Partida Rol por web

- OH...Solo era...una sugerencia... y no pensaba que querías...osea... que eso era eso... - explica Sirius algo incómodo tras tu discurso. - Exageré con lo de la pulsera, osea... que a mí ya me bien como está lo nuestro, ¿sabes? Pero me lo tomé como...no sé...que tú si querías algo.. y por eso no quería...y luego tú apareciste con otro, y me sentí insultado... 

No sabe explicarse demasiado bien, pero te mira esperando que estés entendiendo lo que dice.

- Osea que por mí podemos seguir teniendo las puertas abiertas... Supongo, si tu...

En ese momento llega Dean.

Tu mensaje se borra y aparece uno nuevo:

6/1

Está en casa.

Ok

Ganas de verte :(

Q.

Firmo como Q. ¿Adivinará lo que significa?

A Zoe no le sentó muy bien el mensaje. Se sentía culpable de haber estado pasándoselo bien mientras eso ocurría, pero además, tu comentario había hecho mella en ella. Se preguntaba porqué tu hermano no era bueno para ella. ¿Era porque ella no merecía la pena? ¿Por que él estaba fuera de su liga? ¿Por que claramente nadie se podía fijar en ella habiendo docenas de chiacs alreadedor suyo?

Se metió en la cama sin decir nada más. Al llegar el nuevo día, se despertó en una almohada húmeda.

Se dio la vuelta para mirarte, viendo la chuchería que habías dejado en la mesita. Normalmente Zoe madrugaba y estaba lista antes que tú, pero no hoy. Se sentó al borde de la cama y tras comprobar que ni Charlotte ni el resto estaban en la habitaci´n, te preguntó sin levantar la vista del suelo.

- ¿Por qué tu hermano no es bueno para mí, London?

Cuando llegas a la enfermería esta está vacía, pero sabes que los aposentos de la enfermera y los de Sofía son colindantes. Llegas justo a tiempo para ver a Diane salir de la habitación de su hermana. No tiene buena cara.

Creo que entiendo lo que Sirius quería decirme, aunque que no termine las frases no es algo que ayude precisamente. Lo miro algo confundida, como quien intenta traducir una especie de jeroglífico. 

- Es decir... tú estás conforme con como estamos ahora... pero aceptaste pensando que yo quería otra cosa...-explico lo que he entendido. Le doy un golpe suave en el hombro-¡Haberme dicho algo, cabeza de troll! ¡O haberme parado!-me río, llega un punto en el que la situación es, cuanto menos, cómica. Cuando dejo de reír, continúo hablando, ahora mucho más relajada y natural, más yo-. Está bien, está bien... por mí estamos bien como estamos. Pero hagamos un pacto, ¿vale? Si en algún momento queremos cambiar algo de nuestra relación, lo hablaremos en persona y no de otra forma, ¿de acuerdo?-le tiendo el meñique, así es como cierro los pactos y promesas yo, llamadme infantil, pero es una costumbre que cogí desde que era pequeña y no pienso dejarla. 

Una vez sellado, me inclino para darle un beso corto en los labios, otra manera de dejar sellados los pactos, pero más divertida y exclusiva. Además, estaba contenta, por un momento pensé que no podría volver a hacerlo y creo que incluso llegué a echarlo de menos. 

Voy abriendo los regalos y emocionándome al abrirlos. Sobretodo con el de Remus, era un sol. Yo no me lo había currado tanto, de hecho me daba vergüenza hacerlo. Cuando acabo de mirar el libro lo abrazo como una niña adolescente y miro por las escaleras para ver si bajaba. 

- Hola Dean ¡Feliz navidad! Tu también tienes regalos. -le digo cuando mi amigo me viene a dar un beso y un abrazo, señalándole en especial el mío. 

Esperaba que Zoe se levantara con ánimos golosos, y que atacara la chuchería nada más se la había dejado en la mesita de noche, y, después, que me comenzara a ametrallar con información no deseada de mi hermano, pero sí interesante acerca de la anterior noche que habían pasado juntos. en el fondo de mí, quería saberlo todo acerca de cómo se había comportado James con Zoe, pues temía que pudiera llegar a haber pasado algo que la pobre chica no hubiera entendido o, por su inocencia, no lo hubiera interpretado con mala fe.

Sin embargo, la pregunta que soltó Zoe, y que escuché claramente, me dejó con la boca entreabierta sin saber qué decir durante un buen minuto entero.

Me sentí azorada, me rasqué la nuca, me pasé la mano por el cuello, y dejé la bolsa de las chucherías en el escritorio. Noté que mis brazos colgaban estúpidamente a los costados de mi cuerpo, y no sabía qué hacer con ellos. Me crucé de brazos, pero me dio la sensación de que tenía un aire hostil, por lo que los volví a descruzar, y noté de nuevo que estaban colgados sin saber qué hacer. Al final, cogí de nuevo la bolsa, y la sostuve para no sentirme tan idiota, aunque, bien mirado, perfectamente podía estar como una idiota con una bolsa en los brazos sin comer nada de dentro.

—Ay, Zoe…— dije, sin saber cómo acabar la frase.

Me senté delante de ella en la cama de al lado, y la miré con la cara compungida, sintiéndome fatal por ella.

—Verás…— trataba de ordenar mis pensamientos para explicarle a Zoe de la manera más clara posible todo el asunto—. Mi hermano responde al prototipo Slytherin que las demás Casas tienen sobre nosotros: un pedante, orgulloso, cobarde, que sólo piensa en sí mismo, con esas cosas de la pureza de sangre metidas hasta el tuétano, que desprecia a los demás por no ser completamente mágicos, aboga por un segregacionismo entre muggles y magos…— comencé a contar todas las “virtudes” de mi hermano, y me fui sintiendo cada vez peor por la pobre Zoe. Realmente, no se merecía aquello—. No es muy buen compañero, Zoe— resumí, suspirando.

Crucé las piernas a la altura de los tobillos, sin saber qué más decir, y contemplé el rostro de mi compañera, con quien comenzaba a empatizar enormemente, y me sentía fatal por ella.

—No quiero que te haga daño, ni que te meta en líos, ni que te haga pensar cosas que no piensas, ni que te haga cambiar— me sinceré, tratando de sonreír—. No quiero que te coja, te cambie, y te vuelva una nueva Zoe que es la sombra de mi hermano. James tiene el don de que todo lo que toca, lo pervierte— miré a Zoe fijamente—. Sin embargo, si tú me dices que fue todo un caballero anoche, y que se portó muy bien conmigo, y que no viste nada raro, no me hagas caso— moví una mano haciendo un gesto horizontal, como si le hiciera olvidar todo lo que le había dicho—. Puede que, realmente, esté comenzando a cambiar, y eso estaría bien. Quizá, no te cambie él a ti, sino tú a él, cosa que sería maravillosa— ensanché la sonrisa, y miré Zoe, tratando de animarla—. Venga, no te pongas así. Si contigo está bien, olvida lo que he dicho, no me hagas caso— dije con voz dulce—. Sólo me preocupaba que pudiera llegar a hacerte daño, Zoe, nada más. 

Susana no contesta nada más.

- Ay, yo que sé Mia. A veces no sé por qué hago lo que hago... Y tú igual, no me mientas.

Aliviado por aclarar la cosas, cierra el trato con el meñique igual que tú.

- Aunque me sigue cayendo mal el culo de hielo ése.

Sirius y Mia terminan dehabalr y parece que ambos están de mucho mejor humor que ayer. Remus, James, Peter y el resto de compañeros van bajando y la sala común se llena de "Oooooh" y "Aaaaaahs" y "gracias".

Cuando le doy mi regalo a Remus, un libro de uno de mis escritores preferidos; El hobbit, de Tolkien, junto el punto de libro cursi de nosotros dos, me sonrojo. Pero ¡su regalo era mucho más cursi que el mío! Así que le doy un piquito y se lo agradezco de muy buen humor. 

- Yo a ti también.- Le susurro al oído tras el beso. 

 Tenía unas ganas de desayunar que me podían, pero quería esperar a todos para bajar. 

Zoe parece genuínamente sorprendida de lo que le cuentas. Tu hermano había sido completamente distinto con ella. Bueno, también era cierto que no habían salido temas cómo el linaje de la sangre y demás, pero vyaa... Habùia bromeado, le habá echado cumplidos, habían jugado a los naipes explosivos... Y ni siquiera se había propasado abrazandola o acariciándola cómo Zoe veía a otros chicos hacer cuándo estaban con chicas.

Sin embargo eres su amiga, y no tienes por qué mentirle con algo así... Así que quiere pensar en que tienes razón y tu hermano ha decidido cambiar para bien.

Tras unoss egundos en silencio, levanta la vista.

- Gracias por preocuparte, London.  Creo que aún así le voy a dar una oportunidad a tu hermano. - se sonroja, tal vez tu hermano la ha encadilado lo suficiente para provocarle mariposas en el estómago. - Deberùia vestirme y podemos ir a desayunar. En Navidad los desayunos están llenos de tartas. 

Era el día de Navidad. Amanecí, casi ausente de la consciencia de lo que había pasado la noche anterior. Poco a poco ese concepto fue entrando en mi cabeza, y la pesadilla resultó tan vívida durante unos instantes como si hubiera vuelto a revivir la escena ante mis ojos. Fui al baño, y al lavarme la cara despejé todos los malos pensamientos que recorrían mi sistema nervioso. Puse de comer a Shiva, y cambié los bebederos de las mascotas.

Al bajar hacia la Sala Común me encontré unos paquetes que celosamente subí de nuevo a la habitación, junto con un pesado buenos días que entoné arrastrando las sílabas. Todavía estaba un poco adormecida, y el hecho de haber bajado con el pijama (que, por otro lado, era la Sala Común y solía ir en pijama por esa zona del castillo) corroboraba parte de ello. Abrí los regalos uno por uno, acariciando el broche con el que Charlie me había obsequiado. Me vestí, con unos pantalones tejanos negros y una camisa verde esmeralda, con el broche de Charlotte en una corbata de color gris oscura. Hecho eso me acabé de peinar y salí en dirección a la lechucería, para pedirle a las lechuzas que fueran a la hora de la comida con un tintero que nunca se queda sin tinta y unas plumas (una de cisne, una de pavo, y una de cuervo) para Charlotte junto con una nota que ponía "con amor, Aels. Feliz Navidad", un guante para poseer un mejor agarre de la varita para London y otro para Brad, aunque de colores y modelos diferentes (Para London verde, para Brad azul), un surtido de chucherías para Sofía Wolf, una discreta tiara para Le, un colgante de plata para Charlie (la Ravenclaw), una bufanda para Anne, unos guantes de Quidditch para Mia, y una cinta de pelo para Irina, todas ellas con un "con cariño, Aelia. Feliz Navidad".

Tras pasar por la lechucería, fui al Gran Comedor, a “desayunar” o lo que fuera. Ni siquiera sabía qué hora era.

Me sentía mal por Zoe. No quería hacerla pasar un mal rato, y lo único que había hecho nada más despertarse era preguntarse por algo que le había gustado mucho, y que había disfrutado el día anterior. Reventar burbujas de felicidad se me daba de muerte, al parecer.

Quería darle alguna palabra de ánimo o de aliento, decirle que no me hiciera caso, que no eran más que paranoias mías, y que posiblemente mi hermano estaba empezando a madurar y a tratar a la gente con respeto, cosa que me parecía admirable. Pero había algo en mi interior, como una espina que me indicaba que no, que eso no podía ser posible. Por desgracia, James parecía la sombra de mi padre, y estaba a punto de convertirse en alguien como él, y no creía que llegara a apartarse del camino que había empezado a cruzar desde hacía años. Quería complacer a mi padre de las maneras más simples, y si tenía que odiar a alguien, odiaría al mismo grupo que mi padre lo haría… Era complicado, muy complicado que James hubiera dejado todo eso atrás por una chica.

Puede ser, el amor hace locuras, me dijo una voz dulce en mi cabeza. Pero, tú eso no lo sabes.

Sacudí la cabeza para quitarme esos pensamientos de mi mente, y miré a Zoe, sonriendo con sinceridad.

Escuché las palabras de Zoe, que no entendí muy bien por qué me parecieron su sentencia de muerte, y asentí, aunque no pude evitar notar una punzada de dolor en el estómago.

—Sí, sí, desayuno— dije, dando una sonora palmada, tratando de llevar la conversación por otros derroteros más entusiastas—. Me muero de hambre— bromeé, llevándome la mano al estómago, y notando un rugido.

- Bueno, bueno, pero no es de mí de quien estamos hablando...-desvío la pelota. Vuelvo a reírme, no se puede hacer a la idea de lo aliviada que me siento ahora, me he quitado un peso de encima enorme. 

Pongo los ojos en blanco cuando habla de Joni.

- No lo conoces. Es incluso agradable, una vez pasas el muro de hielo y esas cosas...-le digo y le doy un beso en la mejilla-. Pero tú sigues siendo mi chico favorito-le susurro. 

- ¿Te parece que volvamos con los demás? Hay que repartir regalos.

Me levanto y le tiendo la mano a Sirius para que se levante conmigo. Estoy muy sonriente y se me ve muchísimo más animada que antes. Rebusco los regalos que dejé en el árbol para mis amigos y los llevo para allá. 

- ¡Ho-ho-ho, feliz navidad!-imito la voz grave de Santa Claus-. Va, que traigo regalos para todos, hacedme hueco.

Le doy un beso a todos, feliz como unas castañuelas y comienzo a repartir regalos para todos, la mayoría están hechos a mano y no son gran cosa, a decir verdad. A Irina le guiño un ojo cuando le doy los dos paquetitos que tengo para ella.

- Espero que os gusten... y que los disfrutéis con salud...-sonrío a todos, algo más pícara a Irina. 

Cuando veo los regalos de Irina para mi sonrío y exclamo un "woooooo" muy grande y emocionado, después la abrazo y la beso en la mejilla. Ella siempre acierta con este tipo de cosas.