Partida Rol por web

ZzZzZzZz...

Sam abrió los ojos y se dio cuenta de que se había dormido.

¡Aaaaaaaaaaaaaaaaggggh! gritó con furia. Esta sería la última vez que le pasaría algo así.

Se metió en la ducha dando portazos y patadas a todo. Cuando salió apenas necesito secarse, la ira funcionaba como una hoguera. Se vistió y se fue a la biblioteca, tenía trabajo pendiente que hacer.

Amanecer del Día 14.

Domingo.

Segunda Semana de Diciembre

Sam abrió los ojos y vio como Negro tenía la cabeza junto a la suya, observándola fíjamente. Bufó y salió corriendo. Esa era su manera de dar los buenos días.

Se estiró dentro de la cama, pensando en el día sin clases que tocaba. A pesar de ello, le tocaban algunas recuperaciones, así que más le valía encontrar a alguno de esos compañeros inútiles que tenía para que le enseñara los conjuros de las clases a las que no había ido.

Se levantó y entró en el baño para asearse. Se tomó un baño relajante, era temprano y tenía mucho tiempo para hacer muchas cosas.

Salió del baño y se puso la túnica para bajar a desayunar.

Sam llegó al dormitorio y se fue directa al baño, a mirarse la cara. El golpe no había sido grave, pero le había dejado un arañazo.

Maldita sangre sucia, lo terminará pagando soltó mientras se quitaba la túnica. Golpeó a Negro al pasar por su lado, consiguiendo que el gato la bufara y la mordiera el tobillo.

Sam cambió el agua de su animal y le echó comida, tirando la rata que tenía en el comedero. Se metió en la cama de muy mal humor.

Amanecer del Último día

Lunes.

¡Día de los exámenes antes de Navidad!

Sam se despertó con cierta ansiedad. Tenía un conjuro que recuperar, y no le hacía gracia que todo su curso la viera examinarse. Respiró hondo buscando tranquilidad. Era una gran bruja, sangre limpia, con grandes generaciones de magos a sus espaldas. De hecho, era descendiente de Slytherin. La magia estaba con ella.

Con ese pensamiento, se lavó y se preparó para buscar a sus compañeros y que le enseñaran a practicar el conjuro.

Kendra llegó a los dormitorios, junto con Ludmilla y Asterope. En cuanto llegó, miró a su alrededor, y lo que vio volvió a arrancarle una sonrisa. Le encantaba aquel lugar, sin duda alguna. Y era lo suficientemente acogedor como para considerarlo un hogar durante todo el curso escolar. Buscó su baúl, colocado a los pies de una de las camas que, afortunadamente, no estaba orientada hacia la puerta de la habitación. Odiaba eso.

-Vaya... No esta nada mal. - dijo, con una media sonrisa, mientras se acercaba hasta su cama, dejando a Sócrates, a estas alturas aún dormido, sobre ella. El animal se hizo un ovillo y siguió durmiendo, como si aquello no fuera con él. Acto seguido, Kendra dejó su varita sobre la mesita de noche, y se quitó la túnica, doblándola pulcramente para después dejarla perfectamente en su baúl, después de haber sacado de éste su pijama.

Y, mientras se lo ponía, miro a Ludmilla, con la curiosidad de nuevo plasmada en su rostro:

-Ludmilla... Y tu varita, ¿Como es? - le preguntó, sin rodeos, aprovechando ahora aquella intimidad. Y aquellos enormes ojos negros se clavaron en ella, mientras continuaba quitándose y poniéndose ropa.

Asterope llegó a la habitación agotada y deseando dormir. ¿Cómo es posible que hace 10 minutos estuviera con los ojos bien abiertos y sin una pizca de cansancio y ahora no pueda ni arrastrar los pies? Encontró todas sus cosas al lado de la que sería su cama en los próximos 7 años en Hogwarts.

-Me encanta -Acarició la colcha. Era suave y cálida. Se sentó en la cama y sintió que no querría levantarse de ella en la vida. Sacó de su baúl un bonito camisón sin estrenar.

Mientras se lo ponía, Kendra le preguntó a Ludmila por su varita. La verdad es que aunque el tema era interesante, no entendía por qué todos querían conocer las varitas de los demás. Suponía que para saber más sobre ellos. Pero no era tan fácil.

Es cierto que una varita define a su mago, y sabiendo cómo es, sabrás también cómo es esa persona. Pero, por lo que había leído, todos los fabricantes de varitas estaban de acuerdo en que era difícil hasta para ellos conocer sus propias creaciones. La madera tiene sus propiedades, el núcleo también, así como la longitud y dureza. Pero la personalidad de la varita no se medía por la suma de esas propiedades, sino que se entremezclaban, estas podían cambiar, desaparecer o aparecer nuevas. También algunas podían adaptarse al carácter del mago. Por supuesto, algunos rasgos generales se mantienen, pero muchas veces con variaciones. Así que de esa forma no iban a poder medir a sus enemigos o compañeros.

Aun así, cuando terminó de ponerse el camisón, miró a Ludmila también interesada, pues quería integrarse con sus compañeras.

Ludmila subió con las otras chicas de primero al dormitorio. Asintió silenciosa ante las palabras de Kendra. Siguiendo la estética general de la Sala de Slytherin, el gusto era impecable, el mobiliario era imponente y clásico, con un toque austero que contrastaba con la opulencia de las telas. Es exquisito...

Pudo distinguir su baúl en la punta de la cama, que le correspondía. Sacó un pequeño estuche con sus objetos de aseo personal, un gran libro "Fantasmas y Quimeras" y un camisón blanco . Quita su ropa y se coloca su camisón, que indosaba unos pequeños detalles plateados. Comienza a doblar cuidadosamente la ropa que se había sacado, alisándola mientras que quitaba alguna pelusa. Sus movimientos eran delicados, femeninos.

Escucha la pregunta de Kendra y sin dudarlo, saca del bolsillo de su falda doblada, su varita, enseñándosela a Kendra y Asterope. -Madera de arce, extremadamente flexible, núcleo de corazón de dragón. Aún sin decirlo se podía ver lo larga que era la misma. Parece que el núcleo es algo casi usual entre los de nuestra Casa...dice sonriendo a las chicas. Poder, ambición...Pero la combinación con el arce era lo interesante, así como la longitud y la flexibilidad.

Luego parece sopesar algo...y se sienta con las piernas juntas en su cama.

-Ahora que estamos solas, debo confesar que me preocupa Anthony y Lincoln. Sentía que debía expresar su opinión. Pero más Anthony, la falta de control que ha demostrado me resulta inquietante. Era poco tiempo para sacar conclusiones, lo sabía...pero si de algo estaba estaba orgullosa, era de su empatía profunda y su capacidad de analizar a las personas, y sentía debía compartir su pensamiento. -Por ahora, debemos estar atentas, nada más...

Atendió a las palabras de Ludmila sobre sus dos compañeros. Sí, a ella también le habían preocupado. Sobre todo Anthony.

Estoy de acuerdo contigo. Personalmente, creo que a Lincoln se le puede controlar mejor. Justo después de la pelea, hablé con él en privado advirtiéndole del peligro que esos arrebatos podían tener tanto para él como para nuestra casa. Y creo que lo entendió –desde luego, así le había parecido a Asterope-. En cuanto a Anthony... En fin, parece que lleva por mal camino desde Durmstrang. Es cierto que Lincoln le provocó, pero también provocó a Cassius durante la cena y ya visteis que la discusión que tuvieron no fue tan grande.

¿Podía controlarse a alguien así? Asterope esperaba que sí y, por supuesto, pensaba darle una oportunidad, como a todos. 

Escuchó con atención la descripcion de Ludmilla sobre la varita, y asintió, a su afirmación sobre el núcleo- Sí, las tres compartimos núcleo, eso es verdad... Estoy deseando probar mi varita, no sé vosotras... - añadió, con una media sonrisa en el rostro.

Y, acto seguido, aún con la media sonrisa en los labios, escuchó lo que dijeron sobre los dos chicos de su casa. En condiciones normales, no le habrían importado lo más minimo, pero una cosa era cierta: ahora todos eran un equipo, y los éxitos y los fracasos de uno serían los éxitos y fracasos de todos. Y no estaba dispuesta a ser una fracasada por dos matones de tres al cuarto.

-El comportamiento de los dos es impulsivo y violento. Más propio de Gryffindor que de un Slytherin. Habrá que pulirlo, si queremos llegar alto en la copa de las casas... Si siguen así lo único que haran los dos es hacernos perder puntos...

Escucho entonces a Asterope hablar sobre su conversación con Lincoln y asintió, frunciendo ligeramente el ceño, con una expresión pensativa, al hablar de Anthony. No le había hecho falta mucho tiempo para darse cuenta de que aquel crío era un gorila con escaso entendimiento que se dejaba llevar más por los instintos que por el sentido común.

-Entonces, Asterope, quizás tu puedas encargarte de Lincoln... Si ha sido receptivo una vez, volverá a serlo... Habla con él, dile que necesitamos unirnos si queremos ganar. Es competitivo, se nota. Y eso hará que quiera ganar por encima de todas las cosas... En cuanto a Anthony... - se detuvo ahí, sopesando qué decir, qué hacer con él. Y, de repente, una imagen se cruzó por su mente: la forma en la que la había mirado antes, en la sala común, como ensimismado. - ¡Ya lo tengo, chicas! Antes, cuando me presenté, se quedó como embobado, mirándome... No sé por qué lo ha hecho, pero ha sido el único momento en el que ha parecido más docil... Quizás, si hablo yo con él... No sé, podría intentarle hacer ver que con esa actitud no irá a ninguna parte...

El plan era descabellado y seguramente no conseguiría nada... No confiaba en que Anthony fuera capaz de razonar. Sin embargo, sí que podría manipularlo para que hiciera lo que ella quisiera, podía hacerle creer que un mal comportamiento la entristecería. Ya lo habia hecho otras veces, con adultos, cuando quería conseguir algo. Con aquel crío seguro que sería mucho más fácil.

Y, metiéndose en su cama, con Sócrates dormido a sus pies, miró a las dos chicas, esperando una respuesta por su parte. Iban a poner orden en casa. Lo tenían claro.

La pequeña blonda estaba de acuerdo con las palabras de sus compañeras. Lincoln parecía más dócil, pero Anthony era otra cosa.

Y no puede evitar una mirada suspicaz ante las palabras e Kendra -Es que lo has obnubilado Kendra...sonriendo. -Es buena idea hablar con él, pero ten cuidado que puede ser un arma de doble filo. Todavía no lo conocemos demasiado bien y parece un niño un tanto raro que podría interpretar de manera errónea tus palabras. Ludmila no dudaba de la capacidad de Kendra, pero sí de la capacidad de respuesta de Anthony, que parecía algo "borderline"  -Y después te quiero ver intentando quitártelo de encima...

Mientras escuchaba a Kendra, Asterope se dio cuenta de la suerte que había tenido con sus compañeras. Quizá al principio no le dieron buena impresión, pero ahora veía lo sensatas que eran y eso era una gran cualidad.

Sí, yo estaré atenta a Lincoln -La idea de Kendra con Anthony era arriesgada, sin duda, aunque podía dar resultado. Aun así, algo no convencía a Asterope. Las palabras de Ludmila le confirmaron que pensaba lo mismo que ella.

Yo también me fijé en cómo te miraba y... bueno... daba miedo.  Hombre, te veo totalmente capaz de defenderte de él si fuera necesario, eso sin duda, en caso de que se te abalance –la imagen del psicótico Anthony persiguiendo a la elegante Kendra era desconcertante-. No me gustaría tener a ese chico mirándome embobado todo el día. Es un poco siniestro.

En eso sus compañeras llevaban razón. Si Anthony interpretaba sus palabras como un gesto de acercamiento, Kendra tendría problemas. Y no, Anthony no era, ni de lejos, el patrón de chico que podría llegar a gustarle.

-Tenéis razón... Puede ser demasiado arriesgado hacerlo sola... Ludmilla... ¿Y si vamos juntas? Así verá que no busco intimidad con él, pero podré intentar amoldarlo igualmente...

Volvió a mirarlas, tapada con las sábanas hasta la cintura, mientras se peinaba, usando sus manos para ordenar sus perfectos rizos. 

-De acuerdo, cuenta conmigo...dice la blonda asintiendo. Buscaremos el momento adecuado para hacerlo. No quería ser agresiva con el niño ya que podría interpretar mal el abordaje premeditado de las dos, aunque de esa manera, Kendra no quedaría tan expuesta.

Toma con sus dos manitas el estuche con sus objetos de aseo personal Disculpenme por favor... y se dirige hacia el bañó.

Una vez en el baño, y al comprobar que se hallaba sola en el mismo, Ludmila abre su estuche y toma un frasquito con contenido verdoso casi flúor. No quiero accidentes, no quiero contratiempos, no quiero complicaciones...Y de un sorbo ingiere la totalidad del líquido, frunciendo levemente el entrecejo. Amargo...

Guarda el frasquito vacío y comienza a asearse...Primero los dientes, luego la cara, y posteriormente desarma con cuidado su trenza cocida, dejando suelta su larga mata rubia. Toma un cepillo y comienza a peinarse hasta quedar limpio y sedoso. Con delicadeza, cierra el estuche y vuelve a la habitación no sin antes mirarse nuevamente al espejo. Perfecta...

Vuelve del baño sin la trenza cocida, ahora el cabello rubio ceniciento caía sobre su espalda como madejas de oro blanquecino y brillaba con la tenue luz de la habitación. Guarda en su baúl los objetos de aseo personal y se mete en la cama mientras que se cubre con las sábanas...

Toma el libro y se dispone a repasar unas cosas antes de que el sueño termine por llegar. Solo unas páginas...