Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Al ofrecer Piojillo un nuevo punto de vista de la cuestión de la que estaban hablando, Pipo le abarcó con el gesto de su cuerpo que invitaba a la respuesta, dado que había acabado de hablar y eso mismo parecía estar esperando de Tarado.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: SEGUNDO DE MES.

¿Qué? Ainsssss... Me exasperas, Preocupado, ya de mañana. Esto va a ser más largo de explicar de lo que me imaginaba. Son los espíritus que nos ponen a prueba, a mi paciencia y a mí. Vale... ¿sabes qué? No te preocupes. La fiesta de anoche fue un poco alocada, lo entiendo, y es normal que ahora estés un poco más espeso. Y yo, recién levantado, tampoco estoy muy fino en mis explicaciones, me conozco. Te diré lo que vamos a hacer... Pásate esta tarde, o cualquier otra que tengas libre, por el salón trasero del Palacio de la Discordia, la zona de los Hostigadores. Mi celda es la segunda contando hacia la izquierda a partir de la puerta derecha de los jardines. No tiene pérdida.

Rastrojo abrió la mano para devolverle a Preocupado su muñeca, y de paso todo el juego completo de falanges. Iba a tener que prepararse un buen discurso, y necesitaba tiempo para mascarlo y hacerlo apto para las mentes de fuera de los círculos de los expertos en energía espiritual, menos habituada a las palabras técnicas.

Siempre que no vengas por la mañana, que duermo hasta tarde... ¡medito! Perdón, quería decir que medito hasta tarde. Pero siempre que sea a una hora razonable, estoy libre para atenderte y darte todas las explicaciones posibles. Hablaremos de los espíritus, los peligros que amenazan el buen hacer de la Compañía, y de las Lineas de Ley.

Hizo un gesto con el dorso de la mano para que Preocupado se marchase y dejase a Rastrojo seguir comiendo su plátano.

Se levantó hastiado. Como hacía años que no se había sentido. En sus tiempos de matón a sueldo la sensación se repetía a menudo. Tenía que hacer su trabajo, y lo hacía, vaya si lo hacía, lo hacía muy bien. Los que dejaban de pagar sus deudas a Usurero, incluso al Gordo, pagaban de otro modo. Había que hacerlo, si no se quería ser el hazmereír de toda la Compañía, no se toleraban los incumplidores, o los que pretendían estafar al jefe, o intentaban engañarle. Entonces el Leñador se ocupaba. Y corría la sangre. Más o menos, un dedo, una mano. La cabeza. El pago dependía de la deuda. No era nada personal, era su trabajo. Pero le hastiaba.

Esa noche había soñado. Un sueño demasiado real, ni la jarra de Grog ni la joven muchacha que había conseguido darle unos minutos de liberación lo habían provocado. Había sido otra cosa. ¡Y había sido tan real...! Hastiado.

Pero cuando salió de nuevo a la sala, a la mañana, a la realidad, lo entendió.

Había sido real, no había soñado, era así. De nuevo, y tampoco nada personal. Sacerdotes y soldados, y los mandos, y la muerte de desgraciados. No importaba si eran esclavos o deudores. Hastiado.

Por algo se había llamado a aquel sitio el Bastión del Dolor...

Le preocupaba la reacción de Rastrojo, no era su intención molestarlo pero realmente no comprendía los mensajes que los espíritus podían estar transmitiéndole a través del chamán. Finalmente el aprendiz de chamán soltó su mano y decidió posponer aquella conversación para más adelante.

Quizás sea lo mejor.

-Te dejaré terminar tu desayuno. ¿Te parece bien que te busque tras el reparto del rancho de medio día cuando hayamos terminado de comer? No quiero interrumpir tus meditaciones Rastrojo.

Tras esperar la confirmación del chamán Preocupado volvió junto a sus compañeros de pelotón mientras meditaba en lo que Rastrojo le había intentado decir, inquieto por no comprender la profundidad de sus palabras.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Había vuelto de su paseo nocturno en mitad de la fiesta, esa noche no había dormido demasiado, pero no estaba cansado. Todo lo contrario se encontraba con energía y con una amplia sonrisa de par en par. La noche había ido bastante bien, salvo por aquella imagen que había visto de madrugada, sabía lo que era y no le agradaba, pero no era algo que él pudiera cambiar. Simplemente lo aceptó.

Llegó a la sala en la que se encontraban sus compañeros, los cuales estaban ebrios y cansados en su mayoría. Él sentía cierta pesadez de ideas, el vino le había adormecido los pensamientos. Por suerte para él, a medida que iba pasando el tiempo, esas sensaciones iban desapareciendo. Aprovechó aquellos momentos de descanso hasta que les ordenaran volver.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Pipo seguía conversando en un rincón, mientras se atiborraba de fruta, con Tarado y Piojillo, que se les había unido. Acababa de terminar Tarado cuando él mismo intervino. La gente entraba, despejada o no, a la sala. Y salían. Los gestos de pesadumbre para los que habían percibido los hechos inquietantes de la noche anterior no parecían ir con el flautista de la peluca. Él, aparte de que no había probado el alcohol, no se inquietaba fácilmente por estas cosas.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES. Durante la fiesta (retrospectiva)

Poco antes de irse a su cuarto, busco a Ansia de Dominio. Una vez lo encuentre, me acerco para hablar con él.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Escudo se levantó, había sido una mala noche llena de pesadillas y no se encontraba de humor para ver a nadie. Bajó a la sala de la fiesta del día anterior y solo su experiencia como soldado hizo que no vomitase. Se sentía realmente mal, no recordaba haber tomado nada especial la noche anterior pero la verdad es el intenso dolor de cabeza no le permitía recordar mucho.

Vio que Niño Guerrero estaba ya por allí y al parecer en mucho mejor estado que él. Pipo parecía que fuera a empezar la fiesta.

Intento recomponerse un poco... no desayunaría nada, lo que le ayudaría a estar un poco más alerta. Buscó con la mirada otros miembros de los exploradores y esperaba alguna orden concreta, entretanto procuraba descansar y despejarse. 

Niño Guerrero y Escudo se habían levantado también. Ambos parecían estar buscando unos momentos de descanso, posiblemente habrían tenido una mala noche, como él mismo. Se acercó, sería bueno despejar un poco la mente con algo de charla. Y por otro lado no veía aún a Serpiente, con quien quería cruzar unas palabras, si es que su hijo quería atenderle.

-No os voy a decir que sean buenos los días, mentiría. Pero os lo deseo: Buenos días. Mejores que la noche, que ha sido funesta, aunque más para esos pobres diablos que ayer nos sirvieron. ¿Habéis podido dormir...?

Tomó una copa de agua, la miró como asegurándose de que realmente era eso, agua, y se la tomó de un trago.

-Os debo el final de mi historia. Muy realista, si hago caso de lo que nos rodea. La resumiré, para no extenderme ahora que se supone que pronto partiremos. Humm. Estaba en el punto en que el hombre había pedido a Colmillo y al resto de jabalíes que libraran a su pueblo del lobo, a cambio de la comida que quisieran ¿no? Creo que sí...

Tras ver acercarse a Ikharus, Escudo toma agua del mismo contenedor en una copa limpia... o al menos lo suficientemente limpia para su percepción.

- Mala noche llena de pesadillas - indica Escudo - pero creo que me vendrá bien conocer el final de la historia antes de partir.

Escudo queda a la expectativa.

Estaba cerca de Escudo, cuando Ikharus llegó al lado de ambos. Se encontraba aceptablemente alegre y menos cansado que sus compañeros a juzgar por las expresiones que mantenían en sus rostros. La emoción de que todo fuera diferente, le mantenía activo y despierto, deseando saber que ocurriría después.

- Niño Guerrero no durmió mucho, pero no está demasiado cansado por el momento. Aún puede aguantar bien, seguir durante el resto del día en pie. - Palmeó su pecho como muestra de esa capacidad.

Sus ojos se abrieron de par en par al escuchar, que Ikharus continuaría con la historia que les había dejado a medias la noche anterior. El explorador se frotó la manos por la emoción y esperó a que el leñador continuara con su relato, justo por la zona en la que lo había dejado.

El viejo asintió. Se recostó en el muro, y prosiguió su relato como si hiciera apenas un par de minutos que lo hubiera dejado.

-Pues bien, Colmillo y sus compañeros estaban dispuestos. Se animaron unos a otros, derrotarían al lobo asesino de gallinas y ovejas, lo despedazarían. Prepararon una estrategia, y la llevaron a cabo. Lo localizaron, lo rodearon, y atacaron desde todos los flancos. El lobo se defendió con sus dientes afilados, con sus garras. No era un enemigo fácil, no creáis. Varios jabalíes cayeron malheridos, sus gañidos se escuchaban hasta en el poblado.  Pero finalmente, el lobo sucumbió. Colmillo estaba orgulloso de los suyos, eran valientes, habían luchado bien. Y se habían ganado la recompensa prometida.

Volvió a llenar la copa de agua, y a beber.

-Entonces regresaron al poblado. El líder de la manada gritó que habían matado al lobo, que salieran a verlo. Lo habían arrastrado entre varios, y lo dejaron en el suelo, frente al hombre. Mostró a los hermanos heridos, para que viera que habían sido bravos guerreros. -Ikharus hizo una pausa, y les miró intensamente.- Tan bravos guerreros como nosotros, como los hombres de la Compañía, ¿no os parece...?

No esperaba respuesta, era simplemente una constatación. Una comparación.

-El hombre abrió las puertas del poblado, y fueron recibidos como héroes. Les agasajaron, y prepararon una gran fiesta en su honor. Les dieron frutas, verduras, les bañaron, les curaron. Les dieron cuanto quisieron. Colmillo comió y bebió hasta hartarse, eructaba henchido, la panza tan llena que le pesaba como un tonel.- De nuevo una pausa, de nuevo esa mirada intensa.- Tan agasajados como ayer lo fuimos nosotros, ¿cierto...?

De nuevo llenó la copa de agua, de nuevo hizo un trago largo hasta vaciarla. Entonces levantó los ojos y les miró en silencio. Y, finalmente, acabó su cuento.

-Y cuando todos estaban tan hartos que no podían tragar ni un guisante más, se durmieron. Y los hombres del poblado los mataron, los despellejaron, los pelaron y los asaron. Y la fiesta continuó con ellos de protagonistas: se los comieron.

El joven explorador se emocionó al ver que la historia continuaba y finalmente iba a poder enterarse de como acababa la historia de Colmillo, el relato se había interrumpido en la parte más interesante y tal y como estaba la situación, no podía imaginarse como iba a continuar.

Durante unos instantes dudó en recoger alguna pieza de fruta con la que disfrutar mientras escuchaba el relato, pero al igual que el día anterior, descartó esa idea. Prefería centrarse en la historia usando todos sus sentidos. Por norma general lo que Ikharus le decía siempre tenía un poso más profundo que necesitaba de toda su atención para ser comprendido y en ocasiones, ni por esas.

Entrecerró los ojos imaginando la batalla entre los jabalíes y el gran lobo. La imaginó como un hecho cruento pero a la vez emocionante, como imaginaba las batallas pese a que las que él hubiera vivido no las recordaba así. El chico asintió a la comparativa que Ikharus hacía entre ellos y los jabalíes, pero no habló para no interrumpir sus palabras.

Asintió de nuevo ante la comparativa que volvía a hacer y esbozó una sonrisa creyendo entender que era lo que estaba diciéndole aquel hombre. El paralelismo entre la situación de los jabalíes y su propia compañía de mercenarios. Ellos tenían que cazar al lobo que estaba tras la Puerta de Galdan.

El explorador frunció el ceño y suspiró sin mucha gana, la conclusión teniendo en cuenta el posible paralelismo era poco menos que peligrosa. No pudo evitar mirar a todos los lados preocupado y finalmente preguntar - ¿Ikharus quiere decir lo que Niño Guerrero cree que quiere decir? -

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: DÍAS POSTERIORES A LA CEREMONIA DE ENTREGA DE DÁDIVAS, ANTES DE SALIR PARA EL CAMPAMENTO.

Se entregó al ejercicio físico durante todos estos días. Paraba para beber cantidades industriales de agua y comer con parquedad. En general, corría por el campo: una vuelta, dos vueltas, tres vueltas, cuatro vueltas... muchas vueltas. Se convirtió en parte del paisaje la figura sudorosa de Pipo con todo su equipo (peluca, abalorios, armamento, correajes y todo: de punta en blanco) sudando la gota gorda en carreras constantes que, de vez en cuando, se veían interrumpidas por brincos o ataques inesperados a los monigotes de entrenamiento.

Los encargados de hacer monigotes de entrenamiento, por cierto, aprendieron lo que es el trabajo duro: cuando se entregaba a ellos no quedaba astilla sin desmenuzar. Como de costumbre, Pipo no luchaba con nadie.

El primer día invitó a ir con él a Tarado, su nuevo hermano de capa, y a Piojillo, pero todo el mundo tuvo la ocasión de ser invitado a la voz de:

Pipo siente un hormigueo en las plantas de los pies: saltar, correr, saltar, correr. Pipo quiere moverse mucho, mucho. Brincar y saltar, y correr y brincar, y beber agua: mucha agua.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

HORA: POR LA MAÑANA

No había podido dormir bien. La conciencia y cierta tristeza me pesaban demasiado como para conciliar el sueño, y, dejando a Matagatos en el lecho, decidí volver temprano a la sala de la ceremonia a devolver las dos copas prestadas y la botella, que al final apenas había probado. Rebusco cualquier cosa rápida para desayunar, aunque no como gran cosa. El estómago amenaza con volver a sacar cualquier cosa que yo le meta.

No me fijé demasiado en quién estaba aún por allí, aunque las voces de los hombres que hablaban entre ellos terminaron por llamar mi atención. Al levantar la mirada, vi a Keropis, y lo que debía ser el fruto de su dádiva. No pude evitar que un escalofrío me recorriese el cuerpo al ver a aquella chiquilla, y aparté la vista rápidamente.

En contrapartida, Pipo me hace sonreír con su energía. Por un momento deseé ser tan despreocupada como él, o al menos aparentarlo. Me dieron ganas de acompañarlo en su carrera, sin embargo no me apetecía correr. Decido salir de allí en silencio, y buscar un lugar apartado donde pasear.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

HORA: POR LA MAÑANA.

Parecía que la mayoría iba a dormir hasta tarde y no iba a poder preguntar sobre lo que al parecer me había perdido durante la noche. Pero no era necesario. La historia de Ikharus me llamó suficiente la atención como para acercarme al grupo que charlaba. Mantuve la distancia no queriendo inmiscuirme en aquél grupo con soldados cómo Escudo y Niño Guerrero, con quienes tal vez sólo había cruzado saludos en toda mi vida. Aun así, pude escuchar la conversación y la historia del viejo Leñador y no era necesario ser una eminencia para entender qué estaba implicando con aquellas palabras y los comentarios alrededor.

No podía creerme lo que oía. Cierto que no tenía ningún tipo de conexión con aquellos esclavos, pero no llegaba a entender el porqué de aquella masacre. Y si las suposiciones de Ikharus enmarcadas en una historieta eran reales...

"No. Ellos eran esclavos. Nosotros somos soldados, y somos quienes les traerán esa victoria tan deseada. No se atreverían..."

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Sabandija llegó al Gran Salón rebuscando comida como un cachorro hambriento, mirando en las mesas, olfateando aquí y allá. Tras inspeccionar algunos restos se arriesgó a llevarse los más apetecibles a la boca.

¡Qué hambre!

Los esfuerzos físicos realizados durante la larga noche hacían mella en el cuerpo del explorador, ya poco acostumbrado, tras su convalecencia, al ajetreo. Buscó con la mirada a algunos de sus compañeros y se acercó a ellos.

- ¿Qué tal habéis pasado la noche?- Preguntó a Piojillo y Tarado con una sonrisa de oreja a oreja. El explorador, al contrario que de costumbre, caminaba con las piernas arqueadas, como si hubiera estado montando a caballo en una jornada interminable o sufriera algún tipo de escozor en la entrepierna. Su pelo, que el día anterior había refulgido reluciente, ahora estaba apelmazado. Su otrora elaborado peinado dejaba mucho que desear y le faltaban varios de los abalorios que había lucido orgulloso durante al ceremonia. La larga capa negra seguía cubriendo su atrofiado brazo y le ayudaba a disimular el tembleque de sus piernas.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

Cuando Sabandija se dirijió a ellos, Piojillo lo recibió con una amplia sonrisa, como era habitual en él. Tras acercarse y darle los buenos días le comentó, en tono de sorna.

- La verdad que la noche fue algo agitada... - Comentó el campamentero, pensando que quizás Sabandija no fué testigo de los actos que vió anoche, al encontrarse cumpliendo otros menesteres. - Pero seguro que no fué tan agitada como la tuya. Dinos, Sabandija, ¿Te queda algún hueso sano después de dormir con tu nueva amiga? - Soltó una risotada.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: SEGUNDO DE MES.

MEDIODÍA.