Partida Rol por web

Turno 421, Asalto 9

El animista observó cómo se alejaba corriendo y saltando entre la maleza el oriental. Si era lo suficientemente estúpido, podía dejar un rastro que les llevase hasta el grupo principal. Pero, por ahora, aquella no era su principal preocupación. La hemorragia de Larrid sangraba sin pausa; era un cantidad no muy grande pero fluía de forma continuada. El norteño dejó caer su lanza y escudo para poder rebuscar en su bolsa alguna compresa que aplicar a aquella herida. Sin embargo, Grimbeorn no se dejó atolondrar por las prisas e inspeccionó el recipiente con serenidad. Lo último que quería es que se le cayese una venda al suelo y se ensuciara.

- Necesito un momento para vendar esa herida. - El animista hizo un gesto para retener al rohir antes de proceder a apartar la ropa que cubría el antebrazo del guerrero y cubrir la laceración con la compresa. Esperó que Larrid no estuviera tan acalorado por el combate y sus heridas como para querer lanzarse inmediatamente en persecución del arquero que se retiraba.

Turno 421, Asalto 9

El frio viento de la llanura seguía soplando ajeno a los devenires del pequeño grupo de mercenarios, inexorable, implacable, pero relegado a un segundo plano en las mentes de los combatientes.
Los cuerpos de aquellos atletas habian activado ya los mecanismos fundamentales de autodefensa que priorizaban la propia supervivencia sobre cualquer estimulo sensorial accesorio.
La sudoración, el ritmo cardíaco, la tension muscular, se habian incrementando ante la inminente percepción de un peligro mortal. La adrenalina se habia desatado a traves de los cuerpos para expandir su capacidad pulmonar y dilatar las pupilas. El entorno se difuminaba para centrar su atención en torno a lo que los sentidos percibían como la mayor y más directa amenaza en el improvisado campo de batalla.

Edan se habia deslizado a traves de los arbustos dispuesto a emboscar a su enemigo y sorprenderlo por la espalda. Pero a pesar de su empeño sus movimientos resultaban menos sigilosos de lo que el rohir suponía, y el Oriental, a pesar de estar enfrascado en un intenso duelo con el enano debió escucharlo, pues antes de que Edan llegase al borde de las últimas hierbas altas, el Sagath se volvió y sus miradas se cruzaron. Ambos pudieron percibir el miedo en el reflejo de los iris ajenos. Tras un breve instante de impás en el que tanto el salvaje como Ed'Rohir asimilaban la nueva situación, ambos pasaron a la acción.
Edan se había sobresaltado al verse descubierto, lo que consideraba una presa controlada se había convertido en una fiera acorralada, incrementando el riesgo de su maniobra, pero el muchacho se sabía en ventaja. Con Gwalin cargando desde el Oeste y él en su retaguardia, el Sagath debería decidir a quién de los dos enfrentar, dejando al otro a sus espaldas. Conocedor de esta superioridad el rohir se envalentonó, y decidido a no dejar tiempo a su rival para tomar una decisión, se abalanzó sobre él como un animal furioso descargando el hacha con todas sus fuerzas. El salvaje llevaba ya un tiempo peleando con el enano, mientras que él estaba fresco como una lechuga. Seria más rápido que su enemigo, tenia que serlo, y terminaría con todo antes de que el enemigo pudiese reaccionar. Eso pensaba.

Su brazo bailó como un relámpago iracundo mientras preparaba su escudo para una posible respuesta, un gemido gélido y seco rompió el silencio de la meseta.

Turno 421, Asalto 9

Intranquilo como nunca antes en su vida, Leofred sostuvo la ballesta con su mano izquierda mientras con la derecha desenfundaba su espada. No podía alejarse como si nada. Si había sido descubierto sería atacado por la espalda, y aunque no hubiera sido descubierto, si había un enemigo ahí resultaría peligroso dejarlo a su aire.

De nuevo, corriendo encorvado como si creyera que así fuera a evitar ser visto, el bardo esta vez se dirigió directamente hacia el arbusto, decidido a descubrir si alguien se escondía allí.

RESOLUCION TURNO 421

Asalto 9
 

El sagath (#3) continuó su carrera mientras sorteaba arbustos, tuvo que dar algún salto para evitar pisar los pequeños agujeros del suelo, y finalmente desapareció tras una pequeña hondonada. No podían verle, aunque seguramente saldría pronto por el otro lado para continuar su huida.

Hallfrid continuaba “bailando” con su contrincante. El salvaje (#2) esgrimía su lanza sin demasiado acierto, aunque logro dar un par de buenos golpes, la armadura del campesino absorbió todo el posible daño. La lanza del endoriano iba y venía con secas estocadas, que el oriental lograba esquivar. Pero finalmente una de ellas logró impactar en el antebrazo derecho del oriental, lacerándole la carne y arrancando un descarnado grito. No fue la única, pues a continuación, y girando la lanza por detrás del cuello mientras daba un pequeño paso atrás, pudo hincar la punta de su arma en el hombro contrario. La sangre volvió a brotar, con más fuerza si cabía que en la otra herida. Un nuevo grito salió de la garganta, los dientes se apretaron de dolor, y casi cae por el shock, quedando desorientado por momentos.

A apenas una quincena de metros de allí, el otro oriental (#1) que quedaba en la contienda, descubrió a un agazapado Edan tras unos arbustos cercanos. Viéndose superado en número, y tras recibir algunas feas heridas por parte del naugrim, decidió huir imitando a su compañero. Se giró para comenzar a correr, tanto Edan como Gwalin se abalanzaron sobre él, desde distintas posiciones. Edan descargo su hacha contra el oriental, pero este había comenzado su carrera, y no logro alcanzarlo. Sin embargo, Gwalin con su rápida carga, pudo hacer que su hacha alcanzase al sagath. Un profundo tajo en la parte superior de la pierna derecha, por la parte anterior del muslo, logro hacer un profundo corte. El salvaje cayo de inmediato, entre un grave gruñido de dolor. Se retorció de dolor durante un breve instante, antes de exhalar su último aliento.

Mientras todo ocurría, ajenos a la barbarie de sangre y dolor que se vivía, Grimbeorn se había procurado una improvisada venda, cortando la parte más baja de su propia capa, para improvisar una compresa a la herida de Larrid. Éste ya volvía en si cuando cayó en la cuenta de que el oriental ya no estaba y que el animista trataba de curarlo. Con la armadura de cuero que llevaba el etheod le sería complicado curarle el corte que tenía en el pecho, por lo que se centró en el antebrazo. Le fijo la venda fuertemente en el brazo y después se aseguró de que la hemorragia se detenía.

RESOLUCION TURNO 420
Asalto 8
 

Armado de valor, impaciente de no descubrir al enemigo, Leofred desenvaino su espada mientras sujetaba la ballesta con la mano izquierda. Después corrió hacia el lugar donde vio algo moverse, lo hizo con una seguridad, con una cierta protección, ya que su arma se cruzaba al frente a la espera de algún tipo de ataque.

Llego hasta su objetivo, pero en aquel lugar no había nada. A simple vista no parecía haber ningún rastro que indicara que alguien había estado allí, tendría que mirar más detenidamente para cerciorarse, o seguir buscando en los alrededores. Contrariado, con ambas manos ocupadas, temía ser atacado por la espalda. Pero no era tiempo de dudar, tenía que tomar una decisión.

Tueno 422
Asalto 10

El sagath (#3) que había huido, y que desapareció tras la hondonada, se montó en su caballo para escapar de allí. El otro oriental (#2) con vida, trataba de esquivar, aun desorientado, los golpes de su contrincante.

Turno 422

Asalto 10

El pobre infeliz se dio la vuelta para Huir. Fin.

No hay nada más peligroso en la vida que darle la espalda a un enano guerrero, hacha en mano, con el que estás trabado en combate. Nada. Bueno, quizás un dragón.

La mala suerte que tuvo el oriental es que la precaria posición que le había obligado a ponerse hizo que el tajo del naugrim tajo fuera a las piernas y no directo a la cabeza. por lo que no moriría al instante si no tras unos asaltos en los que perdería abundante sangre.

Tras ver el resultado, Gwalin miró a Edan seriamente y asintió con la cabeza. Luego se giró y miró el desarrollo de la escaramuza desde su posición elevada. Lo que vio no le gustó mucho. En el suelo, Larrid estaba medio incosciente y era auxiliado por Grimbeorn mientras su contrincante se daba a la fuga. Por el contrario Hallfrid se batía bravamente contra otro de los orientales y parecía que lo tenía bastante controlado. Al ver que podía rematarlo gritó desde lo alto a su compañero.

-¡¡Noquéalo, no lo mates!!

Turno 422, asalto 10

La atención de Grimbeorn estaba ya en el vendaje, no en el oriental que se alejaba o el que seguía luchando contra Hallfrid. La tibieza de la sangre en sus manos era reconfortante frente al frío del viento que soplaba y le ayudaba a evitar el entumecimiento, junto con la excitación producida por el combate. Aun así, se preguntaba cómo se las ingeniaban los sureños para pasar los inviernos en extensiones descampadas, sin la protección que los árboles proporcionaban contra el viento u otras inclemencias de la época fría del año. La piedra de las murallas y casas bastaría para algunos, pero lugares como Tir Anduin o Caras Gwildor no parecían prodigarse hasta donde había visto.

El grito de Gwalin le recordó que aun quedaba el oriental enfrentado al campesino. Acudiría en su ayuda si pudiera, pero aun estaba atareado con la venda improvisada, asegurándose de que se ajustaba bien sobre la herida del brazo y la anudaba correctamente. El punto donde le habia impactado la flecha le dolía a ratos, una punzada momentánea que, sin embargo, no acusaba tanto como cuando empuñaba con fuerza la lanza.

"Que alguien asista al muchacho, por Araw", el pensamiento fue intenso y sus labios se movieron, pero no articuló palabra alguna.

Turno 422, Asalto 10

Nada. Leofred ya se sentía definitivamente como un estúpido. No podía seguir perdiendo el tiempo buscando fantasmas entre los arbustos, ya había perdido bastante tiempo y tenía que moverse. Ignorando definitivamente sus sospechas, retomó el camino hacia sus compañeros, esperando no llegar demasiado tarde. Su única concesión fue mantener el sigilo, por si aún fuese capaz de pillar desprevenido a alguno de los arqueros.

Turno 422, Asalto 10

El final del sagath fue menos glorioso de lo que Edan había dibujado en su mente.
Por una parte su carga resultó demasiado precipitada, y el oriental pudo esquivarlo antes de salir corriendo en dirección contraria. Para ello se vió obligado a dar un giro no previsto, lo que permitió al enano alcanzarlo de lleno en el muslo. Unos cuantos estertores fueron lo último que aquel pobre desgraciado pudo entregar al final de sus días.

Un tanto decepcionado por su papel en todo aquel asunto, devolvió el gesto de Gwalin y desvió su atención hacía el resto de sus compañeros. Uno de los Orientales se habia perdido ya en una hondonada del terreno mientras Grimbeorn se ocupaba de Larrid, quien parecía malherido, y algo más allá, Hallfrid seguia debatiéndose contra el salvaje que restaba. Debían acudir en su ayuda sin demora.
Las voces del enano le dieron el impulso necesario para salir como un resorte en la dirección donde su compañero se batía a muerte con el sagath.

Voy con Hallfrid!! le hizo saber al enano.

Y justo cuando pasó como un rayo por delante de Larrid y el bosquimano dejo caer unas últimas palabras uno de ellos se escapa...!! ¡¿...donde esta Leo?! se trataba en realidad de una petición de consejo. Larrid era su líder, pero una vez más no parecía en las mejores condiciones para tomar decisiones, sin embargo una palabra suya bastaría para fijar prioridades.

TURNO 422 - ASALTO 10

La nueva estrategia del muchacho parecía estar dando resultados. Y ello trajo algo de tranquilidad al extenuado campesino, pues de alguna manera, había comenzado a torcer en su favor el destino de aquella contienda. Ahora solo debía procurar moverse con el mayor de los cuidados, sin cometer errores, para evitar que cualquier sorpresa pudiera arrancarle la victoria de sus manos.

Su oponente había comenzado a demostrar cierta torpeza en sus ataques. Quizás por la debilidad que le provocaban las heridas. O tal vez simplemente por la furia que lo invadía ante la impotencia de no poder acabar con aquel niño que le había plantado batalla.

Sus golpes se hacían más previsibles a cada momentos. Más anunciados. Y el joven campesino podía adivinarlos antes de que llegaran a destino. Aún mejor que ello, también había una cantidad cada vez mayor de estocadas que directamente zurcaban indolentes el aire, pasando a gran distancia de su objetivo.

Mientras tanto, HALLFRID intentaba medir sus golpes, hacerlos más precisos y contundentes, para así reservar sus energías y enardecer aún más a su enemigo. Varios de estos ataques consiguieron morder la carne del oriental, que pronto se encontró prácticamente bañado en su propia sangre.

En cierto momento, el joven campesino creyó percibir que su oponente vacilaba, manteniéndose inmóvil por algunos instantes, y con la mirada perdida en la distancia. Aquel parecía el momento propicio para darle el golpe de gracia, para acabar con aquel maldito de una buena vez. Pero en cuanto HALLFRID se disponía a lanzar su estocada mortal, el estridente ronquido del enano estremeció su concentración, debilitando su brazo en el último momento...

RESOLUCION TURNO 422
Asalto 10

Con un enemigo muerto, y otro huido, solo quedaba uno para plantarles cara. Estaba malherido, desorientado, y a meced de Hallfrid. Sin embargo, no estaba del todo acabado y aun podía moverse, con esfuerzo, lo suficiente como para esquivar los pocos acertados golpes del endoriano.

Edan se apresuró, desde donde estaba, para llegar corriendo hasta la posición donde el campesino se batía con el sagath. Lo separaban algo más de una docena de metros, por lo que no tendría problemas en ayudar a su compañero rápidamente. El enano se quedó junto al cuerpo del salvaje que había matado, observando la contienda. Con un grito pidió a Hallfrid que no acabase con el único enemigo que quedaba. Mientras el rohir se acercaba, la lanza del anoriath no lograba impactar, o lo hacía con poca fuerza. Finalmente, el oriental cayó al suelo de bruces, la sangre manaba de sus heridas rápidamente, había muerto desangrado. Edan llegó tarde.

Grimbeorn seguía tratando la herida que Larrid tenía en su antebrazo derecho. Había limpiado un poco la herida y ahora colocaba la venda hecha con su propia capa. Finalmente terminó asegurando todo con un nudo holgado, aunque lo suficientemente fuerte como para hacer presión y detener el sangrado.

Al este, pudieron ver como el oriental que se había escapado, estaba montado en su caballo, y se preparaba para salir al galope de allí. Estaba demasiado lejos para alcanzarlo corriendo, o con una lanza, supieron que escaparía sin remedio.

El frio viento seguía soplando levemente, la neblina que cubría un palmo el helado suelo continuaba allí, nada había cambiado, pero le fragor de la lucha lo hizo olvidar. El olor de la sangre impregnaba la hierba escarchada por el frio de la noche, su calidez había derretido con rapidez el suelo manchado.

Al cabo del rato, Leofred apareció desde el oeste. Caminaba con cuidado, y llevaba la espada desenfundada mientras cargaba en la otra su ballesta cargada.

RESOLUCION TURNO 422
Asalto 10

Leofred continuo su avance, ignorando ya lo que creía haber visto. No estaba seguro de que realmente nadie anduviese por allí, pero desde luego de ser así, se ocultaba bien y no tenía intención de atacar al bardo. Con cuidado siguió yendo hacia el oeste. Pasó junto a los cuerpos de Freagulf y el dunadan, y siguió hasta encontrarse con sus compañeros.

No se topó ni vio a ningún enemigo hasta dar con los demás. Gwalin estaba en pie, junto a un hombre muerto, de aspecto oriental, que estaba tendido en el suelo con múltiples heridas. Cerca de él Grimbeorn vendaba a Larrid y un poco más al sur, Edan y Hallfrid también estaban junto a otro cadáver, de igual aspecto que el anterior. Dos enemigos muertos, un aliado herido, y el etheod e Ional asesinados.

Turno 423

Desde su posición elevada, Gwalin vio como el oriental que quedaba se marchaba con su caballo. Además el otro que luchaba con Hallfrid, murió desngrado, por lo que la oportunidad de sacar información sobre sus contrincantes debía esperar.

-Gggrrrrrrmmmmmmmmmm -gruñóo el guerrero viedo que todo había terminado pero no como el naugrim había querido. Aferrando eal oriental que yacía a sus pies por la pchera, lo arrastró hacia el lugar donde estaban sus compañeros. Al llegar lo soltó.

Entonces fue conado escuchó que alguien se acercaba. voviendo a ponerse en guardia Gwalin esperó hasta ver quién era. Pero la cara le cambió cuando vio que el que se acercaba era Leofred y no otro enemigo.

-¡Loados sean los dioses! ¡¡Leofred, eres tú y estás vivo!! -dijo el veterano guerrero relajándose-. Nosotros hemos acabado con dos de ellos pero un tercero ha escapado. Tú ¿qué has encontrado? -preguntó a su compañero.

Turno 423

Leofred por fin había desandado el camino, pero parecía haber llegado tarde. Los cadáveres y los heridos atestiguaban que todo había terminado. Cuando por fin llegó a media carrera los demás las palabras del enano le sentaron peor que un mazazo, pues se dio cuenta de que nada de lo que había hecho había servido de ninguna ayuda. - Nada. - El tono de voz de Leofred denotaba una profunda vergüenza. - Retrocedí hasta donde descansaban nuestros caballos, totalmente calmados; nadie había pasado por allí. Intenté rehacer el camino por si aún estuviera a tiempo de flanquear a alguno de los arqueros, pero no he llegado hasta ahora mismo. Si solo hubiera sido más rápido... o menos estúpido... - 

La frustración de Leofred iba en aumento, no sabía que decir y su carácter usualmente calmado y apacible había sido sustituido por una nerviosa agitación. - ¿Por donde se fue el que escapó? ¿Aún estamos a tiempo de darle alcance? -

Turno 423

El animista se limpió la sangre de las manos con un manojo de hierbas, tras finalizar el vendaje del brazo. La otra herida del rohir era más difícil de tratar debido a su armadura; y, dada la situación, era imposible decir si Larrid les daría un tiempo para remendarse o prefería salir en persecución del oriental huído. En cualquier caso, el norteño se irguió y volvió hacia el bardo cuando Leofred volvió de su "incursión" para salvar a los caballos.

- Tenemos heridos. - Grimbeorn levantó su brazo derecho para apuntar a Larrid, en respuesta a las preguntas de Leofred. - Y aun habremos de decidir si levantamos túmulos en honor de los difuntos, - Su mirada vagó del dunadán al lugar ocupado por el campamento a sus espaldas, donde aun yacían los cadáveres de sus dos compañeros y el camarada de Larrid. El hombre del bosque aun trataba de dar con una razón para explicar la muerte de Freagulf e Ional; lo único en lo que había reflexionado, muy someramente hasta entonces por el combate, era que se hubieran acercado a investigar el cebo que les habían tendido a ellos, en lugar de volver sobre sus pasos para informar a la comitiva. - o si volvemos para buscar alguien a quien la gracia de los Valar sonría lo suficiente como para insuflar vitalidad de nuevo en sus cuerpos.

Aquella última idea le sorprendió. Hacer eso que sugería sin duda daría gran ventaja a los orientales, incluso hasta les podía hacer perder su rastro y la oportunidad de darles alcance. Eso implicaba dejar marchar la única pista que tenía sobre el paradero de la Wuitan... Aun asi, lo había propuesto porque no le parecía un desenlace justo para aquellos dos hombres con quienes había compartido camino (también para Ibenar, pero a éste no le conocía de nada). Era extraño aquel sentimiento, habida cuenta de que ni Freagulf ni Ional siquiera eran compatriotas del pueblo del bosque.

Turno 423

Antes de que Edan llegase a donde estaban, el Sagath cayó rendido al suelo.
Una sensación de alivio le recorrió. A pesar de parecer una presa sencilla, los animales acorralados eran a menudo mas peligrosos que muchas fieras. La desesperación movía a actos desesperados, y el peligro siempre acechaba cuando un hombre empuñaba un arma. Se preocupó por su paisano al comprobar su rosto dolorido y congestionado, y tras comprobar que ya no había peligro, se agachó para inspeccionar el estado del Oriental. Tal vez solo estuviese inconsciente y si vendaban sus heridas, el enano podría tener el interrogatorio que deseaba.
El rohir mantenía un alto estado de excitación, a pesar de no haber intervenido en la contienda tenia el pulso acelerado y su respiracion más agitada de lo normal, todavía tardaría unos minutos en volver a su estado natural. Ahora que el peligro se alejaba, un gélido escalofrio volvía a recorrerle la espalda cada vez que una rafaga de viento se levantaba. El sudor provocaba que el frio calase con más intensidad.

Miró a su alrededor y al comprobar que Grimbeorm seguía ocupado con Larrid preguntó: ¿Alguien más tiene conocimientos de medicina? Se habia agachado para tomar el pulso al salvaje y comprobar si tenia respiración, pero aparte de aquello, sus nociones al respecto eran tan básicas como las de cualquier granjero.

Después de atender al oriental caído. Edan se volvió hacia Leofred y comenzó a caminar hacia la hoguera.

Se fue por el Este, pero me temo que ya es muy tarde como para darle alcance... Miró al resto de compañeros, especialmente a Larrid. Leofred se había desentendido del grupo nada más empezar las hostilidades. Edan comprendía su preocupación, hasta tal punto que habia estado tentado de seguirle en su momento, pero Larrid era quien daba las ordenes. Probablemente al trovador le caería una buena regañina por ello, y la mente del Rohir estaba ahora centrada en cosas más importantes.
Quizas no todo haya sido para mál...ahora esas sucias sabandijas sabrán que vamos tras ellos...y tres de los nuestros han caído, por tan solo dos de ellos, además Larrid esta herido de consideración... Se paró al lado de los cuerpos de sus compañeros y los volteó con cuidado para examinarlos mejor
...pero ese desgraciado no me ha visto, y puede que tampoco se acuerde de ti...
Leofred habia abandonado la contienda apenas en sus comienzos, aunque se habia alejado dando voces, era probable que el oriental lo hubiese confundido con alguno de los otros. Con suerte pensarán que somos menos de los que quedamos...y estoy bastante seguro que habia más de ellos agazapados entre las hierbas,me pareció ver a uno escabullirse antes de ir en ayuda de Gwalin. Probablemente tenían a alguién observando el resultado de su emboscada
Al menos uno de los Orientales habia huido, y otro les había estado observando desde la distancia. Ed'Rohir temía que el grueso de su grupo hubiese seguido adelante, y que aquel pequeño grupo solo fuese una misión de exterminio, o peor, una distracción para detener a sus perseguidores mientras ellos ponian tierra de por medio.

La razón por la que se había acercado a examinar los cadáveres de sus compañeros era en parte para aclarar algo aquella cuestión.
Si depués de examinar a los salvajes no encontraban lo que Agranil habia estado buscando, la respuesta parecía clara, pero Edan queria saber otra cosa...
El compañero de Larrid debia ser un mercenario con experiencia como él. Y Freagulf también le habia parecido un tio bastante duro, no en vano pudo comprobar su destreza con la espada en su reciente enfrentamiento con los Mewlip. Edan no creia posible que hubiesen sido sorprendidos mientras dormian, y de haber sido emboscados, habrian vendido cara su piel. Incluso el joven Ional, a pesar de su experiencia era un muchacho fuerte y saludable. Sven confiaba en que sus compañeros se hubiesen llevado por delante a alguno de aquellos salvajes...de no ser así, estaban perdidos.
Pero algo le decía que si solo 4 salvajes se habían quedado atrás para emboscarlos, tampoco ellos eran ya muy numerosos.
...tal vez debamos traer los caballos hasta aquí ahora... continuó, a la espera de que Larrid hiciese alguna corrección.

Sus ojos se hundieron entonces en la tierra, no podía aguantar por mucho tiempola vision de los rostros de sus compañeros. Frios y carentes de vida, cuando los habia visto silbar y bromear tan solo unas horas antes aquella mañana.

TURNO 423

El grito del enano, y también algunos movimientos bruscos en las cercanías, que el joven campesino apenas si consiguió atisbar por el rabillo del ojo, fueron suficientes para que el muchacho perdiera momentáneamente la concentración sobre su objetivo. Y por ello, no pudo aprovechar del todo la amplia brecha que se había abierto durante algunos instantes en la guardia del oriental.

Su golpe pasó rozando el costado de su enemigo, perdiéndose impotente entre los repulgues de la gastada armadura. Y tras ello, HALLFRID ya no pudo volver a encontrar un hueco por donde colar la punta de su lanza, debiendo contentarse con esquivar los torpes arrestos finales de su convaleciente oponente, pero sin poder pasar a la ofensiva.

Por fortuna, el combate no se extendió mucho más. Pues el sagath se encontraba ya muy debilitado por la cantidad de heridas que había sufrido. Y antes de que pudiera entregarse a una última carga desesperada, se desplomó sin más sobre la tierra desnuda.

El sorprendido vencedor permaneció todavía un buen rato observando al caído. Intentando recuperar el aire, a la vez que se encomendaba en una muda plegaria a los dioses. Aún no terminaba de comprender lo que había ocurrido. Y en su mente, no había lugar para otra cosa que no fuera la figura exánime que yacía tendida entre los girones de niebla.

Para HALLFRID, aquel había sido el primer combate singular que había disputado en toda su vida. Y también la primera vez que mataba a alguien. Su corazón le decía que debía de estar exultante de alegría. Pero los músculos de su cuerpo se resistían a obedecerle.

De momento, no podía sentir otra cosa que un terrible y abrumador cansancio...

Turno 423

Larrid agradeció a Grimbeorn la cura del brazo, después se levantó y comenzó a quitarse la armadura.

- Grimbeorn, por favor, ayúdame a quitarme esto - dijo comenzando a aflojar los correajes de su peto - Echemos un vistazo a la herida, hay que curarla antes de proseguir - pidió ayuda al animista.

- Me temo que no hay tiempo para un entierro digno, tenemos que salir cuanto antes tras ese oriental - dijo apesadumbrado el etheod. - Los amortajaremos y los cargaremos en sus caballos para que estén fuera del alcance de los carroñeros, esta noche recibirán una adecuada sepultura - afirmó. Le costo tomar la decisión, su propio amigo había sido asesinado.

- Traed los caballos, preparad las mortajas y vayámonos cuanto antes - ordeno en general - Lo pagaran... - miraba con recelo los cuerpos de Freagulf, Ional e Ibenar. - Aseguraos de que no haya mas enemigos cerca, aunque si fuese así alguien mas estaría herido - seguía dando ordenes

- Grimbeorn, en los caballos debería de haber un pequeño dispensario con vendas, aguja e hilo. Creo que también podría haber algo de alcohol e incluso algún pequeño escalpelo - añadió mientras continuaba quitándose la armadura