Partida Rol por web

-¡Hola chicos! - Oliver llegó a clase de vuelo, emocionadísimo. Tenía unas ganas locas de volver a montar en escoba. Desde el año anterior se habia convertido en una de sus grandes pasiones y lo cierto es que vuelo se habia convertido en su asignatura favorita. - ¡Mir! ¿Dónde estabas? Se me ha hecho super-tarde, tio.. -justificó a su amigo, mientras Krum llegaba.

-¡Buenos dias, profesor Krum, me alegro de volver a verle! - lo saludó Oliver, efusivo, realmente sincero en aquel saludo.

Y entonces, cuando estaba esperando ansioso el momento de subir en la escoba, Krum comenzó con una clase práctica. Oliver dibujó en su rostro una mueca de sorpresa, pero no dijo nada. Supuso que sus motivos tendría. Sin embargo, al ver de qué se trataba, no le pareció tan mal: ¡Una redaccion sobre Quidditch! Le encantaba el Quidditch, no habia duda. De hecho, cuando el profesor les dijo que podrian aprovechar para preguntar lo que quisieran, Oliver alzó  una mano, con una sonrisilla emocionada que casi le resultaba imposible contener- Profesor Krum... Yo tengo una pregunta, aunque está relacionada solo a medias con lo que estamos viendo... - advirtio, sincero, ante todo- ¿Este año podremos apuntarnos al equipo de Quidditch? -y, a juzgar por el tono con el que lo dijo, se notaba que el chico estaba ilusionado con la idea.

Acto seguido, comenzó a trabajar, sin más dilación, llenando varios folios sólo con la información de la que disponía en su cabeza, que no era poca. Él también conocía la historia de la Snidget, asi que no tardó en rellenar aquellos pergaminos con información al respecto.

Joey llegó corriendo a clase, estaba dispuesto a volar de nuevo. Llevaba todo el verano esperando volver al castillo para poder volar de nuevo. Sin embargo las palabras el profesor hicieron que Joey abriese la boca estupefacto y se le cayese la escoba de la mano. Miró sorprendido al profesor y a los demás. 

-¡Vaya rollo! Pensó mientras se sentaba a escuchar al profesor mientras dirigía continuamente miradas a la escoba que descansaba al lado con cara de ansia.

Al final sacó papel y se puso a escribir no sin antes solicitarle al profesor volar un poco con cara de súplica:

-¿Podríamos volar un poco al final de clase?¿Aunque sean 5 minutos nada más?

Amon llegó corriendo a la zona donde se daba la clase de vuelo con alegría y emoción, tenía muchas ganas de volar y seguir practicando, incluso de jugar un poco al quidditch, pero era una clase teórica. Con un gesto de desilusión comenzó a tomar apuntes sobre lo que decía, conocía la historia y demás, pero si quería un trabajo teórico, ya fuera para mostrar los conocimientos o la templanza hasta poder subirse a una escoba, demostraría que él era más que capaz.

En lo que sacaba las cosas para realizar la labor, Amon observó a sus compañeros, saludando a Daphne y Selena con un gesto, una muy buena amiga y la otra una rival dura en los duelos, lo que le gustaba bastante.

Y sin más, comenzó a realizar la tarea asignada.

Daphne llegó a trompicones por las prisas, no había conseguido que el director le abriera la puerta y ella sabía muy bien el motivo del enfado del profesor.

Menudo apaño. Saludó con la mano a sus compañeros, algo apagada, devolviendo a Amon su saludo con  una mueca aniñada que no consiguió animarla... hasta que llegó él.

Viktor Krum.

Los iris azulados de la niña brillaron de pura adoración al encontrarse con el exbuscador del equipo nacional de Bulgaria de quidditch y balbuceó un torpe "yo también me alegro" en respuesta al ánimo del hombre. La mano de Daphne vibró como si quisiera preguntar algo, o quizá solo quería entablar conversación con el profesor pero fuera cual fuera el motivo decidió guardar silencio y empezar con su trabajo recogiéndose parte de los rizos tras una oreja, preparando el pergamino, el tintero y la pluma con mucho cuidado.

La snitch dorada.

por Daphne Relish.

Guardando similitud con los snidgets dorados, un pájaro realmente extraño de ojos rubí y redondeado cuerpo dorado, la búsqueda de la snitch dorada sirvió como sustituta de este ave protegida en los partidos de quidditch a partir de....

 

Y siguió escribiendo, con la cabeza inclinada hacia uno de los hombros sobre el que se derramaba la leonina cabellera castaña y los ojos siguiendo con avidez cada letra dibujada en el pergamino por su propia mano, mordiéndose inconscientemente el labio por la concentración. 

Sam llegó justo a tiempo. Dos mechones se le habían separado de su perfecto peinado, y se llevó las dos manos a la vez para ordenar sendos mechones tras las orejas. Se situó cerca de Amon, la única serpiente que allí había. Observó, como siempre hacía, a Daphne. La muchacha se había ganado algo del respeto por la joven tejón por su impresionante defensa en los combates, pero aún no se había ganado muchas palabras por parte de Sam.

Al observar al profesor, suprimió una risa. Estaba gordo. Muy gordo. Su cara había aumentado, seguramente por causa de un verano de constante inactividad. Desde que dejó su deporte parece que se ha ido comiendo sus escobas... pensó con desdén.

Y tuvo que volver a suprimir una sonrisa al ver que no iban a volar. El vuelo no era su pasión, pero era de las únicas que habían mostrado sus habilidades en las clases del año anterior, sin tener que recuperar ninguna. La frustración de sus compañeros era latente, y lo único que la molestaba a ella era que había cargado con la escoba.

Sonriendo e inclinándose sobre su pergamino, se puso a escribir la redacción para el ex-jugador Krum.

Viktor Krum se quedó mirando a Mircea, Bueno, la verdad que hoy no tenía pensado organizar ningún tipo de vuelo, pero si quieres, la próxima semana, durante la segunda clase de vuelo de los chicos de primero, te podrías venir y practicar con ellos. Al fin y al cabo la primera hora del sábado la tenéis libre, así que podrías venir y practicar con ellos.

Luego miró a Oliver que había alzado la mano para preguntar algo. Pues la verdad que no, jovencito, lo siento. Este año me temo que no hay pruebas de selección y además hay que reconocer que todavía estais muy verdes en la materia. Para dedicaros al quidditch del colegio, primero tenéis que sacar muy buenas notas en esta optativa. Dijo sonriente.

Después miró a Joey, Pues la verdad que como le he dicho a Mircea, no tenía intención, pero si quieres mañana te puedes pasar en tu hora libre y vuelas junto a los alumnos de primero.

Finalmente, Krum recogió aquellos primeros bocetos de trabajo de los alumnos y les agradeció el tiempo dedicado. Muchas gracias a todos, pero las notas y las valoraciones no las tendré hasta la semana que viene, así que os tocará esperar y ya os diré. Por si acaso, ya sabéis que durante estos días podéis complementar el trabajo y traere más información. La semana que viene lo valoraré todo y os daré los resultados. ¡Muchas gracias! ¡Nos vemos la semana que viene!

Oliver, saludó a su amigo. Pues vengo del comedor, contestó. Había tenido problemas con el horario, sobrándole casi media hora, así pues había decidido ir a desayunar.

...

No acababa de convencerle el ir a clase de vuelo junto a los de primero. Al menos tendría tiempo para pensarlo y quizás tratar de entrenar por su cuenta, si es que encontraba hueco para ello.

Despidió al profesor tras entregar su redacción. No sabía exactamente de donde provenía la snitch. Las forofas del deporte eran sus hermanas, a él simplemente le gustaba volar.

Dudó si decir a Daphne que se fuera con él. Sabía que la chica no había podido hablar con el director, así que quizás él la pudiera ayudar. Finalmente decidió que no, la chica acababa de salir de más de una semana de hibernación, mejor que primero se acostumbrara el horario habitual... Se había quedando un rato mirándola, así que cuando ella se fijó en él, sonrió levemente y empezó a recoger sus bártulos de escritura.

Ahora nos vemos, se despidió de Selena justo al pasar a su lado.

Dijo adiós con la mano a Oliver, y se marchó.

Se sintió algo decepcionado con que no tuvieran que hacer pruebas de vuelo en esa cosa. Ese colegio era una porquería con respecto a las pruebas de vuelo, al menos en los cursos inferiores, así que Amon se resignó y se dirigió a Daphne- Hola Daph, ¿te apetece que vayamos al Lago o a la biblioteca a continuar el trabajo de quidditch?

Casi se le paró el corazón cuando Krum tomó su trabajo. Empezó a recoger muy despacio cuando escuchó a Mircea despedirse de Oliver, sintiéndose quizá un poco herida por ello, aunque no le dio tiempo a profundizar en ese sentimiento al escuchar la vocecilla del niño de Slytherin.

-Amon- al pronunciar su nombre los labios se curvaron en una sonrisa tranquila y se recogió los rizos tras una oreja-Tengo muchas cosas con las que ponerme al día, ¿sabes? Y duelo... duelo para mí es imposible- reconoció colgándose la mochila de un hombro- pero puede esperar para el trabajo del profesor Krum- asintió con menos entusiasmo del que pretendía al notar como el estómago se le encogía al pensar en todo lo que tendría que practicar para que le salieran los hechizos.

-¿Qué tal tu madre y tu hermana?- le fue preguntando por el camino.

-Nos vemos! Se despidió de Mircea, con una sonrisa muy sincera. Llevaba solo una mañana, pero parecía como si hubiera visto al chico muy a menudo y parecía de lo más amable. Quizá debería relacionarse un poco más con él...

Recogió las cosas y pensó que quizá se pasaría por esa clase con los de primero, pues se había quedado con las ganas de volar.

Aun así, ahora tenía trabajo que recuperar así que se dirigió presta hacia el castillo.

Oliver se quedó pensativo, ante la respuesta de Krum. Llevaba mucho tiempo esperando para poder presentarse a las pruebas y tenia entendido que, desde que Harry Potter entró en primer año al equipo de Gryffindor, las pruebas se habian hecho extensivas a cualquier alumno, incluso los de primero. Sin embargo, tanto el año anterior como este había comprobado que no era asi, no sin cierta desilusión.

Alzó una mano en direccion a Mircea cuando se marchó, y tambien despidio a Daphne y Amon al ver que se marchaban juntos, pero el permaneció alli sentado, con aire pensativo. Hasta que, de repente, se le encendio una bombilla. Habia tenido una idea. Y pensaba llevarla a cabo.

Y, ni corto ni perezoso, se puso en pie de un salto- ¡Profesor Krum! ¡Espere! - dijo entonces, a pesar de que ya hacia rato que el profesor se habia marchado. Y echo a correr en direccion al despacho del profesor, dispuesto a resolver su duda.

-Si quieres puedo intentar ayudarte con duelo -dijo Amon sonriendo ampliamente- puedo ayudarte con lo que necesites, ya lo sabes -esbozó una ligera sonrisa.

-Mi madre y mi hermana están bien, como siempre. Ingra está deseando que llegue el año que viene para venir a Hogwarts, y cuando lo haga nos pondrá a todos en nuestro sitio, es muy buena bruja, mucho más que yo, ya lo verás -dijo sonriendo ampliamente- Madre está bien, como siempre, contenta por el tiempo que tiene con nosotros y deseosa de poder hacer más, ya sabes, estar pendiente, cuidarnos, como si cualquier cosa la pudieran solucionar ellas -soltó una risilla divertida.

Sam reprimió un bostezo y se levantó. La mañana había sido muy intensa y esa clase un auténtico aburrimiento, por lo que no había ayudado. Pero, aunque tenía ganas de estirarse, su educación no se lo permitió. Metió las cosas en la mochila antes de despedirse.

Hasta luego dijo, marchándose de allí hacia la entrada del castillo.

Al finalizar la clase, Joey se levantó algo aburrido para ir en dirección al castillo. Se despidió de los que quedaban atrás y fue hacia la biblioteca.

-Ya es tarde, vamos a comer que luego tenemos clase -dijo Amon a Daphne antes de dirgirse hacia el Gran Comedor.

La Clase de Vuelo con Escoba es una asignatura que solo se imparte a los alumnos de primer año durante el primer año de formación.

La clase la imparte el Profesor Viktor Krum en el exterior del castillo, en pleno Campo de Quidditch.

Desde los tiempos de "El Elegido" se aceptó la participación de los alumnos de primer año en las prácticas de Quidditch y cualquiera de los alumnos matriculados en el colegio puede presentarse a las pruebas para entrar en el equipo de su casa y así poder competir en la liga que se hace entre las casas de la escuela.

Es típico que todos los alumnos de primer curso participen en estas clases y que formen su propio equipo para practicar el juego y dominarlo. Años después podrán apuntarse al equipo general de cada casa.

Estas nuevas normas se han establecido en los últimos años y algunos padres o tutores de los alumnos aún las desconocen.

Tras el encontronazo con Asterope en el vestíbulo, las gemelas no tardaron mucho en llegar hasta el campo de Quidditch. Con una Barredora 6 al hombro, Erzsébet llevaba unos calcetines hasta la rodilla a rayas naranjas y negras, los colores Huffies, como único complemento al uniforme escolar. Orsolya cargaba con las dos mochilillas, no tenían intención de pasar por el dormitorio, así que mejor ir preparadas para pasar el día fuera; ella sí que iba con medias.

Tras casi mes y medio por fin podrían volar. El que necesitasen supervisión adulta y clases de iniciación era algo ridículo, pero cuando descubrieron que era Viktor Krum el que impartiría las clases, decidieron entre cuchicheos que no les importaría volver a aprender.

Echaron a suertes cual de las dos haría uso de la Barredora y cual iría a por una de préstamo. La suerte o desgracia quizás, quiso que Orsolya pudiera elegir su Barredora 6. Erzsébet se acercó al montón de escobas y buscó la más antigua y destartalada de todas: la que tuviera las cerdas más rotas, más caóticas y el palo más nudoso. Ni siquiera era capaz de discernir qué modelo era, porque la placa había sido arrancada hacía años.  Si pudiera adivinar, hubiera dicho que era una Cometa 140, bastante más antigua que la Barredora 6.

Colocando las escobas en el suelo, siguieron las indicaciones de Viktor. Haciendo como que no sabían, intentaron cada paso unas cuantas veces antes de hacerlo de forma correcta. ¿Mostrar que eran buenas el primer día? ¡Por supuesto que no!

¡Arriba escoba!, gritaron finalmente en estéreo. Las escobas subieron con cierta dificultad hasta sus manos. ¿Las escobas tenían fecha de caducidad? Si era así, estaba claro que las dos que usaban estaban más que pasadas.

Orsolya, la más comedida de las dos, montó en la escoba y dio un par de vueltas como bien había pedido Krum. A Erzsébet sin embargo le pudo las ganas y teniendo una reliquia entre las piernas hizo que quisiera ver sus límites. Demostrando claramente que una escoba de 1929 no era capaz de lograr grandes velocidades ni giros demasiado cerrados, la pequeña consiguió sacar a relucir todo el potencial de la Cometa. Sin sus medias, en cada giro y cada picado que hacía se atisbaba el color amarillo fosforito de sus braguitas, con volantes morados. Sin pudor, pues era como llevar bañador, disfrutó del frescor matutino en sus piernas.

Byron apenas podía escuchar el normal alboroto de los niños de diez años acudiendo a clase. Sólo oía un pitido que le taladraba los tímpanos. Los nervios estaban haciéndose con él. Se esforzó por escuchar las indicaciones del profesor al que algunos alumnos parecían admirar pero que a él no le decía nada. Se animó un poco cuando vio que lo que iban a hacer era practicar un hechizo sin varita. Eso estaba genial justo después había que intentar volar, lo cual le hizo dar vueltas al contenido de su estómago. Sintió el sabor amargo de los jugos gástricos en su boca.

Fue tras una de las gemelas a coger una escoba. Como mucho había barrido alguna vez en casa para ayudar a sus padres. La depositó en el suelo y dijo la spalabras indicadas pro el profesor.

- Arriba es-escoba.- La escoba tembló un poco y después la punta salió disparada hacia arriba golpeando justo en la entrepierna de Byron. El pobre cayó alsuelo encogido de dolor. - ¡Auch!- El dolor se le extendía por el lateral del vientre de manera aterradora. ¿Iba a morir?

Maxwell tenía sentimientos contradictorios.

Por un lado, volar tenía que ser genial. ¿Quién no querría volar por sus propios medios? Cortar el aire y volar a cualquier lugar, sin necesidad de dinero, sin restricciones, libre, debía ser la puta hostia.

¿Pero por qué en una puta escoba? Parecía una broma de mal gusto. En los cuentos árabes volaban en alfombras. Alfombras espaciosas, donde se podía ir sentado cómodamente. ¿Por qué no usaban alfombras en lugar de escobas? ¿Por qué no sillones voladores? ¿Por qué no bicicletas? Nada podía ser más absurdo y ridículo que volar en una escoba.

Nada, salvo lo que estaba haciendo en ese momento.

La escoba se las había arreglado para realizar el ejercicio solicitado por el profesor. Se había elevado en el aire, y había dado una vuelta al terreno. Maxwell, sin embargo, corría detrás el pedazo de madera con mocho, poniendo de relieve su habilidad para el atletismo. No fue hasta mitad de la segunda vuelta cuando consiguió alcanzarla, saltando sobre ella en un firme placaje, y devolviéndola a tierra firme bajo el peso de su cuerpo.