Partida Rol por web

Gwen entró en el aula y saludó al profesor que siempre solía quedarse para revisar algunos trabajos y vigilar que los alumnos ensallasen pero que no la terminaran por liar...

Tras un rápido vistazo a la torre se percató de que Colin aún no había llegado, frunció el ceño disgustada, confiaba en que no le hiciese esperar demasiado, no le gustaba esperar y menos si pidía estar en otro sitio en mucha mejor compañía.

No tuvo que esperar demasiado Gwen pues Colin se había propuesto no llegar tarde ese día.

- Hola Gwen.- Puesto que la chica pelirroja parecía tener prisa desenfundó la varita listo para que le diera las indicaciones del conjuro de duelo que no había aprendido.- Espero no mancharme demasiado la ropa.

Gwendolin se giró para ver llegar a su compañero de casa, dejó de arrugar el ceño pero su gesto serio no varió demasiado.

- Hola Colin... no te preocupes por la ropa... bueno. ¿Estás preparado? bien, atiende que no me gusta repetirme. Para realizar este conjuro el truco está en saber ejecutar los movimientos de amnera rápida y precisa... observa.

Gwendolin dio un paso hacia atrás, y una imagen idéntica a ella se materializó en donde estaba antes Parecía haberse desdoblado, la pelirroja hizo un círculo con su muñeca y luego dio dos golpecitos al aire para después gritar: Envertestatil y así, desde la distancia, la réplica de Gwendolin fue disparada hacia Colin, y en cuanto lo tocó se desvaneció.

- Wow, me encanta. A ver qué tal se me da a mí.- La chica tenía un buen golpe de varita, no cabía duda. Ni siquiera había visto venir el conjuro. Si no llega a ser por la réplica hubiera salido despedido en el aire por aquel empujón. Colin preparó un punching para lanzar el suyo. Esperaba hacerlo bien para que no tuviera que repetirse. Después de varios intentos, poses y repaso del libro, se puso serio y lanzó el conjuro.

- ¡Envertestatil!- El punching salió impulsado hasta chocar contra la pared.- ¡Genial! Muchísimas gracias Gwen. Con tu ayuda ha sido pan comido. Ya puedo ir a la recuperación.

Cassius llegó a la clase de duelo según lo acordado con Morpho tras pasar por la sala común. Miró a su alrededor esperando a su compañero y se cruzó de brazos, mirandolo. - Bueno... ¿Que conjuro querías practicar? - Le preguntó, haciendo repaso mental de aquellos conjuros que le había dicho el día anterior.

Aun estaba el Morfetium como poco, y creía recordar que el Vition tambien. Pero ante la duda, decidió esperar a que su compañero se lo resolviera.

A Morpho no le gustaba ser una carga, así que lo primero que hizo fue agradecerle de nuevo a Cassius el poder venir a ayudarle.

Gracias - le dijo con una leve sonrisa.

Pues querría aprender el Vition Apperture, tengo la recuperación antes de comer.
 

- De nada. - contestó una vez más, e inclinó la cabeza hacia adelante en un gesto educado de aceptación de tal agradecimiento.

- Yo también tendré que ir a recuperar el Vition Apperture mañana. Todavía no lo tengo del todo dominado, aun así... - Lo dejó en el aire, tomando aire y sacando la varita, lo volvería a intentar.

- ¡Vition Apperture! - Alzó la voz, y esta vez, todo se volvió blanco. El conjuro había funcionado, y Cassius se había cegado a si mismo ante la potencia del conjuro.

¡Ostia! Se quejó mentalmente.

Me quedé boquiabierto, cuando...

¡Auchhh! - grité.

Estaba algo dolorido por tal salvajada de hechizo. Tras unos cuantos segundos me incorporé.

Para no dominarlo, se te da bien, ¿no? - dije sarcásticamente.

¡Vition Apperture!

Con un suspiro, me senté pensando que por poco casi no lo consigo.

- Juro que no acabó de entender como lo hice. - Acabó por confesar, entre risas, reconociendo que no tenía ni idea de como le había salido aquel conjuro de una manera tan potente. - Bueno, no pasa nada... ¿Cómo llevas el otro conjuro de la clase de Transformaciones? El Fortificus. No me salió en clase, si puedieras echarme una varita te lo agradecería. Y luego practicamos el Morfetium otra vez.... aunque quizás deberíamos bajar primero a comer. ¿Que me dices? ¿Bajamos a comer y ahora volvemos?

Riéndome con él, me llevé la mano a la tripa porque me dolía de las carcajadas. 

Confieso que pensaba que me ibas a cegar. 

Secándome las lágrimas le dije:

Pues ya somos dos para practicar el Mejoratem Fortificus, jeje. De todas formas, sí, bajemos a tomar algo, luego seguiremos. ¿Hay algún otro conjuro con el que te pueda echar una mano?

Me encaminé al comedor junto con Cassius.

Con esa sonrisa y esa expresión que denotaban el buen humor que ahora arrastraba Cassius, asintió a las palabras de Morpho

- Me queda unicamente el Mejoratem Fortificus, el resto los tengo por la mano, muchas gracias. Luego preguntaré si alguien puede ayudarnos y lo practicamos. También tenemos que practicar el Morfetium para tu recuperación de la semana que viene. No te preocupes, los sacaremos todos poco a poco. - Lo animó, marchando hacia el Gran Comedor de buen humor.

Tras escaquearse de la aburrida presentación de los hermanos Ward, las gemelas llegaron con Árpád al aula de duelo.

Saludaron efusivamente a Willow, la única chica de Raven, que tan maja era y que sin embargo tan pocas veces parecía querer juntarse con ellas.

¿Qué te falta?, preguntó Erzsébet a Árpád, mientras dejaba la mochililla doblemente cargada con sus cosas y las de su hermana en el suelo y se desperezaba para librarse del entumecimiento en los hombros.

Las gemelas conocían todos los conjuros que se habían impartido en el último mes y medio, así que podían ayudar con cualquiera que el húngaro o la Ravenclaw necesitase.

Cuando llegaron a la sala de Duelo Árpád dejó las cosas contra una pared, como hacían siempre que llegaban a esta clase. En esta ocasión aún llevaba los libros de DCAM, pero no es que fuese a necesitar nada más que la varita.

Luego se acercó a las gemelas con rapidez. - Sólo me falta el Flamine. - Les dijo, contento de estar casi al día de una vez por todas. Le había costado, pero el esfuerzo merecía la pena.

Entonces sacó la varita, preparándose para practicar. - Oye, Willow. - Llamó entonces a la chica, un poco extrañado. - ¿Has venido sola? Podemos ayudarte con lo que sea si quieres.

Flamine, flamine, ah sí, el último conjuro de Duelo que habían aprendido. Recordaban que la clase había sido distinta al resto y que Árpád era el único que no había recibido puntos de los tejones.

Pero si parecía que te salía, comentó Orsolya extrañada. Bueno, que te ayude Erzsébet. Se le dio muy bien esa clase, iba diciendo mientras se acercaba a las chimeneas a acumular unas cuantas ramitas en dos hogares distintos.

La pequeña de ojos azules enseñó en un momento como corregir la postura de varita y como recitar el conjuro que Árpád parecía no haber sido capaz de pronunciar. Cuando vio que estaba preparado, ella misma lanzó un Flamine Fulminis que encendió una de las chimeneas. Ahora, tú, se alejó Erzsébet para dejarle algo de espacio.

- Eso mismo pensaba yo... - Comentó Árpád encogiéndose un poco de hombros. - Pero desde entonces no me ha vuelto a salir, así que no lo tenía tan dominado como creía. - Explicó, acercándose a las chimeneas.

- ¡Flamine Fulminis! - Exclamó entonces, esperando conseguirlo sin problemas esta vez.

- ¡Genial! - Gritó al final con una enorme sonrisa, en cuanto el rayo flamígero abandonó su varita para encender la chimenea.

- ¡Hola! -Saludó a las gemelas y a Árpad con una amplia sonrisa. Las Huffies le caían especialmente bien, y siempre le alegraba encontrárselas por el castillo.- ¿Qué tenéis recuperación mañana? Yo tengo atravesado el Eleccella Fulminis. Si me ayudáis os lo agradezco... No me gustaría hacerlo mal mañana.

Las pequeñas aplaudieron cuando Árpád consiguió sacar el conjuro. Cierto era que Erzsébet era la que últimamente enseñaba los conjuros, pero las dos tenían asumido que ambas eran igual de buenas enseñando. Vaya un par de geniales profesoras se perdería la magia porque las gemelas tenían otro futuro en mente.

Sí, yo tengo un conjuro, suspiró Orsolya, contestando así a Willow. La niña tendría que ir a recuperar con el Crystallus, el único conjuro que se le había resistido en clase pero que ya tenía más que dominado.

¿Lo haces tú?, cedió Erzsébet a su hermana, que aunque no era tan buena como ella en duelo, seguía siendo igual de aceptable como instructora.

¡Claro! Entonces Orsolya enseñó a Willow como debía colocar la varita de forma correcta y qué debía vocalizar al gritar el hechizo. Hizo entonces ella una muestra, decidiéndose por una de las cajas de cartón que había por ahí desperdigadas. Eleccella Fulminis, gritó. La caja salió disparada con un ligero parche humeando en uno de sus lados. Ahora tú, sonrio la niña de ojos verdes a la chica rubia.

Willow siguió las indicaciones de la gemela al pie de la letra y antes de lanzar finalmente el hechizo, lo practicó unas cuantas veces para memorizar tanto los gestos como la pronunciación. Por lo general creía que al hacer magia era mejor siguiendo la intuición de cada uno más que unas normas, pero suponía que eso lo tendría que dejar para cuando fuese algo mayor, por el momento no parecía funcionarle.

- ¡Eleccella Fulminis caja! -La caja, igual que hiciera cuando la gemela lanzó el hechizo, salió despedida tras recibir un rayo azulado, provocando que tras un leve chispazo comenzase a arder suavemente.- ¡SIII! ¡GRACIAS! ¿Quieres que te ayude yo ahora?

Las gemelas volvieron a aplaudir ante el éxito de Willow. Solo se confirmaba lo geniales que eran enseñando, por mucho que supieran que la ravenclaw habría sido capaz de sacar el conjuro por sí sola si se lo hubiera propuesto.

No, si ya lo tengo aprendido, gracias, sonrió Orsolya.

Pero podemos contaros un secreto, guiño un ojo Erzsébet, dirigiéndose a Willow y Árpád, mientras esperaba la confirmación de su hermana.

¿Sabéis que este sitio es especial?, sonrió Erzy. Más especial que el resto de Hogwarts, es un misterio que Orsi y yo descubrimos la semana pasada. Mirad...

De la nada surgió un espejo de casi 6 pies de altura, apoyado sobre una de las largas columnas que pareció cambiar su fuste estriado por un mármol liso.

Aprovechando que el espejo estaba ahí enfrente, dejando que Orsolya se explicase y decidida a probar algo que llevaba tiempo queriendo probar, sacó la varita, metió la mano en un bolsillo para tocar algo de lana y gritó: ¡Agotattem!

El rayo surgió de su varita, rebotó contra el espejo y la golpeó, derrumbándola al instante.

Orsolya sonrió al ver que ni siquiera su hermana era capaz de aguantar su propio conjuro. Dejando que se desatontase por sí sola, decidió explicar a sus amigos como había ocurrido lo del espejo. Bajando la voz, como si hubiera más gente allí que pudiera escucharles, les dijo: Parece que este sitio se llama la Sala de los Menesteres, lo estuvimos investigando. Cualquier cosa que se necesita, aparece, sonrió. No es fácil, pero al menos pequeñas cosas, indicó el espejo y la columna, sí que hemos conseguido hacer.

No le contéis nada de esto a nadie, eh. Les avisó con un tono de voz que no presagiaba nada bueno si se decidían a contárselo a alguien. Sonriendo para quitar hierro al asunto, la menos mala de las gemelas se acercó finalmente a Erzsébet, para esperar que despertase.

En su caída, Erzsébet se había rasgado las medias. Mientras acunaba la cabeza de la niña entre sus manos, Orsolya sacó su propia varita y recitó: Reparo

Las medias se arreglaron, pero la pequeña no notó ninguna diferencia con las anteriores veces que había practicado el conjuro.

Cuando Willow logró hacer con éxito su conjuro Árpád la observó contento. Le caía bien la Ravenclaw, y sabía que tener cosas atrasadas era horrible.

- Yo tengo recuperación mañana. - Le dijo. - Intentaré ir temprano para luego ir a la fiesta del lago. - Explicó. - ¿Vais a ir, verdad?

Acto seguido, cuando de la nada apareció un espejo, el chico observó cómo una de las gemelas se atontaba a sí misma y una risa escapó de su garganta. Sabía que el conjuro no era tan potente como para hacer daño real a nadie, así que no se preocupó, pero sí que le hacía gracia la cara que se le había quedado a Erzsébet.

Asintió con solemnidad cuando pidieron que la cosa quedara en secreto, y antes de recuperar su expresión normal su boca se abrió formando una enorme O ante la idea que se le acababa de ocurrir.

- ¿Se pueden hacer aparecer ciempiés monstruosos? ¿O botes con el antídoto de su veneno? O mejor... - Dijo mientras una sonrisa pícara aparecía en su rostro. - ¿Redacciones perfectas ya hechas?