Partida Rol por web

    Malditos vampiros…

     Y más malditos los vampiros que andan de día.

     ¡Es imposible, me niego a creerlo!

     Seguro que en realidad es una humana asquerosa con los dientes raros...

A Varikov le habría gustado darle igual lo que fuera esa mujer, pero no era así. Estaba aún más loco que las voces que escuchaba en su cabeza. No podía creerlo. Solo había una manera de averiguarlo y eso era usando su hacha.

La situación era algo complicada ya que las fulanas con espadas no hacían más que empeorar la situación, pero el peligro no lo corría el Trampero. Agarró con fuerza el mango ensangrentado de su hacha, apuntó lo mejor posible al cuello de la vampiresa y dio el mejor golpe que pudo. Sintió su arma parándose en algo y sonrió satisfecho aunque no sabía aún a quien le había dado.

Ashlyn está lo suficientemente cerca como para dar ella misma la poción a Parriwimple. El pobre muchacho despierta a los pies de un zombi y gatea hasta alejarse de él. Olga se gira un instante para ayudarle, pero al ver que ya le han atendido otros, opta por seguir corriendo por el pueblo.

La armadura de Ser Urik evita el daño de los zombis mientras sube el cubo, pero una vez recuperada la espada siente unos dientes roerle la canilla. ¡Como parte del forcejeo, uno de los zombis aflojó la sujección de la greba!

Mientras, junto a la Viña de Sangre, Sasha consigue evitar por los pelos el hacha del enano Varikov...

Osita...-dice despectivamente a Irina por su fiereza para no ser apresada-Yo no hablo con mi comida, es de mala educación. Y una cosa más te voy a decir... ¡¡¡Узрок Феар!!!-sus palabras incomprensibles van acompañadas de unos pases de manos.

¡Maldición! No realicé el conjuro correctamente.

La paladina alza su arma aprovechando el estado de confusión en que parece encontrarse la zorra del demonio y acciona el pulsador de su ballesta, lanzando un dardo con la punta de plata.

-¡Si tanta hambre tienes come un poco de esto, sanguijuela inmunda!

Con mi espada argéntea de nuevo en mis manos, siento nacer en mí una renovada confianza.

A punto estoy de golpear con mi arma al zombi que tengo a mi izquierda, el lado del escudo, pero entonces reparo que uno de los zombis está tendido en el suelo, por lo que me resultará más fácil no fallar.

Hundo mi espada en su cabeza con fuerza, esperando acabar con las miserias de quien fuera otrora una persona.

-¡Como quieras, puta del averno! Pero entonces no te diré a quién llama así Stahd en mis sueños! ¡Ya te sacaré la verdad cuando esté a punto de arrancarte la cabeza de los hombros!

Irina continuaba luchando pero era consciente de que, con las armas que usaban, no tenían muchas oportunidades de derrotar al monstruo. Aquello la frustraba pero, igualmente, no iba a abandonar, así que comenzó aluchar contra el horror que sentía y se acercó al costado de la vampiresa para tratar de flanquearla.

Varikov soñaba con los ojos abiertos y veía como la cabeza de la vampiresa salía volando dando paso a una fría lluvia roja mientras rodaba y rodaba por los aires. Fueron las voces de su cabeza quienes lo trajeron de vuelta a la realidad.

      Estúpido, fallaste...
      Será que no llega hasta tan arriba, esa mujer es alta.
      Yo creo que no ve muy bien.
      Y yo que es un inútil, por eso lo ayuda una mujer a acabar con otra.

Una frase se mezclaba con otra y cuando vio que no le hizo ni un arañazo a la vampiresa, se cabreó aún más de lo que estaba. Levantó el hacha, con sus cortas y rechonchas manos, por encima de su cabeza y apuntó de nuevo al cuello de la mujer. Esta vez sintió su arma cortar carne y abrió los ojos al máximo para asegurarse de ello.

- ¡Maldito demonio, perteneces a la noche! Aún le costaba creer que lo que estaba viendo era verdad, seguro que despertará dentro de poco y se reirá de sí mismo. Los vampiros no andan de día, ¡lo sabe todo el mundo!

El gigantón no entendía bien lo que estaba pasando. Le dolía todo, y estaba confuso. Casi todo lo que le rodeaba lo veía como si estuviera lloviendo, y sentía que se resbalaba a cada paso que intentaba dar. Por dos veces había perdido la consciencia, pero en ambos casos alguien le había ayudado a recobrarse. Sin duda, los hombres que olían raro y parecían enfermos eran malos. Y atacaban a sus amigos. Parriwimple se puso en pie y trata de golpear al zombie más cercano. Esta vez llegó a rozar al ser, pero fue sólo un golpe de refilón, que no llegó a causarle daño alguno.

- Que mundo deje girar. No puedo darle- se quejó el hombre.

¡Te prohibo que sueñes con Strahd, furcia!-espetó a la hija del Burgomaestre.

Todo su lenguaje corporal parecía indicar que Sasha volvería a abalanzarse sobre Irina, pero el virote de Ashlyn pasó al lado de su cara. Eso la frenó, la contuvo, la confundió lo suficiente para que el hacha de Varikov cortase su cuello en un potente tajo. A pesar de no ser de plata, el hachazo del enano fue con tanta fuerza que superó todas las resistencias e inmunidades de Sasha.

Abrumada porque las tornas giraban en su contra, Sasha trepó por la pared de la posada hasta ocupar el alto de la puerta. Con curiosidad mórbida, la vampiresa metió sus dedos en la herida. Ningún aventurero de los que había matado por Strahd hasta ahora le habían logrado causar daño. Retiró la mano, y vió su sangre. Sangre muerta. Consumida y acumulada a partir de un puñado de humanos, el cauce de la vida se corrompía dentro de ella.

Hasta ahora solo tomé por enemiga a Tatyana Federovna, la mujer por la que Strahd vendió su alma a los Poderes Oscuros y cuya alma vuelve reencarnación tras reencarnación para atormentarle. Felicidades: vosotros acabáis de ganaros mi interés.

La herida en su cuello sana poco a poco hasta no dejar cicatriz. Luego, como ida, posa su mano ensangrentada en el cartel con el nombre de la posada y traza una linea. La Viña de Sangre se ha transformado en la Niña de Sangre.

Marco este lugar, para volver otro día. Debo recuperar la magia gastada en el campamento vistana. La próxima vez no dejaré que me toquéis un pelo, mugrosos.

¡Plof!

Sasha se transforma en un pequeño murciélago a veinte pies de altura, revoloteando burlonamente. Mientras, Parriwimple y Ser Urik continúan con su lucha con los zombis. El caballero clava su espada en el más inofensivo, tratando de darles muerte pronto. Las garras y los dientes de los muertos resbalan en las convexidades metálica de la armadura.

Desclavo la espada argéntea de la cabeza del zombi caído y descubro con horror que no ha caído. Parece que mi tajo no ha alcanzado el pútrido cerebro... Debo acabar con sus miserias antes de pasar a los otros dos.

- ¡¡Aqui estaremos esperándote, perra del abismo!! -dijo Iirina tras descargar su espada una vez mas en la carne de la vampiresa.

Tras verla correr con el rabo entre las piernas, la guerrera volcó su atencion en el grupo de zombis.

La mujer contempla como su enemigo se transforma utilizando obscenos poderes en una pequeña criatura alada que pretende parecerse a un murciélago y huye, buscando su lugar oscuro, riéndose de todos ellos. Ashlyn murmura una breve plegaria mientras asiste a la metamorfosis, aprieta sus mandíbulas hasta que siente dolor, y después deja caer su ligera ballesta para desenvainar de nuevo su arma, empuñando el escudo con su mano libre en busca del cadáver animado más cercano.

- ¡Vuelve pronto! le gritó a la mujer, la próxima vez estaré preparado. Tus juguetes, dijo haciendo una señal hacia los zombies, no lo harán.

Varikov vio al demonio trepando por la pared y como se transformó en un murciélago y un sentimiento raro recorrió su cuerpo. ¿Será miedo? Llevaba tanto tiempo sin sentir algo así que no se lo podía creer. ¡No! No es miedo, es querer y no poder, maldita mujer vampiro.

      Huye como una cobarde.
      Huye como una mujer.
      Todas son débiles e inútiles.
      Esa no lo era mucho, pero las que quedan…
      Ojalá salgan todas volando.

Ojalá, pensó el enano, pero sabía que eso no iba a pasar. Miró a su siguiente víctima y tuvo que andar hasta ella. No era mala idea acortar la distancia y atraer a los muertos andantes con un grito ¿o sí?

-Eh, vosotros, eeh. Dio un paso más y siguió gritando. Venga, no me hagáis andar hasta ahí. Venid a intentar morderme y vais a ver como pelea un hombre de verdad. ¡Venga!

El murciélago se aleja sobrevolando los tejados de Barovia, en dirección a la silueta sempiterna del castillo que corona la colina, con la firme promesa de que habrá una próxima vez...

...si consiguen sobrevivir a los zombis. Ser Urik lo está haciendo bien por ahora, pero aún necesita afinar más el golpe para que el filo corte el cuello del no-muerto y no solo se hunda en el torso. Varikov e Irina bordean el pozo para tomarles por la espalda. Ashlyn embraza al fin el escudo y se pone junto a Parriwimple. Algo raro pasa en la mente del retrasado, porque en vez de seguir golpeando con su palo, Parriwimple se dedica a intentar cogerlo de distinta forma. Es como si le viniese una ausencia de repente y no fuese capaz de hacer nada.

Sorprendido por la tenacidad del desdichado cadáver andante, vuelvo a claver en él mi espada, intentando definitivamente hacer que deje de moverse.

-¡Aparta, Parriwimple! -grita una sudorosa Ashlyn deteniendo el ataque de uno de los cadáveres. Es evidente que el hombretón de mente sencilla está completamente aturdido-. ¡Ponte a salvo!

Después lanza un ataque a fondo contra su objetivo que resbala sobre la coriácea piel del reviniente sin causar el menor daño.

Parriwimple escuchó como alguien le gritaba. Estaba aturdido, pero esos seres le habían hecho daño. Eso estaba mal. Volvió a intentar golpear al zombie que tenía junto a él. En esta ocasión le golpeó de lleno.

- ¡Por malo!- dijo al zombie como quien estuviera profiriendo un terrible insulto.

Irina trepó a la carreta de un salto y, desde arriba, intentó clavar la punta de su espada en el cráneo de uno de los zombis que estaba concentrado en atacar a Urik.

-RODEADLOS! Sin cuartel!