Partida Rol por web

No me lo puedo creer, se iba quejando Erzsébet mientras subía por las escaleras de la torre norte. Encima que vamos para presentarnos y nos echan con cajas destempladas.

Me da la sensación que no va a ser todo tan fácil aquí. Más protección, más secretos... ¡Va a ser muy divertido!, decía animada Orsolya mientras seguía a su hermana por aquella escalera de caracol.

Tendremos que pensar alguna otra forma de colarnos. Con lo que hemos podido ver hay muchas cosas que se pueden hacer ahí, poco a poco se la iba pasando el enfado.

Cuando por fin llegaron al séptimo piso, pareció como si todo aquello hubiera pasado en un suspiro. Cuando uno se quejaba, el tiempo pasaba tan rápido...

Hola, saludaba Erzy emocionada a un lado cada vez que posaba los ojos en alguien que no conocía. Hola, saludaba también Orsi felizmente a los chicos desconocidos que había al otro lado. Las chiquillas iban contentas y animadas. ¡Por fin empezaban las clases!

¡Hola Luna!, replicaron las gemelas como si aquello fuera una reunión de gente anónima.

Cuando dijeron que se pusieran por parejas, ambas chicas se pusieron a buscar entre los nuevos alumnos, hasta que finalmente sus miradas se encontraron y se abrazaron. Se sentaron y sacaron el libro que había pertenecido a su hermano mayor, junto a una copia nueva.

Cogiendo el libro nuevo, por la primera página, Erzsébet se preparó: Leg Megiem y pasó la varita por la cara en blanco. No ocurrió nada. ¿Qué? ¿Pero por qué?, preguntó la chica poniendo morros de pato.

Erzy, tienes que tener cuidado con lo que dices. Es leg mAgiem, no leg mEgiem, mira. Y abriendo el libro de su hermano, que parecía nuevo pues ni el lomo tenía arrugas, pasó su varita al cántico de: Leg Magiem

Las letras empezaron a aparecer, como si hubieran echado jugo de limón sobre una carta escrita con tinta invisible. Y en un margen, escrito a mano había algo más: Con el Sol a mi lado soy maravillosa, con él detrás soy brillante, cuando ando con la luna soy misteriosa y cuando nadie me acompaña, nadie me ve, ¿qué soy?

Erzsébet se inclinó para leer el libro de su hermana. Jo, O. Tú lo sacas a la primera y además te ha tocado el libro de Mir.

Malditas escaleras......¿porque no pondran algun ascensor magico o algo que te transporte directamente a  estas zonas del castillo?.Murmuraba para si mismo el pequeño Wesley mientras estaba subiendo las escaleras para dirigirse a la torre de Adivinacion.Al entrar en clase vio a su amigo Ithan y a Gabi,aquella niña era muy guapa,pensaba Arnold.

Se sento detras de Gabi y cerca de Ithan,-hola chicos,por pocas me da algo subiendo tantas escaleras.Saco su varita y se preparo para lanzar el hechizo que habia pronunciado la profesora.-¡Leg Magiem!.

Maxwell subió los escalones de dos en dos. A mitad de camino ya se había arrepentido. La transpiraban la frente y el cuello, el desayuno brincaba dentro de sus tripas como un perrito demasiado emocionado, y las escaleras tenían pinta de subir hasta los mismos cielos. Pero ya que había empezado, no tenía intención de detenerse, por lo que, para darse ánimos, prosiguió sin detenerse, de tres en tres.

Cuando llegó, ¡por fin!, al aula, respiraba como un aparato de aire acondicionado con el filtro taponado.

—Jodidas escaleras —masculló entre los dientes.

Varios alumnos ya estaban sentados por aquí y allá, dos chicos y una chica cuya casa no recordaba, como para acordarme de los nombres, y las dos gemelas habladoras de Hufflepuff, que aparentemente se habían saltado el desayuno, o lo habían comido antes que nadie, o qué coño importaba.

Demasiado cansado, y con el estómago revuelto, para fijarse en el techo, se dejó caer en una de los pupitres más alejados de la tarima donde se encontraba la profesora, a quien reconoció como la mujer que los había recibido la noche anterior, y cuyo nombre tenía en la punta de la lengua (la punta del extremo más alejado de los labios, concretamente).

Elegir un lugar alejado no fue racional. Algunos alumnos, en su viejo colegio, lo hacían como declaración de intenciones, "no te toco los cojones y no me tocas los cojones, ¿eh, profe?". Para él era más bien una necesidad, y se había convertido en una costumbre. Todavía no se fiaba, pero los niños de Hogwarts no habían dado muestras de seguir los viejos esquemas. Podía ser que los magos fueran diferentes —una mierda—, o que ya había pasado la edad, pero no iba a quejarse.

Cuando la profesora dio comienzo la clase y les ordenó que se colocaran en parejas, se limitó a esperar. No era capaz de recordar un nombre para salvar la vida, pero había aprendido a contar personas a simple vista, y eran pares. Lo mismo le daba uno que otro.

Abrió el libro, que seguía estando tan el blanco como cuando lo había comprado y se había quejado al viejo. Apuntó con la varita y vocalizó, sin demasiada convicción, las palabras del conjuro.

—Leg magiem.

La página que un instante antes estaba en blanco, estaba ahora cubierta de palabras, diagramas, esquemas y dibujos.

—¡Hostia! —exclamó, como un adolescente que maneja una moto por primerva vez.

Cuando Árpád entró en clase, vio que Selena, con quien había compartido vagón en el tren, ya estaba allí. La saludó rápidamente antes de comenzar la clase.

—¡Ey! ¿Qué tal? He visto que te han mandado a Gryffindor. 

Después de intercambiar unas pocas palabras con ella, se sentó en un pupitre y atendió. Tras la explicación de Luna, comenzó a practicar el hechizo una y otra vez.

—¡Leg Magiem! ¡Leg Magiem! 

Por fin, tras mucho practicar, parecía que Árpád comenzaba a dominar el hechizo, y sonreía con satisfacción. No había sido el primero, era una lástima, pero lo había logrado. Otros no habían tenido esa suerte.

Neil fue de los últimos en llegar al aula. Como le había dicho que estaba bastante lejos fue descansando en cada sitio interesante, se paró en muchos rellanos para mirar por la ventana y maldecir por lo bajo el no haber traído la cámara de fotos mágicas. Estos paisajes hay que fotografiarlos, definitivamente. Tengo que escribir a mamá para que me envía la cámara ya mismo pensó mientras subía y subía.

Cuando llegó a la torre de Adivinación su asombro no se detuvo, abrió la boca como el crío que era cuando vio el cielo nocturno; las estrellas, los satélites e incluso cometas.

Wow. se asombró.

Buscó con la mirada a Árpád cuando la profesora Lovegood dijo lo de las parejas. Se puso a su lado y contempló emocionado como había tenido éxito en su hechizo.

Ey, ahora yo ahora yo dijo emocionado al ver como la página del libro de Árpád se llenaba de signos.

Neil sacó su varita nueva del bolsillo interior. Solo la había agitado cuando estuvo en el baño o el poco rato que estuvo solo de camino al aula, no saco de ella más que algunas chispas y humo. Le gustaba mucho el color de su varita, la madera de freso tenía un tacto suave y fresco, Neil se la había llevado bajo la nariz el primer día que llegó a casa con ella para olerla. Olía a madera, sí. Pero además olía de una manera peculiar.

Neil se remangó las mangas de la túnica y carraspeó. Primero dijo el hechizo mentalmente para aprender a pronunciarlo bien.
¡Leg Magiem! ¡Leg Magiem! ¡Leg Magiem! pensó muy fuerte.

Volvió a carraspear y ahora lo dijo en voz alta, sin usar la varita. Como su abuelo le había enseñado: siendo pacientes. Susurró el hechizo en voz baja sin coger la varita Leg Magiem susurro.

Lo practió un par de veces sin coger la varita y luego, por fin (Y con ansia) Neil agarró su varita. Carraspeó por tercera vez y dijo
¡¿Leg Magien?! Neil usó un tono de voz quizás demasiado alto debido a la emoción.Titubeó un poco y no pasó nada. Volvió a respirar y cogió seguridad. ¡Leg Magien! Dijo con seguridad. Sintió como su varita vibró un poco y, ante él, la hoja dejó de estar en blanco para llenarse de letras y símbolos.

Estaba sentada junto a Ithan cuando una voz que reconoció la llamó. - Árpád! Si, estoy muy contenta! todos los que he conocido son muy majos y me han tratado muy bien. Mira este es Ithan también es de Griffidor. - Dice señalando al chico rubio que se había sentado a su lado - Que tal en Huffelpuf?  -

Cuando entró la profesora Luna Selena tuvo que sentarse. - Luego hablamos, suerte!

Ithan alzó la vista cuando Árpád se acercó a su compañera y la saludó. Desconocía el de donde podían conocerse, pero se puso en pie en cuanto Selena lo presentó. ¡Hola tío! Lo saludó, alzando la mano, con una amplia sonrisa. Encantado tio. luego hablamos, en cuanto acabe la clase ¿vale?  Le pareció un tio majo, y eso hizo que reparara en que, con la emoción del primer conjuro, la caminata hasta la torre, y el lugar, no prestara atención a sus compañeros.

Miró a su alrededor, comprobando que estuvieran todos sus compañeros. De Gryffindor aun no habían aparecido dos chicas. ¿Y si se han perdido? ¿Estarán bien? Quizás después deberíamos ir a buscarlas... La mirada del chaval bajó hasta el libro, comprobando una vez mas que el conjuro había funcionado. Se presentaría a los Hufflepuff una vez terminada la clase.

Kelly llegó justo cuando empezaba la clase. De no ser por las indicaciones de unos  chicos mayores se habría perdido aun más por el camino y no habría llegado.

Se sentó en el último sitio que quedaba libre y abrió su libro de Adivinación.

-Bueno, mi primer hechizo –dijo más para sí misma que para su compañero. Tocó las páginas en blanco, sacó su varita y carraspeó para aclararse la garganta.

-Leg magiem -dijo con claridad. Y de pronto las letras de la página en blanco comenzaron a aparecer. Kelly no cabia en si de su entusiasmo.

La señorita Lovegood se fue paseando a vuestro alrededor mientras ibais practicando con aquel conjuro. Al final de la clase tendríais que presentárselo, para ver si aquellas dos horas os habían servido de algo para practicar el conjuro. 

Los primeros en presentar su trabajo fueron Selena e Ithan, pues habían sido los primeros en presentarse. ¡Oh vaya, jovencitos! ¡Se nota que este conjuro ya lo habíais visto, verdad! ¡Mereceis que premie a vuestra casa con los primeros 10 puntos!

La profesora continuó paseándose entre el resto de alumnos hasta que miró impresionada a Gabriela ¡Oh Srta. Sánchez! ¡Fantástico! ¡Fantáaaastico! Parece una alumna muy aventajada en esta clase. ¡Has hecho un buen trabajo y desde luego que tu conjuro ha salido a la perfección! ¡50 puntos para Gryffindor!

Después continuó hasta las gemelas, acercándose a Erzsébet le dijo: Me temo que te has equivocado en la presentación. Las palabras que debes pronunciar son "Leg Magiem" y tú cuando has tomado la varita has dicho "Leg Megiem". Lo siento, pero tendrás que pasarte por mi despacho, el jueves por la tarde cuando ya hayas aprendido a dominar el conjuro, jovencita. Fíjate lo bien que lo ha hecho tu hermana que inaugura el marcador con los 5 primeros puntos de vuestra casa. Además, parece que puedes pedirle ayuda a Sánchez, ella ha hecho un trabajo espectacular.

A continuación vio como Arnold hacía muy buen trabajo y la sonreía, - Bien muchacho, ¡5 puntos para Gryffindor! Luego se dirigió hacia el fondo de la sala para echar un ojo al trabajo de Maxwell. ¡Otros 5 puntos más para Hufflepuff!

Árpád y Neil también parecían tener éxito en su empeño, por lo que la profesora otorgó otros 10 puntos más a su casa.

Y por último se acercó a Kelly, que con una sonrisa, simplemente la dijo: Y otros 5 puntos más para tu casa.

Después comienza a contar uno a uno a los niños que hay en el aula y echa un ojo a una lista que tiene en su mesa. ¿Alguien sabe algo de la señorita Wood? ¿Está bien? Gabriela, dígale a vuestra compañera que o bien se pasa el jueves por mi despacho o tendrá una muy mala puntuación para vuestra casa. Y lo mismo va para, vuestro compañero Matthew. Dijo mirando a los de Hufflepuff. No presentarse es obtener una amonestación, si se lleva tres amonestaciones tendrá un castigo, y me veré obligada a informar al Director Lupin.

Y a ti, dice señalando a Erzy. Te veo el jueves, así que no faltes. A los demás, espero veros la semana que viene, y disfrutad de vuestra estancia en el castillo, cualquier cosa ya sabéis donde encontrarme, soy la representante de la casa Ravenclaw, así que también me veréis por el comedor.

La profesora recoge todos los trastos que tiene encima de la mesa y se marcha dejandoos allí. Sonriendo y como con la mirada perdida, miró a uno de los esquinazos de la puerta y se marchó de la clase.

Era realmente difícil enfadar a ninguna de las gemelas, pero si las miradas fueran dagas, Luna Lovegood habría sido un nuevo Julio César en un cuadro que podríamos denominar "El magnicidio de Luna". Y esa fue la mirada que le regaló Erzsébet cuando la profesora abandonó el aula.

Orsolya besó a su hermana en la mejilla y la dijo: No te preocupes, el jueves lo recuperas. Además, ¿no sería aburrido empezar primeras desde el primer día?, guiñó un ojo.

Es verdad, se animó la niña, aunque aún guardaba algo de malestar por no haber sido capaz de sacar el hechizo.

Y cerrando sus libros y con lo que creían que era la solución del acertijo en mente, se acercaron a los Gryffindor.

Enhorabuena, felicitó Erzsébet a Gabriela. La niña al igual que su hermana llevaba el pelo en una larga trenza que tras dos horas por fin estaba seca. ¿Habías practicado el hechizo alguna vez? El brillo de tu página ha llegado hasta nuestra mesa, sonrió la niña de forma cálida.

¡Hola!, saludó al resto de la casa de Gryffindor. Me gusta tu pelo, dijo acercándose a Arnold y tratando de tocárselo.

Orsolya al lado de su hermana soltó una risita: Tienes que dejarnos peinarte.

¡¡Genial!! le dice Neil a Árpád dándole un golpecillo en el hombro ¡Hemos conseguido nuestros primeros puntos para Hufflepuff! Tenemos decirselo estos... Pero, ¿sabes que le ha pasado a Williams? No recuerdo haberle visto tampoco en el comedor se quedó pensativo un momento y miró al rededor al resto de sus compañeros.

¡Ha sido genial chicos! Sobre todo tú Gabriela, ha sido espectacular. le dijo esa última palabra con un gesto de manos. Te apellidas Sánchez, ¿verdad? ¿Eres española?

Mientras hablaba fue recogiendo sus cosas y metiéndolas en la mochila. No se atrevía a salir el primero de la clase a pesar de que tenía, de nuevo, bastante hambre. Escuchó a las gemelas y se rió de su espontaneidad. La verdad es que tener un hermano gemelo es genial. pensó para sí.

¡Bien! Lo celebró con una amplia sonrisa y alzando la mano para chocar los cinco con Selena, su compañera, al ser los primeros en recibir los puntos por parte de la profesora Lovegood. A pesar de que aquella clase no fuera santo de su devoción, le había encantado hacer magia, y no solo eso, sino que además saliera a la primera sin mayor esfuerzo. Gracias, profesora Lovegood. Respondió en cuanto los premiaron con los puntos.

En cuanto premió a Gabriela con cincuenta puntos, Ithan se giró hacía ella, levantando el dedo pulgar y guiñando el ojo. ¡Ese conjuro ha sido la hostia! Automáticamente, se tapó la boca, al darse cuenta que lo había gritado en medio de la clase. Por suerte, la profesora ya estaba fuera. ¡Felicidades!

Alzó la mano, saludando a los Hufflepuff ¡Hola! Abandonó su asiento, acercándose al centro del aula para saludar a los presentes. Soy Ithan, encantado. Se presentó, para luego dirigirse hasta donde estaba Kelly, apoyándose en el pupitre. Pensé que no llegarías a tiempo, ya estaba pensando en ir a buscarte por medio colegio. Que... hablando de eso... ¿Alguien quiere ir a dar una vuelta por el castillo? Podríamos salir fuera, a los campos que rodean el colegio

Cuando la profesora Lovegood dio los 50 puntos a Gryffindor a Gabriela por el impresionante dominio del hechizo que había demostrado, sintió un poquito de rabia por dentro.

Vaya. ¡Tenía que haber sido yo! ¡No ella! Bueno, la verdad es que lo ha hecho muy bien. No me importaría ser amigo suyo.

—¡Sí Neil! —dijo Árpád muy sonriente—. Tenemos que contárselo a los de segundo. Eso sí, a Matthew le tenemos que dar un buen tirón de orejas, ¿dónde se habrá metido? ¡Nos va a hacer perder puntos!

Árpád detestaba perder. Jamás haría trampas o algo así para sacar ventaja, eso no estaba bien, pero si perdían puntos por culpa de alguien que no había ido a clase porque no le había dado la gana se enfadaría, y mucho. En mitad de su pensamientos, el niño húngaro escuchó la propuesta de Ithan con atención.

—¡Si tú vas yo me apunto también, Ithan! Tengo muchas ganas de ver el castillo. ¿Os venis? —dice mirando primero hacia Neil, y luego a las gemelas, a Maxwell, a Selena y finalmente a Gabriela. Tenía ganas de conocer a la muchacha que tan buenas dotes mágicas había demostrado. A Arnold y Kelly no los conocía todavía, pero cuantos más mejor, sin duda.

Neil estaba encantado con sus compañeros de clase eran geniales.

¡Sí vamos! - dijo alegremente poniéndose en pie de un salto y colocándose el sombrero sería genial ver el colegio desde fuera ahora que aún hacia buen tiempo.

Neil se dio una palmada en la frente, tan fuerte que se la dejó un poco roja.
¡Ay! se quejó de si mismo frotándose donde se había dado. ¡No puedo! ¡Que rabia! Tengo que escribirle una lechuza a mis padres antes de ir a comer. se lamentó. De todos modos no podía seguir aplazando la carta a sus padres, cuanto antes lo hiciera antes recibiría la respuesta con el paquete (o eso esperaba).

Se quedó pensativo un momento, dudando sobre como actuar.
El colegio tiene una lechucería, ¿verdad? preguntó a todos en general ¿Podéis decirme como se llega? Tener un gato es extraordinario, pero no manda el correo a casa.

Hola Ithan, saludaron ambas a la vez al chico alto. Se le veía algo pálido, pero con ese pelo tan claro no existía contraste aparente. Aún así, el chico podría encajar perfectamente en el papel de príncipe azul que necesita ser salvado.

Los estómagos de las gemelas gruñeron. Era un asco saltarse el desayuno y aún quedaba algo de tiempo hasta la comida. Cualquier actividad que las hiciera olvidar que tenían hambre sería bienvenida.

¿Hay un lago fuera, no?, preguntó Orsolya.

Aún no hace demasiado frio, ¡podríamos bañarnos!, sugirió su hermana.

Selena con una gran sonrisa choca los cinco de Ithan - SI! buen trabajo compañero! jijiji no fue horrible como había soñado. - Dijo eso y se puso un poco roja. No puede por menos que levantarse y dirigirse a Gabriela. La coge de la mano y la mira con envidia. - Jo enhorabuena! has conseguido 50 puntos! que envidia! has practicado ese hechizo? - Se gira al escuchar la voz de ithan al hablar con el resto de la clase, aquel chico era muy amigable. Selena hizo un gesto a gabriela indicandola si venía y se dirigió a Kelly. - Habéis visto a Enya? esta mañana la dejamos durmiendo en la habitación pero no la he visto después. Se habrá perdido? - A aquella chica le había sucedido lo que ella más temía, perderse, llegar tarde a la clase y no conseguir puntos para su casa. Con ello no había empezado muy bien el curso.

Al poco aquella preocupación por la chica desapareció pues habían comenzado a hacer planes, aún tenían buen tiempo y no tenían por qué practicar ni hacer ningún deber por ahora. - Oh si vamos al lago vamos! tiene que ser precioso de día. No habían tenido tiempo de ver más cosas que de noche. - Vosotras sois gemelas? - Preguntó Selena al girarse hacia las chicas que habían hablado a la vez, era la primera vez que veía unas chicas tan iguales y no pudo disimular su curiosidad y mirada a ver si veía alguna diferencia. Una sonrisa apareció - Sois idénticas, wau!

¡Sí, sí, al lago!, gritó Erzsébet pensando en qué bañadores se había traído. Por supuesto se había traído todos, en casa no había quedado cajón sin vaciar.

Las gemelas rieron ante la sorpresa de Selena. Casi, dijo Orsolya, no somos iguales del todo. No te decimos como diferenciarnos para que no pierda la gracia, sonrió de forma taimada.

Yo soy Erzy, se presentó la niña. Y ésta pequeñaja es Orsi.

Orsolya entrecerró los ojos en fingido enfado. ¿A quién llamas tú pequeñaja? ¡Medimos lo mismo!

Pues... mis hermanos decían que la lechucería estaba en una de las torres más altas del castillo... pero no sé donde esta, quizás tendrás que preguntarle a alguno de los profesores o los alumnos más mayores... lo siento tío. Comentó a Neil, encogiéndose de hombros. Pero escríbele la carta después, y vente con nosotros, anda, que por qué tardes un par de horas no pasa nada ¿no? Se encogió de hombros, haciendo una mueca con la cara, como si no importara e hecho de que se retrasara en enviar la carta. El mismo debía enviar la suya propia... o mejor dicho, un montón, a sus padres y sus hermanos. Pero ya lo haría por la noche.

¡Hola! Aquellas dos chicas, las gemelas, le llamaron la atención y su curiosidad. Tenía un montón de hermanos, pero ninguno de su edad. Debe molar un montón tener un hermano gemelo para liarla parda... el doble de divertido, seguro. Y sí, creo que hay un lago... parece un buen plan ¿no?

Finalmente, camino hasta ponerse junto a Selena, asintiendo con la cabeza. ¡Vamos al lago! Dijo, cargado de efusividad, mirando a los demás, y haciéndoles un gesto para que lo siguieran. No tenía ni idea de donde estaba la salida al castillo, pero aquella era la gracia. Investigar hasta que lo encontraran.

Orsi y Erzy... Fue a añadir algo más, la pregunta más evidente, cuando dijeron que no dirían como diferenciarlas. Exactamente, aquella pregunta que tenía en mente. Cuando una llamo a la otra pequeñaja, se fijo si realmente la altura las diferenciaba, para tener la manera de diferenciarlas. Bueno... seguro que encontraré la manera de diferenciaros. Dijo, espontaneo y con una media sonrisa, señalándose el pecho con el dedo pulgar.

No sé donde está la otra chica... quizás se ha perdido. Ahora cuando bajemos a ver si la vemos y le decimos que nos acompañe. Le dijo a Selena, negando con la cabeza, mientras apretaba los labios. Acabo por acercarse a su pupitre, cogiendo su mochila y echándola al hombro. Por último, guardo su varita.

¡Dementor el último! dijo, ampliando la sonrisa, antes de salir del aula, con intención de bajar las escaleras y salir en dirección al Lago.

Las palabras del libro se contoneaban como bailarinas ante sus ojos. No literalmente, a pesar de ser un tomo mágico, las letras estaban pegadas al papel como las de cualquiera de los libros que había visto en su vida, todos ellos mundanos. Pero las palabras ejercían una indefinible influencia en el niño. Entre las páginas eran tan diferentes que como sonidos. Capturadas para siempre gracias a un conjuro sin magia, se las podía leer tantas veces como fuera necesario. Podías pasarlas páginas, cerrar el libro, guardarlo y volver a sacarlo de la estantería días después, y las palabras seguían en el mismo lugar, inmutables. Las palabras habladas de viva voz alcanzaban los oídos y se disipaban en el aire sin dejar rastro.

Maxwell no ignoraba que el habla podía atraparse en grabaciones, pero era incapaz de describir la irresistible atracción que la palabra escrita le provocaba. Incluso cuando no entendía lo que estaba leyendo, le costaba despegarse de los libros. Y solo ocurría una vez estaba sumergido en uno. Podían pasar días sin que sintiera la necesidad de enfrascarse en una nueva lectura, pero una vez había empezado, le resultaba difícil despegarse.

La profesora lo arrancó de su trance cuando pasó a su lado a observar los resultados de su conjuro. ¡Su primer conjuro!, casi lo había olvidado. Apartó la mirada del libro y, tras unos instantes de duda, lo cerró de golpe, para evitar recaer bajo su influjo.

La profesora abandonó el aula, dejando a los alumnos solos, solos con la compañía de sus pares. Algunos se presentaron, otros hicieron preguntas, y en general, hubo bastante excitación, especialmente alrededor de una chica de tez morena y pelo negro. Pero pronto se calmaron y un chico rubio propuso salir del castillo a ver el exterior.

Maxwell no había salido de la ciudad en su vida, hasta el día anterior. Los parques de Londres eran agradables, pero la oportunidad de salir del castillo y caminar por una vez entre la naturaleza salvaje era demasiado emocionante como para perdérsela.

—¿Qué coño es un dementor? —preguntó, dándose perfecta cuenta de que casi todo lo que escapaba de sus labios los dos últimos días eran preguntas, tras alcanzar a los alumnos que huían de allí.

Es una cosa oscura y fea que se come a la gente, gritó Erzsébet antes de que su hermana tirase de ella y se fueran en otra dirección que la que cogieron los demás para salir al exterior.