Partida Rol por web

- Keropis, Plumilla, Belleza, León Anciano, Ojopocho, Caracabra, Khadesa y todos los miembros presentes del nuevo Pelotón de Reservas salen hacia el Palacio de la Discordia.

- Guepardo, Campaña, Mentiroso y Pelagatos esperan a que Ponzoña decida ponerse en marcha.

Tarado había pasado toda la noche meditando, mientras el resto estaba de juerga. Y aunque su filosofía era mantener la paz, ansiaba ser un buen guerrero, así que decidió que, tras la meditación a la que se había sometido, y algún que otro placer terrenal, que realmente algún que otro poderoso brebaje sí había bebido, así como inhalado el humo de místicas plantas, decidió que era buena hora para retirarse.

- Me uno a vosotros - le habló serenamente a Campaña y Pelagatos en un tono que parecía no admitir réplica. - Mañana nos espera un día duro y deseo retirarme a descansar - sentenció.

A continuación, se volvió a sumergir en una meditación, a la espera de que sus compañeros estuviesen preparados. No obstante, prefirió no abstraerse demasiado, no fuese a ser que se marchasen sin él.

Asiente ante las palabras de Pelagatos.

Si te marchas ya voy con vosotros- te dice- al fin y al cabo ya no tengo nada mas que hacer aquí- busca con la mirada a R´Gaa y tras encontrarla se acerca a ella. Durante prácticamente toda la ceremonia no había ido a su encuentro- creo que nosotros nos vamos a ir ya. Si te apetece venirte eres bienvenida.

- Guepardo, Campaña, Mentiroso, Pelagatos, Tarado y Sicofante ya están listos para marchar, aguardando la respuesta de Ponzoña y R'Gaa.

-Sí, es hora de partir. Nos aguarda un nuevo día de entrenamiento y si no queremos parecer lombrices en el fango es justo que acabemos con la celebración. Marchemos.

Lengua Negra había sido testigo de la progresiva desaparición de unos y otros. Apenas había bebido y deseaba continuar allí, libre de todo, gozando de su nueva condición, pero la sensatez se impuso cuando vio agruparse a varios de sus compañeros.

-Yo también me voy -dijo acercándose al grupo con el cual hablaba Ponzoña-. Ya es noche avanzada.

La fiesta ha avanzado a través de la noche y la oscuridad del cielo se volvió completa hace varias horas. Muchos de mis compañeros han disfrutado de la celebración de manera completamente despreocupada y en parte siento envidia de su capacidad de tener calma irresponsablemente. Lamentablemente (o quizás para mejor), yo soy incapaz de ello y no puedo entregarme a los placeres sin pensar en las consecuencias, por lo que decidí no celebrar ya que no confío en nuestros anfitriones y no me gusta la idea de ser emboscado.

Mis hermanos comienzan a hablar de volver a nuestro lugar de descanso, en grupo como nos ordenaron. Me pongo de pie y me acerco a Ponzoña y Campaña para acompañarlos, pues yo también deseo retirarme. Prefiero dormir y así poder entrenar al otro día sin tener tanto sueño de haberme quedado en un celebración en la que no compartí.

- Guepardo, Campaña, Mentiroso, Pelagatos, Tarado, Sicofante, Ponzoña, Lengua Negra y Peregrino se retiran, junto con la mayor parte del Pelotón de Arqueros presente.

Uro se había mantenido ensimismado en sus oscuros pensamientos durante toda la noche, alejado del resto de sus camaradas y sin prestar demasiada atención a las charlas que se iniciaban en sus inmediaciones. No le importaba lo que sus compañeros pudieran decir. Su necesidad de encontrar respuestas era tan grande que no podía darse el lujo de perder el tiempo con los desvaríos de aquellos necios. Pues ninguno parecía entender lo que estaba ocurriendo. Ni en aquel blasfemo lugar ni, mucho menos, en la impenetrable y perturbada cabezota del salvaje.

De modo que, con aire ausente y meditabundo, el bárbaro tan solo se había limitado a masticar sombríamente la descomunal pieza de carne que le había tocado en suerte, tal vez los cuartos traseros de alguna bestia demencial, moviendo sus mandíbulas de forma espasmódica y desapasionada, casi mecánica, sin evidenciar ni la más mínima señal de gozo o deleite durante todo el proceso.

A la par de ello, el salvaje acompañaba su amargo banquete con ingentes cantidades de aquel particular vino de la zona, el cual poco a poco iba se iba abriendo camino hasta las regiones más insondables de su rudimentario cerebro.

Quizás fuera por ello, por ese leve entumecimiento etílico que ya comenzaba a enturbiar sus sentidos, que el fornido k´hlata apenas si se dignó a contestarle a aquellos pocos temerarios que se acercaron a cruzar unas palabras con él. No llegó a gruñirles o a arrojarles cuantos objetos tuviera a mano, por supuesto, como quizás hubiera hecho algunos meses antes. Pero tampoco hizo el menor intento por prolongar las conversaciones.

El primero de todos había sido ese fiero guerrero que muchos conocían simplemente como “GARZÚNG”, que había saludado al antiguo “Cazador de Cabezas” como a la pasada, con un comentario que, de provenir de otros labios, bien podría haber sonado como una simple chanza intrascendente.

- “Con tantas celebraciones nos vamos a volver débiles. Deberíamos de estar entrenando o luchando”. – había dicho el veterano miembro del pelotón de infantería, ante lo cual Uro había reaccionado dedicándole una curiosa y penetrante mirada.

En verdad, era imposible para el salvaje determinar si había realmente una crítica velada en aquellas palabras. Y menos en el estado en que se encontraba. Quizás por ello, o tal vez porque su cuerpo sencillamente no le permitía hacer nada más, tan solo se limitó a alzar con gesto hosco su jarra de vino, en señal de respeto y fraternal saludo.

Más tarde, fue aquel que llamaban MARCADO quien interrumpió el contemplativo retiro del guerrero. Aunque, en esta ocasión, el explorador parecía más decidido a explorar el misterioso silencio del Hostigador.

- Saludos, guerrero sagrado. ¿Mataste a muchos “Chacales” en aquella emboscada? – fueron las palabras del viejo tutor de Uro, a las cuales el recién ascendido soldado respondió con un prolongado silencio.

Finalmente, y casi a regañadientes, Uro alzó con desgano su mano izquierda, momentáneamente liberada de la pesada carga de su jarra de vino. Solo dos espeluznantes falanges sobresalían del tosco puño cerrado del guerrero.

- No muchos. Solo dos… y uno no morir. – escupió casi con desprecio, como si bastara aquel mero recuerdo para hundirlo aún más en ese particular estado de extraña amargura que lo dominaba.

Pasó un buen rato hasta que el bárbaro volvió a abrir la boca. Un rato en el cual ninguno de los dos guerreros sintió la necesidad de romper el reconfortante silencio que los envolvía. Como si realmente no tuvieran más nada para decir… o como si no necesitaran palabras para entenderse.

- Marcado… - irrumpió de repente el moreno k´hlata, en un tono bajo y sombrío que se parecía mucho a un susurro, casi en tono de confesión - ¿Qué pensar de nuevo patrón?

- "Que tienen mucha plata y mucha hechicería." -

Jabalí levanto su mirada del fondo de la jarra que ahora sostenía en sus manos, vacía hacia rato y en cuyo fondo había estado ensimismado un buen rato. Había escuchado las voces de sus compañeros que opinaban que era mejor volver, pero el no se había movido ni pronunciado al respecto. Se debatía entre llenar de nuevo aquella jarra de liquido e ir con ellos.

Un fuerte erupto salio de lo mas profundo de su interior y miro alrededor. Vio salir al ultimo de sus compañeros y desaparecer de su vista. Y volvió a mirar el interior de la jarra.

Bah! Volvamos con ellos. Aquí ya no se me ha perdido nada.

Jabalí dejó la jarra en el primer sitio que encontró y camino detrás de sus compañeros. Conforme salió, aligeró el paso para alcanzarlos rápidamente. Era mejor volver en grupo, y no le llevaban mucha ventaja. Los alcanzaría enseguida.

- El alcohol le juega una mala pasada a Jabalí, pues hace largo rato que el anterior grupo se fue, aunque para él hayan sido como meros segundos.

- Tendrá que esperar a que se forme un nuevo grupo.

- Avestruz y Piojillo parecen dispuestos a marcharse, así como el Pelotón de Exploradores.

Chaman Rojo emerge de un oscuro rincón en donde había llegado a ser olvidado por el resto, nunca había entendido mucho el porque de emborracharse.
No había querido marcharse con los primeros, ni quería ser de los últimos, con gesto despreocupado pero tembloroso andar se acerca hacia el grupo de los que se preparan para marchar. En su estancia en el rincón, ha sustituido sus habituales pinturas de color brillante, por un rojo mas apagado, casi marrón, mas mimético.
Murmura por lo bajo en un lenguaje arcaico, es su petición a los espíritus, un galimatias ininteligible del que solo se descifran algunas palabras acerca de  la protección de los espíritus y gacela, el tótem de los viajes, mientras manosea un fetiche que cuelga de su cuello, una punta de cuerno de gacela, un saquito de piel de gacela con un misterioso contenido, todo ello atado con tendones del mismo animal.
Parece absorto en sus oraciones, pero no pierde detalle de cuanto le rodea, sonidos, movimientos, olores, o incluso el tacto del suelo bajo sus pies teñidos de rojo.

Como cualquier otro integrante de la Compañía, Cochinillo tenía sus prioridades, y cuando había comida y bebida de por medio, prefería aprovechar estos momentos a comenzar cualquier tipo de conversación que no llevaría a ningún sitio. Eso lo dejaba para otros momentos en los que no hubiese comida y bebida, o si alguien comenzaba algún tipo de conversación con él.

La carne le gustaba, poco o muy hecha, era carne y regada con un poco de purpúreo vino siempre era un manjar. Solía sentarse cerca de Piojillo que, como su segundo, siempre podrían tener cosas que planificar o debatir, aunque esta vez no era una de esas.

Una vez acabada la cena, permanezco ensimismado, mirando el fuego que crepita a la luz de la luna y las estrellas, pensativo, o más bien embobado hasta que un sonido me saca de mi estado. Al levantar la cabeza, veo a Piojillo y Avestruz dispuestos a retirarse junto con el pelotón de explorados. Con un leve asentimiento de cabeza, pongo las manos sobre las rodillas para levantarme Si, creo que es un bueno momento para retirarnos digo mientras recojo las pocas cosas que tengo y me dispongo a seguirles.

Los alcanzaria enseguida.....o tal vez no....

Jabalí bizqueó cuando salió al exterior y no vio a ninguno de los suyos. Curiosamente vio como el camino que se abría ante se inclinaba primero a la izquierda y luego a la derecha. Parpadeó sorprendido y otro erupto irrumpió en la noche. Jabalí gruñó.

Maldita bebida... era más fuerte de lo que pensaba...

Desandó la poca distancia que había recorrido buscando a los compañeros que aun quedaban para ver si alguien tenía pensado volver y nada mas entrar en la sala le pareció que un nuevo grupo se estaba formando.

-¿Volveis? Me uno al grupo -le dijo a Cochinillo cuando consiguió llegar hasta el.

- Jabalí, Avestruz, Piojillo, Chamán Rojo y Cochinillo están listos para regresar al Palacio.

- Jabalí, Avestruz, Piojillo, Chamán Rojo y Cochinillo, junto con el Pelotón de Exploradores y la mayor parte de los Campamenteros restantes salen del Bastión del Dolor en dirección al Palacio de la Discordia.

- Atrás quedan Dedos, Derviche, Matagatos, Pulga, R'Gaa, Uro, y los miembros del Pelotón de Infantería.

- MENOS DE DOS HORAS PARA EL ALBA -

Derviche pasó toda la noche de la fiesta arrimada a un rincón. El dolor apenas le permitía moverse. No le apetecía comer o beber nada. Estaba segura que todo aquello era malo porque no podía sentir la presencia de su Diosa.

Según pasaba el tiempo, Derviche intentó mantener su mente alejada de todo aquello.

Después de mucho tiempo, con un gesto de sorpresa, miró alrededor y se dio cuenta de que mucha gente ya se había marchado. Estuvo parada un buen rato hasta conseguir fuerzas y superar el enorme dolor que aún recorría todo su cuerpo, con pequeños pasos se acercó a los que habían quedado y esperó a que un nuevo grupo se formara para poder salir de esa fortificación que a ella no le había proporcionado más que dolor.

Matagatos asintió ante las palabras de Lengua Negra y sonrió durante ese momento íntimo que podía compartir con su primo, a pesar de estar rodeados de toda la Compañía y bajo la atenta mirada de la plana mayor de Cho'n Delor.

-Hermanos y primos, bien dices. No tienes nada que agradecerme, esto te lo has ganado tu solo, te aseguro que tu me has enseñado muchas más cosas de las que yo he podido enseñarte a ti.

Recordó todo el esfuerzo de su primo por enseñarle a leer y escribir mejor y también para perfeccionar su habilidad con los idiomas. Nunca había escatimado ninguna atención hacia él y no podía estar más orgulloso de ser su Hermano de Capa en aquel momento.

Se calló cuando el Señor del Dolor salió del segundo plano en el que se había intentado mantener y comenzó a hablar. El anuncio de su ausencia no le hizo entristecer, ni tampoco el sacrificio de criminales en su honor, a Matagatos le repulsaban ese tipo de cosas, pero debía respetar las costumbres y caprichos de su nuevo empleador, como el resto de la Compañía. Estaba acostumbrado a la sangre y las vísceras de la batalla y de las heridas posteriores que había atendido a lo largo de su vida, pero el baño de vísceras que se hizo posteriormente le hizo mirar hacia otro lado con desprecio.

Afortunadamente la voz del Capitán ordenando romper filas hizo que sus pensamientos se centraran en otros asuntos más agradables, aunque le pilló por sorpresa que el Capitán se dirigiera a él en aquel momento, su reconocimiento como Soldado Novato era todo un orgullo para él. Se puso firme y saludó al Capitán golpeando con su brazo derecho en el pecho.

-Gracias Capitán, es todo un orgullo para mi.

Su primo fue el primero en felicitarle en cuanto se marchó el Capitán.

-Gracias primo, pero con los gastos que tenemos últimamente creo que no llegaremos a ricos nunca, me conformo con no endeudarme. Pero tienes razón, es hora de celebrar, ya habrá tiempo de pensar en otras cosas.

Aunque, como siempre la felicidad nunca dura mucho en la Compañía. Tras unas cuantas felicitaciones Escupeculebras apareció para pedir explicaciones de lo que había pasado con Serpiente.

Por un momento pensé que podría tener un resto de noche tranquila... Que ingenuo he sido.

Se volvió hacia Escupeculebras y le explicó lo sucedido.

-Había advertido a Serpiente que no quería que hiciera ninguna tontería más y durante el desfile no paró de hablar y molestar a sus compañeros, pero al llegar aquí no se le ocurrió otra cosa que salirse de la formación y comenzar a reírse y decir cosas sin sentido. Pensé que era mejor apartarlo antes de que hiciera algo peor que nos avergonzara aún más.

Esperaba que con eso el mago se diera por satisfecho, en realidad no había ningún otro motivo. El comportamiento de Serpiente en los últimos días estaba siendo tan caótico que era mejor no arriesgarse a que se le ocurriera alguna otra forma más llamativa de atraer la atención sobre si.

Las felicitaciones seguían llegando, esta vez era Drama el que se había acercado para hacerlo. Matagatos se encogió de hombros ante sus palabras y recordó todo lo que había pasado desde su partida del campamento de la Compañía, muchas cosas habían pasado desde entonces.

-Gracias Drama, supongo que he podido salir de los apuros con éxito hasta ahora y todo gracias a que tengo un grupo de compañeros estupendo.

Acompañó sus palabras alzando una jarra mientras saludaba a sus compañeros y a todos los que se habían acercado a felicitarles y tomó un largo sorbo, cuando Dedos se acercó le dedicó una amplia sonrisa y se puso a su lado mientras la cogía de la cintura y entrechocaba su jarra con la copa de ella.

-No seas tan formal, que ahora estamos de fiesta, no pienso daros ninguna orden hasta... dentro de unas horas probablemente jajajaja.

No pudo evitar recordar la última ceremonia de jura donde se habían convertido en Hermanos de Capa y la celebración posterior. Nunca se le olvidaría aquella noche por muchos motivos y esperaba que esta fuera tan buena como la anterior.

Cuando el Teniente y Analista se acercaron para entregarle la paga de su pelotón Matagatos les saludó afectuosamente, aunque siempre manteniendo el respeto debido hacia ellos y tomó la bolsa con las monedas que le tendían.

-Gracias. Me encargaré de que todos reciban su parte.

Colgó la bolsa en su cinturón y lo ató con cuidado asegurándose que el nudo fuera lo suficientemente fuerte, no quería perder el dinero de sus compañeros. No tenía prisa por repartirlo en aquel momento dado que algunos de sus compañeros no estaban presentes, aunque si alguno le reclamaba su parte no tendría problema en dársela allí. Al día siguiente podía dejar que Lengua Negra repartiera tranquilamente el dinero como tesorero de los Hostigadores que era.

Saludó a Vieja Guardia que con tanto empeño le había entrenado en las luchas cuerpo a cuerpo.

-Estoy orgulloso de ellos Vieja Gloria, se merecen todas las felicitaciones que reciben.

Brindó con su maestro y con sus compañeros nuevamente mientras escuchaba las palabras de Zu y de Vivo.

-Rastrojo ha tenido las mismas oportunidades que el resto de nosotros, si bien los espíritus no parecen haberlo acompañado hasta ahora. Pero seguro que en la próxima ceremonia de jura será uno de los candidatos.

El que Rastrojo no estuviera presente le hacía más fácil decir cosas buenas del chamán, que le había demostrado ciertas habilidades, si bien era cierto que hasta el momento no las había utilizado correctamente. Otra cosa era la turbulenta relación personal que mantenían desde hacía tiempo, pero aquello procuraba dejarlo apartado cuando se trataba de los asuntos de los Hostigadores y la Compañía Negra.

Siguió celebrando el resto de la noche hasta que se dio cuenta que tan solo quedaban unos pocos dentro del recinto.

-Deberíamos volver.

Se dirigió especialmente a Dedos, R'Gaa y Uro que estaban bajo su mando, aunque también extendió la invitación a unos pocos campamenteros que todavía permanecían allí.