Kallmall recoge sus ganacias cuando el Sargento Rompelomos le entrega sus monedas de su sueldo como Cabo del Primero.
Lemur bebe en silencio varias copas de vino tinto.
Mostaza se rasca la cabeza mientras devora unas chuletas de cerdo.
El frío explorador aceptó la comida sin reparo y declinó la bebida. Era sabido que la bebida cambiaba a la gente y a él le gustaba estar lúcido en todo momento. No le atraía la bebida ni los efectos de los que muchos alardeaban.
Se comió su escudilla, mirando alrededor como perro que vigila que nadie se acerque a robarle lo suyo. Cómo casi siempre, sólo, pero era algo a lo que estaba acostumbrado y que no le molestaba. Las palabras estaban sobrevaloradas...
El banquete comienza y los soldados comienzan rápidamente a repartir los alimentos y los bebestibles. Me mantengo en un rincón y saco mi pellejo con agua y comienzo a beber mientras me mantengo apartado de la algarabía que inunda la celebración. Mientras me mantengo aislado, pienso en lo que sucede y en como desencadena esta respuesta en mí:
"No confío en estas gentes, adoradores y sometidos a un poder corrupto. No confío en nadie de estos y considero imprudente a los miembros de La Compañía por hacerlo. ¿Quizás qué suciedad pusieron en los alimentos? ¿Quizás que asquerosidad acostumbran comer? Son gente sucia y sin alma, por lo que no me someteré a sus costumbres y su vida, no probaré sus alimentos y no beberé su vino. Solo lo que sea preparado por La Compañía, pues el resto, para mí, está totalmente podrido."
Me quedo apartado y atento, con mi espada esperando dentro de su funda pero rugiendo ante la idea de que alguien osase traicionarnos, pues mi filo no dudaría en salir y cobrarse la deuda en sangre. Mi expresión es serena, pues en realidad nunca expreso mucho, pero mis ojos no se detienen un momento de escrutar todo a mi alrededor.
Con una expresión de repugnancia en lo que se ve de su rostro parcialmente enmascarado la bruja pronuncia unas palabras ininteligibles al tiempo que voltea la capa en una espiral de color naranja, antes de desaparecer por completo.
Al parecer los soldados regulares del ejército de Cho'n Delor no están invitados al banquete en honor de la Compañía Negra. Muchos se van retirando, dejando sólo a unos pocos, los que están de guardia, que se mantienen apartados.
Ansia de Dominio se acerca al Capitán con una especie de extraña sonrisa espeluznante en su rostro inhumano.
- "Capitán. Me gustaría darles una pequeña gratificación de mis recursos propios a los nuevos Soldados. ¿Es posible?" -
Ansia de Dominio saluda con una reverencia al Capitán, en un gesto de cortesano, antes de acercarse con movimientos en apariencia lentos, pero en realidad raudos, hacia R'Gaa.
Se sitúa delante de la exploradora antigua Nubes Dispersas y alarga hacia ella un brazo marchito, prácticamente cadavérico, con la palma abierta hacia arriba.
En esa mano abierta brilla y reluce una solitaria moneda de plata.
El portador del estandarte de Cho'n Delor se retira.
Asesina mira a R'Gaa con ojos envidiosos.
Casio felicita a los nuevos Soldados, especialmente a Lengua Negra, y brinda por ellos usando su jarra de cerveza.
Chupamelpie está mordisqueando un gran trozo de cochinillo asado. Se acerca a Campaña, que está dando cuenta de un costillar entero.
- "Eres un comilón, Campaña. Aunque con ese cuerpo es lo más normal." -
- "Vaya numerito que ha dado Serpiente. Intenté enseñarle algo de sensatez hace unos días, pero me temo que fracasé por completo." -
Keropis vagaba alrededor del banquete, mirando a todos, como si estuviera haciendo guardia para que no pasara nada, pero se detuvo un momento al escuchar la música y ver a Plumilla empezar a bailar al ritmo de la música, tras lo que siguió con su paseo.
Cielo mastica en silencio, sumido en sus propios pensamientos.
Correcta se acerca a Lengua Negra.
- "Por fin llegó el momento de tu juramento, Soldado. ¿Te sientes en algo diferente?" -
URO no parecía estar disfrutando de la fiesta. Y, lo que era infinitamente más extraño aún, tampoco parecía encontrar especial regocijo en el fastuoso banquete que sus patrones le ofrecían, quizás el mayor que hubiera presenciado jamás. Tan solo se contentaba con masticar una enorme pieza de ternera con gesto ausente, una casi tan grande como su antebrazo, de todos modos, pero apartado del resto de sus camaradas y sumido en un completo y pensativo en silencio.
Su otrora fiera y penetrante mirada se hallaba ahora algo apagada, cubierta por un misterioso velo de sombras, y perdida en algún punto indeterminado de las insondables alturas de aquella imponente construcción. Por momentos, casi parecía detenerse en los reflejos sanguinolentos que cubrían la muralla Norte del Bastión, donde la macabra ofrenda aún espesa y fresca de los sacrificios empapaba los antiguos bloques de piedra.
Sin embargo, los pensamientos del bárbaro discurrían por otros senderos, apartados de aquellas frías paredes de desesperación y dolor, aunque no por ello menos lejanos y terribles… pues eran los oscuros rincones de su propia alma negra…
Cresta busca a Khadesa entre la multitud de Hostigadores.
- "¿Cómo estás? Parece que a tu Pelotón cada vez le va mejor." -