relleno de piedras.

El joven se sobresaltó. Y al principio sopesó abandonar la seguridad de su escondite para ir a socorrerlo. Pero entonces vió como su compañero, a pesar del dolor, señalaba con su lanza en la dirección de donde habia salido la flecha, y Edan comprendió que si se mostraba ahora, no habrían ganado nada. De modo que permaneció agazapado, vigilando obsesivamente el lugar que Grimbeorn le señalaba.

Venga...mostraos, hijos de puta escurridizos

Turno 415
Asalto 3

El campesino seguía agazapado, bien escondido, sin moverse mientras escrutaba los posibles escondites de sus enemigos. Estaban ocultos entre los arbustos y hondonadas, no podía verlos pero sabía que estaban allí. Cuando vio a Grimbeorn caer bajo el disparo, Siguió su instinto, y comenzó a avanzar buscando la cobertura de los arboles, trataría de rodear al enemigo, quizás así los pudiese descubrir.

Turno 415
Asalto 3

- Ve por la derecha, con Hallfrid - le dijo al enano - Yo iré por la izquierda, con Edan - añadió echando de menos la presencia de Leofred.

Pero cuando el enano marchó él no se movió del sitio. Su intención era desviar las flechas hacia su posición, y dar una oportunidad a los demás de rodear a los tiradores sin peligro. Tendría que andar con mucho cuidado, no tenia su escudo. Se dejaba ver, incluso hacia amago de salir, antes de volver a esconderse en la hondonada

Por fin Larrid parecía reaccionar a la situación y comenzó a dar ordenes. Edan esperó sus consignas esperanzado. El mercenario avanzaría hasta su posición y tratarían de rodearlos, pero una vez que el enano se separó, Larrid se quedó donde estaba.
Edan creyó comprender las intenciones del lider del grupo y siguió alerta, mientras el resto ocupaban posiciones.

RESOLUCION TURNO 415
Asalto 3
 

Larrid y el enano se decidieron a continuar. Gwalin fue hacia la posición de Hallfrid, con cuidado de permanecer fuera del alcance de las flechas. Hallfrid también decidió ir hacia los arqueros, pero temeroso lo hizo bajo la cobertura de los arbustos que había tras él.

En el otro flanco, Edan permanecía aun quieto, sin poder descubrir la localización de sus enemigos con exactitud. Grimbeorn estaba en el suelo, con la flecha clavada no muy lejos de él, en el suelo. Su cuerpo yacía como muerto, eso quería que pareciese. Lo cierto es que era difícil que su treta surtiese efecto, ya que la armadura había desviado la perforación, y no le habían dado en ninguna zona sensible. Allí tendido poco podía hacer, seguía expuesto, aunque la posición podía brindarle cierta protección, limitando el ángulo de disparo de los arqueros. Con su lanza señaló al arquero que él si había visto. Mentalmente recitaba las oraciones aprendidas, lo ayudaban, estaba convencido, a ganarse los favores de Araw.

Esta vez no hubo disparos, sus enemigos bien podían haberse marchado tras la última descarga, pero lo más seguro es que se estuviesen tomando su tiempo para un nuevo disparo. Larrid no hizo lo que todos esperaban. Se quedó quieto, sin ocultarse, pero preparado para parapetarse si veía aparecer más flechas. Con su arma desenvainada, parecía querer atraer hacia si los ataques enemigos. Daria una oportunidad a sus compañeros para encontrar a los tiradores, pero tenían que actuar rápido.

RESOLUCION TURNO 415
Asalto 3
 

Leofred acelero el paso, consideraba que estaba lejos y opto por la velocidad en lugar de la protección. No tardó en llegar junto a los caballos, estaban en una hondonada, rodeada de arbustos. Según llegó, trato de esconderse tras una roca.

Desde su escondite trato de buscar la presencia de los orientales, no parecía haber ninguno en las inmediaciones. Aquello no significaba que no los hubiese, pero de si estaban por allí, el bardo no podía verlos. Estaban todos los caballos, con los enseres cargados, incluso el escudo de Larrid estaba allí.

Turno 415 416, asalto 4

Gwalin se escabulló lo más rápido que pudo hasta colocarse detrás de una roca que le ofrecía cobertura. En su periplo no había sufrido ningún ataque y consideró la idea de que sus enemigos se hubieran marchado. Enfadado por tal pensamiento el enano gruño por lo bajo.

-Grrrrrmmmmmm. No os escaparéis tan fácilmente -pensó el guerrero para acto seguido sacar su cabeza con cuidado y otear el entorno.

Al hacerlo vio a Grimbeorn tmbado. En un primer momento creyó que también había caído bajo las flechas enemigas, pero al fijarse mejor vio que estaba tumbado. Su lanza señalaba el punto en el que había localizado algo. Gracias amigo, si no esa lanza no estaría puesta de esa forma -pensó Gwalin. Aun así, sabía que no podía confiarse. Lo más seguro es que hubiera varios tiradores y que estuvieran en sitios diferentes. Yo haría lo mismo -volvió a pensar. Y acto seguido salió de su cobijo y corrió hasta situarse en el siguiente grupo de árboles que le ofrecían cobertura.

Sabía que por el camino podía recibir algún disparo, por lo que el guerrero se parapetó detrás de su escudo  en la dirección que indicaba Grimbeorn para protegerse de los posibles flechazos. Mientras corría, miró en su derredor, sobre todo a su derecha, por si veía a algún enemigo moverse. Por ahí andaba Hallfrid, pues lo había visto moverse, pero nunca estaba de más ser precavido.

Turno 416, Asalto 4

El bardo suspiró de alivio al ver a los caballos en perfecto estado, Larrid había hecho bien en mantenerlos ocultos. Pero ¿y ahora qué? Podía llevar los caballos con ellos para facilitar la huida de sus compañeros, pero fácilmente las flechas apuntarían a las monturas; no, si querían huir, debían ser ellos quienes se moviesen hacia los caballos, y no al revés.

La opción de huir en solitario apareció en su mente, pero la rechazó de inmediato, ningún dúnadan era tan frío de corazón como para abandonar a un compañero. Solo le quedaba volver, e intentar aprovechar el haberse apartado del campo de batalla para flanquear a los orientales sin ser visto, pero su instinto aún le decía que era un peligro desproteger a los caballos. Leofred se mantuvo indeciso entre los arbustos unos angustiosos segundos, pero el tiempo era valioso y no podía malgastarlo.

Tras una última mirada alrededor, y sin arriesgarse siquiera a recoger ninguna pertenencia de los caballos, Leofred volvió hacia donde había dejado a sus compañeros, mucho más precavido y silencioso que antes.

Turno 415 416-Asalto 4

Edan seguía sin ver nada. Se maldecia a si mismo mientras observaba como a su derecha Grimbeorn yacía dolorido apuntando con su lanza en una dirección donde el no podia distinguir a nadie. Más allá pudo distinguir como Hallfrid se alejaba rodeando los arbustos y Gwalin avanzaba posiciones.
Todavia temeroso y a la espera de nuevas ordenes por parte de Larrid, el rohir decidió asomarse al umbral de los arbustos que lo escondían para ver si así podía ganar algo de visibilidad.

Las hojas de los arbustos se le pegaban en la barba. La tensión del momento le atenazaba, cualquier pequeño sonido de las ramas rozando contra su armadura le parecía un estruendo, por suerte no se habia movido mucho y seguía al amparo de las hierbas altas.

Turno 416, asalto 4

Grimbeorn continuaba tendido en el suelo, concentrando, focalizando y moldeando gota a gota el poder de Araw. No le gustó el hecho de que no hubiera habido disparos durante los últimos momentos. Tal vez, temía el animista, sus agresores estaban cambiando de posición. Pero no había oído ruido de vegetación, por lo que también era probable que estuvieran apuntando sus siguientes disparos. Tampoco le había parecido escuchar a sus compañeros moviéndose; aquello le preocupaba pues significaba que podían haberse quedado paralizados o inmovilizados en sus escondites, lo que dejaba la iniciativa a los tiradores. Entonces, sólo sería cuestión de tiempo que les fueran localizando uno a uno y disparando.

"Un poco más", pensó el norteño mientras enfocaba aun más la concentración para convertir el poder bruto en el efecto deseado. Por suerte, el dolor producido por el flechazo comenzaba a mitigarse y eso facilitaba el tener la mente más clara pero, como la vieja Geleswinta le había enseñado, aquello no aceleraba el proceso de usar las bendiciones de los Valar. No existían atajos para los mortales cuando empuñaban el poder divino, ni siquiera cuando se cree contar con su favor. El estar quieto ayudaba también con la concentración y, con algo de suerte, los tiradores tal vez se confiarían pensando que su quietud pudiera deberse a una inconsciencia producida por el dolor del impacto; el problema de aquella estratagema es que podía preocupar al resto de la comitiva. Pero poco podía hacer Grimbeorn al respecto.

Turno 416
Asalto 4

El campesino continuó escondiéndose entre los arbustos, semiagachado y tratando de no ser descubierto. Siguió hasta llegar al final del grupo de arbustos que se extendía por el flanco derecho. Allí se detuvo y oteo los alrededores para tratar de descubrir a los arqueros.

Turno 416
Asalto 4

Larrid se dejo ver un poco mas, su intención era atraer descaradamente las flechas hacia si mismo, pero para eso, sabia que debía de arriesgar. Miraba a sus compañeros, no podían estar demasiado lejos del enemigo y si las flechas iban en su dirección, entonces los demás tendrían la oportunidad de abalanzarse.

Decidido adelantarse caminando hacia el frente, en dirección a la hoguera. No veía nada, pero esperaba la llegada de varios proyectiles por lo que aun avanzando, se preparaba para ponerse a cubierto buscando con la mirada donde hacerlo.

RESOLUCION TURNO 416
Asalto 4
 

El enano estaba decidido a llegar hasta los tiradores. Con determinación y valentía avanzó hacia su objetivo, o al menos hacia la procedencia de los disparos. Larrid por su parte también comenzó a adelantarse. El etheod quería ser el centro de atención, y atraer los disparos. Las flechas volaron, tres saetas que silbaron cortando el aire fueron en busca de su víctima. Una de ellas fue directamente hacia Larrid, pero iba algo desviada y no tuvo problemas en esquivarla. Las otras dos fueron hacia el enano, que se acercaba demasiado y representaba una amenaza. La primera se estrelló contra el escudo débilmente, rompiéndose a la mitad al no llegar a calvarse. La segunda, sin embargo, logro alcanzarlo. Lo hizo en el costado derecho, golpeando con fuerza, por suerte la cota enana evito la perforación, desviando el proyectil, pero no evitando una fuerte contusión bajo ella. Finalmente, Gwalin llegó hasta un arbusto, tras el que se resguardó creyéndose a salvo. Larrid consiguió parapetarse de nuevo tras un pequeño terraplén.

En el flanco izquierdo Edan continuaba indeciso. No quería revelar su posición dejando la cobertura que el arbusto le ofrecía, aunque éste en parte le impedía descubrir a sus enemigos. Decidió adelantarse un poco, lo justo para poder echar un vistazo sin ramas de por medio. Pero no logó ver nada, no descubrió donde se escondían los arqueros, y solo pudo intuir como las flechas caían.

En el flanco contrario, Hallfrid se escabullía entre los arbustos, yendo de uno a otro todo lo deprisa que la cautela le permitía. Sabía que todos los ojos estaban en Larrid y Gwalin, y que mientras así fuese, podría seguir rodeando a los tiradores. El campesino llegó hasta el último de los arbustos que le ofrecían cobertura, donde se detuvo a observar.

Mientras todo aquello ocurría, Grimbeorn seguía tumbado, boca arriba y sin moverse lo más mínimo. De su garganta surgían versos aprendidos, mientras sus labios se esforzaban en estar todo lo quietos que las palabras les permitían. Invocaba el favor de Örome, y no era para que la suerte lo acompañase, si no para que sus manos canalizasen la gracia del valar y lo ayudase a reponerse de sus heridas.

El sol en lo alto, de espaldas y ofreciendo una ventaja al enemigo, era un hándicap para aquellos que trataban de defenderse de las saetas. El suelo humeaba, aun helado, bajo los incidentes rayos de los tempranos rayos Anar. El frio aun acuchillaba la piel, aunque apenas eran capaces de sentirlo bajo la presión del momento. El peligro aun acechaba.

RESOLUCION TURNO 416
Asalto 4
 

Leofred constató que los caballos estaban a salvo, o al menos que el no sentía ningún peligro sobre ellos. Aunque dudo por momentos, decidió volver con sus compañeros. Se tomó su tiempo y prefirió avanzar con un paso firme, semigachado y buscando siempre la cobertura de los arbustos y rocas. Saltaba de unos a otros sin dejar de mirar alrededor.

El sol en lo alto, de espaldas y ofreciendo una ventaja al enemigo, era el lugar al que se dirigía y en el que sus amigos se enfrentaban al enemigo. El suelo humeaba, aun helado, bajo los incidentes rayos de los tempranos rayos Anar. El frio aun acuchillaba la piel, aunque apenas eran capaces de sentirlo bajo la presión del momento. El peligro aun acechaba.

Turno 417, asalto 7 5

Si no fuera por el frío, la presencia de sus atacantes y su dolorido brazo, a Grimbeorn no le hubiera importado quedarse allí tumbado contemplando el cielo de la mañana mientras oraba al Señor del Bosque. Pero no era aquella una plegaria de agradecimiento; tan pronto sintió en su mente que el poder del Ainur tenía la forma básica que el norteño deseaba, movió lo más lenta y sutilmente que pudo su brazo libre para descargar la energía renovadora en su cuerpo. Sintió como el dolor remitía levemente y las fuerzas comenzaban a fluir por sus miembros, pero el animista aun acusaba los efectos del flechazo.

Sin embargo, el poder divino no le había devuelto confianza; la situación no había cambiado mucho y Grimbeorn se debatía entre moverse de nuevo y avisar al resto de las posiciones de los arqueros o volver a recurrir al poder del Cazador para sobreponerse a su herida.