Partida Rol por web

Le entrego la llave a Ivalic, que había olvidado dársela.

Con la llave en su poder el niño ya podía hacer la faena que le habían encargado.

-Vjelkus, cógela tu que yo no puedo, tengo que sujetar a Hurnn. Vamos dentro.

Emprendieron el camino en busca de la jaula y se vio en la obligación de advertir a su amigo para que no fuera víctima de la misma impresión que él, porque lo que podía salir del estómago de Vjelkus no tendría comparación con el suyo.

-El abuelo de Firan está en una cama en la habitación, pero no mires, es muy desagradable, es mejor que vayamos directos a por la jaula. -Y para animar a su amigo y motivarlo pensó que un pequeño incentivo siempre sería bien recibido.- Luego podemos mirar si hay algo de comer en la cocina, quizás chocolate o galletas.

Viró la cabeza al ver los movimientos de Urik.

-No lo enterréis todavía, Herr Teudeldorf. Me gustaría poder observar al anciano -dijo tras escuchar los comentarios algo lejanos de Ivalic.

Discretamente, llevo el cadáver del abuelo Uthurlan envuelto en una manta hasta el jardín trasero de la cabaña y se lo muestro a Frau Helene, retrocediendo dos pasos para que ella pueda inspeccionar libremente el cuerpo.

Comento en voz baja a Frau Helene cuando no hay nadie más cerca que pueda oírnos:

- "El niño es un tanto extraño, orgulloso en exceso, y ha demostrado ser capaz de lanzar hechizos arcanos propios de un mago. Dice que su abuelo capturó a Hurnn y le encerró en esa jaula. Dice que los huargos atacaron a su abuelo y destrozaron su cara, y que tuvo que cuidarle en sus últimas y agonizantes horas." -

¿Tres? ¿Por qué ahora les faltan t-t-tres Frutos Rojos? ¿Qué ha pasasasado, seseseñora vie... viviv... viejeje...?

No quedaba claro si Ida no terminaba la frase por su tartamudeo o por la amenaza de la señora vieja. Helene examinó a Parriwimple. Estaba enfermo. Pero eso ya lo sabían: pudredumbre de necrófago. La contrajo limpiando las catacumbas bajo el cementerio del pueblo.

Helene se sentía cansada, y a la vez más fuerte. Seguramente mañana, tras haber dormido bien, podría preparar algo de magia de quitar enfermedad para Parriwimple, y conjuros de protección o de círculo de protección para Hurrn.

Es normal que esta mujer-dijo por Helene-quiera conocerme, después de todo soy un mago famoso...

Firan se plantó delante de Vjelkus. Le mantuvo la mirada, a modo de desafío, como había hecho con Ivalic antes del duelo de magia.

¿Tú también haces magia?

No. Yo no hago magia. ¡Hola! ¡Me llamo Vjelkus! ¡Encantado!

Vjelkus lanzó una sonrisa cansada, de nuevo ilusionado por la aparición de un nuevo amigo. Tendió la mano a Firan para estrechársela, pero Firan no le correspondió.

Bien. Ya que no haces magia, podrás llevarme mi mochila.

Firan se quitó el morral de la espalda y lo impulsó hasta la barriga de Vjelkus, de modo que no tuvo más remedio que agarrar la mochila. El último Uthurlan, ignorando a Vjelkus, pasó a su lado con el mentón bien alto. Luego volvió corriendo hasta Vjelkus y empezó a rebuscar en su mochila.

¡Espera! ¡Me olvidaba de esto!-dijo, sacando su libro de magia-¡Esto lo llevo yo! Es demasiado importante para que lo custodie un porteador. Por cierto... ¿Qué son las galletas y el chocolate?

Normal que no los conociese. La cabaña no tenía cacao para hacer chocolate, ni trigo con la que hacer la harina, ni gallinas que pusieran huevos para hacer galletas. Ivalic se iba a llevar un chasco, porque lo más dulce que iba a encontrar en la cabaña era un tomate.

En cuanto a la problemática de los cuervos... Hack voló al tejado de la cabaña, manteniendo una posición garbosa. Estaba dispuesto a volver a alzar el vuelo si Hurrn hacía algo extraño. En cuanto a Hurrn, a pesar de que el primer impulso del paladín fue soltarlo, luego cambió de idea, y se lo entregó a Ivalic.

Vjelkus dejó la mochila de Firan en el suelo, tomó la llave de manos de Urik y acompañó a Ivalic al interior de la cabaña, a por merienda. Como misión secundaria, tenía en mente encerrar a Hurrn... para que no le comiiese la merienda.

¡No! ¡Esto es una caza de brujas! ¡No podéis llevarme de nuevo a esa jaula! No sabéis lo que le hacen los pájaros salvajes a los cuervos como yo, cuando huelen a domesticado! ¡Dijo que me liberaría...! ¡El paladín dijo que me liberaríaaaaah...! ¡Cumple tu palabra, Uuuuriiiiik!

En otro orden de cosas, Parriwimple tenía una pala, y dentro de la cabaña había alguna manta. El suelo del huerto era blando, y se podría cavar una tumba con facilidad, aunque lo apropiado era sudar un poco más y hacer la tumba a los pies de un árbol, peleándose con las raíces.

- "Lo siento. Maese Hurnn. Estad tranquilo, es sólo para que no podáis escuchar nuestras palabras, tal y como ha pedido Frau Helene. Chicos, sed buenos y dadle un poco de agua y alpiste a Hurnn para que no se aburra mucho en esa jaula." -

Tomo la pala de Parriwimple y comienzo a cavar en un lugar apropiado junto a un árbol. Costará un poco más de esfuerzo, pero al menos el anciano conseguirá tras la muerte un poco más de dignidad.

Ivalic intercambió miradas con Vjelkus ante el comportamiento de Firan y le hizo un pequeño gesto negando con la cabeza para que no le hiciera mucho caso.

-Se cree un príncipe o algo así...

Después siguió con su amigo y el cuervo hacia el interior de la casa y metieron al cuervo en la jaula una vez que Herr Urik hubo ratificado su decisión.

-Cierra la jaula con llave Vjelkus.

Y una vez la jaula estuvo cerrada fueron en busca de la cocina para cobrarse una rica recompensa, aunque lo que encontraron no fue gran cosa.

-¡Puag! ¡Un tomate! ¿Tu lo quieres? Si no se lo daremos a Hurrn, no veo alpiste por ninguna parte. Voy a llenar un cuenco con un poco de agua.

Esperaba que con un poco de comida y bebida el cuervo estuviera menos enfadado, lo hacían por su bien aunque él no parecía darse cuenta.

Frunció levemente el ceño ante los comentarios del niño. Era evidente que en su crianza había faltado la mano de una madre. Ello o se protegía con su orgullo ante el dolor por la pérdida de su abuelo, su último familiar. Tenía que hablar con él y hacerlo con la mayor paciencia posible. En cuanto a la frutilla, ya había oído su nombre. llamarla por él era cosa de ella si esperaba una respuesta.

-Esperad, voy a examinarlo -dijo -. ¿Sabéis cuándo ha pasado esto? -preguntó mientras observaba las heridas del anciano. Sus manos volaron delicadas por las heridas y por el cuerpo del último de los Uthurlan. Retiró prendas y dedicó su atención a aquel cuerpo marchito y arrugado por la edad.

Firan siguió a Helene a la habitación, y cerró la puerta para que Hurrn no oyese nada. El cuerpo no tenía más heridas que una cara ensangrentada, fruto de unas zarpas o unos dientes, desgarrando la piel y llevándose parte del cartílago de la nariz.

Escuchó los aullidos de los huargos, y se subió a un árbol. Pensó que así estaba seguro, pero de un salto uno de los huargos le hizo... eso. Aguardó horas, desangrándose, y cuando los huargos se fueron a por otra presa, bajó de la rama y caminó de nuevo hasta la cabaña con paso vacilante por la pérdida de sangre. Guardó cama, y me contó lo que le ocurrió. Snif... intenté... intenté lavarle la sangre de la cara, vendarle, pero gritaba de dolor al contacto de trapos húmedos y vendas.

La narración sobre su muerte concordaba con las marcas de dientes al borde de la cara. Finalmente, enterraron el cadáver bajo el árbol escogido por Urik. Era hora de seguir adelante.

Su relato, aséptico, descriptivo, pero salpicado por el sorber de la nariz, el dolor de no haber podido hacer más por curar a su abuelo o aliviar su dolor, tocaron el corazón de Helene que, arrodillándose ante Firan, se le quedó mirando un instante, con una media sonrisa cálida, los ojos brillando y con la sombra de la pena ante lo escuchado.

Acarició la mejilla del pequeño huérfano, al que atrajo luego hacia sí y lo abrazó, fundiéndolo con su ser, como si con su cuerpo Helene pudiera ofrecerle todo el calor del mundo, la protección necesaria, el bálsamo del afecto. Lo que Helene le dio fue el amor de una madre.

-Tranquilo, Firan. Hiciste cuanto pudiste. Ahora es hora de que te despidas de él. Yo te acompañaré. Y mi hijo. Y todos - susurró a su oído, tras lo cual le besó en la mejilla.

Lo tomó de la mano y con la otra, a su hijo Vjelkus. Había tomado una decisión no verbalizada. Tenía tres hijos y decían que no había tres sin cuatro. Y no permitiría que aquel muchachito se quedara solo por más tiempo en un mundo como aquel. Viviendo en aquel bosque, tan solo asistido por su abuelo y por la magia aprendida no sabía cómo, rodeado de peligros, peligros que ahora habían matado a su abuelo.

Se detuvo ante el árbol, un frondoso y viejo roble de aspecto centenario, entre cuyas raíces superficiales se distinguía la tierra fresca recién removida y bajo cuya suave curva descansaría para siempre el que creían el último de los Uthurlan, aquel que su marido buscaba, aquel que poseía las respuestas que quizá se hubieran perdido para siempre.

Asida de la mano de ambos muchachos, dio un pequeño responso y oró en voz alta a los dioses en medio del sonido del viento entre las hojas y del ocasional trino de un pájaro. La luz del sol se filtraba entre el ramaje y dibujaba un bordado de oro sobre la tumba del anciano, cuyos huesos y carne regresarían al polvo del cual habían nacido.

Un instante de silencio y cantó una vieja canción de despedida de una remota tierra.

Como todos, acudo al funeral, y cuando éste finaliza tapo con tierra al finado para que obtenga así su descanso final.

Cuando todo ha terminado, me vuelvo hacia Parriwimple, aguardando instrucciones sobre cuál debe ser nuestro siguiente paso.

Los dos niños salieron de la casa bastante decepcionados después de no encontrar nada dulce que echarse al estómago y ahora que Ivalic lo tenía vacío sentía la necesidad de llenarlo con algo, tendría que ser más adelante. Con la jaula en la mano se acercaron al grupo.

-Aquí tiene Herr Urik, hemos metido al cuervo Hurrn en la jaula como usted quería. Tome la llave.

Mientras entregaba al pájaro se fijó como Helene tenía un gesto cariñoso con Firan y le besaba la mejilla. Le dio un pequeño codazo a su amigo Vjelkus mientras hacía un gesto con la cabeza señalando la escena para que se fijara.

-Creo que ahora Firan y tu vais a ser hermanos.

Y como si sus palabras hubieras sido proféticas la mujer agarró de una mano al huérfano y de la otra a Vjelkus y se acercó a un árbol. Ivalic se quedó allí junto a Herr Urik por si el paladín necesitaba algo.

-¿Y ahora que hacemos Herr Urik?

- "Gracias, buen Ivalic, aunque el motivo de encerrar a Maese Hurnn era que Frau Helene nos pudiera contar lo que ha sucedido lejos de sus oídos córvidos." - Acepto la jaula y la llave.

- "En cuanto a nuestro siguiente paso, eso ya no me corresponde a mí decidirlo. Yo haré lo que mande Herr Parriwimple." -

-Pero... Si está encerrado no puede ir a contarle nada al Conde ¿Verdad? Así que estamos seguros ahora. Aunque siempre podemos alejarnos un poco de la jaula para que la Señora Helene nos cuente lo que pasó, tengo muchas ganas de saberlo. ¿Vosotros no?

Con el pajarraco confinado sería más fácil hablar lejos e impedir que pudiera comunicarse con el Conde, el niño no estaba preocupado por ese asunto, pero si expectante sobre el siguiente paso que tomarían. Se volvió hacia su amigo Parriwimple.

-Parriwimple. ¿Estás bien? ¿Quieres que te llevemos de vuelta al pueblo para que descanses? Mi madre siempre me acuesta en la cama cuando estoy malo.

Firan se mantuvo abrazado a Helene, haciendo que Vjelkus arrugase el rostro en desaprovación. Bastante confuso había sido para él aceptar a Parriwimple como nuevo papá, como para ahora encontrarse con otro hermano venido de la nada. Como aquella otra vez, guardó silencio, a espera de identificar y definir mejor sus sentimientos hacia Firan. No le importaba llevar su mochila, porque era el más pequeño del grupo, pero aún no estaba seguro de si le caía bien o mal.

Parriwimple ya se encontraba mejor. Era lo suficientemente fuerte como para no haber sufrido deterioro tras haber transcurrido un día desde que se contagió de la enfermedad. No se sentía más débil. Quizás, la boca le sabía a ceniza, como si su garganta seca se estuviese convirtiendo en polvo de cementerio desde dentro, pero al beber un poco de agua del odre se le pasó.

Si queréis, yo pupupuedo llevar la jajajaula para que podáis hablablar lejojojos del cuervo-se ofreció.

-Sí, por favor -dijo Helene. Era consciente de la confusión de su hijo. Estaba creciendo pero aún no era un adulto y necesitaba hablar con él para conseguir su ayuda y colaboración haciéndole entender las necesidades de los otros, en este caso, Firan.

Cuando finalmente pudieron estar a solas, habló rápido.

-Fue una emboscada. Una emboscada a los lobos. Aparecieron Sasha, en representación de los vampiros, y Valanthe, por parte de los licántropos, una hermosa elfa cuyo hijo murió en el pueblo. La primera en solitario, la segunda con dos congéneres. En medio de una conversación que no conducía a nada y marcada por las órdenes de Sasha se materializó un nuevo vampiro, Rafail, un consumado maestro de esgrima. Traicionando la paz necesaria en toda negociación, atacó a Valanthe. No entraré en detalles. La asesinó ante mis ojos y poco pude hacer por ella -recordaba aquella agónica pelea en la que ella trataba de salvarla, proporcionándole cura, mientras la espada se clavaba una y otra vez en el cuerpo de la elfa, donde las garras del lobo dominado arañaban y la inutilidad de los ataques del tercero, todo ello unido a la traición final, el saber que el líder de su manada la había conducido a una emboscada para eliminar su voz crítica-. Murió y hube de enfrentarme al lobo superviviente. Temí por mi vida y ante todo, por la de mi hijo, Vjelkus. Agoté gran parte de mi poder, pero conseguimos sobrevivir, más por gracia que por fortuna. Rafail persiguió al lobo que me atacaba y que conseguí hacer huir previamente. Enfrentada a Sasha esta se limitó a darme una carta, una invitación que luego os mostraré. Sané mis heridas y emprendimos el camino en vuestra búsqueda cuando fuimos sorprendidas o más bien sorprendimos a dos frutas del bosque. Una de ella me atacó, acertando, con una bolsa de maraña. Vjelkus me salvó, matando a una de ellas. La otra escapó aunque previamente logramos conocer sus planes para invocar esta noche a Chernogov. Ahora les faltan tres mujeres para cerrar el círculo de invocación, pero lo lograrán si les damos tiempo. Tras ello... Bueno, estamos aquí -en su voz había dolor. Dolor por el papel jugado por su hijo, obligado a arrebatar una vida sin contar con la madurez para gestionar tal hecho.