Partida Rol por web

La chiquilla había fruncido levemente el ceño al escuchar la naturalidad con que Skyler llamaba Matthew al bebé que ella consideraba un regalo, pero no había llegado a apartar la mirada de él, ni a decir nada al respecto. Concentrada, continuaba dándole de comer despacio, siguiendo las indicaciones de Kane cuando llegaban. 

Sin embargo, la conversación sobre las necesidades fisiológicas del niño terminaron por hacerle gracia y una pequeña sonrisa cosquilleó en la comisura de sus labios.

—No te vas a cagar encima de mí, ¿verdad que no? —dijo hacia el bebé, frunciendo la nariz en una mueca graciosa—. Claro que no. Ahhhh... —murmuró abriendo la boca al tiempo que acercaba la cuchara a los labios del niño.

El sonido de la puerta que dejaba salir a Cass y Lincoln y entrar a Daniel la hizo alzar la cabeza por un instante. Dedicó una sonrisa breve al recién llegado y enseguida volvió a bajar los ojos para seguir dedicándose al pequeño. 

—Al principio comía raro, pero ahora parece que le gusta —comentó, mirando fugazmente hacia Kane, contenta.

El plato de Skyler se había vaciado hasta la mitad cuando la rubia levantó un trozo de tela de toalla, cortado de forma irregular con la navaja, pero del que a todas luces ella estaba orgullosa. 

—Bien. Primer pañal del Major Morris —dijo, haciendo un leve gesto de saludo hacia Daniel con la cabeza—. ¡Por fin! Creo que necesito un buen vaso de café, me muero de sueño hoy. 

Esperó por si Daniel dejaba todo lo que llevaba encima de la mesa y, de ser así, se sirvió un vaso y lo dejó cerca de su plato. Después miró a Shamira y se encogió de hombros.

—No creo que lo vayas a convencer así. Deberías ponerle el pañal o si no luego no te quejes.

Alzó las cejas con su advertencia como si fuese una pitonisa capaz de vislumbrar el futuro más oscuro y luego comió tres cucharadas antes de seguir cortando tela. 

—Robin, estás de la olla —afirmó tras tragar, alzando la mirada hacia su primo, como si algo se le hubiera quedado en el tintero—. Si alguien fuese a hacer un milagro seguro que sería Clem, pero tú quieres convertirla en vaca, joder. Como se nota que no tendrías que ponerte a echar leche tú. Pero si echas de menos a Añil podemos preguntarle si se viene a vivir... —añadió con una sonrisa algo maliciosa, como si ya anticipase la respuesta de su primo.

Dejó los vasos con un tintineo de cristal así como la cafetera. Se sirvió la oscura infusión que, a su modo de ver, era más que agradable y miró a los presentes.

-¿Alguien quiere además de Skyler? ¿Robin, Klane, Clem, Shamira? -enumeró. Con el humeante vaso se acercó a esta última y al bebé-. Hola pequeñín. Aunque no lo sepas, lo hemos hecho lo mejor posible y, sobretodo, con cariño, así que sé bueno y cómetelo -dijo con una sonrisa y acariciando suavemente la mejilla regordeta y sonrosada del niño-. Oh, vaya. Es increíblemente suave. Nunca había tenido la oportunidad de acariciar a un bebé -su sonrisa se hizo más amplia, totalmente dedicada a Mathew.

Miró en dirección a Skyler.

-¿Un pañal? ¿Con una toalla? No sé pero... ¿te imaginas lo que sería llevar algo así de áspero en tu culo, absorbiendo tu pis y tus cacas? Va a tener rozaduras y se lo va a pasar mal. Quizá deberíamos intentar conseguir algo más ligero, más suave y sobretodo más fácil de limpiar. Porque esa va a ser la parte dura. Limpiar todo lo que después de comer eche ese culito gordo. A ver quién es el valiente que hace frente a esa batalla. Perdona, ¿has dicho Clem y vaca en la misma frase? Creo que me he perdido algo en todo esto. Es lo malo de irse a por vasos me temo -miró interrogativamente esperando que alguien aclarara aquello.

Robin asintió y sonrió a Cass por la garantía que había puesto en la compra y como clausura a lo del plato. Aquella sonrisa, agradecido, se mantuvo cuando ella dejó libre el espacio entre sus ojos y el bebé y se tornó un tanto más embobada con la imagen de Shamira con el niño. Eran adorables.

Robin volvió a mirar hacia su prima cuando anunció el título de su obra y su nariz dio un pequeño toquecito en el aire para saludar a Daniel al fijarse entonces en su llegada.

— Perfecto, Sky —le sonrió aunque la palabra elegida no fuera para nada la más adecuada—.

El joven tomó una cucharada más de su plato y prestó atención con las cejas intrigadas al escuchar su nombre seguido de aquella afirmación con la que no se identificaba ni de lejos. Eso de estar de la olla era más propio de los genes de Skyler.

A medida que las palabras de su prima iban hilando otro significado a las que él había dado a Clementine, el chico fue enrojeciendo y cuando todo terminó con esa amenaza de joderle la existencia con la estúpida de añil por niñera mandona, la mano libre de cuchara de Robin se cerró en un puño y golpeó suave, silenciosa y disimuladamente dos veces sobre la madera que su padre, Katia y seguro que su madre usaban de amuleto para alejar la mala fortuna.

— No serías capaz —pensó sin osar tentar a su prima poniéndolo en voz alta, menos después de que Daniel le encendiera la pólvora con esa observación de los pañales que todos callaban—.

— Clementine, lo siento —se disculpó buscando los ojos de la chica—. No pretendía referirme a eso.

Bajó la mirada al plato y siguió comiendo sin demasiado estómago avergonzado por lo a quién podía haberse parecido sin darse cuenta que ni había respondido a su amigo a lo del café.

Miró a unos y a otros. Las escasas palabras de Robin no habían arrojado luz sobre lo que allí se había dicho, pero a todas luces su enrojecimiento, la presión sobre la cuchara y sus disculpas a Clementine hablaban de su incomodidad. Se encogió levemente de hombros. Realmente no necesitaba saber nada y aún menos ser una fuente añadida de incomodidad para nadie. Así que sonrió suavemente, tomó un vaso y la cafetera y se acercó a Robin.

-Pues va a ser la primera vez que no te apatece tomar achicoria en el desayuno -dijo de forma casual, al tiempo que vertía el oscuro y humeante líquido en el vaso-. Clementine, aquí tienes otro para ti. Kane -dijo escurriéndose hacia su posición y sirviendo sendas infusiones-. Y bien, ¿sabéis si se va a salir a comerciar para hacer algunas compras de cara al bebé? ¿O han salido ya? Porque no veo por aquí a Trish y la verdad es que me gustaría ir. Robin, ¿vendrías?

Clementine escuchó a Robin, parpadeando, absolutamente sorprendida mientras un evidente sonrojo le llenaba las mejillas- ¿T...Tú crees?- preguntó, sin saber muy bien qué responder.- Bueno... Yo no... No sé... ¿Eso es posible?-dijo, notando cómo le ardía el rostro, escuchando a continuación el comentario de Skyler, llevándose una mano a la cabeza, frotándose el cabello, mientras esbozaba una media sonrisa avergonzada, notando que la entrada de Daniel al salón, con sus palabras añadidas, no hacían más que provocar que aquel calor ascendiese- Supongo que por ahora nos tendremos que conformar con eso, Daniel. No tenemos otra cosa, y Skyler nos ha podido apañar algo para que no haya problemas con las necesidades del bebé.-explicó, ya completamente sonrojada .

Escuchó entonces las disculpas de Robin, y se encogió ligeramente sobre si misma.- Sé que no lo decías con mala intención.-aseveró, dedicándole un gesto que llamaba a restar importancia al asunto- Pero entonces, ¿a qué te referías? ¿Y quién es Añil?

Cassandra aguantó la puerta mientras entraban los que faltaban, al menos los que estaban dentro del refugio, y dio dos pasos fuera antes de pararse y mirar a Lincoln.

-Creo que Morg agradecerá un vaso de café caliente -dijo mientras sacaba su propia taza y se la tendía -y de paso podrías llenar uno para mí. A ver si así no tienes que esperar tanto... y Morgana no se enfada por lo que tardamos.

Sin perder más tiempo se dirigió hacia la cocina, donde dejó los utensilios sucios en la pica, y luego subió a su habitación por la escalera que había enfrente. Con movimientos rápidos pero sin prisas, dejó el portátil en donde lo había cogido hacía ya bastantes minutos y se puso la gruesa chaqueta que colgaba de la parte superior del armario de metal. En los bolsillos sus pertenencias inseparables: la linterna, la multiusos, la cantimplora a medio llenar -Tengo que rellenarla cuando vuelva-, el hilo de pescar y el espejo pequeño; el pedernal lo llevaba colgado de su cuello con un cordel. 

Bajó por la misma escalera que había utilizado para subir y se dirigió al taller de su hermana ubicado al lado de la salida. Llevaba la parka abierta y la acolchada capucha sin poner pues en el interior la temperatura era agradable, no para ir en manga corta, como le contaba su madre que iban sus familiares en sus casas, pero sí se estaba bien para un par de mangas. Una vez en el taller no tuvo que buscar mucho, sabía donde Trish dejaba sus cosas así como ella sabía donde dejaba su ordenador, se puso los guantes y abrochó la chaqueta, cogió todo lo que le pareció que podía ser útil y luego salió para reunirse con el chico en la entrada. Su figura, que habitualmente llevaba las manos en los bolsillos, se veía cargada con el martillo, los clavos, un destornillador plano, un trozo de madera y un rodel de alambre.

-Supongo que valdrá. 

Comentó a nadie en particular y sin esperar respuesta miró hacia la puerta pensando en quién la abría, pues ambos iban con las manos llenas, recolocó su carga y logró despejar una extremidad para hacer los honores y seguir a su guía.

Apenas habían pasado algunos segundos desde que el niño y la buscadora habían salido cuando Lincoln volvió a entrar. El chiquillo no prestó mucha atención a los que seguían desayunando y su mirada buscó directamente la jarra con café para acercarse a ella. 

En la mano llevaba la taza de Cass y, con un cuidado exagerado que incluso hizo que sacase la lengua mientras lo vertía, llenó hasta la mitad la taza y uno de los vasos sin llegar a decir nada. Luego dejó la jarra donde estaba. 

Miró a unos y a otros. Las escasas palabras de Robin no habían arrojado luz sobre lo que allí se había dicho, pero a todas luces su enrojecimiento, la presión sobre la cuchara y sus disculpas a Clementine hablaban de su incomodidad. Se encogió levemente de hombros. Realmente no necesitaba saber nada y aún menos ser una fuente añadida de incomodidad para nadie. Así que sonrió suavemente, tomó un vaso y la cafetera y se acercó a Robin.

-Pues va a ser la primera vez que no te apatece tomar achicoria en el desayuno -dijo de forma casual, al tiempo que vertía el oscuro y humeante líquido en el vaso-. Clementine, aquí tienes otro para ti. Kane -dijo escurriéndose hacia su posición y sirviendo sendas infusiones-. Y bien, ¿sabéis si se va a salir a comerciar para hacer algunas compras de cara al bebé? ¿O han salido ya? Porque no veo por aquí a Trish y la verdad es que me gustaría ir. Robin, ¿vendrías?

No era necesario ser especialmente perceptivo para notar que el comentario de Daniel sentó a Skyler como una patada en el estómago. Sus ojos se entrecerraron convirtiendo el celeste en apenas una rendija, y, de no ser por la caricia que Robin había dado a su ego un instante atrás y la intervención de Clementine, la chica habría dicho algo seguramente hiriente hacia el recién llegado. Sin embargo, la dulce voz de Clem al menos le dio a la rubia la oportunidad de pensarlo dos veces y atenuar un poco su lengua. 

—He estado buscando un buen rato y esto es lo más suave que he encontrado —dijo, con un tono que sonaba a todas luces menos moderado que sus palabras—. Se va a poner a cagar en cualquier jodido momento, ¿sabes? Pero, eh —añadió, enarcando las cejas—, si tú lo puedes hacer mejor y más rápido, no sé qué haces preparando puré. 

Con esas palabras se puso en pie, y rápidamente cogió su plato y su vaso sin terminar para encaminarse hacia la puerta nada dispuesta a escuchar en aquel momento nada que calmase su indignación. Si no dio un portazo al salir fue sin duda por tener las manos ocupadas. Cualquiera que conociese un poco a la prima de Robin sabría que sería inútil tratar de apaciguarla durante un rato, hasta que ella misma restableciese su orgullo herido. 

Shamira había alzado la mirada hacia Daniel cuando el chico se había parado junto a ella, con una sonrisa en los labios más grande de lo que normalmente solía mostrar. Parecía a punto de responder a sus palabras cuando el enfado de Skyler se llevó el foco y la muchacha se quedó con los labios entreabiertos, contemplando cómo la rubia se marchaba llena de indignación. 

No dijo nada hasta que la puerta no se hubo cerrado tras ella y, aún así, esperó algunos instantes antes de tomar aire despacio y mirar primero al bebé, dedicándole una sonrisa que había perdido su color. 

—Seguro que se le pasa enseguida. —Después miró alrededor en busca de Daniel y le hizo un gesto con la cabeza hacia el niño. —¿Por qué no lo coges, Dan? —ofreció, en un claro intento por relajar el ambiente—. Es genial y después de comer seguro que se te duerme en brazos. 

De aceptar, la chiquilla cedería su asiento a Daniel y le ayudaría a coger al bebé con cuidado, echando algunas miradas hacia Kane para comprobar si lo hacía bien. Pero, lo cogiese o no, Shamira después añadió algo más mirando alrededor.

—Trish y Nick han ido al mercado —respondió a una de las preguntas que Daniel había lanzado, dejando las otras en el aire—. Y Morgana y Lincoln han encontrado una tabla rota o algo así. 

El niño se había encogido con el cabreo de Skyler hasta casi desaparecer por su inmovilidad, pero una vez la chica se hubo marchado, él cogió el vaso y la taza mientras Shamira hablaba y se dirigió hacia la puerta. 

—No está rota. Está floja. Pero ahora lo arreglamos —dijo, sin esperar respuesta antes de marcharse con prisa.

Cuando Cassandra se dirigió hacia la puerta principal del antiguo centro de salud pudo ver allí a Lincoln esperándola, con su taza en una mano y un vaso en la otra, ambos llenos hasta algo más de la mitad de café. 

Al ver a la buscadora el chiquillo le dedicó una sonrisa breve y rápida, como si con ella le agradeciese que se hubiese dado prisa. Dejó que fuese ella quien abriese la puerta para escurrirse por el hueco hasta el exterior pero, antes de salir del todo, dijo algo, con un tono que parecía algo a medio camino entre confesión y confidencia.

—Morgana no se enfada ni nada, ¿eh? Pero es que quería que Shamira se diese prisa.

Y con esa aclaración salió del todo.

Robin observó en silencio como el liquido oscuro que había traído Daniel se mezclaba con el agua de su vaso y el comentario que le dedicó le hizo levantar sus ojos al perfil del chico.

- Hoy estás un poco raro -pensó pero le achacó la culpa a la llegada del bebé, a decir verdad, todos estaban un poco raros aquella mañana, salvo Nick-.

En realidad él no estaba acostumbrado a beber eso pero entendía que Daniel le creyera adicto entiendo en cuenta que se llevaba varios vasos para hacerlo llegar a aquellos que no sabían desayunar, como acabaría haciendo al acercarle ese vaso a Morgana con el puré.

Le sonrió algo más aliviado al escuchar que Clementine no se había molestado con lo de la alimentación del bebé pero su garganta fue incapaz de responderle como había sido incapaz de agradecer el gesto de su amigo sabiendo ya los gritos de Sky cortarle por dentro.

Sus manos se enfriaron como si hubiesen pasado toda la noche a la intemperie y sus ojos se cerraron con resignado dolor por el enfado de su prima. Llevaba solo unos segundos, si llegaban a ser plurales, preparándose para el golpe pero lo cierto era que ya tenía experiencia en escudarse rápido, así que simplemente dejó que cayera el malestar al fondo del pozo de su pecho y tan solo siguió la estela de Skyler con la mirada después de que desapareciera por la puerta.

Aquello hizo que lo poco que se había tranquilizado con lo de Clementine apenas se notara en el sudor frío acumulado en su cogote.

- No -se lamentó negando con la cabeza a la apreciación de shamira-. Va a tardar un rato pero no te preocupes, Dani, hablaré con ella. 

En otra ocasión, Robin hubiese salido detrás de ella, con prisa pero sin correr, para ser un fantasma a su lado intentando animarla pero aquella mañana Skyler parecía que nunca hubiese conocido a Nate y Robin temía poner en voz alta un pensamiento del que se avergonzaba si Sky le presionaba los botones en su proceso de calmarse. La quería, y tanto que la quería, más que a una hermana y menos que a su madre pero había días en los que quererla era dejarla ser salvaje.

Volvió a mirar a Clementine - Hablaba de ser nodriza, no vaca, y no quería ponerte en un compromiso, ni forzarte ni nada. Perdóname -se disculpó otra vez y cogió una nueva cucharada que dejó de apetecerle cuando llegó a sus labios así que volvió a bajarla-. Añil es una chica... que vive con los de mi padre y sabe mucho de niños -dijo un poco fastidiado por tener que hablar bien de ella-. Pero mucho, mucho.

Se levantó entonces recogiendo su plato y el vaso con café doblemente aguado y los dejó ambos junto al plato de Morgana para acordarse después de llevárselo todo. Sus pasos siguieron hasta Daniel.

- Esperemos a que Nick y Trish vuelvan, a ver qué nos dicen. Prefiero no sacar las cosas del almacén hasta que sepamos de cuántas nos vamos a deshacer. Luego vamos al mercado, ¿te importa ayudarme a preparar cajas?

Kane había optado por la observancia en silencio, viendo que Shamira tenía por la mano el dar de comer al bebé, se centró en comer él un poco. Escuchó la propuesta de Robin y alzó una ceja entre sorprendido y consternado, no supo que decir ni si debía decir algo. Trató de aclarar su propuesta, pero a Kane le quedó cierta mirada ambigua en los ojos mirando a Clementine y Robin según conversaban.

Otro frente se abrió con la llegada de Daniel, el café y su pequeño embrollo con los pañales. Antes de que dijera nada ya lo habían hecho Skyler y Clementine, suspiró sin decir nada, apenas asintiendo cuando se vio servido del esperado café. Kane estaba meditabundo, dejando que las conversaciones corrieran a su alrededor, mientras echaba frecuentes ojeadas al bebé en brazos de Shamira como una suerte de vigilante en la distancia.

Maldita sea.. bufó cuando vio a Skyler salir de aquel modo, suspiró con resignación mirando a Daniel sin actitud amonestadora y luego a Clementine encogiéndose de hombros. Chasqueó la lengua resignado, conocía de sobras el carácter de Skyler y que, al menos para él, todo intento de tranquilizarla iba a caer en saco roto.

En cualquier caso tomó los pañales hechos por ella, los preparó diligente con tranquilidad esperando a que el bebé terminara de comer.

Supongo que no podemos disfrutar de lujos por ahora. dijo lacónico al aire, como si hablara con los propios pañales.

No respondió. No quiso hacerlo. ¿Cuál iba a ser el beneficio de ello? Ninguno, salvo alimentar el fuego de Skyler y parecía que sin siquiera haberlo buscado, las llamas ya llegaban lo suficientemente alto. Cuando la puerta se cerró a sus espaldas, tras su marcha, miró con cara de circunstancias al resto. 

-Vaya, no pretendía ofenderla ni que... -dejó la frase inconclusa. Ni sentía ni quería disculparse por un comentario sin intención-. La convivencia no siempre es fácil y todos tenemos pieles sensibles en según y qué momento -acabó sentenciando-. Intentaré hablar con ella después. Si es que quiere escucharme.

Ante la invitación de Shamira, entrecerró un instante los ojos, frunciendo el ceño, sopesando los pros y los contras de la misma. Finalmente asintió, con una sonrisa en la cara.

-La verdad es que sí, que me gustaría tenerlo un momento entre mis brazos -afirmó acercándose a ella-. Nunca he tenido la ocasión de algo así, aunque tampoco sé si lo haré correctamente. Tú dime cómo hacerlo y obedeceré con un ciego esclavo - la sonrisa se volvió amplia mientras Shamira le cedía el asiento y lo instruía en el proceso-. Claro que no, Robin. Al contrario. Dame tan solo unos minutos para disfrutar de esto -señaló mientras acariciaba una de las mejillas del bebé-. ¿Lujos? Bueno, a ojos de muchos quizá disfrutemos hasta de un exceso de los mismos, Kane -consciente de su mirada y del destino de su comentario-. Pero mi observación no trataba de desmerecer el trabajo de Skyler. Me parece genial que haya hecho un pañal. Tanto da que de tela de toalla, de esparto o de gasa. Cuando no hay nada, hasta lo mínimo es un lujo. Era tan solo un comentario de cara al futuro. No hace falta ser muy inteligente para saber que vamos a necesitar más pañales. Muchos más. Estarán los que se manchen, los que se laven, los que se estén secando y los de repuesto -hizo morritos ante el pequeño Mathew, pedorreando suavemente, en esa fase de ridículo que los adultos hacen ante los recién nacidos sin sentir vergüenza alguna-. Será cuestión de investigar qué hay aquí y qué pueda usarse para ello. Una vieja sábana, alguna funda de algo y si no, cuando salgamos, tratar de conseguirlo. El peque no puede hacerlo por sí mismo así que es nuestra responsabilidad. Hoy por ti, mañana por mí. Es ley de vida -depositó un suave beso en la cabeza del bebé. El vello suave olía como nada que hubiera olido nunca.

- Gracias, Daniel.- dijo, cogiendo el vaso de café que le tendía el joven, procediendo a encogerse ligeramente sobre si misma al escuchar a Skyler, que a todas luces trataba de moderarse pero se había sentido herida por el comentario de su compañero. Clementine se mordió el labio inferior, nerviosa, al ver que se marchaba de aquella manera. La imaginó comiendo sola, en aquel estado emocional en el que parecía sumirse a veces, y de pronto se le cerró el estómago.

Escuchó entonces la respuesta de Robin y le dedicó un gesto con la mano libre, indicando que no se preocupase- Sé que no tenías malas intenciones, y que no me forzarías a nada. Sólo... No entendía muy bien a qué te referías. -explicó- Y por lo que cuentas... Ciertamente no nos vendría nada mal tener a alguien como Añil entre nosotros. Aunque por ahora supongo que tendremos que apañarnos.-añadió, con una leve sonrisa, sin poder evitar mirar hacia el pasillo por el que se había ido Skyler, visiblemente preocupada- Creo que voy a ver cómo está. No me gusta... Que se vaya así y que coma sola... -confesó, tomando ella también su plato, levantándose- Sé que quizá no consigo nada, pero no importa. -expuso, emitiendo un suspiro, dedicando una última mirada al bebé, a Kane, a Robin, Daniel y los demás, antes de salir por el pasillo en busca de Skyler. 

La muchachita ayudó a Daniel como un rato antes Kane y Clementine la habían ayudado a ella y cuando el joven ya tuvo al pequeño en sus brazos, alzó la mirada buscando por un instante la aprobación del hombre más mayor. Después aprovechó para continuar comiendo de su plato, del que apenas había tomado algunas cucharadas antes, y sus ojos bien abiertos se fueron alternando entre los que hablaban.

—Yo puedo ayudaros —se ofreció rápidamente cuando Robin pidió ayuda a Daniel, pero luego desvió más despacio su mirada hacia Kane—. O a ti, si necesitas un par de manos más en el huerto.

Entonces hizo una pausa para escuchar a Clementine y sus ojos la siguieron hasta la salida, para después volverse hacia los tres que se quedaban de nuevo. 

—Al menos hasta que vengan a buscarme cuando acaben con la valla. Por lo que dijo Lincoln me parece que hoy no tendremos entrenamiento, pero Morgana nos va a llevar a dar un paseo... ¿No queréis venir? —terminó, incluyendo en el ofrecimiento a todos los presentes pero mirando a Robin al final. 

Seguro que lo consigues, pensó Daniel cuando Clementine abandonó la estancia. Si alguien podía conseguirlo, esa era ella, por más que Skyler tuviera un carácter difícil. Tampoco es que entendiera la reacción de la muchacha pero era bien cierto que todos y cada uno de ellos cargaban con sus propias mochilas y un pasado la más de las veces complicado cuando no difícil y que los había marcado como un hierro al rojo. 

-Quizá podamos hacerlo todo entre todos. Si acabamos con las cajas, después podríamos ayudar a Kane en la huerta si es que lo necesita. Aunque Robin es el que tiene la última palabra. Kane -dijo mirando al hombre-. ¿En esta época del año, qué cosas son las prioritarias? -deseaba aprender y lo mejor en aquel sentido, era preguntar a quién podía saber-. ¿Se siembra o planta algo? ¿Se cosecha alguna cosa en especial? -tampoco deseaba atosigarlo, así que le dio su tiempo para responder dispuesto a registrar cuanto dijera y almacenarlo en su cabeza-. ¿Un paseo? ¿Por dónde? 

Robin asintió al momento que Daniel le pedía, no tenía realmente prisa para ocuparse de las cajas, a decir verdad, le iba a llevar muy poco trabajo organizar los frutos que recogieran ese día y su interés por pasar por el almacén se debía más estrechamente a los cálculos que Cass le había pedido. Necesitaba hacerlos visuales aunque sabía que aquello le agobiaría mucho más que los números de su cabeza pero la parte buena de ello era que podía hacerlo entender al resto.

Entendía a la perfección la reacción de su tío Nick al ver la criatura - Más sabe el diablo por viejo que por diablo -decía su padre-.

Sus pasos se movieron siguiendo los de Clementine cuando ella dijo que iba a ir a hablar con Skyler, como si no pudiera comprender que ese trabajo no le correspondiera a él aunque se debía más a querer ir que a la necesidad de hacerlo, y no tardó mucho en deshacer los pasos y dejarla ir sola. Su mirada no dejaba de dudar alternando entre la puerta y la mesa en numerosas ocasiones pero la voz de Shamira le terminó de atar a aquel desayuno que iba a dejar a medias.

Asintió dos veces afirmativamente a la pregunta y oferta de Shamira aunque ni sus entrañas ni su cabeza tenían muy claro que acabara en ese paseo. Le gustaría, le apetecía e incluso quería pero al final del día, solo tenía veinticuatro horas, y tareas de las que encargarse. Además, ya había llenado su cupo de problemas con Skyler y no le apetecía llegar al bonus de pelear con Morgana.

- En realidad, tenemos que recoger primero las verduras y después hacer la separación. Así que primero huerto, luego cajas- concluyó y miró el bebé de casualidad pero éste le respondió con un nuevo problema-. ¿Y mientras qué hacemos contigo? -le preguntó pensativo al niño para evitar tocar el tema del nombre- ¿Y la cesta en la que llegó?