Partida Rol por web

—Es verdad, he oído de usuarios de matrices capaces de usar teletransporte, o de correr inhumanamente rápido. No sería raro que no los necesiten.

—Te... te reconocerán por la motocicleta.... tal vez? Cuidado. —Comenta Momo con timidez, hablando de manera pausada y pensando las palabras que dice.

—Pues démonos prisa. Por el camino será entonces, señorita Keira, debo decir que en este caso usted conoce mejor al enemigo que nosotros, así que usted lidera el viaje.

El viaje prosigue durante un breve lapso, hasta que de golpe se levanta la tierra delante de ustedes, dándoles apenas tiempo de frenar. Shimpri y Momo consiguen desviarse hacia costados opuestos, el primero saliéndose del camino hacia la pradera y frenando la moto unos metros más adelante, y la muchacha gira hacia el bosque, frenando también justo antes de estrellarse contra un árbol.

Sabía que algo no iba bien... Mis trucos podrían valer para los novatos que puede haber en el lugar, pero el jefe claramente debería ser alguien con la suficiente capacidad para ver a través de ellos; y parece que así era, esperando tener una buena pelea y se levanta para ponerse en posición de combate.- Buscas una buena pelea? Veamos como luchas entonces!.- Coloco mi espada lentamente desde el lateral de mi cuerpo hacia el suelo, tocando la punta en suelo y encorvando el cuerpo para hacer una carga contra este tremendo armatoste, pero espera un segundo... "no conozco sus habilidades, y si es capaz de esquivarme con tranquilidad y noquearme como ocurrió estos días en la escuela?... será mejor que sea algo más cuidadoso". Sin cambiar mi postura, concentro mi ki en el filo de la espada, que por la aplicación del poder se vuelve de filo en lugar de continuar siendo de madera y, cargando desde el suelo de forma vertical hasta el techo, lanzo un gran corte en dirección al jefe y con la esperanza de que el golpe sea lo suficientemente fuerte para romper ese falso techo y darle una oportunidad a Octavio para escapar con su hermana. La misión es de rescate, no de combate, así que vamos a priorizar lo que hemos venido a hacer, pero sin dejar de intentar acabar con este tipejo de un corte si se puede.

- Octavio, aprovecha para largarte con Eileen cuando veas una apertura.- Exclamo cuando inicio el corte, esperando que se de cuenta que el techo será el lugar más seguro para salir y largarse de aquí.- Nos veremos en clase.- sonrío.

Tras un destello y una fracción de segundo, el tajo de aire sale disparado hacia el jefe que recién se estaba colocando en posición, y nunca jamás supo lo que le ocurrió.
En el siguiente segundo yace en el suelo con un enorme corte en el pecho que atraviesa sus costillas, queda con la boca abierta y los ojos en blanco, sus... tres ojos? Al caer al suelo se le ha salido su pelo verde afro, que no era sino una peluca, que ocultaba un tercer ojo en su frente y un pequeño par de cuernos. El tipo era un aliena, y no cualquiera, pertenecía a la raza de los fornidos jayán.

El proyectil de ki siguió su curso hacia arriba, arrasando todo a su paso, y dejando un buen hueco en el techo de cielorraso, del cual todavía se desprenden escombros y chapas.

—Madre santa!

—Llora por él más tarde, escapemos ahora —le grita Eileen a su pasmado hermano, y señala el techo —por allá! Rápido!
Entonces trepan a un mueble que hay cercano a la pared y salen por el agujero que provocaste.
—P-pues eso, sí, nos vemos! —tartamudea Octavio, todavía con el corazón en la garganta.

-¿Cómo?.- Pregunto algo confundida a Cross.- No le persigas Cross, en la calle nos vera todo el mundo. Remiel, síguele oculta y volando.- Le dije mientras le quitaba los mecheros de sus manos y la apremiaba.- Nada de combate, solo mira hasta donde va y vuelve a mi.

Con cierta cara de decepción Remiel miro como los mecheros se alejaban de ella pero después de agitar la cabeza entro en ese estado traslucido en el cual la mayor parte de la gente no la ve y salió volando por la puerta. Me gire hacia el mostrador y deje los mecheros antes de mirar a los matones que estaban atrapados por la red.- Cross, ayúdame con estos, no tardaran mucho en salir de ahí y… Quiero explicaciones, ¿Que demonios acaba de ocurrir?

Mantendría un poco mas de tiempo el hechizo con el que había modificado la capa del hombre que había huido, lo suficiente para que no pensara en volver. No sabia si una vez quemada volvería a su estado original, pero si lo hacia, prefería que no estuviera cerca.

El rápido movimiento de mi espada crea un vórtice que corta gran parte de la estructura en la que nos encontramos, cumpliendo así mis planes de abrir una brecha de escape para los dos hermanos a los que trato de salvar, pero mi corte ha sido demasiado potente y mi rival no parece tener en absoluto la mínima idea de combatir, ya que el tajo lo corta por la mitad y termina con su vida rápidamente, quedándome con estupefacto ante la situación, todavía con la espada en alto-. En serio? Ya se ha terminado?.- Miro para los hermanos, que parece que se están tomando la situación mejor que yo en estos momentos.- Y este era el tipejo que os tenía amenazados?- Les espeto, todavía con cara de asombro ante la incompetencia de ese Jayán.- Voy a tener que revisar ese estilo de esgrima vuestro y vuestro entrenamiento eh... no podéis tener una escuela de esgrima que no sea capaz de enfrentarse a un tipejo así.- Mi espada se torna otra vez de madera y mis técnicas se desactivan al parecer que no hay peligro, pero mientras los hermanos parecen querer huir del lugar yo me acerco a la sirvienta que estaba temblando en una esquina.- No se preocupe señorita... solo los impuros caen ante mi espada, pero no se vaya de esta habitación todavía, por favor.- Le sonrío y me doy media vuelta, para hablar con los hermanos, pero estos parecen ya haberse largado y dejándome a mi solo en la habitación.- Pero qué? Es que ni siquiera esperan por el tío que les ha salvado la vida?.- Suspiro mientras me pongo en el centro de la habitación y me quedo pensativo... las opciones ahora mismo no son muy buenas; Si escapo del lugar y estos energúmenos ponen una denuncia al suponerse que no están en búsqueda y captura por la ley, voy a tener muchos problemas, sobre todo teniendo un inquisidor en la ciudad... Puede que a mí no me puedan identificar por las buenas, pero seguro que más de uno, como el tal rata cruel conoce su nombre y dirección para que las autoridades los detengan... por otro lado, si me quedo en el lugar puede que pueda convencer a toda esa pandilla de energúmenos de ser su nuevo jefe y llevarlos por un camino más... noble... Pero de todas formas sigo con la posibilidad de que alguno de estos personajes de ahí fuera fuesen amigos de este jefazo y denuncien igualmente... la mejor opción sería marcharse, pero trae consigo demasiados riesgos.- Usted quédese ahí quieta señorita, no querría tener que noquearla si se acerca a la puerta o hace algún movimiento en falso.

Cojo mi teléfono móvil y busco en mi agenda los números de los que dispongo... A quién podría llamar que me ayude ante esta situación? Hanako no me ha contestado al mensaje, así que supongo que estará ocupada y no puedo llamarla y del resto de mis contactos solo se me ocurre uno que esté acostumbrado a este tipo de situaciones, pero en absoluto me apetece llamar a este personaje. Me va a echar la bronca de su vida... eso seguro... Marco el contacto y dejo que suene hasta que me conteste

- Hola padre.- Comento en tono seco una vez este coge el teléfono.- Tengo un pequeño problema aquí...-. Y comienzo a contarle la situación en la que me encuentro y las opciones que se me ocurren... Silenciar a toda la banda? Escapar sin más? Llamar a la policía y asumir defensa propia y ajena arriesgándome a una investigación de la inquisición al solo tener una espada de madera y el jayán estar muerto por un corte de espada?...  Por no hablar del estropicio que ha hecho mi corte en la habitación en sí, siendo claramente de carácter sobrenatural.- Tu deberías estar acostumbrado a estas situaciones... Qué debo hacer? En serio que no me esperaba que este jefecillo fuera tan débil. Como me podía esperar que se muriese de un único golpe?...

El golpazo que te das contra la pared pudo haber sido peor. No reaccionaste a tiempo, pero el casco te protegió del golpe y la moto se llevó casi todo el impacto. La moto... bueno, ha tenido mejores días. La ves y resulta que se le ha roto el manillar, se ha abollado un poco y se desprendió la rueda delantera, necesitará algo  de reparaciones, pero nada que la haya dejado totalmente inútil; solo de momento.

—Se encuentra usted bien? —Shimpri se baja de su vehículo y corre a auxiliarte, prestándote un hombro para ponerte de pie.

—Yeeh! al menos no fue un fracaso total, yeehah!

Oyes una voz media psicopática salir de entre los árboles, y el sujeto que es dueño no es nada menos psicopático.

—Tus intentos de escape serán inútiles mientras Earth, Wind y Fire te estén pisando los talones, chica, yeehah! —Exclama sacando la lengua y con ojos desorbitados un tío que parece escapado de un circo, o tal vez algo peor. Su rostro está cubierto de barro húmedo, e ignoras si sale de él mismo, o si es su clase de maquillaje favorito. Viste una malla color rojo bastante ajustada, que deja entrever sus músculos desarrollados.
En su mano trae un palito con un chorizo rostizado ensartado, al cual le clava un bocado.

—Bah... me podría haber concentrado mejor en el muro de fuego, si cierto individuo no hubiese estado asando un chorizo con mi cabeza. —Y si el cara de barro no ha colmado tus expectativas, este otro que sale detrás de él, con la cabeza completamente cubierta en llamas, y totalmente impasible al respecto y sin consumirse en absoluto. Viste una gabardina negra y guantes y pantalones de cuero negros. Su voz es como de ultratumba.

Momo se pone automáticamente en guardia, y Shimpri se coloca delante tuyo haciendo lo mismo.

Por el rabillo del ojo ves a una tercera persona escondida entre los árboles que aún no se ha mostrado, no solo la ves, sino que la oyes y la hueles, huele a pino y naranjas. Ninguna de estas tres personas posee armas a la vista.

Remiel sigue a Gustavo, saliendo a la calle tras él. Entonces ves como un helicóptero desciende en medio de la plaza frente al Palacio de la Música, con Gustavo haciéndole señas.

No lo distingues claramente, al menos no llegas a ver su cara, pero dentro del helicóptero hay una persona vestida con un kimono púrpura oscuro, con diseño de mariposas, o polillas, tal vez? no, deben ser mariposas, amarillas, eso ve Remiel desde donde está.

Su rostro se ve apenas tras la sombra, una sonrisa maliciosa que le gana a la de Remiel, la cual queda paralizada sin poder hacer nada. Entonces ves como una sombra, y no una sombra que se arrastra pegada a una superficie o pared, sino una sombra que hasta parece tangible y se traslada por medio del aire sale desde el helicóptero y envuelve a Gustavo, llevándolo hasta arriba y metiéndolo dentro.

El helicóptero es conducido por una mujer daevar, que rápidamente mueve las palancas de mando y el vehículo se eleva hasta perderse entre los edificios y la noche.

Pasa un rato, y ves a Cross con la vista elevada al cielo. Tiene el celular en la mano.

—Me dio miedito...
Oyes la voz de Remiel cerca de tu oído, indicándote que regresó a ti.

—No notaste algo extraño en ese helicóptero, Hanako? —Te pregunta Cross, ignorando tu solicitud de explicaciones.
El señor de la tienda se está encargando de atar a los demás tipos que escoltaban a Gustavo. Si viene la policía al menos se llevará a estos, y con suerte no preguntan por el fuego.

—Lo que usted diga! Lo que usted diga! —dice dos veces la sirvienta, que se esconde como puede tras su bandeja.

Y oyes el tono de tu teléfono durante un tiempo demasiado prolongado de veces...

—Volveremos por ayuda tan pronto pueda! Lo prometo! _{Hermana, no jales tan fuerte...!} Octavio asoma por el agujero en el techo, y vuelve a desaparecer.

—Diga? ...ah, eres tú. Qué pasa? —Tu papá responde finalmente, y tras saludarse oye tus problemas.

—Y para esto me molestas? Estaba durmiendo y me has despertado, qué te he dicho yo sobre respetar el sueño de los demás?
Amaga con colgar, pero no lo hace, y continúa. —En mis tiempos esos gamberros de pacotilla habrían caído uno por uno por hacer semejante cosa. Pero recuerda que no estás en casa, y allá hay otras reglas de juego. Deberías cuidarte más, y sobre todo, deberías controlar tu fuerza, o acabaré quitándote la espada.
Por alguna razón recuerdas el otro día cuando Wil te hizo exactamente lo mismo que tú le hiciste al jefe jayán, aunque tú sobreviviste de milagro, milagro que no ocurrió con este otro individuo.

—Allá eres mayor de edad, así que llama a la policía y asume tu responsabilidad, pedazo de vago.

Cuelga.

Al rato recibes un mensaje de texto de tu padre.

Dice tu madre que no sea tan duro contigo, así que te envío un abrazo y cariños de papá.

¿Algo extraño en el helicóptero? Para empezar, ¿Era normal que un helicóptero bajase en mitad de la ciudad de esa forma? ¿A quién demonios le acababa de romper la capa? Agite la cabeza negativamente. No, me preocupaba aún mas quien era el que estaba en el helicóptero. Solo viéndolo a través de Remiel casi se me paraba el corazón.- Si, había un tipo siniestro. Ha usado una sombra para recoger al tipo con el que nos peleábamos.- Sabia que había conjuros de oscuridad, había visto algún libro, pero no sabía que podía ser tan moldeable. Le preguntaría a Nerine la próxima vez que la viera, aquel hechizo había sido como si fuera una extremidad del tipo.

-De todas formas, ¿Que está pasando? ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Alguien me puede explicar?.- Pregunte mientras miraba a mi alrededor buscando respuesta en Cross o mismamente el dependiente de la tienda. Fue en ese momento que me di cuenta como estaba atando a los bandidos. Vale que la gente del exterior no nos habría visto usar la magia, pero tanto los matones como aquel viejito si lo habían hecho. Sin esperar respuesta agarre de la manga de la chaqueta a Cross.- Tenemos que irnos.- En mis ojos se podía ver miedo. Temía realmente que apareciera la policía o, aun peor, los inquisidores.

Teníamos que alejarnos de allí antes de que apareciera nadie. Que había hecho, en cuanto uno de ellos hablara con la policía sabrían que había magia de por medio. La imagen de la comisaria con un retrato mío colgado en la pared hizo que me estremeciera. No sabía que hacer, no tenía que haber hecho eso.No, tenía que calmarme. Los matones no hablarían o al menos eso esperaba y el viejito… no iba a delatarme no? Había ayudado a que no robaran lo que fuera que querían robarle. Cerré los ojos durante un momento intentando calmarme, infle mis pulmones y solté el aire lentamente.

Cuando abrí los ojos vi que aun sostenía la muñeca de Cross, mi mano se movió rápidamente soltándole muerta de vergüenza. Aun algo preocupada me voltee hacia el dependiente. –Usted…- “no me inculpara ¿no?” Mi frase quedo cortada a medias, no, no debía de decir aquello. Volví a empezar.- Vaya, Sabia que acercar fuego a un aerosol era peligroso, pero no esperaba eso.- Dije con una sonrisa nerviosa mientras señalaba algunas de las zonas ligeramente oscurecidas por las llamas simulando que aquello no había sido debido a Remiel.- Creo que comprare un par de mecheros aparte de los refrescos y…- Mire un momento a Cross y su herida en el brazo.- ¿Tenéis vendas y desinfectante?.- Pregunte mientras sacaba de mi bolso el monedero. Mis manos aun temblaban ligeramente cuando lo hice. Por favor, solo esperaba que aquel viejito fuera comprensivo, yo no quería que nada de aquello hubiese ocurrido.

Suspiro cuando mi padre me cuelga y me siento sobre el sillón en el que estaba el jayán. Sabía que me iba a echar la bronca, pero la verdad es que me sorprendía que me invitase a llamar a la policía y solucionar esto por los trámites legales... Cualquier otra cosa, incluso una carnicería en el local de todos los involucrados, pero que mi padre me diga que llame a la policía? Esto es nuevo.

Al volver a sonar el móvil y veo el mensaje de parte de mi madre sonrío y las cosas empiezan a tomar un poco de sentido. Así pues, con una buena postura en el sillón por si alguien entra en la sala y vigilando que la sirvienta no haga ningún movimiento innecesario, llamo a la policía desde mi móvil.- En serio señorita, puede tranquilizarse.- Le comento mientras estoy pulsando los números de la policía.- Siento mucho lo que ha visto, no esperaba que su jefe fuese tan débil... Pero usted está completamente a salvo; no ha hecho nada malo más que servir a quien probablemente la tuviese amenazada.- Continúo mientras empieza a sonar el tono del teléfono. Realmente me sentía mal por la situación por la que la  mujer estaba pasando. Yo estoy acostumbrado a estas situaciones, aunque no a matar con mis propias manos a otro ser humano, pero la gente que trabaja aquí habitualmente no creo que esté en absoluto acostumbrado a ver escenas como estas, sobre todo por el tema sobrenatural de mi técnica... sería mejor haber utilizado simplemente el filo original de la espada? Probablemente, pero a lo hecho pecho, como se suele decir...

Al fin la policía coge el teléfono y, denunciando como un homicidio por defensa propia y ajena, le doy la dirección y hablo con la chica que está al teléfono contándole al 100% los hechos ocurridos, aunque sin insinuar en ningún momento el uso de habilidades especiales por mi parte, por si el inquisidor tiene interferidas algunas comunicaciones con la policía, y así darle tiempo a estos a llegar a la escena del crimen y que detengan a quien tengan que hacerlo, incluyéndome a mí. Ahora solo queda esperar y que la justicia haga su trabajo... Espero que esta sea comprensible con la situación de Octavio y su hermana, y sabiendo que no podíamos llamar a la policía en absoluto, además de la prisa que corría el asunto, pero como sea en las películas... estoy realmente en problemas.

Y Cross seguía mirando el cielo en el punto en que se perdió el helicóptero misterioso.
—No hacía ruido —te mira a ti ahora, con el rostro impasible y melancólico de siempre —el helicóptero no hacía ninguna clase de sonido, y tengo entendido que es un vehículo muy ruidoso.

Guarda su teléfono en el bolsillo y camina hasta ti, poniéndote una mano en el hombro. —Diría que te vayas a tu casa a descansar y mañana hablemos, porque todo este imprevisto debió agotarte, pero... —Quita la mano —debes de tener tantas preguntas que no podrías dormir aunque quisieras, así que...

Entonces de la nada aparece Lyla Diotrephes, tras un pequeño destello que no notaste en un principio.

—No nos quedemos más tiempo, dejemos todo en manos de quienes corresponda. —la profesora da una ojeada por el comercio donde estalló el combate y vuelve —afortunadamente no hubo muchos destrozos que comprometieran el carácter sobrenatural del asunto —se acomoda los lentes con los brazos cruzados —pero aún así...
—Avisé en cuanto tuve la oportunidad de hacerlo. —dice Cross pausadamente, poniendo énfasis en cada palabra, antes de que la profesora hablara más.
Ella da un suspiro y hace un ademán pronunciando "ábrete", le entiendes claramente entonar el conjuro mientras en medio de ustedes, en el suelo, se abre un vórtice que los traga antes de que puedas reaccionar.

El portal se abre nuevamente en el techo de una sala redonda bien iluminada. Tus pies tocan el aire en el momento en que te das cuenta que estás a dos metros del suelo.

Cae un relámpago desde el agujero mágico y aterriza Cross apoyando una mano en el sueño y acomodándose los anteojos con la otra, mientras que Lyla da una voltereta en la que se gira hacia atrás en medio del aire y cierra el vórtice, para al instante caer junto a Cross.

—Y encima has metido a una alumna en el asunto, debiste haberlo ignor-

—No, esta alumna tiene derecho a meterse en todo lo que sea necesario, porque esta alumna es mi sobrina. —De nuevo Cross con su tono tajante.

Lyla parpadea varias veces, confundida, sin saber qué más decir.

Las paredes de la sala son un ventanal que te deja ver el cielo, y según el plano que viste, el único lugar así de la mansión es el despacho del director.

—Yo... eh... yo voy a traer a mi hermano... —Lyla abandona la habitación dando otro suspiro y frotándose la frente con los dedos.

Cross entonces va y se sienta en el asiento del escritorio que está en el centro de la sala y te ofrece asiento a ti en frente, apoya los codos y junta las manos. El brillo de sus anteojos resulta un poco inquietante, como si pudiera ver tu alma a través de ellos, pero habla antes de que te pueda dar del todo esa sensación. —Creo que ha llegado el momento de responder preguntas, trataré de hacerlo antes de que venga ella con Corax porque ahí tendremos que hablar de otra cosa.

—Lo que ocurrió fue que Gustavo Alvarado, un criminal importante, ha robado iluminati de una tienda. —Eso es como robar diamantes de una panadería, más o menos. —No sé quienes iban con él, su escolta, tal vez —se encoge de hombros —y no puedo explicarte más, sé lo mismo que tú al respecto. —Es obvio que algo te está ocultando, pero debe haber notado tu cara, porque continúa diciendo —Bueno, sí hay más cosas, es solo que estoy pensando detenidamente si seguir metiéndote en esto, o si debería dejarte al margen, tú deberías preocuparte por tus asuntos, y dejarnos a nosotros los nuestros. Si te digo cosas, tendrás que atenerte a formar parte de nuestro equipo, y no habrá vuelta atrás. —Ahora sí el brillo de sus lentes te perfora el espíritu.

No tardas en oír las sirenas de la policía, y al rato se abren paso en el local, armados con espadas y escudos. Algunos policías cargan contra los matones que intentan defenderse, pero los reducen rápidamente y quedan esposados contra la pared. Llegan dos hasta donde estás tú con la sirvienta y los dos cadáveres, se quedan mirándote y oyen lo que tienes para decir.

—Bien, pero no deja de ser un asesinato, así que tendrás que acompañarnos por ahora. —te dice el oficial, sin muchas ganas de arrestarte, y acerca unas esposas esperando que no te resistas —tranquilo, veremos qué podemos hacer para que no pases mucho rato a la sombra. Dóde están tus padres, muchacho? —te palmea el hombro como para que no te pongas muy nervioso.

Al salir, Octavio y su hermana te esperan junto a uno de los coches de la policía.

—No nos dejaron salir, cercaron el lugar. Intenté explicarles, pero no me oyen.

—No te preocupes, él ya se explicó, y si le toca un juez bueno no habrá demasiado lío —Intenta calmarlo el oficial.

—Cómo...? te han arrestado? Aaayyy y es nuestra culpa... ay no... —Octavio se agarra la cabeza, no sabe qué hacer.

—Pagaremos la fianza, lo prometo —se adelanta Eileen y trata de acercarse a ti, pero el oficial no le permite, y te mete en el asiento trasero del coche, donde ya se encuentra sentado uno de los matones. —No tenemos mucho dinero, pero aun están nuestros ahorros.

—Reza para que no te toque en mi celda, peliplata, el jefote me caía muy bien. —El gamberro que te toca de compañero en este breve viaje hace sonar sus nudillos.

Ya en la comisaría, que no es muy lejos del Palacio de la Música en Hausser, los matones, entre ellos el grandulón y Rata Cruel son enjaulados. —Puedes hacer una llamada —el oficial te señala el teléfono del escritorio —tómate tu tiempo, hijo.

Miro el helicóptero durante unos instantes percatándome de que lo que decía Cross era cierto. No creaba ningún ruido. Lo había achacado a la distancia, pero Remiel me confirmo en ese mismo momento que, efectivamente no sonaba cuando recogió al tipo. Mire entonces a Cross confundida sin saber cual era la razón de aquello, provocando que empezara a decirme que podía ir a casa, justo para después empezar a contradecirse.

Cogiendo unas vendas del estante y antes de que tuviera tiempo de responder Lyla apareció de la nada. ¿Cómo se había enterado? La respuesta llego rápido, parecía que Cross la había avisado. Todo aquello empezaba a sucederse demasiado deprisa y antes de que pudiera decir nada estaba cayendo por un vórtice.

A diferencia de mis compañeros, mi caída no fue preparada. No sabia que era aquel vórtice ni esperaba aparecer en el aire. Antes de que pudiera hacer nada estaba aterrizando con el culo en el suelo. Aquel golpe habría dolido bastante si no fuera por la gruesa alfombra que amortiguo el impacto. Intentando hacer como que nada de aquello había pasado me levante rápidamente aun con un leve dolor en el trasero.

Una pequeña discusión empieza a darse entre Cross y la profesora, la cual acaba marchándose para buscar a su hermano. Aun con  un leve dolor en el trasero Cross me ofrece asiento mientras el se sienta en el lado contrario. Iba a sentarme cuando note como mi mano aun sostenía algo, las vendas de la tienda. Aparte de haber quemado mas de una cosa también le había robado.

Sacudí mis pensamientos fuera de mi mientras daba la vuelta al escritorio, mostraba las vendas y agarraba del brazo al muchacho. Mientras echaba un vistazo a la herida Cross empezó a hablar. Parecía que no eran necesarias más preguntas y que iba a responderlas.

La herida no parecía grave, un corte limpio superficial. Darle puntos seria lo más conveniente, pero por el momento simplemente la vendaría. Mientras lo hacía note como no estaba contándome todo y junto a una cara de sospecha y una vuelta de venda más fuerte que las anteriores, pareció darse cuenta que sabía que me ocultaba algo. Finalmente dio sus razones.

Un suspiro fue lo primero que salió de mi boca.- Cuéntame todo lo que sepas. Sera decisión mía que hacer después.- Había leído demasiados libros, muchos de ellos de investigación o misterio y, siempre que alguien decía una frase como la que había pronunciado Cross, el protagonista siempre acababa metido en algo que no quería pero… Bueno, esto no era un historieta.- Supongo que no pensaras que, después de decirme que eres mi tío y verte como salías a enfrentarte a un tipo escoltado por tanta gente, iba a quedarme tranquila sin respuestas.- Dije mirándole seriamente mientras terminaba de atar la venda  que ya estaba ligeramente enrojecida pero que parecía hacer su cometido.

-En primer lugar, quiero saber todo lo que sepas en relación a que soy tu sobrina, todo lo que hayas averiguado sobre ello, habrás intentado hacer un árbol genealógico o algo. - Dije mientras me sentaba en la silla que antes me había ofrecido.-En segundo lugar quiero que me digas que es el iluminati, suena como algo caro, pero no sé qué es. En tercer lugar, para que lo quería ese tipo, en cuarto lugar a que te refieres con vuestro equipo, en quinto lugar porque tendría que integrarme en el si me cuentas mas.- Fue en ese momento cuando mis peticiones se interrumpieron de cierta forma abrupta. Mire hacia el suelo no es que quisiera saberlo todo, simplemente es que quería intentar no pensar en que había ocurrido.

Había usado magia en plena ciudad, siempre había sido muy cuidadosa con donde usaba conjuros y ahora…-Dime, por lo menos que  he usado magia frente a otros por una buena razón.- No podía quitarme de la cabeza la imagen de los inquisidores en la academia esa misma mañana.- Dime que la inquisición no está relacionado con lo que sea eso.

—Bueno, esas han -au!- sido muchas preguntas —la bufanda manchada de Cross queda sobre el escritorio luego de aplicar el vendaje —gracias —y te agradece sonriendo (Cross, no su bufanda). —Espero poder responderlas todas.

—El problema es que es información muy comprometedora, y si te secuestran o algo parecido, estamos arriesgándonos a que pueda ser revelada. Si te unes a nosotros, entonces te asignaremos a Corax como guardaespaldas y además tendremos tu palabra de que no le contarás a nadie, y lo más importante, nos ayudarás en todo lo que sea posible para darle uso a la información que tengas.

Ahora da un pequeño suspiro y se sujeta el hombro de la herida. —Empecemos por lo primero. —te ofrece la mano para estrecharla —soy el director de la mansión.
—Aparecí aquí dentro hará unos... diez... sí, más o menos diez años, sin recuerdos, ni nada, ni siquiera de mi nombre. Solo tenía en mi mente dos cosas: una persona, y una ciudad. —empieza a entristecerse, pero continúa —Empecé a dibujar lo que pude acerca de ambas cosas, pero por alguna razón, cada día mis habilidades se iban mermando, como si estuviera olvidando cómo dibujar, y llegó un momento en el que solo me salían fosforitos, así que dejé de hacerlo. —Abre un cajón del escritorio, pero luego lo cierra. —Em... no está aquí, creo recordar que se lo di a Nerine, o si no está en el saloncito del club de los insectos, ve a buscarlo allá. Se trata de un diario muy importante, y me gustaría confiártelo, en él encontrarás todas las respuestas sobre el tema del parentesco.

—El señor que has visto en el discurso es un holograma mágico creado por Lyla. La razón es muy sencilla: si tuvieras un hijo, dejarías que fuera a aprender magia y a defenderse del peligro del mundo a una academia donde el director es un salido de la nada que no tiene memoria y ni siquiera sabe su nombre? Además tengo enemigos, no pueden saber dónde estoy, no puedo salir a la vista; ya has podido comprobarlo con tus propios ojos. Lyla no ha sido la primera aliada con la que tuve la fortuna de contactar.

Se queda mirándote fijamente durante unos segundos, y prosigue —Solo sé que es un metal muy valioso, pero no creo que Gustavo lo quiera solo para hacer joyería. Pero quédate tranquila, que la inquisición no tiene nada que ver, y Lyla se encargará de los destrozos en la tienda.

—Somos muy pocos, solo Lyla, Corax, Nerine y yo, yyy alguien más que no vive aquí, y que no me apetece nombrar en este momento, me da escalofríos de solo pensarlo —se estremece —solo diré que ella nos proporcionó de buen gusto esta mansión para que podamos transformarla en academia, le pareció una buena idea.
Elicia y Lyon también ayudan, pero creen que yo soy otro alumno más, y no saben de Gustavo o de su posible equipo. Luego está Bishop, el superintendente del edificio en el que viven más estudiantes, está allí para vigilar que nada malo les pase.

Enciende el ordenador.
—Necesito que me describas lo que viste en el helicóptero, quién era ese tipo siniestro que dices? Por qué era siniestro? Usó magia para ayudar a Gustavo?

La policía no tarda en llegar y arresta a la gente del interior y, como era sabido, también a mí, aunque el oficial que me arresta a mi es bastante amable viendo la situación e intenta tranquilizarme, aunque lo que más me preocupa es el echo de que tendrán que quitarme mi espada, pero no espero a que lo hagan y se la entrego yo mismo, cogiéndola con ambas manos, una por la empuñadura y otra por la parte "filosa" para que la recoja como más le apetezca.- No se preocupe señor oficial. Podría haber escapado sin decir nada.- Sonrío a este con total tranquilidad.- Pero creo que esto es lo correcto... Me atendré a las consecuencias que la justicia de este país crea convenientes.- Termino mientras el coge la espada.- Podría cuidarla y tenerla a salvo? Es una reliquia de mi familia y la verdad es que no estoy muy a gusto sin ella cerca, pero no sería muy correcto llevarla a lugar al que me llevan, supongo.- Vuelvo a sonreír, pero en esta ocasión mi sonrisa se nota forzada, me cuesta mucho deshacerme de mi espada y darsela a otra persona, aunque sea un oficial de la policía que me esté ayudando.- No soy de este país, así que mis padres se encuentran en Shivat por desgracia. Aunque ya saben lo que he hecho y me han largado una buena bronca, no sin razón.- Una pequeña risa sale de mi rostro mientras este me acompaña al exterior y allí me encuentro con los dos hermanos por los que me encuentro en esta situación. Parece que están preocupados por mi situación, cosa que me demuestra que realmente he hecho lo correcto, pero me alegra que se encuentren a salvo, los dos juntos, como debería ser

- Octavio, Eileen, no os preocupéis.- Les sonrío ampliamente.- Esta ha sido mi decisión y apandaré con las consecuencias. No tenéis tan siquiera que pagar la fianza, todo se arreglará, tranquilos. Vosotros seguid con vuestra vida con tranquilidad y no os preocupéis por mi, nos veremos en la academia.- Termino mientras me meten en el coche, despidiéndome con una sonrisa y esperando que el oficial que lleva mi espada me acompañe, para no separarme mucho de ella a ser posible. Pero en el coche me toca con uno de los gamberros estúpidos a los que engañé para entrar y terminar como fueron las cosas, pero lo ignoro completamente durante todo el trayecto

Una vez nos encontramos en comisaría parece que me dejan hacer una llamada, pero... A quién podría llamar en este lugar que pudiese ayudarme en esta situación? No quiero molestar a Hanako y preocuparla todavía más. Seguro que su Sheele se volvería loca y terminaría por incendiar la comisaría si le da una espontaneidad de las suyas al enterarse y no conozco a mucha más gente... Pero bueno, se me ocurre alguien a quien poder acudir, una antigua amiga de la familia y que también tiene conexiones con Iffi sempai y su marido, que también son amigos de la familia, así que cojo el teléfono y, pidiendo amablemente que me dejen buscar el número en mi móvil, llamo a la señora Mélima, la "madre" de Sita y le explico la situación. Sobre todo pidiéndole consejo de lo que puedo hacer a partir de ahora sin saber como funciona la justicia en este lugar.

- No, la moto es nueva. No podrían saber sobre ella salvo que... Oh, mierda.

Para cuando me di cuenta de mi error ya era tarde y el muro de tierra ya estaba demasiado cerca. Afortunadamente la moto se comió la mayor parte del impacto y el resto lo absorbió el casco. Por supuesto, ahora ya no estaba operativa.

Me puse de pie con la ayuda de Shimpri y me quité el casco, que no haría más que limitar mis sentidos. Tenía que prepararme para el ataque, el cual no se hizo esperar.

- Empiezo a pesar que han contratado al circo para este trabajo, porque no me han enviado nada más que payasos - dije con toda la intención de provocar mientras hacía crujir mis articulaciones a modo de amenaza -. Sin embargo ninguno me ha sacado tanto de quicio como vosotros. Vais a pagarme la puta reparación, de una forma u otra. Y eso incluye al cobardica que se esconde entre los árboles.

¡BOOM!. Toma bombazo.- Exclamo Remiel mientras daba una palmada. Parecía que a la pequeña aquello no le sorprendía, no le importaba o bien no se lo creía. Desde mi hombro dio un saltito hacia el escritorio donde inclino la cadera u miro hacia arriba por debajo de mi cabeza inclinada cubierta por el flequillo.- Si, creo que esa cara expresa bien lo que piensas Han.- Dijo mientras reía como cuando ves a alguien caer en una broma pesada.

Absorta de los comentarios de Remiel seguí mirando la madera del escritorio. Mi mano se elevo durante un momento a mi boca y mordí levemente la uña de mi dedo pulgar. No tenia muy claro como reaccionar a todo lo que acababa de escuchar. Realmente era mas de lo que esperaba pero, por alguna razón aquellos datos hacían que algunas cosas encajaran. Ya me había parecido el director muy raro... La próxima vez que lo viera intentaría ver si realmente era un hechizo y... ¡No era momento para estar pensando en eso!

Vale...- Empecé mientras salía de mi ensimismamiento y empezaba a subir la cabeza para mirar a Cross.- Definitivamente es mucho a asimilar. Espero que no sea una broma o esta vez dejare de hablarte para siempre.- Le avise mientras mi mano se colocaba en la mesa y empezaba a golpear el índice contra la madera de forma repetida. Aquello no era si no un síntoma de nerviosismo expresado de forma inconsciente.

Iba a preguntar sobre los dibujos que había hecho, no solo sobre el de mi madre si no de la ciudad que había hablado cuando me pregunto sobre el tipo del helicóptero. Sobre la mesa, Remiel quien hasta ese momento reía ligeramente tuvo un escalofrió al recordar al tipo. Decido por no hablar y espero a que Remiel lo haga por si misma.

-Había dos en el helicóptero. La que lo llevaba era una mujer, era... era... tenia la piel tostada y cabello blanco. El segundo era el tipo raro. Fue extraño, es como si una invocase una sombre y  se deslizara a recogiera al cobarde.- Dijo refiriéndose a Gustavo.-  Casi parecía como si fuera su propia mano...  También llevaba un vestido purpura. Como los que se usan cuando hay fuegos artificiales. Con polillas amarillas dibujadas.- Termino Remiel mientras se sentaba farfullando cansada por intentar recordar.

Había permanecido en silencio mientras hablaba, pero en cuanto acabo aclare un par de cosas por las imágenes que había recibido en aquel momento y lo que había dicho Remiel.- Es probable que la mujer fuera daevar, y el vestido... Creo que se refiere a un kimono.

—Vaya chico más educado. —comenta el policía y deja la espada sobre el escritorio. Ni siquiera se queda vigilándola, pues se va a charlar con otro colega suyo.

De nuevo oyes el tono del teléfono arcaico que descansa en la oficina, y al rato atiende la señora Mélima
—Pero en qué clase de lío te has metido chico! No lo sé, vas a tener que venderte un riñón, o un cojón, o lo que sea, a menos que tu viejo decida enviarte algo de dinero, cosa que conociéndolo no lo creo. Espera sentado que ya voy.

Cuelga y te tiene esperando más o menos media hora allí, hasta que llega ella en un taxi y se baja en la comisaría.

—De tal palo...
Tienes a la anciana delante tuyo con los brazos cruzados. —Vale, pagaré la fianza, pero te tendré trabajando de por vida para mí, me oyes? —sonríe, debe de gustarle la idea, ya había dicho otras veces que necesitaba ayuda en su local. —No me haría mal un patovica en el bar para echar borrachos molestillos.

—No te preocupes tratando de entender la ley aquí, que ni yo la entiendo. Pero ya estarás fuera de todos modos, me encargaré de eso. —acto seguido va hasta donde están los oficiales y la oyes hablar con ellos.

—Ya, estás libre. —Enciende un cigarro y se lo lleva a la boca, puedes notar su sonrisa macabra de que te tiene bajo la palma de su mano. —Empezarás esta misma noche, o sea ahora, que ya estoy por abrir.

El taxi estaba esperando en la puerta y Mélima va hasta ahí, esperando a que le abras la puerta para que se suba. —Eh? No, tú te vuelves en la moto de Bishop, no la pensarás dejar aquí, verdad? —el coche arranca y ella se aleja riendo.

No te ha dado tiempo ni de responder, la anciana debe de estar ansiosa por verte trabajar.

—Me ha llamado cobarde... qué inconcebible! Esconderse no es cobardía, es estrategia. —Una voz suave de mujer se oye desde entre los árboles, y de pronto se despierta un gran vendaval que sacude toda la vegetación y vuestros cabellos, y casi apaga la cabeza del encendido.

De ese viento, cuyo centro es esta persona, se propaga un frío gélido que se extiende por todo el suelo, congelándolo.

—Cuidado con eso, casi destrozas mi rasgo característico —comenta sereno el cabeza fogosa.

—YEEHAAH!!! —sin embargo su compañero no está tan sereno, y salta sobre ti con la lengua afuera y babeando.