Partida Rol por web

-No descartes nada, Nick. Tú más que nadie debería saberlo.

Volvió a su idea de que deberían poner una vigilancia continua durante todo el día en la azotea, y dos personas por la noche. Significaría un sobreesfuerzo y una inversión enorme de energías para un grupito pequeño como el de ellos, así que la abandonó una vez más, no sin antes chasquear la lengua.

La conversación se inició alrededor de la mesa, entremezclándose preguntas, respuestas y comentarios. No le gustó que hubiese venido nadie a examinar al crío.

-El crío está genial, bastaba el vistazo que le eché. Ha sido una gilipollez avisar a Karina -se acercó a la mesa. ¿Acaso no se encargaba ella, más o menos, de la salud en general del refugio?- Bueno, tú mandas, el chiringuito es tuyo.

Tomó asiento entre Clementine y Robin. Mientras escuchaba a los demás, agarró la olla, el cazo, y se sirvió, con plegaria o sin ella. Dedicó su atención a la crema, sin perder detalle de lo que se decía en derredor, y solo abrió la boca para meterse la cuchara dentro, saborear la cena y tragar. Echó una mirada perpleja de soslayo a Clem, la rubia no mencionó la decisión que tomaron para buscar a la nodriza; una inquisitiva a sus dos pupilos, y otra a Cass. Pero siguió a lo suyo, decidió esperar a ver el rumbo que tomaban las iniciativas y propuestas.

-Está muy buena.

Era cierto. Además, tenía hambre. Miró de nuevo a Cass, e insistió en el camino abierto por Kane.

-Cass, te haré una revisión luego. Lo que le pasa a uno, afecta a todos. Aunque te rompas una puta uña. Si vas a venir conmigo al Empire te quiero en forma. -Terminó por sonreirle con la broma, recordando la conversación de la mañana.

Con la breve explicación de su hermana Trish se encogió de hombros, asumiendo que aquello sería suficiente. Acto seguido, con su comentario, dibujó una sonrisa antes de echar un vistazo a la olla.

Después, cuando Robin habló, la muchacha puso una mano sólo un instante en el hombro de su hermana.

—Ha sido todo cosa de esta —enunció, echándose hacia adelante para responder a lo demás. Sin embargo, con la intervención de Kane, se encogió de hombros ante aquello de los secretos, sin darle aparentemente mayor importancia. Después guardó silencio con su bendición. No era creyente, ni mucho menos, pero no le costaba respetar las costumbres de los que sí, y entendía que bromear y demás mientras hacía algo como eso podía no ser de buen gusto.

Sólo cuando el hombre acabó de hablar respondió la muchacha al pelirrojo.

—No sé cuánto nos cobrará Karina, la verdad, y aún tiene que mirar cuánta reserva tiene. Pero a la nodriza supongo que tendremos que alimentarla nosotros, como mínimo. Y si yo fuera ella pediría algo más. De todas formas, hasta que sepamos seguro una cosa o la otra todo es elucubrar.

Después de eso la muchacha esperó a que Morgana acabara de servirse y se puso en pie para alcanzar mejor la olla.

—Venga, pasadme platos —se ofreció, haciendo un gesto con la mano sobre todo a Daniel y Lincoln, ya que eran los que estaban más lejos. Fue mientras servía a quien le hiciera caso, o si no a ella misma, que siguió hablando.

—Hay otra cosa —dijo—. Una amiga me ha dicho que vio a quien dejó el bebé, que cree que era su madre. Que es de mi estatura, más o menos, con ojos grandes, pelo rizado y morena en plan mulatilla. Por lo que me dijo no debía pensar que fuera una despedida en plan para siempre, así que si mi amiga no se equivoca supongo que volverá a por el chaval.

—¿Cómo lo vamos a llamar, por cierto? A mí me mola Mattata.

Alados, desmayos, visitas inesperadas... No podía decirse que aquel fuera un día habitual en el refugio, aunque quizá tampoco fuera tan sorprendente a fin de cuentas. Extendió su plato a Lincoln para que a su vez lo pasara a quien correspondiera para acercarlo a Trish, mientras guardaba silencio limitándose a escuchar. Miró furtivamente un par de veces a Cassandra sin apreciar en ella nada que revelara la causa de su desmayo. Quizá una bajada de tensión, cansancio o simple estrés.

Cuando el plato regresó a sus manos, guiñó un ojo a Lincoln a modo de agradecimiento y clavó la cuchara en su contenido. Saboreó el mismo, apreciando tal y como otros ya habían hecho el puré y agradeciendo el calor en su estómago. Entre cucharada y cucharada, alzó la mirada hacia Trish y frunció el ceño.

-Si tienes razón en lo que dices, no me parece una forma correcta de actuar. Si necesitaba un lugar para su hijo, podía haberlo comentado y no abandonarlo a nuestra puerta. Y de igual forma, no puede pretender dejarlo como si se tratara de un cachorro de perro y luego, cuando le conviene, regresar a por él sin más.

Clementine miró primero a Trish, y luego a Cass, una vez la primera tratase de evadir el tema y la segunda, revelase, en parte, lo que había ocurrido, a todas luces no muy convencida, pero expresando mayormente, y aún, preocupación- Sabéis que podéis confiar en nosotros, ¿verdad? Somos como... Una familia. Si bien entiendo que haya cosas que prefiráis no exponer. Pero si os sucediese algo malo... No estamos juntos aquí sólo porque nos apetezca y casualmente nos hayamos encontrado. Debemos apoyarnos, y también contar los unos con los otros.-expresó, a modo de conclusión, emitiendo un ligero suspiro, sin incidir más en el tema, guardando silencio hasta que todos estuviesen a la mesa, recibiendo entonces aquel gesto de Kane con cierta sorpresa, pero asintiendo- Sí, por supuesto.-dijo, cruzando las manos frente a su pecho, mientras cerraba los ojos, santiguándose tras escuchar la plegaria de su compañero de fe, murmurando un "amén", a coro con el suyo, comenzando a degustar su comida entonces- Sí, está muy bueno. 

Escuchó a unos y a otros, notando que en un momento dado Morgana le dedicaba una mirada que no terminó de comprender y que respondió con una media sonrisa. Escuchó asimismo la explicación de Trish sobre lo que le había contado aquella amiga suya y abrió los ojos como platos, antes de oir también a Daniel, frunciendo levemente el ceño, pensativa- No sabemos en qué circunstancia tuvo que dejar esa mujer al niño con nosotros, Daniel.-expuso- Quizá tenía sus motivos para hacer lo que hizo. - apuntó, tratando de mostrarse comprensiva, tanto para con su amigo, como para con aquella desconocida- Por otro lado... Mientras se encuentre con nosotros, lo tendremos que alimentar, y como bien ha apuntado Robin, no es que podamos elegir. Aún no hemos encontrado una nodriza, aunque vamos a intentarlo. Mientras tanto, tendrá que echarse algo a la boca.-explicó- ¿Por qué queréis llamarlo Mattata? -dijo, arrugando un tanto la expresión, evidenciando, aunque no quisiese expresarlo de aquella forma, que aquel nombre no le gustaba- ¿No os parece que es un nombre más... Adecuado para una mascota? 

Nick apretó una sonrisa. Morgana Rottenmeyer le caía bien y tenía muy claro que les salvaba la vida todos los días tenerla en el equipo, pero, ¿qué había querido decir con eso? ¿Se había referido a algo en concreto? Prefirió dejarlo pasar. Uno de los motivos por los que se llevaba bien con ella era porque no se sentía amenazado por su carácter.

- Tienes razón - concedió -. Simplemente creo que hay un montón de motivos mundanales para dejar a un crío en la puerta. Si encima añadimos los posibles motivos arcanos...

Lo que dijo Trish tardó un momento en penetrarle en la sesera. Le salieron un par de ruidos más de la garganta, del estilo balbuceo de pez. Miró a su amiga.

- ¿Por qué no ha sido lo primerísimo que has dicho? - intentó no sonar duro -. Entiendo que se te habrá pasado con lo de Cass, pero Trish, eso no podía esperar. Estamos aquí haciendo cábalas y tú sabías algo.

No quiso que pareciera que quería echarle la bronca. De modo que trató de sonreír.

Los jóvenes sin hijos empezaron a debatir sobre paternidad, y Nick procuró que eso también le resbalara. Si él hubiera sabido dónde llevar a Jack, dónde ponerlo a salvo aunque no estuviera con el... ¿qué habría hecho? No lo sabía, pero no se atrevía a afirmar nada. Había hecho cosas de las que no se sentía orgulloso para proteger a su familia, pero no se arrepentía de nada. Hasta ahí llegaba un padre, cualquier padre, incluso uno malo como el escritor. No culpaba a la mujer, ni estaba dispuesto a condenarla sin escuchar su explicación antes.

Siguió sin sentarse, apoyado en el marco de la mesa. Le había cogido algo de fobia a las horas de la comida. Demasiada gente. Demasiada emoción. Se dio cuenta de que estaba madurando cuando sólo puso los ojos en blanco mientras Kane bendecía la mesa. Antes habría soltado un bufido o una risita.

Cassandra escuchó a unos y otros desde las profundidades de su capucha, cuando Morgana dijo de hacerle un chequeo chasqueó la lengua y sacudió la cuchara vacía en su dirección. 

-Si, si, en forma... Pues esta mañana me de dado en este dedo -dijo aguantando el cubierto con el corazón -con el martillo, mientras hacía una obra de arte con el arreglo de la valla, y tú solo te has preocupado por que se veía demasiado feo. -desde mitad de la frase las palabras salieron mezcladas con una suave risa, luego recuperó la seriedad -Cuando quieras.

Guiñó un ojo y continuó comiendo hasta que "tuvo" que contestar a Clementine.

-De verdad no es nada Clem, si supiese que es algo malo os lo diría, o no os expondría. 

Continuó comiendo, con cada cucharada se estaba un rato paladeandola y maravillandose de como le había quedado, pensando en qué le había echado para poder repetir el éxito, o vender la receta y sacar algo, hasta que su hermana hizo la revelación de la noche y se le olvidó seguir por un rato. Obvió las causas por las que alguien haría algo así, al menos la desconocida se había preocupado de dejarlo con "buena gente", Cass apretó los dientes, a ella su hermana se le escapó de entre los dedos y tardó demasiado en recuperarla. 

-¿Para eso has salido sola esta tarde? -meneó la cabeza, aunque si era por estar en desacuerdo con el paseo o por sopesar la información no quedó claro por su expresión -al menos sabemos que si lo quieren vendrán a buscarlo. No hace falta que sigamos buscando. -se encogió de hombros dando el tema por cerrado, según ella lo veía o se hacían cargo del crío sin más, o se lo daban a otros, y a pesar de lo que pudiese parecer la segunda opción no le gustaba -Yo no le pondría un nombre cuando ya debe tener alguno... como mucho llamarlo El.

Tras la plegaria, Kane dejó que Trish sirviera los platos y tras probar la primera cucharada asintió aprobando la cena, mostró una sonrisa suave en dirección a las cocineras reconociendo su labor. A continuación se vertió nueva información, y la que dio la inventora hizo que el pistolero alzara una ceja y la mirara directamente. Antes de decir nada lo hacia Nick, aquello templó la respuesta de Kane, el cual amagó una chispa de enojo.

Esa amiga tuya.. ¿ronda el refugio de madrugada? preguntó con extrañeza, desviando el comentario principal, no quería mostrarse enfadado, no valía la pena. Y tiene un ojo privilegiado, ver todo eso y deducir todo eso de noche. añadió con cierta desconfianza.

No quiso hacer sangre, pero Kane se mostró suspicaz a lo que acababa de comentar Trish y como, a continuación, se zarandeaba el tema del nombre. Algo que él rehuía por completo. Mientras Morgana amenazaba a Cassandra con un examen médico, Kane escuchó a Cassandra haciendo que frunciera un poco más el ceño, pero no dijo nada. Quizá se dio cuenta de que estaba especialmente suspicaz por todo, se retrajo en su silla para comer en silencio un rato, volver a escuchar las conversaciones cruzadas. Aunque Kane era, en la mayoría de ocasiones, un libro abierto cuando algo le rondaba por la cabeza, por lo que terminó amagando suspiros entre cucharada y cucharada.

Morga asintió a Cass, compartió con ella una sonrisa a medias. Y le sacó la lengua.

Cuando Morgana escuchó la información facilitada por Trish, detuvo el movimiento de su mano con la cuchara. Se quedó unos instantes así, sorprendida y con la extrañeza maquillando sus ojos, le chirriaron los dientes, y reanudó la cena.

"¿Qué mierda de historia es esa, qué coño de amiga? ¿Estaba sacando al perro a mear o hacía una ronda de vigilancia? ¿Controlaba la zona desde la distancia?"

Dirigió la vista hacia Trish, con expresión de interrogación en la cara, "¿De qué leches estás hablando? ¿Va a regresar? Ey, gracias por cuidar del renacuajo mientras yo me iba de fin de semana a follar con mi novio. ¿Era un puto chiste?". Si la madre regresaba le soltaría primero una hostia, luego preguntaría. Eso es lo que quería la Morgana visceral; la otra entendía que no te piden permiso si pueden dejártelo. De cualquier forma, sonaba extraño y los motivos podrían ser mil. Ninguno bueno.

Continuó comiendo, meneando suavemente la cabeza negando, a punto de disparar su lengua con artillería mayor. Las reacciones no se hicieron esperar, la broma tampoco la entendían el resto. Observó a Nick, con el ceño fruncido. Sintió el impulso de preguntar a Trish quien era su amiga Sherlock y salir a buscarla ahora mismo. De momento se contuvo, el chorreo ya le estaba cayendo a la chica y todo eran especulaciones. Compartía el mosqueo de Nick y Kane y las dudas evidentes y lógicas de este último.

Tragó una vez más, dejó la cuchara, y puso el dedo en el gatillo para comenzar el interrogatorio. Sin embargo se conformó con clavar sus ojos en los de la inventora y coger de nuevo el cubierto, aguardando las respuestas de Trish.

La rubia mantuvo la mirada a Cassandra sin inmutarse y después probó el puré mientras alzaba las cejas como si eso del desmayo le pareciese una forma muy suave de resumirlo. Sin embargo, no dijo nada más por el momento pues en el momento en que Kane tomó la iniciativa de bendecir la mesa, ella juntó sus manos y cerró los ojos. 

—Amen —murmuró después de él.

No se molestó en fruncir el ceño a los que habían empezado a servirse y comer mientras rezaban como hacía al principio. Ya se había acostumbrado. 

Acercó su plato a Trish y cuando lo tuvo de vuelta empezó a comer mientras los demás iban desgranando la conversación sobre sus días. Sus ojos iban moviéndose de unos a otros y asintió con aprobación cuando Morgana ofreció echarle un vistazo a Cass. En ese momento su mirada buscó a su primo y se lo quedó mirando por un instante, como si estuviese valorando alguna idea relacionada con él. 

La revelación de Trish hizo que Skyler la mirase de inmediato. 

—Vaya... ¿Qué amiga? —preguntó, pero al ver que otros tomaban la palabra dejó que se encargase ellos y se metió otra cucharada en la boca. 

Mientras tragaba asintió con la cabeza firmemente a las palabras de Clementine sobre el nombre del chiquillo y luego con lo que dijo Kane volvió a mirar a Trish.

—Quizá tenía sus motivos —repitió lo que había dicho la otra rubia—. ¿Pero Mattata? ¿Qué clase de nombre horrible es ese? Ya habíamos acordado que se llamaría Matthew. —Echó un vistazo a Daniel y le dedicó una breve sonrisa. Él lo había propuesto y a ella le gustaba—. Matthew es un nombre bonito y lleno de luz. Y venga —añadió, haciendo un gesto con la barbilla hacia la chica—, explica de qué va eso de tu amiga.

Algunas gotas de agua salpicaron la barbilla de Shamira cuando Robin le dio el golpe juguetón mientras bebía. La chica emitió una risita y se las secó con la manga mientras alzaba la cabeza para mirarlo. Sus mejillas habían adquirido algo de color y sus ojos brillaban haciendo notable la belleza que empezaba a manifestarse en sus rasgos según iba creciendo. Su sonrisa traviesa parecía reservarse una venganza que llegaría, pero no tan pronto. 

Asintió de inmediato a la propuesta del pelirrojo y se inclinó un poco hacia él para hablar también en voz baja.

—Trato hecho.

No tomó parte de las oraciones pero sí llevó su mirada con curiosidad hacia los que lo hacían. A la chiquilla le gustaba escuchar las historias que Clementine le contaba en ocasiones a ella y Lincoln, pero la fe y la devoción le resultaban ajenas, una rareza más de las que conformaban a las personas.

Empezó a comer en cuanto tuvo comida en el plato y escuchó con atención todo lo que los mayores decían, pero ella no llegó a intervenir. Se notó que el tema del nombre llamaba su atención e incluso miró a Skyler arrugando el ceño por un momento cuando la rubia sentenció que el nombre ya había sido escogido. Pero no dijo nada al respecto y siguió comiendo, observando a unos y otros a medida que iban hablando. 

Tras la intervención de Kane, echó un vistazo a Robin de soslayo, preparándose para atacar, pero después miró a Morgana y desechó la idea al ver su cara de mosqueo, que ya conocía bien. 

El crío miró a Morgana cuando la mujer le dijo a Nick que no debía descartar ninguna opción y asintió para sí mismo al tiempo que desviaba la mirada hacia el hombre por un instante, para luego mirar al bebé con ojos inquisitivos mientras los demás hablaban. 

Lincoln empezó a comer cuando Trish le devolvió el plato lleno y no dejó de hacerlo a pesar de que era evidente por sus miradas que intentaba pillar todo lo que podía de la conversación. No dijo nada, pero eso no era raro en el muchacho, que solía mostrarse serio y silencioso cuando estaban todos reunidos. 

Trish se encogió de hombros en cuanto Daniel expresó su opinión. Lo cierto es que no parecía que la muchacha juzgase a quien había abandonado al crío, ni mucho menos.

—Dejarlo es más seguro que preguntar —comentó como si ese pensamiento fuera lo más natural del mundo mientras seguía sirviendo los platos—. Y preguntando podríamos decir que no.

Una vez acabó de servir, la chica volvió a sentarse. Escuchó entonces las palabras serias que Clem les dedicó a ella y a su hermana y emitió un suspiro. Iba a responder, pero Cass se adelantó. A su lado Trish simplemente asintió dándole la razón. A punto estaba de decir algo más igualmente cuando, de repente, se vio interrogada por casi todo el mundo.

—Eh, eh, relax —protestó entonces, haciendo un gesto con las manos para pedir calma—. De uno en uno, que tampoco es para tanto. —Miró entonces a Nick—. No dije nada antes porque tampoco es tan importante. Se supone que Jimmy va a decirnos quién exactamente la ha traído por la mañana como muy tarde, así que esto tampoco aporta mucho. Es más importante ver cómo vamos a alimentar al crío, creo yo —enunció antes de beber un pequeño sorbo de agua y disponerse a contestar a los que le habían preguntado.

—Nick ya dijo que habíamos puesto a funcionar los contactos del Jackie—Trish hizo un gesto con la mano entonces antes de mirar al hombre—. Esto es lo mismo.

—Bueno, pues esta tarde he ido a ver a unos viejos amigos —prosiguió. Era evidente por la expresión de Trish que intentaba pasar por alto los detalles exactos de quién había dicho qué— y alguien había visto eso. No es que vigile el Morris, ni nada, me parece más probable que estuviera siguiendo a la madre para mangarle algo. Como sea, no hay más que contar, eso es lo que me dijo.

—Y no sé —continuó en dirección a Kane— qué cosas habrá deducido y qué cosas tendrá cien por cien claras, pero yo me fío de su palabra. Al menos hasta que mañana Jimmy nos cuente más.

Con esas palabras la muchacha probó la primera cucharada de puré. Miró entonces a su hermana antes de asentir.

—Cojonudo —comentó. Después habló a Clementine y a Skyler—. Y a mí me mola Mattata porque es original —enunció mirando un instante a Robin, aunque no iba a cometer la temeridad de echarle la culpa de aquello, menos aún delante de su prima—. Matthews seguro que hay miles, pero Mattata ninguno. No sé, el mundo se va a la mierda, probar nombres nuevos no me parece un disparate. Puede que no tenga luz —comentó con una breve sonrisa—, pero sí sonoridad. Mattata. —Enderezó el pecho—. Mattata —Al repetir el nombre lo dijo esa vez con la voz un poco más grave, como si quisiera mostrar todo su potencial—. Si no os mola buscamos otro, pero Matthew es como de viejo, me lo imagino ya con algunas canas y todo. —Para Trish el concepto de viejo era, claramente, muy diferente al de alguien que hubiera crecido en el viejo mundo, hasta el punto de que Nick ya empezaba a entrar en esa edad. Hizo entonces una pausa antes de hablar con un brillo en los ojos que acompañaba a una nueva propuesta—. Lo que sí podemos hacer es apellidarlo Morris.

Para una persona como Morgana con formación militar acostumbrada a planificar y a no pasar detalle por alto, la naturalidad y despreocupación con las que narraba lo acontecido Trish, la asombraba y exasperaba a partes iguales. Quizá es que ella era un poco paranoica sobre el control de su entorno, pero justamente eso la había mantenido viva mientras otros estaban muertos y bien muertos. No dejó de mirarla, muy mosqueada. Una cosa era actuar sin pensar en las consecuencias y otra que no te importen. Sin embargo, se relajó, echó un vistazo a los comensales, y prosiguió terminándose su plato, dejando a Nick la tarea de arremeter contra su buena amiga si lo creía oportuno. Además, la comida era esencial en todo momento, algo que no tenía ya que insistir a sus dos pupilos, a quienes había machacado mucho sobre el tema.

Con todo, no se tragaba esa historia. No la de la inventora, sino la de esa amiga. Le olía mal. Claro que a ella, pocas cosas no le apestaban a alcantarilla. Se esforzó por mantenerse en un segundo plano, no sería la primera vez que Morga, con sus modales rudos y toscos, la liaba a la hora de la cena. No pasó lo mismo con el nombre para el mocoso, le dio un poco la risa.

-Estás de cachondeo esta noche, ¿no, Trish? ¿Mattata? ¿Qué mierda de nombre ridículo es ese? Le dais motivos al chico para que cuando sea mayor nos reviente la cabeza. Mathew está bien, ¿por qué no? Atta Mathew. Mathew a secas. Joder.

“Discutiendo por un puto nombre mientras nos han roto la valla y se cuelan. Y no pasa nada, no es tan importante. Como mola.”

Pronto fue muy consciente de que su mente no funcionaba como la del resto. En ningún momento se había sentido amenazado o había visto peligro en la presencia de aquella extraña mencionada por Trish. Sin embargo, las alarmas de los adultos habían saltado con rapidez, viendo en ella una potencial amenaza al refugio, preguntándose por el por qué de su presencia allí y molestos en el mejor de los casos por no haber sabido nada de ello hasta aquel momento. 

Daniel se concentró en su plato, abofeteándose mentalmente por no tener aquella rapidez de reflejos de la cual dependía no solo su propia supervivencia sino la de todos. Aquel era uno de aquellos rasgos que Morgana ciertamente corregiría de buena gana en todos y cada uno de ellos y quizá no le faltaran razones para ello. Para Daniel la supervivencia siempre había sido individual, una preocupación por el propio pellejo y nunca, hasta su llegada al refugio, había tenido que preocuparse por otros. Meneó la cabeza, despejando aquellos pensamientos, y alzando la mirada, escuchó a Trish.

Sin duda, sabía salir del paso, sorteando preguntas, acusaciones y quejas como una artista del driblaje y el cómo terminó por desviar la conversación hacia el nombre del bebé era una clara demostración de ello. Dudaba que no hubieran nuevas intervenciones, incidiendo en la presencia de la amiga de Trish en las inmediaciones del refugio, pero quizá fuera una buena ocasión para relajar el tema centrándose en cosas menos importantes. A fin de cuentas era una cena y obviar en ella aspectos que pudieran acabar en discusión, no era mala idea.

-Como dice Cassandra, quizá no debiéramos ponerle ningún nombre. Ya tendrá uno dado por su madre. Y si va a volver a por él... Quizá suene cruel, pero darle un nombre es hacerlo nuestro y su pérdida, cuando esa mujer regrese para llevárselo... No va a ser fácil. Lleva aquí unas horas y todo cuanto se ha hecho hoy aquí ha sido con él de fondo o de marco. Comida, enseres, preguntas... Pero si aun así hay que llamarle de algún modo, Mattata no me parece un nombre serio. Y puedes apostar a que acabará teniendo por mote Patata. De todos modos, Trish, ¿alguna idea de por qué tu amiga cree que regresará a por él?

Cassandra parpadeó varias veces ante el revuelo que seguía levantando que alguien hubiese visto a la presunta madre del crío. Con algo de asombro y otro poco de incredulidad se dirigió a su hermana.

-No me digas que tu amiga ha visto como se colaba y no ha hecho nada, ni nos ha venido a avisar ni nada, yo pensaba que la habría visto en cualquier sitio de camino. Una mujer con un capazo a esas horas, si estas despierto para verla, debe llamar la atención... -sus ojos miraron a Nick durante un instante y se calló.

No quería que se malinterpretasen sus palabras y por suerte volvió a salir el tema del nombre -Que no le acaben llamando así- pensó interiormente. Cass ya se había pronunciado al respecto y no era su estilo repetirse, por lo que guardó silencio mientras su cabeza mostraba su acuerdo con las voces en contra de semejante invención, aunque negó con el resto de propuestas, para ella "Bebé"estaba bien. Todavía era muy pequeño como para acordarse de nada.

No se molestó en ocultar que no se creía lo que estaba diciendo Trish, ni tampoco que estaba un poco alterado. Movió la cabeza a un lado al principio, buscando la nada, luego volvió hacia la inventora.

Dependeremos totalmente de Jimmy entonces. repuso ácido y breve, suspiró mientras se acariciaba el entrecejo. Decidió no decir nada más al respecto, debido a lo que le paseaba por dentro, era mejor no decir más.

Se centró en el plato que tenía delante, comiendo con poca hambre, terminaría por comer lo justo. Daba más vueltas a la comida que comerla. Finalmente dejó el cubierto dentro del plato, quizá más tarde tendría hambre, pero ahora no.

Acordado con Shamira el próximo turno de cocina, Robin no había acompañado la oración con sus manos pero sí en silencio aunque no se sentía cómodo en su espesura. Sus pupilas siempre caían sobre Skyler durante aquella gratitud a quién nada había tenido que ver con que esa noche, o cualquier otra, cenaran. Pero justo antes de escuchar el primer "amén" sus pensamientos distribuían las gracias entre los miembros del grupo, empezando siempre por Nick.

Pero aquella noche no buscó a su prima, su mente obvio el tiempo de dar gracias y quedó suspendida en Cass. El control matemático de sus desmayos colocó pimienta fantasma bajo su nariz y al escuchar de soslayo a Morgana programando una revisión médica él asintió metiéndose dónde no se daba cuenta que no era llamado. Casi como si sus genes fueran apuntando maneras.

Con dos parpadeos sus ojos caminaron de una hermana a la otra, y como si hubiesen estado practicando con lo anterior la tercera vez que los párpados se apartaron se retiraron lo máximo posible.

Él, como otros, tampoco entendía como había tardado tanto a circular aquella información pero conociendo el daño del boca a boca no era mala idea esperar a estar reunidos para informar de un golpe. Sus ojos repasaron entonces a Trish de la cabeza a los talones para refrescar el significado de su estatura.

De ella pasó al bebé intentando reconocer los rasgos que Trish podía dar de la madre en palabras de su amiga en el bebé.

— Así que volverá —pensó y sin darse cuenta al volver a las hermanas sus labios vestían una sonrisa algo triste—.

Las voces de los demás expresaron varias ideas y pensamientos que él compartía pero evitó reiterar y otras que le hicieron plantearse cómo se podía pensar de ese modo.

Daniel le afiló la mirada, y si no hubiese tenido que pasar por Skyler para llegar a él probablemente hubiese saltado con algo de lo que después se hubiese arrepentido. Especialmente hubiese odiado recordar delante de su prima que una madre siempre tiene derecho a reclamar a su hija; pues de igual modo no podía negar ese derecho a un padre.

El tema del nombre rebajó un poco su mal ánimo, aunque ahora que esperaban el regreso de la madre no le parecía ni importante ni de su potestad. Pero fue Cass quien lo expuso y él se limito a tragar el puré asentir después.

Miró entonces a Shamira con disculpa, una real no como la que había iniciado una guerrilla sosegada, de ella pasó a Skyler y después confesó a Morgana.

— Lo de Matata se me ha escapado a mí —se encogió de hombros—. Mathew, en diminutivo Matt y luego Ata. Para pensar era cómodo, nada más.

Se explicó sin pronunciarse sobre el tema del nombre de nuevo. Sabía que no iba a salir bien parado de aquello y prefería no darle nombre ni apellido a quién no podían adoptar. Si se alargaba el regreso de esa madre, que el bebé eligiera su nombre. Hasta entonces seguiría pensándole con comodidad y llamándole como el resto quisiera, incluso podía acordarse de diez nombres más.

— A mi lo que más me intriga no es que tu amiga haya visto más allá de la valla, sino que no la hayas invitado a comer—satirizó con cariño todas las bocas a las que les iban prometiendo comida—. ¿Tan rara es?

Dejó a peliazul tranquila, bastante se había echado encima y volvió a su puré, cuanto antes terminara antes podría encargarse de los demás.

Sonrió a Daniel con sus últimas palabras y se disculpó con la misma mudez con la que se había exaltado hacía unos minutos con el tema de la madre. Le costaba ser frío con todo lo que rodeaba al tema de cambio de padres. Para él nadie podría sustituir a su madre, y no quería que Matata viera a su madre sustituida por una tribu de katios.

Shamira seguía con atención la discusión sobre el nombre, sin llegar a decir nada ni dejar de comer. Se le escapó una risa floja cuando Daniel habló del mote que tendría un niño llamado Mattata y giró la cabeza para mirar al joven mientras se tapaba la boca con la mano. 

Sin embargo, cuando Robin la miró con disculpa y se culpó del asunto de ese nombre, la risa de la muchachita se deshizo en una sonrisa teñida de ternura, para el pelirrojo. Sus ojos brillaron con determinación cuando decidió unirse a él para llevarse su parte de la culpa. 

—Lo de Ata fui yo —dijo, sin mirar a nadie en concreto—. Significa «regalo» y me parece mucho más bonito que un santo feo... Pero al final no es un regalo, ¿no? —Frunció un poco la nariz y su mirada se desvió hacia la cesta donde el bebé jugaba con el sonajero—. Sólo un préstamo. 

Tras esas palabras volvió a mirar a Robin y asintió levemente con la cabeza mientras se volvía a meter la cuchara en la boca. 

El ceño de Skyler se fruncía a medida que Trish hablaba, sin que quedase claro si esa expresión se acentuaba más cuando contaba lo de su amiga o cuando insistía en lo del nombre. Cuando Morgana intervino, la rubia abrió ambas manos en un gesto mudo hacia la militar, como si acabase de aportar un chorro de sentido común sobre la mesa. 

Las palabras de Daniel hicieron que le mirase con cierta confusión, como si no terminase de comprender por qué se echaba atrás en un nombre que había propuesto él, y después sus ojos recorrieron a los presentes, echando cuentas mentales. Pero su movimiento viajó de inmediato hacia su primo cuando confesó que el nombre que Trish proponía era de su autoría. Entonces puso los ojos en blanco y suspiró.

—¿En qué estabas pensando? Eso no es un nombre, Robin —señaló con un tono mucho menos altanero que antes, casi comprensivo. 

No hurgó más en la herida mientras echaba miradas tentativas al pelirrojo, como queriendo valorar si había herido sus sentimientos con lo que había dicho sobre el tema, pero algo en las palabras de Cassandra le hizo llevar su mirada hacia Trish.

—Ya. Cassandra tiene razón. A tu amiga ya le vale, no avisarnos ni nada. Y la madre podría haber dejado una nota si pensaba volver a por él. Joder con la gente.

En cuanto soltó el exabrupto se quedó inmóvil por un instante y entonces miró hacia Clementine con una disculpa en la mirada. A veces se le escapaban palabrotas, pero siempre intentaba tener cuidado con eso cuando estaban en la mesa. 

—Perdón —dijo, dejando el tema y retomando la comida.

Lincoln terminó su plato mientras los demás hablaban y entonces empezó a pasar el borde de la cuchara por los laterales para rebañar los restos de puré. Lo hacía muy despacio y dedicando su atención a esa tarea, pero sin dejar de escuchar al resto. 

Cuando Daniel terminó de hablar, el crío alzó la mirada de su plato para mirarlo con seriedad. 

—Mejor que lo haga —fue todo lo que dijo en voz baja antes de volver a fijar la vista en su plato.