Partida Rol por web

Axel pudo escuchar sin mucha dificultad lo que Hope decía al inclinarse hacia Robin.

—Robin... —llamó muy bajito—. Estoy algo cansada y me gustaría irme a dormir pronto... ¿puedo coger una manta de tu cuarto?

La retirada de las hermanas enganchó un anzuelo en Robin que tiraba de él animándome a hacer lo mismo. De hecho, él ya se había consenciado con un simple "si empiezan a hablar de muertos, me voy". Era algo muy habitual en los adultos recordar a cuántos habían muerto cuando llegaba uno nuevo al hoyo o aparentaba ir en camino.

Y eso era algo que Robin perdonaba al creerlo una reminiscencia de cuando cumplir años te hacía ganar también un nuevo boleto para el sorteo de la muerte.

Entendía esa necesidad de no olvidar cuando podías ser tu el olvidado en cualquier momento, entendía el querer mantener al fallecido un poco más bien pegado a ti, aunque fuera en palabra, entendía esa arrollante sensación de mortalidad. Entendía. Y por ello no atendió a los tirones del anzuelo que le hacían mover la pierna en un ritmo notablemente inquieto.

— Claro —acordó presentarse también a la misa accediendo por inhercia la mirada de Skyler aunque en un principio ni sabía a qué se refería—.

Le devolvió el interrogatorio de miradas cuando la excluyó a su padre. Elijah era justamente la persona de quién más necesitaba despedirse su hermana pero si no estaba preparada, ya lo haría. Él no se movería de dónde hubiera ido a parar.

Sonrió al susurro de Hope.

—Te acompaño —se ofreció, no por falta de confianza con la chica, sino porque su manía de servir y anfitrionar le mordió con fuerza en el trasero—.

Por otro lado, prefería ser él que no Daniel quién arropara a la muy-pequeña Hope.

Le supo mal irse antes de que pudiera escuchar todas las historias y compartir la propia pero a pesar de su curiosidad lo que no entendía era porque los adultos consideraban la muerte como el fin de los secretos de uno.

Se puso en pie e hizo un amago de recoger su plato pero aun quedaba toda la sopa en él, así que simplemente lo dejó en la mesa, cenaría más tarde.

— ¿Vamos? —preguntó a medio volumen a su cuñada y luego miró a su prima— Enseguida vuelvo —alargo esa notificación a Clementine con la mirada— Por favor, esperame.

Kane miró con cierta perplejidad a Daniel, pero no dijo nada al punto, aunque su atención se fijó en la respuesta de Daniel. Estuvo a punto de preguntar más, pero decidió atajar tales cuestiones para otro momento, mas cuando vio que parecía tener intención de marcharse un momento con la muchacha recién llegada. Centrándose en las conversaciones más relajadas en liza, a pesar de la desbandada general a la que se veían sujetos todos, se encogió de hombros ante la respuesta de Clementine. Sintió su cobijo, eso hizo que enseguida calmara la tensión residual que persistía en él. Pudo llegar a sonreír levemente antes de hablar, fugaz como estrella.

—Eso mismo. No lo conocía apenas. Esa es la verdad —dijo lacónico, esperó algún comentario ácido o, en su defecto, mirada. Pero armado de nueva paciencia, ignoró cualquier reacción en esa línea de llegar —. No coincidíamos demasiado.

Mientras proseguía la conversación, Kane se acercó al bebé apretando suavemente los labios, comprendiendo el alcance de la razón por la que una madre hizo lo que hizo. La mirada del pistolero estaba compungida, miraba al pequeño con preocupación, pero ésta parecía extenderse más allá, mucho más allá. De nuevo se llevó la mano a la mano derecha, se levantó un poco el guante para acariciar la piel que había debajo, el cuerpo de Kane se tensó como cuerda de violín y volvió a esconder la mano bajo el guante. Se quedó junto al bebé, velándolo, mientras el resto hablaba.

Miró a Skyler divertido. Sus intenciones eran visibles desde la lejanía y la pregunta realmente no tenía mucho sentido siendo como era ella, una habitante del Morris mucho antes que él. 

-Como Kane, puedo decir que no le conocía. Antes de llegar aquí, no tenía ni siquiera referencias de él, más allá de lo que Trish pudo haberme comentado en alguna conversación sobre este sitio. Después, cuando apadrinado por ella, aceptasteis que formara parte de vuestra comunidad tampoco es que estrecháramos mucho los lazos entre ambos. Supongo que todos podemos pensar que tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlo aunque luego la realidad se encargue de demostrarte lo contrario -dijo calmadamente-. No es algo que ahora pueda cambiarse, aunque sí es una lección en toda regla para no perder las oportunidades que la vida te ofrece y que muchas veces dejas correr. Aquí mismo, siendo como somos una comunidad, muchas veces somos casi extraños. Nos une la necesidad y viviendo en un mundo a punto de irse al carajo, parece que tener un vínculo estrecho con alguien es arriesgarse a sufrir más tarde o más temprano. Creo que Morgana es un claro ejemplo de ello, aunque quizá me equivoque. Pero no se trata de apuntar a otros. Yo puedo entonar tranquilamente un mea culpa, pues apenas sé nada de Kane y creo que podría contarse con los dedos de una mano las veces que hemos tenido una conversación, más allá del buenos días o qué hay hoy para comer. Así que Nick era un pequeño gran desconocido para mí y ahora que ya no está, vosotros sois la única oportunidad que tengo de conocerle un poco más, aunque es evidente que es algo que no a todo el mundo le apetece. Una pena. 

Clementine suspiró, un tanto aliviada, al ver que la expresión de Kane se relajaba, en cierto modo, soltando su mano cuando se dirigió hacia el bebé, dejándolo estar, entendiendo.

- Claro que puedes participar, y por supuesto que tocar conmigo. Nick tenía algunos discos viejos... Podríamos echar un vistazo, a ver si los dos nos sabemos alguna. Y si no pues... Ya veremos. -respondió a Axel, antes de escuchar el intercambio de palabras que se producía entre Daniel y Skyler, lamentando que ésta última dijese que alguien no merecía rezos, ni música. Aunque fuese su padre, el cual sospechaba, no la había tratado de mejor manera- Dios juzgará, Skyler. Dios sabrá si es un alma digna de vislumbrar la Nueva Era.-indicó, acercándose a la muchacha, al ver que Robin se alejaba- Nosotros, desde aquí, sólo podemos rezar. Y marcar la diferencia.- dijo, llevándose una mano al lugar donde debía encontrarse su corazón, pasando su brazo libre por los hombros de la chica- Pero no tienes por qué rezar por él, si no lo deseas. Dios sabe ver nuestros sentimientos. Si no le deseas la paz realmente, de nada servirá que digas que digas ante un altar que así es. - concluyó, conciliadora- En cualquier caso, puedes sugerir también cualquier canción que te parezca adecuada. -dijo, antes de mirar hacia Daniel.

- No todos llevamos igual la pérdida, Daniel. Supongo que al final, se trata de eso.- comentó, suspirando- Pero es loable que quieras saber más de Nick, a pesar de la circunstancia. Yo por mi parte encuentro adecuado decir, que era alguien que poseía buenos sentimientos, a pesar de que le gustase revolcarse en la idea de que eso no era así. 

Como no tenía idea de quien era la mitad de la gente que nombraban él no se metería en discusiones de quien merecía o no rezos, principalmente porque aún sin conocerlos podría apostar que Skyler tenía la razón, aunque fuera por estadística. Los que realmente se merecían la música y los rezos eran muy pero muy pocos, y si él se ofrecía a tocar, además de por la memoria de Nick, era porque había gente viva escuchando y no solo el cadáver. 

Por un segundo se distrajo al ver que Hope se acercaba al pelirrojo, pero enseguida volvió su atención hacia Kane al escucharlo hablar. Quizás en otra época le habría parecido raro no conocer demasiado a alguien con quien vivías, pero de Madre Laura él se relacionaba mayormente con dos, y con uno de ellos era porque sentía una necesidad visceral de llevarle la contra a todo lo que decía. 

El discurso de Daniel le hizo sonreír con la comisura de los labios, pero no dijo nada al respecto. Axel hacía mucho que había dejado de pensar que el tiempo era eterno, pero su prioridad no estaba en conocer a fondo a todo el mundo con quien cruzaba caminos. Le gustaba mucho conversar y conocer a gente nueva, y básicamente cualquier tipo de interacción social así como compartir su propia vida con el resto, pero no le remordía en absoluto la consciencia que alguien muriera sin que él llegara a corresponderle el saludo. Y si se hablaba de personas con las que pudiera lamentar no haber pasado suficiente tiempo, realmente se arrepentía solo de una, aunque esta seguía viva. 

Tienes que tener al menos un par de buenos sentimientos para preocuparte tanto de alguien más que tú en estos tiempos. - añadió a lo dicho por Clementine - Y a Nick parecía importarle hasta la gente que no conocía, así que tiene algo de mérito extra. 

La muchachita pareció sentirse aliviada con la respuesta de Robin, aunque no se puso de pie hasta que el pelirrojo lo hizo. Titubeó un poco mirando a los habitantes del Morris que aún quedaban en la sala común y al final hizo un gesto con la mano algo desvaído. 

—Buenas noches a todos. Gracias por la cena y... bueno, gracias por todo. 

Antes de recoger su plato se giró hacia Daniel, que estaba sentado a su lado y se inclinó para darle un abrazo rápido como despedida. Luego se dispuso a seguir a Robin y pronto los dos desaparecieron por la puerta. 

A Skyler no le hizo mucha gracia que Robin se fuese también de la sala, a juzgar por la cara de perro que le puso a la espalda del pelirrojo mientras se iba junto a Hope. No le dijo nada, tal vez por esa promesa de volver enseguida o quizás porque las palabras de Daniel atrajeron su atención. Frunció un poquito el ceño. 

—Nate siempre decía que hay que conocer a la gente que te rodea para poder conocerte a ti mismo. En el campamento intentaba que hiciésemos juegos raros para conocernos todos mejor, sobre todo cuando éramos pequeños. —Ladeó un poco el rostro al matizar—. Bueno, después lo seguía intentando, sólo que no le hacíamos caso. 

Se quedó callada un instante y luego miró a Axel y a Clementine alternativamente. 

—Con él Dios se puede ahorrar el tiempo y el trabajo. No se merece la Nueva Era. —Pero algo en lo que había dicho la predicadora la llevó a nuevas preguntas—. ¿Y qué vamos a hacer con las cosas de Nick? Los discos y la máquina de escribir y su ropa... ¿Le diremos a Cass que lo venda con su cacharro? —Su mirada cayó sobre Daniel y se mordió la lengua visiblemente antes de empezar a disculparse—. Ay, perdona. Nada de decisiones, ¿no?

Había visto cómo Hope hablaba con Robin en un cuchicheo apenas audible y al que no quiso prestar atención, pero no se sorprendió de sus palabras de despedida. Tenía que estar agotada, física y emocionalmente, y aquella cena, en vez de sosegada y destinada a mitigar el dolor y compartir un momento de fraternidad y camaradería, había sido el escenario de una pequeña batalla rematada por marchas donde el egoísmo había primado sobre la empatía. ¿Qué podía hacer aquella jovencísima huérfana sino buscar el refugio de una cama y el consuelo de una almohada sobre la que llorar?

-Buenas noches, Hope -se despidió, correspondiendo al abrazo-. Después me pasaré por tu habitación para ver si estás bien y necesitas algo. Descansa -una suave sonrisa acompañó sus palabras así como un fugaz apretón en la mano apoyada en la mesa cuando se levantaba.

El comedor pareció casi desierto tras su partida y Daniel suspiró ante la nueva intervención de Skyler, finalmente cansado de la gratuidad con la que repartía su odio y desprecio.

-Skyler, doy las gracias porque no seas tú ese dios al que veneras y que si hago caso de lo que dice Clementine y de lo que mi madre creía, es un dios de compasión y perdón. Cada dos por tres estás dispuesta a lanzar rayos que fulminen a quien se cruce en tu camino -se levantó de la mesa, soltó aire y negó con la cabeza gacha-. Perdona. No te merecías este comentario -se disculpó, alzando la cabeza y mirando a Skyler-. Decidid cuanto queráis. Yo recogeré todo esto y fregaré los platos. Axel, échame una mano, por favor, salvo que quieras quedarte y hablar con ellos. Luego buscamos un sitio donde puedas dormir. ¿Te parece?

Empezó a recoger la mesa, apilando la vajilla y dejando los cubiertos sobre una bandeja, a la espera de la respuesta de este.

Tal vez el bebé notó la presencia de Kane velando a su lado, o quizás simplemente se acercaba su hora de comer. Como fuese, empezó a apretar los párpados y fruncir los labios, agitándose un poco durante varios segundos como si estuviese a punto de despertar. 

Poco a poco los presentes se dispersaban. Bien haciendo caso omiso a los intentos de Daniel, bien dándole la razón en su opinión que cada uno gestionaba la pérdida a su manera. Fuere como fuere, las palabras de éste fueron respondidas por un Kane bastante lacónico, más en la línea habitual de lo que era él.

—Tampoco hubiera comentado demasiado sobre mi, Daniel —repuso sin acritud, aunque añadiendo algo de humor sardónico al comentario —. Soy un engreído y arrogante jardinero, no lo olvides —suspiró levemente, empezaba a notar el cansancio generalizado al que se había visto preso todo el día —. Estoy aquí, ahora, y evito generar problemas a los demás. Eso es suficiente, supongo.

El tono de voz de Kane era suave, vacío de ironía, lo respondía como un hecho. Con Skyler de nuevo a la carga a pesar de los intentos de Clementine por suavizar el carácter de la joven, se abstuvo de intervenir consciente de que no tenía mucho más que añadir. Se despidió de Hope con un asentimiento, y ante la reacción de Daniel a las pullas de Skyler estuvo al filo de comentar algo lleno de ironía, pero no lo juzgó adecuado y se calló. Su atención volvió hacia el bebé que empezaba a despertarse, un gesto instintivo llevó al pistolero a posar los dedos en la manita de este y calmarlo. Kane miraba al pequeño con convicción, una alimentada por algo que había escuchado a lo largo de la conversación.

—Estás bien. Estás seguro, pequeño —murmuró con un tono casi paternal.

Sonriendo ante el buenas noches general de Hope, se despidió en silencio de la chica mientras su atención volvía pronto a lo que decía Skyler. Las anécdotas sobre Nick le hicieron sonreír cálidamente, bajando la mirada un momento para imaginarse una mini Skyler, o más mini aun, correteando junto a un pelirrojo flaco diminuto. Seguro se veían adorables de más pequeños. Casi podía imaginarse el huracán caprichoso que sería la rubia cascarrabias en esa edad de la infancia en que el control de impulsos es nulo, esa etapa desastrosa que él jamás había tenido que supervisar muy de cerca al ser el menor de sus hermanos. 

Al sentir la mirada de Skyler y escucharla volver al tema de antes volvió a subir la mirada, y esperó a ver que decía el resto, pero la respuesta de Daniel no le hizo demasiada gracia. Alzó una ceja cuestionando su manera de hablarle a la chica casi con la misma intensidad que cuestionaba ese Dios de amor y perdón del que hablaban. Al menos en su opinión, si llegaba a existir ese dios todopoderoso, sus acciones dejaban más que claro que de cariñoso, compasivo y misericordioso tenía lo mismo que él de ario puro. 

Claro, sin problema - se levantó para ayudarlo a recoger la mesa - Si alguien me necesita, respondo a gritos y peticiones de concierto para conciliar el sueño - miró a Skyler con una sonrisa en la comisura de los labios, dispuesto a salir hacia la cocina tras Daniel cuando él así lo hiciera. 

Skyler escuchó las palabras que le dedicaba Daniel con el ceño fruncido, mirándolo como si no lo comprendiese en absoluto. 

—No tienes ni idea de Dios —dijo al fin, alzando las cejas—. Él es justo y si hubieras conocido a mi padre sabrías que Dios le enviaría todas las plagas y diluvios del mundo antes que dejarlo entrar en el cielo. 

Después se arrellanó en la silla y cruzó los brazos, decidida a no decir nada más por el momento. No comprendía las emociones ajenas, tan frágiles como inexplicables a sus ojos, pero no le gustaba romperlas y, por cómo miraba a Daniel mientras salía por la puerta, como si el joven fuese una pieza de porcelana, parecía pensar que por ahí iban los tiros. 

Una vez los dos hombres hubieron salido por la puerta el bebé empezó a balbucear, emitiendo sonidos inconexos antes de abrir finalmente los ojos. Empezó a agitar los brazos y su manita, rolliza y rosada, palmeó la de Kane al tiempo que su boca se fruncía en una mueca y los balbuceos comenzaban a tornarse más exigentes.