Partida Rol por web

Cincuenta puntos, y sesenta en la clase anterior. ¿Qué sentido tenía? ¿Había algún criterio para otorgarlos, aparte del puro capricho del profesor? ¿Y cómo cojones juzgaban qué conjuro era mejor? Porque algunos eran absolutamente ridículos, como alohomora. ¿Cómo coño se juzgaba un conjuro que servía para abrir cosas? ¿Era mejor si abría más rápidamente, si forzaba menos las bisagras, si hacía menos ruido, si dejaba pasar a las damas primero?

Qué tontería. Al menos, compensaba los puntos que habían perdido en la otra clase, por si a alguien le importaba. Y el viejo estaría contento si, además de aprobar, terminaba el año con bastantes puntos de esos. Era el tipo de persona que se tocaba la polla pensando en las apariencias.

Algunos compañeros se quedaron en el aula a practicar algunos conjuros. Él había ofrecido su ayuda para duelo, al día siguiente, así que de momento estaba libre para perder el tiempo en otra parte.

—Nos vemos más tarde —se despidió, agarrando los libros y el estuche. Y antes de salir por la puerta, se quedó quieto un instante y se dio media vuelta—. Suerte con los conjuros.

Neil no notó la incomodidad de Edward, tal vez por su naturaleza impulsiva.

Vaya, ¡Qué lástima! se lamentó Supongo que será una persona muy ocupada, claro.

Aunque se fuese de mi familia no dejaría de pasar todo el tiempo posible con él... pensaba

Por cierto, ¿necesitas ayuda? le preguntó haciendo referencia al hechizo. Lo cierto es que Neil no tenía planes para aquella tarde. Salvo prepararse para la fiesta.

Miro el libro decepcionado cuando me doy cuenta de que mi hechizo no ha funcionado. Ya me ha vuelto a pasar. Esto es por estar tan distraído... Me he relajado demasiado. Pero el Profesor Longbottom parecía bastante simpático, como la de Artes Quiméricas, así que no me siento humillado. De hecho, me anima. Sonrío al profesor y asiento.

- Practicaré mucho, Profesor. - Digo, y miro a Ed, escuchando la conversación entre él y el Hufflepuff.

En cuanto paran un momento aprovecho para meterme.

- ¿Quién es ese tal Harry Potter? - Pregunto. Parece ser alguien famoso, y Ed es pariente suyo. - ¿Es famoso? ¿Tienes familia famosa, Ed? ¡Uala!

Hasta luego, Max, se despidieron las crías. Recuerda, hoy no se cena en el comedor, exclamó Erzsébet en el momento que salía del aula.

Mientras Neil se relacionaba con los Ravenclaw hablando de un tal nosequé Potter, ¿sería una marca de ropa?, las gemelas se pusieron a buscar por el aula de DCAM algo adecuado para el conjuro que querían enseñar a Árpád y Matthew.

Al fin encontraron un baúl con la llave puesta, en un rincón cogiendo polvo. No había nada dentro. Seguro que estaba allí desde la época en que castigaban a los niños metiéndoles dentro y echando la llave para que pasaran todo el día castigados. ¡Qué divertida debía ser esa época!

Ya enfrente del cofre, las pequeñas se sentaron y se pusieron a hablar.

Antes del Alohomora, se usaba el Portaberto. Lo malo de ese hechizo era que destrozaba la cerradura, empezó Orsolya con la clase magistral.

Y antes del Portaberto, se usaba el Ábrete Sésamo, que sacaba las puertas de sus marcos y las destrozaba hasta que quedaban trozos muy pequeños, siguió Erzsébet el hilo de su hermana.

Veréis que es un hechizo muy sencillo, solo hay que apuntar la varita a una cerradura y decir, comentó Orsolya. ¡Alohomora!, intervino Erzsébet.

Mirad, dijo Orsolya dándole la llave del cofre su hermana y levantándose del asiento. Sacó su varita y se acercó al baúl.

Alohomora baúl, susurró Orsolya. El cerrojo chasqueó y la niña pudo levantar la tapa. ¿Habéis visto?

Erzsébet se levantó y volvió a echarle la llave al baúl. Ahora vosotros.

Las hermanas hicieron que el conjuro pareciera fácil. Un toque de varita por allí, la pronunciación del conjuro por allí... y listo. El baúl se abrió con facilidad.

-Gracias- dijo Matt- realmente parece sencillo.

El estudiante se dispuso a realizar el conjuro, varita en mano.

-Alohomora, baúl- cuando el cerrojo se abrió Matthew no pudo disimular una sonrisa- gracias a las dos.

Aunque empezaba a distinguirlas y fue Erzsébet la que hizo el conjuro, ambas habían explicado el conjuro. Así que el agradecimiento iba para las dos.

— Bueno... yo... es... bueno... tampoco... — Voy respondiendo a Neil sin ser capaz de terminar ninguna frase, por lo que el mensaje que trato de enviar debe ser totalmente incomprensible.

— Y... no estaría mal ver a alguien más para fijarme... Gracias. — Añado a su ofrecimiento de ayudar con el conjuro.

Después me vuelvo hacia William, por algún motivo con él me da menos vergüenza.

— Es un mago muy famoso que estudió en este mismo sitio... en la casa de Gryffindor. Por eso conozco de vista a Arnold de Gryffindor, y también me suena haber visto a algunos otros alguna vez.

-¡Ala! ¡Como mola!-Digo sorprendido.-¡El nieto de Harry Potter! Es genial, seguro que llegas a ser tan buen mago como el. Ya lo verás.

Árpád escuchó con atención la explicación de las gemelas. Había escuchado hablar del Portaberto antes, pero no sabía con seguridad que la diferencia sólo consistía en romper o no la cerradura.

Al ver que Matt realizaba el hechizo sin problemas le dio una palmada en la espalda, contento, antes de intentarlo él. Ahora sí que no podía fallar, eso estaba claro. Se acercó al baúl, volvió a echarle la llave, y apuntó con la varita.

- ¡Alohomora, baúl! - Dijo con la voz más firme que pudo a pesar de los nervios. Al ver que funcionaba, inmediatamente levantó los brazos victorioso. - ¡Toma! - Celebró con alegría. Ya sólo le quedaba recuperar una clase, y estaría al día.

- Gracias, chicas. - Dijo después con una sonrisa en la boca. - ¡Chócala, tío! - Le pidió luego a Matt, poniendo la mano.

— No... no es para tanto... — Digo de nuevo muerto de vergüenza el respuesta a Helios — Y ya has visto que como mago... no valgo tampoco mucho, no me salen la mitad de los hechizos.

Sonrío al ver que Ed tiene una familia tan guay. En parte me da algo de pena ser solamente un muggle sin más ascendencia mágica que mi tía Etta, pero sé que ella ayuda a mucha gente trabajando en San Mungo, y yo también podré ser como ella algún día, trabajando mucho.

Cuando lo oigo decir que no vale mucho no puedo evitar darle una pequeña pero seca palmada en el hombro.

- No digas idioteces. Practicas y punto. Como yo. Vas a ver que te acaba saliendo.

-¿Y crees que a mi me sale todo lo que intento?-Digo con una sonrisa.-Tenemos que ir un día a hacer gimnasia para que te rías un poco. Solo necesitas práctica, como dice William. Ademas, eres un Ravenclaw. Aprender es uno de nuestros pasatiempos favoritos. Nadie dice que sea fácil, pero puede ser muy divertido. 

Y además, tienes a toda la casa dispuesta a ayudarte si es necesario. Tu hermano, nosotros, los de segundo... no te faltará ayuda.

Anda, Ward, es que la magia no es tan fácil como simplemente hablar. ¡A todos nos cuesta! le dice Neil a Edward poniéndole una mano sobre el hombro, fraternalmente.

Le sonrió ampliamente y se apuntó mentalmente decirle más tarde que era un apasionado de la historia y que por eso conocía a su abuelo. No quería ponerle más incómodo de lo que parecía.

¿quieres que practiquemos ahora o mejor en otro momento? le pregunté. Aún así, saqué mi varita y el libro de pociones que había cogido en la biblioteca. Susurre el mismo conjuro que acabamos de practicar Alarmir Hogwarts susurré tras el movimiento de muñeca preciso y golpeando con la punta de la varita el libro.

Noté cómo la magia fluía por mi brazo hasta desprenderse a lo largo de la varita encantando el libre.
¿Ves? Creo qué tienes que girar la muñeca más de esta manera. Toma, coge el libro Neil le pasó el gran tomo al joven Ravenclaw.

Las gemelas -ambas sentadas enfrente del baúl (no se sabe si existiría o no una tercera que le gustaba jugar a jack-in-a-box)- aplaudieron cuando Matthew consiguió abrir el baúl. Y fruncieron el entrecejo cuando Árpád lo intentó. No estaban del todo seguras si les había salido bien el hechizo o es que se habían olvidado de volver a echar la llave a la cerradura.

Uhm, murmuró Erzsébet. Eso ha sido raro. ¿Realmente te ha salido?, preguntó. Si ves que no, ya volvemos a probarlo esta noche después de la fiesta, se ofreció la pequeña.

Bueno, empezó Orsolya, levantándose del suelo junto a su hermana. Nosotras nos vamos. Que tenemos muchas cosas que preparar, fue algo que se calló. ¡Nadie debía saber que ellas organizaban la fiesta! Se llevarían una sorpresa, vaya que sí.

¡Nos vemos luego, ya sabéis donde! Y despidiéndose de los huffies y los chicos de Ravenclaw, se marcharon corriendo con las mochilillas a la espalda.

Recibir el apoyo de William y Helios me anima, con ellos es con quien más trato tengo y desde luego sus palabras son importantes. Pero también lo son las de Neil, a quien a penas conozco y que también está intentando animarme. Además, no solo ellos me apoyan, el resto de la casa también lo hace, o al menos la mayoría de los de segundo y algunos más de primero.

— Gracias — Les digo a los tres y ya más relajado sonrío a Helios — Creo que ya me has visto subir escaleras, así que creo que me ganas haciendo cualquier deporte — Bromeo un poco y presto atención a cuando Neil repite el conjuro.

Cojo el libro y lo dejo un segundo frente a mi para apuntarlo con la varita.

— Alarmir conejo — Enuncio y hago el movimiento tal y como nos han explicado, corrigiendo el problema que tuve antes. Creo que esta vez sí me ha salido.

— Ya está... creo.

Eso es felicita a Edward

Neil cogió el libro para cerciorarse de que el conjuro realmente había surtido efecto, y cuando vio la cara de sorpresa en Ed en el mismo momento que toco la tapa supo que había funcionado.

Bueno chicos! Yo creo que también me voy a preparar y esas cosas ¿Nos veremos todos después verdad? pregunto mientras ya mochila al hombro salía por la puerta

- A ver... dejadme intentar a mí. - Agarro mi varita con firmeza y apunto al libro. - ¡Alarmir Ravenclaw!

A Christopher no le había dado tiempo a reaccionar. Escuchó que los Ward eran familia de Harry Potter. "El niño que sobrevivió" del que había oído muchas historias, por no decir todas, de la boca de sus padres y abuelos. Lo que le resultó raro es que ambos hermanos estuvieran en Ravenclaw y no en Griffindor.

Tan asombrado estaba que sólo vio por el rabillo del ojo cómo las gemelas huían de la clase. Y él quería hablar con ellas.

¡Oh, vaya! dijo contrariado mientras se levantaba y tiraba libro y varita en el interior de su mochila.

¡Os veo luego! gritó mientras salía corriendo, intentando descubrir dónde habían ido las dos hufflepuff de las que había oído hablar.

De pronto me doy cuenta de que se me va a hacer tarde para la recuperación de Artes Quiméricas otra vez y me levanto de un salto, dejando el libro atrás sin darme cuenta*.

- ¡Ah! ¡La recuperación! - Exclamo y salgo de la clase. - ¡En un rato os veo! - Digo mientras me pierdo por los pasillos.

Estaba pensando en la fiesta de esta noche cuando el nombre Harry Potter sonó en la sala. Miró hacia quien se dirigían las preguntas del tema, y resultó ser Edward.

- ¡Hala! -Le miró fascinada, y aunque le entraron ganas de hacerle miles de preguntas se contuvo, pues este ya parecía algo incómodo como para que ella empezase a preguntarle sin descanso.

- Yo me pasaré por la Sala Común antes de ir a lo que ya sabéis de después, -les guiñó un ojo.- ¡Nos vemos luego!

Y desapareció en dirección a la torre de Ravenclaw.

Veo hacer el hechizo a William, pero al marcharse con tanta rapidez, ni siquiera me he enterado de si le ha salido o no.

— ¡Ánimo y suerte! — Le deseo antes de que se marche de la sala y después me giro hacia mis compañeros.

— Hasta luego — Me despido también del resto y me vuelvo hacia Helios — ¿A dónde podemos ir ahora? No tenemos demasiado que hacer, ¿no?