Partida Rol por web

- Ale, y ahora a quedarme más rato en compañía de esta sierpe. - pienso malhumorado.

No obstante me pongo manos a la obra pues cuanto antes termine con la pomada antes podré salir de clase.

Una vez acabado miro al Profesor.

- Ya está. - digo pinchándome en un dedo y aplicando la pomada para que esta hiciera su efecto. No es una maravilla pero funciona.

Colin recogió sus cosas y antes de irse pasó junto a Gwen.

- Sí que cuesta ganar puntos este año.- 10 puntos era un raterío. Al menos ganaban una poción de curación.- Parece que no se te da mal esta asignatura.- Bueno realmente, no se le daba mal ninguna, pero Gwen había acabado la primera y aparentemente sin ningún esfuerzo.- Me voy a la biblioteca a completar la redacción. Nos vemos luego.- Se despidió de todos y salió en dirección a la biblioteca.

Oli miró a Cassius con cierto aire resignado. Encima tenemos que quedarnos con el imbécil de Noah- dijo en voz baja. Negó, suspirando y volvio a disponer todas sus cosas, comenzando desde el principio, prestando mucha más atención esta vez a la hora de preparar la pomada.

Afortunadamente, el hecho de que el profesor Malfoy se quedara con ellos toda la hora para volver a explicárselo tuvo sus resultados. Esta vez la pomada fue más que decente.

Sonrio, satisfecho. Al menos la cosa ya no pintaba tan mal. Y miro a Cass de reojo para ver cómo le iba a el la cosa.

Tranquilo y contento de que me hubiese salido lo que nos pedían, me acerqué a Cassius.

Va, venga, que seguro que te sale ahora - le dije dándole ánimos.

Me quedé allí esperando a que lo consiguiese, mientras de reojo miraba de Gwen. Se notaba que era muy buena en este tipo de cosas.

No salí de clase, puesto que esperaba que Cassius me pudiese ayudar con un par de conjuros y sobre el trabajo de centauros más tarde.

Gwen miró a Cassius y a la pomada que había realizado de manera alterativa, parecía que ultimamente las cosas no estaban saliendo como deberían, pero la pelirroja no permitiría que su chico suspendiera hasta el recreo así que le apoyó una mano en el hombro y le dijo.

- Cass lo único que te falta es un poco de paciencia y más confianza en tí mismo... pero no te preocupes yo te ayudaré a conseguirlo. Cuando quieras me lo dices, sabes que siempre tengo tiempo para tí "mon amí"- le guiñó un ojo y comenzó a recoger sus cosas-Y ahora será mejor que vyamos a cenar, mañana será otro día.

Si le escupo saldrá mejor. Creo que guardaré un poco para joder a alguno de primero... Dicho y hecho, Cassius guardó el resultado de su primera poción fallida en un vial y limpió el caldero para su segundo intento, murmurando algo y mirando a su alrededor, sobretodo a Noah.

Que asco... Chivato... Seguro que no lo quieren ni en su casa... Siguió pensando y quejandose mentalmente mientras añadía los ingredientes siguiendo las instrucciones del libro de Gwen. No debí apuntarme a esta asignatura, definitvamente.

Lo peor no era eso. Era tener al profesor mirando como lo hacia. A Morpho. A Gwen y encima, se acerca Colin.

¿Alguien más quiere echarle un vistazo?

Enfadado como estaba, resopló por la nariz, mientras seguía con la poción. Le sorprendió que Colin saludara tan amablemente a Gwen, cuando esta le dijo que ninguno de su casa le hablaba. La miró de reojo. - Solo es un poco más de paciencia - Comentó, lanzando un suspiro, y dejando el cucharón a un lado, sacando la pomada.

- Ya esta - Lanzó un largo suspiro.

Y comenzó a recoger sus cosas, sin decir nada. - Mañana será otro día - Acabó por decir, resoplando. - Bueno, será mejor que vayamos al Gran Comedor. - Dijo tanto a Morpho como a Gwen. Y dicho esto  recibir la confirmación del profesor de que todo estaba bien, marchó hacia el Gran Comedor.

Oli sonrio al ver que la cosa tambien acababa por irle bien a Cassius. Comenzó a recoger entonces sus cosas, dispuesto a salir de alli, cuando cayó en la cuenta de que habia algo de lo que quería hablar con algunos de los alli presentes. Sin embargo, antes de que pudiera darse cuenta, los interesados ya se habian marchado, asi que Oliver se limito a alzar una mano, despidiéndolos- Hasta luego chicos... - dijo, en general, tras guardar el resto de pomada, por si acaso.

Y, acto seguido y tras despedirse del profesor, salio de alli, en direccion al Gran Comedor. Tenia hambre. Y tenia mucho que hablar aun con los chicos de su casa. 

- Mañana podrías venir a comer a nuestra mesa. - Le ofreció a Gwen, mientras, en el pasillo, recuperaba la compostura después de haber sido analizado y estudiado por practicamente... ¿toda la clase?

- Y agradezco el ofrecimiento, espero que sepas que tienes el mismo por mi parte... aunque no sabía que me hubieras bajado de categoría, mon cher. - Pronunció con un buen acento, a pesar de todo. Parece que alguien no pasó el verano estudiando magia, si no idiomas.

Se apretó el nudo de la corbata, y se arregló los puños de la camisa, caminando en dirección al Gran Comedor.

En el pasillo, antes de dirigirse al Gran Comedor, Oliver vislumbro a Cassius en el pasillo. Corrio hacia el, gastando las pocas fuerzas que le quedaban a aquellas alturas- Eh, Cass... Un segundo... Luego... Me gustaria hablar con Gwen y contigo... Hay una cosa que quiero proponeros, ¿vale? -le dijo, con una media sonrisa- Nos vemos mañana despues del desayuno, en el vestibulo y te cuento, ¿Vale?

Y, tras obtener confirmacion de su amigo, echo a correr, con bastante prisa.

Aunque Cassius parecía nervioso por tener a tanta gente mirándole, lo supo solventar.

Tras esto, nos marchamos al comedor.

¡Buen trabajo! ¡Al final esta pomada parece tener mejor pinta! ¿No os parece? ¡Me alegro de que a todos os saliera bien!

¡Nos vemos la semana que viene!

La clase de Curación, Sanación y otras formas de evitar la muerte se impartía muy cerca del gran comedor. Era un aula muy amplia y repleta de mesas y sillas. Cada una de las mesas contenía un equipo de alquimia digno de cualquier mago. En el centro de ella había un gran caldero y a lo lejos unas grandes chimeneas con unos asideros donde colgarlo para dejar que calentase la mezcla que se quisiera obtener.

No lejos de allí había una gran repisa con ingredientes de lo más comúnes, como podían ser la manzanilla, el cardamomo, las colas de rata o los cabellos de theslas; pero también había otros ingredientes más extraños, como podían ser los ojos de gryndilows, los pelos de banshee o la esencia de sudor de minotauro.

Aquella clase prometía, y se parecía a las clases de pociones que vuestros padres y abuelos habían estudiado cuando eran jóvenes. Ahora era la clase de curación y el profesor Malfoy se encontraba allí, sentado sobre un gran sofá de cuero negro, cuyos reposabrazos eran sendas calaveras blancas y casi brillantes.

Una sonrisa brillante salía de la cara del profesor.

Buenos días, por favor sentaos junto a vuestra mesa y vuestro caldero de la última clase. Ya sabéis en qué consiste esta clase. Pero hoy, en lugar de hacer una pomada para sanar las heridas, vamos a crear una crema que al extenderla por nuestro cuerpo nos protegerá de cualquier ataque que nos lancen. Sería lo equivalente a un chaleco antibalas de los muggles, no sé si habréis visto alguno alguna vez, pero lo que hace es que revoten los conjuros que os lancen. Dijo erróneamente. Es una especie de escudo reflector, cuando alguien lance un conjuro sobre vosotros, éste será devuelto con la misma intensidad de quien lo lanzó, e irá también contra él.

Lo malo de esta crema, es que repele cualquier hechizo que os lancen, aunque no repele los que os lancéis vosotros mismos. Así que, si alguien os lanza un conjuro bueno, también rebotará. La crema solo tendrá efecto para repeler un conjuro, en cuanto éste os haya impactado sus propiedades se desvanecerán y emitirá un ligero olor desagradable. ¡Lo mejor sería irse a duchar después! Dijo empezando a reírse el solo.

Y ahora os dictaré los ingredientes: Tres ortigas secas, trece colmillos de serpiente, dos cuernos de babosas con toda la baba que suelte y dos púas de puerco espín. Los pasos a seguir son los siguientes:

Añadir todos los colmillos de serpiente en el mortero y machacarlos hasta obtener un polvo fino, añadirlo al caldero y calentar la mezcla a 85º durante 10 minutos. Ondear la varita en sentido horario. Añadir los cuernos de babosas  y sus babas. Ondear la varita en dirección contraria.
Retirar y dejar enfriar el caldero antes de añadir el siguiente ingrediente.
Añadir dos púas de puerco espín, revolver durante 5 minutos, en sentido horario y finalmente golpear dieciocho veces la mezcla con la varita mientras se grita: ¡Sanna, sanna, sanna!
 

Si todo sale como debe ser, obtendréis una pasta del color de vuestra piel que podréis colocar en el tarro que tenéis a vuestra derecha. Si os sale bien os lo podréis llevar a vuestra habitación, pero antes debéis dejarme que le eche un vistazo para comprobarla.

En el libro están todas las notas necesarias, echadle un ojo cuantas veces queráis y preguntad cualquier duda que se os ocurra.

Adelante, comenzad a practicar. Dijo con una amplia sonrisa y contento por dar aquella clase.

Al llegar a clase, Mircea se imaginaba que se encontraría con compañeros nuevos, al igual que había ocurrido en las asignaturas troncales tras lo acaecido en el Lunes Sangriento. Pero no, la marcha de Selena no había supuesto la llegada de otros compañeros pertenecientes a otros grupos.

El profesor siempre que iba a clase parecía prepararse la postura, pues cada viernes Mircea siempre se le encontraba de la misma forma, sentado en su sofá de cuero negro, como un leitmotiv visual del comienzo de la clase.

Encontró el caldero de latón que había estado usando todas las semanas y que por alguna extraña razón parecía más brillante, como si se alegrara de que por fin, en un curso, alguien lo usara.

Dedicó la atención pertinente al profesor Malfoy y anotó en un pergamino todo lo que creía que podría no venir en el manual de texto, que también había sacado de su sombrero. Crema de protección menor era el apartado dedicado a aquella loción Sanna y en el infolio explicaba alguna acotación más aparte de lo dicho por el mago.

Frente al estante de ingredientes recordó todo lo necesario. Caninilor de serpiente, cuernos de snop, urzici secas... Tras recolectar todo lo necesario volvió a su mesa, donde ya tenía preparadas todas las herramientas necesarias.

Tras el tiempo que le llevó realizar todos los pasos que creía hechos de forma correcta, finalizó con aquella especie de conjuro, golpeando la mezcla con la varita al grito de Sanna. No tenía ningún sentido. Estaba convencido que todos los pasos eran cosas metidas de más para que los hechiceros menos hábiles se perdiesen. Ni aquella especie de conjuro repitiendo una palabra hasta cincuenta y cuatro veces, ni el ondeo de la varita tendría seguramente razón de ser, pero igualmente los había hecho.

Cuando acabó, rellenó el tarro vacío con aquella mezcla del mismo color pálido que su piel. Mientras esperaba que Draco pasara por su mesa, Mircea se dedicó a limpiar el mortero y las demás herramientas que había utilizado, recogiendo todo el material sobrante y dejando su puesto de trabajo lo más aseado posible.

Sam, tras darle un bocado a su manzana amarilla, la dejó caer en la papelera. Ya estaba más que harta, y algo cansada.

Escuchó distraída las palabras del profesor, y sintió cómo la poción se le iba a resistir, como la anterior vez. Frunció el ceño cuando vió que la pócima no tomaba el color que tenía que tomar, y mucho menos el olor. ¿En qué se habría equivocado?

Hoy tocaba la clase optativa. Sin duda no era una muy popular, apenas habían otros compañeros, y todos de casas distintas. Malfoy no tendría demasiado trabajo, aunque con lo mala que era ella para todo sin duda la vería en alguna recuperación.

Pero no era el momento de ser negativos. Eli miró al profesor e intentó memorizar los pasos. La mala memoria era uno de sus muchos defectos. Aún así intentó forzarse y recordarlo todo.

-Tres ortigas, tres colmillos...-dijo, imitando parte de la técnica del tejón, para concentrarse.

Fue echando los ingredientes, pero a la hora de darle vueltas a las pociones y de calentarlas, se le fue un poco la cabeza. ¿Había que calentarla 10 minutos a 85º o 15 minutos a 80º? 

Cuando creyó terminar pronunció las palabras Sanna. Pero el color difería del del profesor. No hizo falta su confirmación para ver que volvía a fallar.

El profesor Malfoy tenía tiempo de sobra en aquella clase para ayudar a los alumnos a mejorar. Pero tras dar varias indicaciones a las dos chicas de la casa, comprendió que aquello les iba a salir mal. Es una pena, chicas. Pero como habéis podido ver os habéis equivocado en unos cuantos pasos y no os ha salido. Tiene una pinta un poco desagradable. Dijo mientras tomaba sus calderos y los vaciaba mágicamente, al tiempo que se tapaba la nariz.

Mircea, tú sí que has hecho un buen trabajo, así que puedes irte con 10 puntos para tu casa, pero vosotras dos, si queréis mejorar el conjuro, será mejor que os quedéis conmigo y repitamos los pasos que no habéis hecho correctamente. ¿Os parece? Si quieres puedes ayudarnos. Concluyó con aquella última cuestión hacia el rumano.

Claro, accedió Mircea. Se miró el reloj de pulsera y se quedó momentáneamente pensativo. Aquello le acabaría pasando factura, pero si un profesor le proponía ayudar, sabía que era uno de los numerosos pasos para acabar asegurándose una posición de prefecto el año que comenzara su quinto curso.

No tenía ningún trato con ninguna de las dos alumnas, pero al menos sabía que Elisabeth había sido la pareja de baile de Matthew en Halloween y conocía las razones exactas. Así que una chica que le seguía el juego a sus hermanas, al igual que hacía Daphne, no podía ser mala chica. Se acercó a ella. ¿Tratamos de conseguir que esta vez te salga?, sonrió a la gryffindor.

Como supuso, su poción no convenció al profesor, que no dudó en decir que siguiera practicando. Por fortuna, el chico de Huffelpuff del que lo único que sabía era su relación familiar con las gemelas que atormentaban a Matt, se ofreció a ayudarle. Eli no dudó en poner su mejor sonrisa, mostrando agradecimiento.

-Gracias- dijo cuando le sugirió que le enseñaría a hacer mejor la pócima- creo que lo que peor se me ha dado ha sido a la hora de calentarla y darle vueltas.

Había aprendido los ingredientes, pero para su gusto, habían demasiados pasos a seguir para alguien no muy diestro como era el caso.

A ver, déjame que eche un vistazo, dijo fijándose en los apuntes de la chica. Mira, apuntó con un dedo las instrucciones que había apuntado Elisabeth. A los cuernos de babosas hay que sacarles las babas antes de meterlos en el caldero. Hay que echarlo todo, sí, pero por separado.

Se quitó su sombrero y hurgó en él hasta que sacó su libro de primeros auxilios del Dr. Lendman. Abrió hasta la página perteneciente a aquella crema de protección y revisó sus márgenes. Estaban llenos de anotaciones. Tantas horas en la biblioteca le habían servido para afinar los potingues del libro. Leyó: al sacar las babas de los cuernos antes de echarlos, estas absorben oxígeno, cambiando su función en una poción, de material base a agregado. Miró a Elisabeth e indicó su caldero. Aquí el material base son los colmillos de serpiente.