Partida Rol por web

Turno 417, asalto 5

Gwalin se movió rápido desde la piedra hasta unos arbustos cercanos, pero en el camino una flecha le alcanzó en un costado. El guerrero apretó los dientes y no dijo nada. No quería que sus enemigos supieran si le habían alcanzado o no. Aun así estaba herido, pero no muerto.

-Grrrmmmmm -gruñó quitándose la flecha y mirando hacia donde había partido la misma.

Lo bueno de todo ello es que sabía de donde venían los disparos por lo que sabía dónde estaban sus enemigos, por lo menos ahora.

Con esta idea en la mente el guerrero, salió de su escondite y corríó hasta donde creía que estaban los orientales. Oponiendo su escudo y su hacha en contra de la dirección de donde venían las flechas para llegar hasta su enemigo.

Turno 407 417 - Asalto 7 5

Las flechas volvieron a sonar. Edan puso su máxima atención en descubrir su origen, pero una vez más le resultó imposible averiguarlo.

Sus compañeros seguian sufriendo ataques. El tiempo pasaba y su situación no hacia mas que empeorar. Había que tomar una decisión cuanto antes. El rohir no se lo pensó más. Aprovechando que la última andanada se acababa de producir, se movió con decisión hacia la posición en que Grimbeorn señalaba. Lo hizo con cautela. Ahora que la atención estaba centrada en Larrid, el enano y Grimbeorn, tal vez pudiese acercarse sin ser visto.

Iba agachado, con su escudo por delante, por si alguna flecha lo soprendia de frente. En su mano la lanza seguía preparada. No dudaría en ensartar al primer Oriental que se cruzase en su camino.

Turno 417
Asalto 5

Al ver lanzarse con decisión al enano, Larrid supo que de nada valía su estrategia, y que las flechas no irían hacia el. Ya estaba hecho, tendrían que arriesgar sus vidas para detener a los arqueros, resoluto corrió al frente, hacia Grimbeorn. Su intención era la de sobrepasarle y tratar de descubrir que había tras aquellos arbustos.

Turno 417, Asalto 5

Leofred se sentía desnudo y desprotegido mientras atravesaba el terreno, intentando ocultarse de un enemigo al que él mismo era incapaz de ver. Un sudor frío le recorrió la espalda, causado únicamente por su nerviosismo; sus ojos iban de un lado a otro del terreno y luego a su ballesta, como si quisiera confirmar que aún estaba cargada. Solo deseaba que ojalá no hubiera cometido una estupidez y sus compañeros hubieran pagado el precio.

TURNO 417 - ASALTO 5

El joven campesino había ido avanzando poco a poco entre los arbustos, sin prisas, pero sin pausas, y casi estaba llegando al final de su zona de cobertura. Tenía los nervios crispados por la tensa espera, y sus manos se humedecían ante la proximidad del combate. Aún no podía identificar con certeza el escondite de sus enemigos. Pero ya no había dónde ir. Para bien o para mal, pronto todo se desencadenaría...

HALLFRID se había propuesto alcanzar la última de aquellas formaciones de zarzas y espinos que flanqueaban su posición. Era la más pequeña de todas, y dudaba de que pudiera proporcionarle un verdadero cobijo. Pero seguía sin divisar a los orientales, así que prefería continuar con su actitud cautelosa.

Sin embargo, de repente todo se precipitó. Un bramido a su izquierda lo obligó a mover la cabeza para identificar aquella nueva amenaza, abandonando de momento su vigilancia sobre los arbustos que tenía por delante. Y al hacerlo, pudo identificar al enano lanzándose sin más a la carga.

El objetivo de su camarada no estaba nada claro. Al menos, desde la posición donde se hallaba el muchacho. Pero parecía próximo al grupo de arbustos que tenía justo por delante, un poco a la izquierda de donde se hallaba ahora el joven campesino.

Sin dudarlo un instante, el muchacho se lanzó raudo a por aquella posición, aún sin poder identificar qué diablos había detectado el enano. De todos modos, lo hizo algo encorvado y en silencio, como si todavía procurara pasar desapercibido para sus enemigos.

Mientras atravesaba el claro que lo separaba de su objetivo, con la lanza en alto y la mirada fija en los arbustos que tenía por delante, murmuró una muda plegaria a los Dioses para que acudieran en su ayuda...

RESOLUCION TURNO 417
Asalto 5
 

El enano salió a toda prisa, parapetado tras el escudo, hacia donde creía que se encontraría uno de los arqueros. La situación se precipitaba. Larrid, viendo a su compañero correr, hizo lo mismo hacia la posición de Grimbeorn que, en el suelo, continuaba inmóvil. Mientras, Hallfrid también avanzo decidido, cuidadoso pero seguro de sí mismo. Se dirigía hacia la línea de árboles que consideraba el escondite de alguno de los enemigos. Edan, por su parte, decidió ser precavido, y cuidadosamente se adelantó de su escondite.

Tumbado, Grimbeorn comenzó a elevar sutilmente la voz, recitando pasajes y oraciones para invocar el poder de Araw. Colocando ambas manos en los costados, pudo sentir como el calor comenzaba a invadir las palmas de sus manos. Con aquel calor, la vitalidad volvió a su cuerpo, sus plegarias habían sido escuchadas.

El enano pudo ver su objetivo, ahora sí. El arquero (#1) lo apuntaba apresuradamente. Con el escudo bien encarado, dispuesto a detener la flecha amenazante, Gwalin aceleró el paso. No fue el único proyectil que surco el cielo hacia el Naugrim, otros dos silbaron hacia el cuerpo del enano. El primero de ellos impacto contra el escudo, quedando clavado en el sin mayor daño. Los otros dos llegaron por la espalda, y golpearon violentamente a Gwalin. Afortunadamente su cota de malla pudo resistir la perforación, y redujeron el daño a dos pequeñas punzadas en la espalda y el costado. Por esa vez, había escapado de la muerte. Llegó hasta el tirador (#1) dispuesto a propinarle un hachazo, pero debido a su carrera, y tratar de no ser alcanzado, su arma no llego ni a rozar al oriental.

Larrid, horrorizado por el peligro al que Gwalin se había expuesto, llego tras su carrera hasta su objetivo. Tras los arbustos descubrió a un segundo tirador (#3), al que no dudó en atacar con su espada sin resultados. Su carrera, y el hecho de descubrir súbitamente al enemigo, le hizo fallar.

Hallfrid, en el flanco izquierdo, fue directo hasta los siguientes arbustos que podían ofrecerle cobertura. Tras ellos, y al igual que Larrid, se encontró de lleno con el tercer asaetador (#2). Estaba de espaldas, y acababa de lanzar su flecha contra el naugrim. Sin dudarlo un segundo, cargo con su lanza contra aquel despreciable hombre. Su punta se clavó en la espalda, cerca del hombro. La armadura ligera que llevaba el arquero no logro absorber todo el impacto, la lanza logró lacerar la carne del sagath, haciendo soltar un fuerte alarido de dolor y obligándole a apoyarse con la mano en el suelo para no caer.

Poco importaba ya el frio viento que levemente soplaba, o la neblina misteriosa que cubría un palmo el helado suelo, la acción se había desatado y pronto el olor de la sangre impregnaría la hierba. La tensión no dejaba pensar en otra cosa que en terminar con el enemigo.

Resolución turno 417
Asalto 5

Algo atrajo la atención de Edan, un ruido proveniente del noreste que le hizo detenerse por momentos. Entre los arbustos algo se movió. El rohir se puso tenso, cual perro de caza al descubrir a su presa.

RESOLUCION TURNO 417
Asalto 5
 

Leofred regresaba junto a sus amigos con toda la cautela que podía. En su interior seguía temiendo la presencia de algún enemigo en los alrededores. Avanzaba intranquilo y despacio, pero sin detenerse, tratando de ocultarse y de hacer el menor ruido posible.

Algo atrajo su atención, un ruido proveniente del sur que le hizo detenerse por momentos. Entre los arbustos algo se movió. Leofred se puso tenso, cual perro de caza al descubrir a su presa. Poco importaba ya el frio viento que levemente soplaba, o la neblina misteriosa que cubría un palmo el helado suelo, la amenaza estaba allí.

Turno 418, Asalto 6

Gwalin se movió rápido entre los arbustos. Se había cansado de ser aseteado y de no encontrar a los arqueros. Así que corrió hacia donde creía que había uno ellos. Parapetado detrás del escudo el naugrim esperaba detener las flechas que le vinieran desde el lugar a donde quería llegar y una flecha llegó desde ese punto y se quedó clavada en él. El enano rió pues ahora conocía el lugar donde estaba el aruqero, no se había equivocado.

Pero dos flechas más le llegaron desde su espalda. Éstas no las había contemplado y al notarlas como se clavaban en su cuerpo se estremeció. De no ser por la cota de mallas habría recibido dos disparos mortales, pero tuvo suerte y su armadura absorvió casi todo el impacto.

Al llegar al lugar descubrió al oriental que le ahbía tirado la primera flecha. Gwalin cargó lleno de ímpetu, tras haber sido aseteado. Pero la carrera que llevaba le había producido un desgaste demasiado grande y su ataque no tuvo recompensa.

Aun así, volvió a levantar su hacha y cargó de nuevo contra el oriental.

-Ya no podrás huir de mí -le advirtió el anano mirándole con unos ojos fríos y relucientes-. Ahora te toca a ti sufrir.

Turno 418, Asalto 6

Mientras el norteño permanecía tumbado sobre la hierba y sentía como el poder de Araw restablecía sus fuerzas, algo cambió en los alrededores. El ruido de pisadas apresuradas contra la maleza y un sonido metálico rítmico por un lado, seguido poco después por otras pisadas, el silbido de flechas,...

Grimbeorn optó por incorporarse para ver cómo el enano se había lanzado de cabeza contra un enemigo invisible... y había tenido éxito en su táctica. Larrid debía haber sido el segundo que debió de correr hacia los arqueros, pues el líder de la comitiva también había logrado acercarse hasta otro tirador. Quizás es lo que deberían haber hecho desde el principio, en lugar de una aproximación más cautelosa aunque, en su cabeza, sentía que el resultado hubiera sido desastroso.

Pero no era el momento de quedarse allí en consideraciones vacías. Tres de sus compañeros estaban ya inmersos en el fragor del combate, lo que ayudó al animista en gran medida a decidirse. Recuperó su lanza y, con paso ligero, se acercó por el flanco del oponente con el que se batía Larrid hasta superar su posición.

Turno 418, Asalto 6

Al notar algo moviéndose a cierta distancia en su camino, Leofred extremó la cautela. Agachado para no ser visto y aprovechando los pocos matorrales cercanos, avanzó, y terminó arrastrándose los últimos metros sobre el suelo hasta estar favorablemente posicionado en lo alto de una pequeña elevación del terreno, donde podía apoyar la ballesta con comodidad y corría menos riesgos.

Aún no estaba seguro de lo que había visto. ¿Era un oriental, o uno de sus compañeros? Tal vez no fuera ninguno o no fuese nada, pero por el momento, Leofred decidió que lo mejor era esperar a estar seguro.

El joven campesino se había ido acercando lenta y sigilosamente al final de la hilera de arbustos que cubrían aquel flanco. Y que le servían de cobijo en su avance. Pronto se hizo evidente que no podría estar allí uno de los enemigos ocultos, pues sencillamente ya no quedaba lugar donde ocultarse.

Aquello suponía un riesgo, ya que obligaba al muchacho a salir a campo abierto. Pero a la vez, reducía las opciones de defensa a los misteriosos atacantes. Algo que resultaba imperioso, dada lo apurado de su situación. Con ese objetivo en mente HALLFRID apresuró sus pasos para sortear el pequeño claro que se habría justo a su izquierda, y se abalanzó sobre la última de las formaciones de arbustos que se desparramaban en el centro del lugar.

Con un ojo, intentaba seguir los progresos del enano, que parecía dirigirse al mismo destino. Mientras con el otro se hallaba atento a cualquier movimiento en el follaje. Sin embargo, pronto descubrió que su camarada parecía tener otras intenciones. Pues rápidamente derivó su rumbo hacia otro sector más alejado, corriendo todo lo que le permitían sus cortas piernas.

Estaba claro que el naugrim había visto algo. Pues se dirigía hacia su nuevo objetivo con la furia de un poseso. Aquello generó cierta incertidumbre en el joven, y por un instante sopesó la idea de correr tras su camarada.

Sin embargo, las dudas pronto fueron disipadas, al percibir con claridad como el traicionero astil de un proyectil abandonaba la formación de arbustos que tenía justo delante suyo para ir a morder el costado del enano.

Envalentonado por aquella nueva certeza, HALLFRID se abalanzó sobre su objetivo, encontrando por fin al astuto enemigo acurrucado entre las zarzas. El extraño se hallaba de espaldas al joven, concentrado todavía en el artero disparo que acababa de efectuar. Y por eso, nada pudo hacer contra el ataque del joven, que cargó decidido con su lanza.

El primer golpe tomó por sorpresa al oriental, haciéndolo trastabillar y provocándole una fea herida en la espalda. Tras ello, el muchacho volvió a alzar su arma sin demorarse un instante, aprovechando la propia inercia de su movimiento anterior, y descargó otro ataque sobre el sujeto, esta vez, golpeándolo de la misma forma en que se apalea a un chucho herido.

Turno 418 - Asalto 6

El silencio de Dagorlad se desvaneció cuando las hostilidades se desataron. Edan contempló horrorizado la frenética carrera del enano y la posterior lluvia de flechas cayendo sobre él. Resultaba increible que hubiera sido capaz de sobrevivir a semejante ataque.
El silbido de las saetas dió paso a los aceros, y el rohir pudo divisar como sus compañeros se enfrascaban en sendos duelos con tres de aquellos salvajes. Hallfrid habia revelado la posición de uno a la derecha, Larrid habia descubierto a otro, y por último, Gwalin se revolvía a hachazos, no muy lejos de la posición del muchacho. Era aquél, muy probablemente el arquero que había abatido a Grimbeorn y que Edan habia estado buscando con ahínco en los últimos instantes.

La posición de los tiradores se habia revelado sl fin y aquello eran buenas noticias para el grupo. Era el momento que Edan habia estado esperando y sin embargo, ahora no sabia como reaccionar. Su lanza habia eatado dispuesta en todo momento para salir en busca de sus enemigos, pero cuando por fin pudo distinguirlos entre los arbustos, era ya demasiado tarde, se encontraban ahora enzarzados en una lucha cuerpo a cuerpo con sus compañeros y arrojar su arma contra ellos en aquellos instantes, significaria poner en grave riesgo a sus camaradas de viaje.

No habia ya razón para mantenerse escondido, o al menos eso pensó Edan. El joven se disponía ya a abalanzarse en la dirección de Gwalin para ayudarlo a deshacerse de su contrincante, cuando algo llamó su atencion por el rabillo del ojo. Algo se movió a su izquierda, en unos arbustos algo más alejados. Su sexto sentido se activó y rápidamente centro su atención en aquel punto.

Sus compañeros tenian cierta ventaja, ahora que habian alcanzado el cuerpo a cuerpo con sus enemigos y su intervención podría resyltar decisiva, si en verdad habia mas salvajes ocultos en las hierbas altas.

Con cautela, se deslizó decididamente hacía aquel lugar, dando un pequeño rodeo. Sin duda la atención de aquel salvaje se encontraría puesta sobre Gwalin y el resto de sus conpañeros que ya combatían a sus adversarios abiertamente. Edan confiaba en aprovechar aquella contingencia para sorprender a aquel escurridizo salvaje. Lanza en mano, empezó a avanzar describiendo una pequeña curva alejandose al principo para acercarse por detras de los arbustos situados más al noreste. Su movimiento era sinuoso, tratando de aprovechar los accidentes del terreno y las elevaciones para ocultar su progreso. A medida que se acercaba su mano apretaba con fuerza la lanza.

Turno 418
Asalto 6

Larrid tenia a su merced al arquero, no dudo en alzar su espada para asestar un golpe contra él. Estaba atento, se mantenía en movimiento pues sabia que el oriental no tenia que estar necesariamente vencido. Su filo cortaba el aire tratando de alcanzar en los puntos mas expuestos a su oponente.

Turno 418
Asalto 6

Los tiradores se vieron sorprendidos, envueltos en el cuerpo a cuerpo.  Eran soldados y sabían enfrentarse a toda clase de situaciones. Habían sido adiestrados, como todos los arqueros, a reaccionar antes situaciones muy similares a aquellas. Cuando alguien se abalanzaba sobre ellos, cuando la infantería llegaba hasta los arqueros, estos debían usar su arco para defenderse del primer lance, y después desenvainar para mantenerse a la defensiva hasta tener alguna oportunidad. No era disparar lo único sabían hacer aquellos hombres.

Los tres desenvainaron mientras dejaban caer sus arcos. Con el arma ya en mano, no dudaron en atacar a sus agresores para después retroceder poco a poco hacia el este.

RESOLUCION TURNO 418
Asalto 6
 

Leofred no dudo un momento en lanzarse a descubrir a aquel que se ocultaba entre los arbustos. Con sumo cuidado, agazapado, se acercaba hasta un terraplén. Desde una posición elevada podría, quizás, ver al instigador. Cuanto más se acercaba, más cuidado ponía en no ser descubierto. Siguió el contorno del terraplén hacia el suroeste durante unos metros, hasta colocarse en una posición que creía ventajosa.

El lugar elegido por el bardo era más elevado que el resto, aunque no llegaba a los dos metros respecto del terreno frente a él. Escrudiñó con atención los alrededores, prestando especial cuidado al lugar donde creyó haber visto algo moverse. Desde donde estaba no descubrió al posible enemigo, bien podía estar escondido, o simplemente haberse ido.

RESOLUCION TURNO 418
Asalto 6
 

Gwalin alzo su hacha, mientras su enemigo (#1) desenvainaba rápidamente tras dejar caer su arco. No le cogió tan de sorpresa la llegada del enano, al fin y al cabo, lo había tenido en su punto de mira. Tras el primer envite del enano, el oriental saco su espada, un alfanje ligeramente curvo. Logró esquivar el hacha que iba hacia él, pero tras tratar de golpear al enano, que no tuvo ningún problema en evitar el impacto, Gwalin sí que alcanzó a su oponente. El pecho, cubierto por una coraza de cuero, recibió de lleno el filo. Una pequeña brecha se abrió en la armadura, lacerando la carne levemente y dejando sin respiración por un instante al oriental. Un par de intercambios poco amables después, el arquero retrocedió algunos pasos hacia atrás, sin perder de vista al naugrim.

Larrid tenía su propia lucha con otro de los orientales (#3). Al contrario que Gwalin, él no lograba enlazar un buen ataque con el que lograr incapacitar a su adversario. El hombre del este había sacado su espada, cambiando de mano su arco, que seguía sosteniendo con la mano izquierda mientras que con la derecha trataba de alcanzar al soldado. Un estacazo dio de lleno a Larrid en el pecho, cortando la armadura de cuero y cortando la carne bajo ella. La muestra de un punzante dolor, sobrevino a su rostro. Mientras estaban enzarzado en un violento baile mortal, el animista se reincorporó tras recuperar su laza, y con cautela se deslizo a espaldas del oriental. Estaba a su merced, sin embargo, decidió no atarlo, quizás por miedo de herir a su compañero. En uno de los quiebros de Larrid, el oriental aprovecho para dar unos pasos hacia atrás, buscando alejarse del peligro. Fue cuando vio a Grimbeorn, el mismo que creía haber abatido momentos antes lo acechaba por la espalda.

Hallfrid tenía ante sí a un salvaje (#2) herido, que trataba de mantenerse erguido después haber recibido un lanzazo por la espalda. Girándose para encararse al su agresor, podía vérsele como ido, embriagado por el dolor. Larrid aprovecho su ventaja para atacar con la lanza, pero su enemigo pudo esquivar una y otra vez las diferentes estocadas salvo un par de ellas que impactaron contra la armadura. La armadura resistió, pero le quedarían un par de fuertes contusiones bajo ella.

Edan, ajeno a la acción, se había demarcado hacia el norte. Había creído ver algo entre los arbustos, y decidido se dirigió hacia allí para investigar en la zona antes de ayudar a sus amigos. No fue directo, si no que con cautela describió un recorrido curvo para mantenerse alejado de posibles disparos. Agazapado llegó hasta cerca de donde había visto moverse algo, pero cuando estaba allí, no pudo ver nada. Desde donde estaba no descubrió al posible enemigo, bien podía estar escondido, o simplemente haberse ido.

Turno 419

Asalto 7

Pese a no haber sido su mejor golpe, el hacha consiguió herir al enemigo del naugrim. Su fina armadura no era rival para la afinada arma de Gwalin. Además, tras recibir el impacto éste retrocedió unos pasos como queriendo escapar del combate. Gwalin por el contrario no quería que éste se marchara y persiguió a su contrincante.

Al alcanzarlo volvió a lanzarle un tajo, esta vez ascendente para aprovechar la carga y cubrirse mejor con el escudo. No esperaba que su treta tuviera un efecto devastador, pero sí encontrar un hueco para herir nuevamente al oriental.

Turno 419, asalto 7

Grimbeorn había conseguido colocarse a la espalda de uno de los tiradores. Enfrascado como estaba con Larrid, aquel hombre no se había dado cuenta de la acción del animista y el norteño comprobó, aliviado, que no parecía haber más tiradores emboscados. Aquel hecho le permitía relajar un poco su posición defensiva y centrarse en colaborar con Larrid en neutralizar a aquel oriental antes de marchar a por otro.

De aquel modo, Grimbeorn siguió en paralelo al arquero mientras se retiraba, pero sin permitirle alejarse del alcance de su lanza. Aunque el oriental ya era consciente de su presencia, aquello no le iba a ayudar mucho; con Larrid por un lado y él por otro, la defensa de aquel oponente acabaría por caer desde algún flanco.