Partida Rol por web

^{Beethoven - Claro de luna}

Los viajeros pasaron a una estancia tan amplia como la iglesia bajo la cual se encontraban. Una vez dentro sí podían ver su final, hacia delante y en los laterales. Las paredes y el suelo eran de piedra y una ligera polvareda flotaba en el ambiente. Y también vieron a Daniel, que contemplaba el lugar unos metros más allá.

Era difícil precisar de dónde venía la luz. No había bombillas, ni focos, ni aberturas. Tampoco había sombras marcadas que pudieran indicar su procedencia.Parecía simplemente estar ahí, en el aire. Blanca, limpia, suave. Tal vez provenía de esa energía que no había desaparecido del todo y que aún continuaba rodeándolos. 

Al explorar hubo dos cosas que les llamaron la atención. La primera fue una especie de atril, o pedestal, de piedra que había al fondo. Parecía estar dispuesto para que hubiese algo sobre él, pero no lo había: de ahí debían haber tomado el baúl en su visita anterior.

La otra cosa que atrajo los ojos de todos fue el techo. Estaba lleno de frescos de aspecto antiguo, descoloridos y con la pintura algo desconchada. Aquí o allá las grietas o los huecos dejaban ver la piedra, pero los dibujos que alcanzaban a ver fueron suficientes para empezar a entender que se contaba algún tipo de historia. 

Y es que ahí, en el techo de ese subterráneo perdido y olvidado en el tiempo, había distintas figuras y símbolos que no les resultaban conocidos. Al menos hasta que miraron justo sobre el atril y se encontraron con ellos mismos.

El azul que teñía los cabellos de una de las figuras estaba desvaído, pero no les costó reconocer a Trish en esa figura delgada que tenía algo parecido a un engranaje en las manos. O, más bien, parecía un engranaje dibujado por alguien que nunca hubiese visto uno. Junto a ella una figura encapuchada escondía su rostro en las sombras, con una caja negra bajo el brazo, tal vez un intento por representar un ordenador sin haber tocado nunca uno. Y ahí estaba también Morgana, con un cuchillo en la mano y una expresión fiera que se había desdibujado por el tiempo. 

Unos cabellos pelirrojos hicieron fácilmente reconocible a Robin, con una especie de animal pequeño junto a los pies. Sin duda la figura que miraba hacia arriba buscando una luz que la iluminaba por entero era Clementine. Y a su lado estaba Kane, con lo que podía estar intentando simular un revólver y rostro sombrío. Daniel sin duda era reconocible por su sonrisa y porque parecía tener los pies sobre unas tablas con ruedas. A Axel costaba más reconocerlo en una figura que se perdía entre sombras, fundiéndose con ellas. Y ahí estaba también Nick, con los brazos abiertos como si con ellos pudiera abarcarlos a todos. 

Cerca de ellos había otra figura que reconocieron: un hombre con un parche en el ojo y sombrero, que parecía mirarlos desde lejos. Había más figuras a su alrededor, gente que no reconocían. Algunos se agrupaban lejos de ellos, otros parecían formar parte de su mismo espacio. Pero a lo largo de toda la estancia se repetía, salpicada aquí y allá, la figura de una mujer con cabellos blancos que en todas sus representaciones estaba acompañada del dibujo de una luna en distintas fases. De contarlas, se darían cuenta de que esa mujer estaba dibujada trece veces.

Apenas unos segundos después de que Daniel pronunciase aquellas palabras, sus acompañantes pasaron también a la estancia en la que él se encontraba. Todos menos Trish y Macbeth, que habían subido a la iglesia. 

El hombre se apartó despacio los dedos de la cara, dejando ver a las dos mujeres un rostro surcado por ese reguero granate que nacía en sus lacrimales y llegaba a sus mejillas. Tenía los ojos enrojecidos y un derrame pequeño en uno de ellos, pero ante un examen preliminar no parecía que estuvieran dañados, no había cortes ni úlceras a la vista y ya no sangraban. 

—Ha sido la luz —aseguró, convencido, nervioso—. Quemaba, me quemaba los ojos. Nunca había visto nada tan brillante, tan... deslumbrante. —Palpó con la mano, hasta agarrar el brazo de Morgana con cierta urgencia—. Creo que ese lugar no era para mí, yo... ahora empiezo a ver algunas sombras. Me ha cegado esa luz.

Morgana apuró el cigarrillo, mojó un trozo de tela en agua y limpió la zona de los párpados y las mejillas. -No te muevas ni te toques- También lavó los ojos dejando caer gotas de agua desde la tela empapada.

Examinó con detalle- Estás bien. No tiene demasiada importancia. Curará por sí solo en unos días- A la pregunta que iba a hacer, Macbeth se adelantó en la respuesta. Si ya veía sombras, es que recuperaba la visión.

Miró a Trish- ¿A los demás no os ha afectado esa puta luz? -Seguía en cuclillas. Lo que dijo el hombre no le gustó. Se mordió por dentro el labio. Dotaba de más fuerza y énfasis a la relevancia del resto de imágenes pintadas de los demás. De los ocupantes del Morris. Kane y Clem los agobiarían con sus suposiciones místicas y trascendentales. Al menos a ella.

-Tal vez tus ojos son más sensibles a la luz. O te dio de lleno.- Morga buscó una salida lógica-. No te pongas en plan dramático. Y qué coño puedes decir de lo que has visto antes en la cripta, de esos jodidos símbolos.

Prefería mantener ocupada la mente del antiguo profesor en algo concreto y no en divagaciones que distrajeran su atención.

Cassandra entró en la sala y sus ojos la recorrieron, cuando dio con la figura de Daniel asintió y avanzó hasta ponerse más o menos en mitad de aquella estancia. Todo parecía estar como lo habían dejado.

Desde su posición no perdió detalle de las expresiones y acciones de los que la acompañaban mientras iban ingresando, y cuando estuvieron todos dentro alzó su rostro y volvió a recorrer los dibujos de aquel techo, en especial aquellos que parecían estar más cerca del grupo que los representaba a ellos. Buscó también la figura femenina de la luna que se repetía hasta en trece ocasiones y memorizó donde se encontraba y en qué fase estaba en cada ocasión.

—Si a alguno se os da bien el dibujo quizás se podría hacer un boceto con las posiciones de los grupos, el número de integrantes y todo eso, aunque eso que le ha pasado a Macbeth unido a que hace que las cosas electrónicas peten me dice que quienes quiera que hicieron esto no querían que esta información saliese de aquí. No lo entendemos pero quizás si cayera en malas manos sería peligrosa...

-Tampoco creo que haga falta ser un artista -dijo Daniel-. Con marcar con una equis las posiciones y lo nombres de los conocidos o algo reseñable, debería bastar -afirmó-. Todo esto es muy curioso. Somos nosotros y nuestros objetos pero como si estuvieran dibujados por alguien que no sabía muy bien qué estaba pintando. Mira mis patines. O tu ordenador. Una pena que Macbeth no pueda verlo. Seguro que lo entendería mejor que nosotros. 

Clementine quedó inmediatamente absorta, profundamente impresionada ante aquella visión. Posó las pupilas verdes sobre cada una de los grupos, de las figuras, de las lunas... Y por último, reparó en la representación de si misma, y de los integrantes del Morris. De ellos, y de Jeff, el tuerto- Kane... ¿Es...?- dijo, señalándolo, antes de acercarse hacia su figura, y la de sus compañeros, acercando la mano, sin llegar a tocarlas- Somos nosotros...-era obvio, pero la predicadora sintió la necesidad de decirlo, para terminar de asimilar que de hecho, así era.

- Un esquema... Sí... -dijo, revolviendo entre sus cosas, sacando una cuartilla de papel y algo con lo que escribir, tratando de indicar en el papel, con palabras y símbolos, lo que había en la bóveda. Sobre todo el detalle de las lunas y la chica de pelo blanco, y la presencia de ellos mismos, Jeff y el altar- Macbeth tiene que saber lo que hay aquí. Sé que no poder verlo debe dolerle. Y nos puede ayudar.-dijo, suspirando, emitiendo un quejido al notar cómo el lápiz le rozaba la mano.

En un principio desconcertado por el amplio espacio al que daba paso la luz que les había dado la bienvenida, los ojos del violinista recorrieron la habitación. Se fijo, primero, en las historias dibujadas en las paredes, aunque no logró darles demasiado sentido en un primer momento. Ansioso de encontrar los retratos de los que les habían hablado, siguió observando su alrededor para encontrarse con figuras familiares. Una sonrisa divertida se dibujó en sus labios al ver que Trish había sido justamente representada con lo que parecía algún engranaje para sus inventos. Sin duda el "engranaje" llamaba tanto la atención como el supuesto ordenador en manos de Cass. La figura de Morgana, por otro lado, le pareció tan precisa que no pudo evitar una suave risa. Para haberlos conocido alguien que no les conocía, había hecho bastante buen trabajo.

No tenía idea de qué sería el animalito a los pies de Robin, así que se preguntó si sería alguna forma metafórica de representación de Skyler, que como habían adelantado no se veía por ningún lado. Clem también estaba perfectamente representada bajo su fe inquebrantable, aunque la figura a su lado, la de Kane, le daba bastante mala espina por su expresión. También era extraño, porque no recordaba haberlo visto muchas veces con un revólver en las manos, pero suponía que tendría que usarlo mucho para que estuviera ahí pintado con uno. El retrato de Daniel era amable y divertido, e incluso le hizo ampliar su sonrisa, pero entonces pasó a su propio retrato y cualquier mueca de alegría se desvaneció de su rostro de golpe. Parpadeando un par de veces observó su figura rodeada de oscuridad, y aunque el corazón le latía acelerado en el pecho, cualquiera notaría que había dejado de respirar por un momento y, tras tragar saliva, su pecho había comenzado a moverse acelerado. Bruscamente, apartó la mirada de las pinturas, dándole la espalda a la propia.

Pasándose la mano por el cabello, respiró profundo intentando despejarse y volver a la conversación que mantenían sus compañeros.

Yo te ayudo - se ofreció, mirando a Clementine, sin saber por qué hablaba. En realidad, sí que lo sabía. Tenía que mantenerse ocupado en algo - Bueno, no, en realidad no sé que tanto te pueda ayudar a dibujar. De artista visual tengo poco. Pero lo que dice Daniel. - asintió - En realidad, podríamos hacer todos nuestros esquemas. Seguro que al unirlos ya tenemos más detalles que si lo hiciera solo uno. - se encogió de hombros.

Trish no era capaz de separarse demasiado de Macbeth. Y al ver que tenía incluso sangre se mordió el labio, nerviosa, dando por hecho que el tipo ya no recuperaría la vista. Suspiró y miró a Morgana, sin saber muy bien ni qué decir, aunque negó con la cabeza.

—Todo ha sido como la otra vez —le dijo—. Todo menos eso.

Al menos parecía que el tipo empezaba a distinguir alguna cosa. Quizá no iba a quedarse ciego, después de todo.

—Están todos abajo, y estaban hablando de pasar sólo algunos al otro lado para ver si podían oírse, o no sé qué. A ellos no les ha pasado nada. Clem se cortó la mano y puso la sangre, y todo... —Iba a decir normal, pero mirándolo bien aquello no era ni medio normal. Nada lo era—. Todo como la otra vez repitió.

Entonces se agachó al lado de Macbeth.

—¿Te duele? ¿Puedo hacer algo?

Cuando el grupo pasó al interior de la estancia, Bentley se quedó al otro lado. El animal emitía gañidos agudos, pidiéndole a Clem que no avanzase. Kane se agachó un momento a rascarle la cabeza y murmurarle algo en voz baja, antes de pasar él también a ese lugar lleno de luz. 

El pistolero empezó a contemplar los frescos  manteniéndose cerca de Clem, y al final señaló hacia el techo con la barbilla. 

—Sí, somos nosotros. De algún modo. Deja que pinte yo eso —le pidió, empezando a hacer su propio boceto de las imágenes. 

Macbeth se dejó examinar por Morgana, pero se notaba que al hombre le estaba costando no tocarse la cara. 

—Los símbolos, sí. Empezaron a brillar. Cuando Clementine tocó esa especie de puerta. Hay un ritual místico ahí, se activa con sangre. Creo que debería haber probado yo primero, a ver qué pasaba, pero ahora ya difícil. Ya me habían pasado Clem un dibujo de esos símbolos, estoy investigando sobre ello, pero no es ningún lenguaje que conozca, eso seguro. 

Con la pregunta de Trish, Macbeth extendió la mano a tientas hasta colocarla en el brazo de la chica.

—No te preocupes, Trish. Estaré bien. Escuece, más que doler. Como si se hubieran quemado. Pero aquí arriba es más soportable. 

La militar se pasó la lengua por el interior del labio. Escuchó a ambos. Echó un vistazo a la entrada de la iglesia. Se movió y miró de nuevo hacia el hueco de la angosta escalera a la cripta, iluminando con su linterna.

-Vamos, que no sabes una puta mierda de los símbolos. -dijo, distraída. Volvió a posicionarse frente a Macbeth, examinando una vez más sus ojos.

-Trish, ve abajo. Y diles que no pierdan el tiempo en gilipolleces. Vigilad caso paso. -Pensó en algo- ¿Bentley? Está bien, supongo.-No habían mencionado nada acerca del perro.

Morgana se rindió a lo evidente- Macbeth. No perteneces al Morris. Las figuras pintadas en el techo es la gente del centro. Y no todos. Hay una tía con la luna, ¿te han hablado de eso?

Sus ojos se movieron del hombre a la peliazul- ¿Qué opinas tú, inventora?

Trish miró a Macbeth mientras hablaba, preguntándose a pesar de sus palabras qué podía hacer. Resopló, aunque le tranquilizó un poco que él ya distinguiera sombras y que dijera que no le dolía. Después miró a Morgana.

—Voy —dijo, bajando el primer par de escalones antes de girarse.

—Yo creo que estás mezclando causa y consecuencia. No creo que no nos pase nada por ser del Morris, sino que somos del Morris porque no nos pasa nada. El puto Jeff nos fue encontrando uno a uno y sembrando para que nos reuniéramos. Por eso somos del Morris. A él es al que tendríamos que encontrar.

Morga miró con la extrañeza pintada en la cara a Trish.

-¿Y qué más da? Has soltado un puto trabalenguas. Solo digo que a él le ha pasado algo, al resto no. Una especie de ataque. Y somos del Morris. Antes, después. Con el cabrón de ese Jeff por medio. Y sí, mejor que nos cuente alguna mierda coherente antes de que le meta un par de hostias que le cambiarán el parche de sitio.

Si esa teoría ganaba terreno, ¿por qué cojones la eligió a ella, a Morgana?

Cass asintió a las palabras de Daniel, luego se acercó a Clementine y Kane tratando de ayudar con la realización del esquema que habían propuesto.

—No nos olvidemos de las pinturas de los grupos anteriores, Macbeth podría reconocerlos no por lo que vemos dibujado sino por su asociación y su peso en la historia.

Su vista iba del techo de la sala al papel sobre el que el lápiz se deslizaba, señalando aquello que pudiese haber sido olvidado y tratando de identificar a los hombres y mujeres que desconocían.

Sinceramente, se sintió aliviado al ver que Kane tomaba la iniciativa de dibujar. Había pensado que no sería tan difícil, pero tan pronto había comenzado a intentarlo, se había encontrado con un dibujo que parecía sacado de jardín preescolar. Y eso ya era bastante insulto para los pobres niños que asistían al jardín preescolar en cuestión.

Si, es verdad. Igual nos hace bien aprender el contexto de todo esto. - asintió, mirando las pinturas y, poco a poco, posando los ojos en la propia como si se atreviera a observar solo una parte del cuerpo a la vez. Era cosa de tiempo, como todo. Paso a paso, hasta ver la imagen completa otra vez y poder continuar con los que había dejado de lado al evadir su imagen la primera vez.

Trish hizo un gesto de impotencia con la pregunta de la militar, sin saber qué responder. Al final acabó por acatar su anterior orden.

—Voy... Voy abajo —dijo, antes de poner una mano en el hombro de Macbeth—. Si necesitas algo, pega un grito, estaré pendiente.

Y después de decir eso bajó, dispuesta a reunirse con los otros.