Partida Rol por web

¿Sí? ¿Quién llama?

Con Erzsébet en cabeza, la niña tiró del picaporte y dejó que fuera su hermana quien entrara primero.

¡Hola Helen!, saludó Orsolya.

Muy buenas, Helen, repitió Erzsébet.

Las niñas llevaban una sonrisa traviesa en el rostro, pero no estaban allí para causar ningún alboroto. Habían ido hasta aquel despacho para ayudar a la profesora.

Hemos visto que no estás muy feliz, dijo Erzsébet haciendo alusión a lo ocurrido en la clase anterior.

Y lo entendemos, claro que sí, confirmó Orsolya, aprovechando a cotillear el despacho.

Así que hemos decidido ayudarte en lo que podamos, reveló así Erzsébet la razón por la que estaban ahí.

Si quieres un novio, conocemos un hombre muggle de tu misma estatura que vive cerca de nuestra casa. Es un tipo muy divertido y ha aparecido en un par de películas de éxito, empezó Orsolya.

Y si prefieres una novia, estoy seguro que podemos encontrarte una a la altura. Con esa carita de muñeca, mmmm, Erzsébet se quedó un rato meditabunda. Si sonrieras un poco más y dejaras las mejillas un poco menos tensas y abrieras más los ojos... No, esa cara no vale, dijo refiriéndose al color rojo que debía estar subiendo a sus mejillas. Fuera rabia o sonrojez, no lo sabía.

Sabes, seguro que en esta escuela hay algún buen profesor de Alquimia, le dijo Erzsébet a su hermana, olvidándose por un breve instante de la profesora Green. Podríamos ayudarle a hacer un homúnculo a la medida de Helen. Ojos, pelo y todo tipo de características. ¡Su media naranja!

Recordando que no estaban solas, devolvieron su atención a la mujer.

También podemos ayudarte a bajar cosas a las que no llegues, dijo Orsolya apuntando a los estantes más altos. Y eso que las niñas no es que fueran mucho más altas que la profesora.

El pelo es muy bonito, pero para sacarle partido deberías llevar otro tipo de vestimenta. Las túnicas en profesores están tan out, mencionó Erzsébet haciendo un movimiento de mano que dejaba clara cual era su opinion.

Tenían tantas formas de ayudarla que se atropellaban una a otra al tratar de ofrecerle sus ideas.

Para la profesora sin embargo, estaba claro que aquel pequeño par de monstruitos habían sido enviadas a su despacho o como una broma o un auténtico castigo...

Helen Green no dejó que las gemelas terminasen con su diálogo, apenas les había soltado unas cuantas perlas sobre su presencia allí, cuando la profesora alzó la varita y señalándolas las dijo: ¡Será mejor que os larguéis de aquí, o sino os mandaré yo misma al despacho del Director! No necesito nada que me podais ofrecer y dad gracias que no entienda vuestra oferta como un insulto.

Bueno, si necesitas nuestra ayuda, solo tienes que dejar una nota en nuestra Sala Común. ¡Hasta otra!, se despidió Erzsébet algo molesta porque la profesora no quisiera dejarse ayudar.

Tenemos muy buenas ideas, le relató Orsolya, también algo molesta porque no las hubiera dejado contar todas las otras formas de ayudar que tenían pensadas.

No tenían aún edad para comprenderlo, pero lo que más odia el despotismo es el sentido de la honradez en sus víctimas.

Mientras salían del despacho, siguieron comentando qué otras formas tenían ideadas. Algunas de ellas, la profesora pudo escucharlas con claridad...

¿Sí? ¿Quién llama?

-Soy Amon Engel, profesora Green, de Segundo curso de la casa Slytherin -dijo el joven ante la puerta- quería hablar con usted sobre como mejorar en su clase.

Pues estudiando más y practicando los conjuros que os enseñamos. ¡Como en todas! Y si quieres sacar más nota, preséntate a los exámenes finales. Dijo de forma bastante seca y como queriendo salir del despacho para ir a cenar. Había llegado la hora de la cena y la profesora Green ya había finalizado sus horas de trabajo.

-De acuerdo profesora Green -dijo tras haber estado alguna hora como un imbécil esperando la respuesta de la profesora. Estaba claro que cada vez la tenía más asco y, para colmo, no quería ayudar ni a un alumno de su propia casa- Si me lo hubieras dicho antes hubiera podido practicar en esta hora, enana verde -pensó para sí mientras se iba enfurecido hacia fuera. No tenía humor como para irse al Gran Comedor, así que optó por salir a los exteriores, al Lago Negro, por ejemplo.

¿Sí? ¿Quién llama?

Joey entró medio asustado en el despacho de la profesora:

-¿Señorita Green? Vengo a recuperar el conjuro de Morfetium. Comentó con un hilillo de voz. La verdad que estaba algo asustado pues sabía de la antipatía de la profesora para con los leones. No sabía por qué estaba acongojado, pues otras veces le había plantado cara sin pensárselo dos veces. Sin embargo hoy estaba algo más asustado. Fuese quizá que no tenía todas consigo de poder hacer el conjuro.

Finalmente sacó la varita y respiró hondo unos segundos mientras sus manos sudorosas jugueteaban con la varita. Finalmente cogió aire y realizó los movimientos como recordaba que Perry le había enseñado:

-Morfetium profesora Green.

¿Sí? ¿Quién llama? Dijo la profesora haciendo esperar a Joey mientras oía que volvían a tocar la puerta.

Nada más entrar al despacho de la profesora de encantamientos, Mircea vio como Joseph realizaba el Morfetium con éxito. Esperó a que la profesora le diera los resultados antes de avanzar él. No saludó al Gryffindor, no solo porque no hubieran hablado nunca, sino porque frente a Helen Green cualquier muestra de amabilidad podía ser entendida como provocativa.

Buenos días, saludó a la mujer con una levísima inclinación de cabeza. No quería lanzar el conjuro contra ella, pero no le quedaba otro remedio. Morfetium, susurró tras decir a qué había venido y sacar su varita.

- Buenos días Profesora Green. - digo. Vengo a Recuperar Morfetium. - añado esperando a que me de el visto bueno para lanzar el Conjuro.

Oliver llego al despacho junto a Gabi, practicamente corriendo por el pasillo. Casi no llegaban a tiempo a la recuperacion.  Nada mas detenerse ante el despacho, Oliver cogio aire, recuperando el aliento y la respiracion.  No queria llegar al despacho de Green con la respiracion agitada.

Nada mas llegar, vio que Joey y Mircea estaban alli. Se acerco a ellos, alzando una mano, con una media sonrisa- Hola. - dijo, discreto, sin querer armar demasiado jaleo. Todo el mundo conocia ya a la Green y si algo no quería, era que tuviera que llamarles la atencion.

Espero su turno y, llegado el momento, se dirigio a la profesora, educado- Buenos dias, profesora Green. Yo tambien vengo a recuperar el Morfetium. - dijo, mirando un instante a Gabi, quien habia llegado junto a el- ¿Te importa? - le pregunto a la chica, preparandose para lanzar el conjuro sobre ella -Morfetium. - dijo, con decision. Y, acto seguido, vio como Gabi se quedaba dormida alli mismo, viendose obligado a cogerla antes de que cayera al suelo.

Oliver tuvo que reprimir una sonrisa. Lo habia conseguido.

-Gabi... despierta... Te toca... - susurro entonces a la chica, mientras la sujetaba con sus brazos, esperando a que volviera a despertar.

Diana que había entrado junto a Joey al despacho de la profesora, esperó a que su compañero le mostrara el conjuro y que entraran los demás para realizar el suyo. Aquella asignatura le costaba, pero a la chica le gustaba lo suficiente como para estudiar sin parar hasta que le saliera, así que se plantó con confianza cuando le llegó el turno.

- Buenos días profesora- saludó educada con su imborrable sonrisa- tenía que recuperar Morfetium al igual que mis compañeros, lo practico con usted si no le importa- entonces enarboló la varita y realizó los movimientos de forma precisa antes de entoncar el conjuro- Morfetium

Las gemelas entraron en el despacho y se quedaron sorprendidas al verlo repleto de alumnos de segundo. Se les pasó por la cabeza que la asignatura se debía complicar mucho al curso siguiente si tantos habían fallado sus conjuros. Vieron a Mircea y le saludaron efusivamente, olvidando completamente lo ocurrido hacía escasos instantes en clase. Saludaron también a Gabriela, Diana, Joey, Noah y Oliver. Eran tan vivarachas y despreocupadas que les daba igual no conocer a los alumnos de segundo de Gryffindor.

Se quedaron calladas para ver los conjuros que lanzaban. ¡Vaya, qué interesante! Ese sí que sería un buen añadido para su repertorio de hechizos dedicados a juegos semi-peligrosos...

Primero se adelantó Erzsébet cuando la gnoma quedó libre. Helen, qué pena que no vayas con Booky al baile al final, se va a traer a una conocida de Francia, sonrió a la mujer. Es una pena, hacíais tan buena pareja... No quería provocarla, simplemente era eso lo que pensaba. Tenían la misma estatura, él era el avatar de la alegría y ella el de la antipatía, los extremos se atraían, así que tenía sentido aquella pareja.

Mi hermana y yo hemos estado perfeccionando el Agotattem, así que venimos a enseñartelo, mira. Echó mano a su bolsillo para buscar su varita y fue entonces cuando recordó lo que había pasado. Sus mejillas de sonrojaron y estuvo a punto de montar un espectáculo ahí mismo, pero consiguió calmarse. O, ¿me dejas tu varita por favor?

Enarboló la varita, sacó unas hebras de lana del bolsillo y apuntó a su hermano, ¡voy! Esperó un momento mientras Mircea hacía un movimiento con su varita susurrando algo así como Eroatoortipicus y lanzó su conjuro: Agotattem

Orsolya se adelantó tras recuperar su varita. Siento mucho que lo tuyo con Booky no haya salido bien, la verdad que sí parecíais tal para cual. La niña recordaba todos los acercamientos del elfo libréstico a la profesora y como siempre los intentos acababan frustrados por parte de Helen, tan maja como siempre. Y tras eso, apuntó a su hermano: Agotattem

Hola, fue la contestación en bajito a Oliver, acompañado con una leve sonrisa.

Cuando vio a sus hermanas entrar, sintió pavor por lo que podía ocurrir. Ya había escuchado los rumores sobre las niñas tratando de animar a Helen con ideas infames, que solo podían ser cosecha de las cabezas de aquellas dos monstruitas. Abrió los ojos al escucharlas dirigiéndose a ella como si fuera una compañera más de clase, ¿pero qué hacen?

Casi automáticamente, cuando Erzsébet se dirigió a él para realizar su conjuro, se adelantó y sacó su varita. Dejó la mente en blanco y reprodujo en su memoria los movimientos, la entonación y las palabras adecuadas. Movió la varita y la bajó como si cerrara una cremallera imaginaria: Mejoratem Fortificus, susurró. No sabía qué conjuro lanzaría la pequeña, así que había decidido protegerse mejor contra aquello que peor se le daba.

El impacto del agotattem de Erzsébet fue más duro de lo que se esperaba, ¿cuando se había vuelto tan fuerte? ¡Y con la varita de Orsolya! Se puso en cuclillas, momentáneamente aturdido, tratando de controlar su cabeza y que su sinapsis volviera a funcionar. Inspiró y espiró unas cuantas veces antes de ponerse de pie y ver que tenía a Orsolya enfrente dispuesta a demostrar que ella también sabía.

El segundo conjuro quizás fuera más débil que el primero, pero igualmente cercenó completamente las conexiones entre sus neuronas. Cayó primero de rodillas y consiguió sentarse mientras su cabeza se movía como la de un bobblehead, totalmente a merced de cualquier posible ataque.

Gabi llegó apurada junto a Oliver, saludando a los presentes con un gesto de la mano y una sonrisa. Ya sabía que la Green se tomaba cuaquier palabra como un atentado a su autoridad en el aula, por lo que se mantuvo lo más callada posible.

Esperó paciente, asintiendo cuando el rubio se adelantó a recuperar su hechizo y le pidió practicarlo con ella. Aunque no sabía muy bien cuál hechizo le iba a lanzar, apenas tuvo tiempo de preguntárselo, porque enseguida sus ojos se cerraron y se sumergió en un sueño profundo, despertando con la voz de Oliver y en ese despacho, rodeada de tanta gente. Parpadeó varias veces, un poco confundida pues aún no sabía si estaba soñando, pero pronto recordó lo que hacía allí cuando vio a la profesora Green mirándola. Se puso de pie rápido, saludando a la profesora y sacudiéndose un poco la túnica.

-Buenos días Profesora, yo vine a recuperar el Agotattem.- Dijo algo nerviosa, la mirada penetrante de la mujercita le hacía sentir inadecuada.

Miró a Oliver. -Ahora es mi turno.- Dijo, preparándose para lanzarle el hechizo.

-¡Agotattem!- Agitó su varita, tal como había practicado antes con ithan y una sonrisa asomó a su rostro al ver que lo había conseguido, ya no le debia nada a la profesora.

Gracias Joey, supongo que a ti no te veré en Diciembre... de momento. Dijo mirando con pocas ganas a Joey.  Lo mismo te digo, Padurearu. Estaba claro que Green se había quedado antes con su apellido que con su nombre, eso daba a entender que la "cansinez" de las gemelas le había hecho destacar más de lo que en un principio hubiese querido.

Después Green esperó el justificante de Noah que nunca le dio. Negó repetidamente con la cabeza y con cara de muy pocos amigos le dijo: Ya deberías saber que para venir aquí tienes que decirle al director que justifique tus motivos de ausencia. No hay justificante, no hay valoración, así que nos veremos en Diciembre, jovencito. Dijo ignorando cualquier queja por parte del huérfano.

A continuación miró al alocado de Blackwood para darle el visto bueno y seguir perdiendo su valioso tiempo con el resto de los alumnos más torpes de su clase.

Luego las hermanas comenzaron a toquetear todas las cosas de su despacho, o así lo veía la gnoma, pues su presencia era tan sumamente molesta que le alteraba todo su ser. Hasta tal punto que llegaba a pensar que podía haber algún tipo de temblor. Negó repetidamente para después aplaudir de forma lenta y poco entusiasta. En-ho-ra-bue-na. Dijo sin ganas Green. Estuvo a punto de sacar una de sus condecoraciones del cajoncito de su mesilla, pero estaba claro que no había sido para tanto.

Por último aprobó el intento de Gabriela observando el justificante que llevaba consigo, firmado por el director Lupin. Está bien jovencita, a ti no tendré que verte en Diciembre, doy gracas a Salazar por ello.

Finalmente contempló a todos sus alumnos y les invitó a marcharse: ¿alguna cosa más? Dijo mientras abría la puerta para que la dejaran de una maldita vez tranquila.