Partida Rol por web

R'Gaa levantó la cabeza, sobresaltada, al escuchar la voz de Sicofante.

Antes tendría que haber pensado en él, si sólo con una vez ya ha bastado para traerle...

- Oh, hola. Estaba probando esto. Nunca antes había dormido en una cama. En realidad, desde que dejé mi tribu, ni siquiera he dormido bajo un techo sólido, sólo en la tienda de Khadesa.

Se movió un poco, balanceándose, y se rió como una chiquilla.

- ¡Será divertido! - Se levantó, y fue hacia la ventana. - Se ve el jardín desde aquí, y el cielo. De noche, antes de dormirme,  veré las estrellas, y la luna. Ah, y... claro, sí. Si quieres podemos ir a recorrer juntos el Palacio, y hablar un poco.

Si hubiera apostado su dinero lo hubiera perdido todo: aquello iba a ser “El Campamento”. No entendía de ciudades, de estructuras ni nada semejante, pero… “Cuántas posibilidades. Extraño, peliagudo pero veo posibilidades”, se dijo no sin cierta inquietud. El lugar abrumaba, eso era obvio.

En cuanto anduvo por el interior observó las celdas, las puertas, las… ¿cerraduras? ¿Las había? Era algo que se fijaría con mayor y discreto detalle en otra ocasión. El lugar prometía y ella ya estaba acostumbrado a los espacios cerrados. Por el momento eligió una celda, que daba al jardín, y dejó allí sus cosas bajo el camastro (menos cosas a la vista, menos tentación).

Como había acordado con un “por supuesto” y una sonrisa a Matagatos se dedicó a atender a su primo inconsciente. Como hasta el momento se preocupó de acicalarlo, revisar los vendajes y estar atenta a cualquier cambio del paciente. Nada del otro mundo.

Pensó en la maldita tienda de campaña y si ahora, visto el lugar donde iban a residir, merecía la pena. Como siempre su pragmatismo se impuso y decidió posponer el dilema hasta saber cuánto tiempo iban a permanecer allí.

- ¿Pelagatos? –no era malo buscar una reacción- Chico, te deberían dar un premio al Hostigador que pasa más tiempo inconsciente. Es broma… -sonrió dándole unas delicadas palmaditas en el hombro- Más vale que cuando despiertes haya alguien contigo porque te vas a quedar boquiabierto con el cambio. Ahora el Campamento es una Fortaleza, aunque no sé si ésto es lo más parecido a una, pero promete ser bastante defendible -o eso supuso- En cuanto me sea posible voy a dar una vueltecita a comprobar algunos... detalles. No puedo contarte cuáles son pero me pica la nariz y una ojeada no viene mal -frunció el ceño- ¿Por qué estoy hablando contigo?

La joven sacudió la cabeza contrariada y se centró en otras cosas.

Después de las intervenciones de Lengua Negra y Khadesa decidió hablar para completar un poco la información que habían ofrecido, aunque en su mayoría ya estaba todo dicho, tan solo el primer episodio en el que Lengua Negra estaba inconsciente.

-Como han dicho Khadesa y Lengua Negra, la Compañía ha sido objetivo desde nuestra llegada. Tras la marcha del grueso del campamento intentaron sorprendernos de nuevo. Unos veinte tipos, de la misma calaña que los que nos atacaron en la ciudad, escondidos entre la paja de un par de carros que se acercaban a nuestro campamento. No eran rival para nosotros y menos contando con el apoyo del Cabo Barril. Pero cuando se acercaban el pelotón del Cabo Cortaplumas salió de su escondite y les hizo unos disparos de advertencia. Volvieron a la ciudad inmediatamente sin presentar batalla. Cuando emprendimos el viaje para venir a Cho'n Delor nos dimos cuenta que esos tipos volvieron a seguirnos. El resto ya lo han contado Lengua Negra y Khadesa: El Cabo Barril decidió enfrentarse a ellos mientras nosotros seguíamos avanzando, fue entonces cuando un grupo de treinta chacales calló sobre nosotros y esos dos que Khadesa vio casi acaban ellos solos con el pelotón de arqueros. Cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba fuimos en su ayuda, pero ya era tarde. Desaparecieron. Todos los detalles están en las crónicas. He decidido que tanto Khadesa como Lengua Negra colaboren en ellas para que haya una visión más amplia de todo lo que pasa. Los chacales acabaron todos muertos, tan solo uno pudo huir y este prisionero que resultó herido en la batalla. No nos ha dicho nada en todo el viaje.

Matagatos dejó de hablar y esperó a que el Capitán, Analista o el Teniente recogieran las crónicas y dijeran algo. Seguía pensando que si hubieran sabido donde se encontraban los arqueros hubieran podido salvarlos y quizá acabar con aquellos dos viles personajes.

Y si los arqueros no hubieran intervenido la primera vez o hubieran disparado a matar el Cabo Barril no hubiera tenido que separarse de nosotros después.

Seguía disgustado por lo que había pasado, aunque no dijo nada.

Cuando tu estés lista- responde Sicofante- ahora mismo, poco podemos hacer. Y a no ser que nos den otras órdenes, creo que tenemos por delante bastante tiempo libre. Podemos recorrer el jardín y el palacio, para conocerlo con mayor detalle. 

Y ya de paso me pones al día. Que desde que estuve inconsciente, quizás me haya perdido algo importante.

No, Serpiente. Definitivamente es cosa de tu memoria. No te puedes acordar de todo, al igual que no puedes saberlo todo, aunque creas que sí.

Es extraño que me pregunte por mis sueños... ¿Y cuales son? Duermo a pierna suelta, y casi siempre lo suficientemente profundo para no acordarme si es que sueño. ¿O me pregunta por mis aspiraciones? Esas las tengo aún menos claras... Quería convertirme en chamán, y aún lo quiero. Pero todo lo que hago va en sentido contrario. He renunciado a seguir aprendiendo de mano de Caratótem con la ilusión de ser autodidacta, y me alojo lejos de los espíritus... en esta especie de... termitero.

Espera... ¿me estás ofreciendo ayuda para cumplir mis sueños? Puaf... Sería una extraña alianza. Pitonisas, magos y chamanes se mantienen alejados desde siempre. Así debe ser.

Uhm...-bajó la voz-¿podrías hacer algo con Khadesa y sus humos?

- "Gracias, Lengua Negra." - Dice, aceptando los pergaminos de su antiguo alumno.

- "Si añades dos platas más a esos ocho escudos, puedo darte una tienda de acampada de primera calidad y completamente nueva." - Le responde el comerciante a Peregrino.

Attar se encontraba aburrido en su celda... Aquel sitio no parecía ofrecer ningún entretenimiento, y parecía que Campaña y Ponzoña estaban ocupados y por tanto no iba a poder entrenar con ellos. Quizá podría entrenar en el jardín... Sí, desde luego, era la mejor opción.

Así que recogió su arma, y se encaminó al jardín para poder hacer algo útil mientras esperaban, aunque no sabía muy bien a que esperaban en concreto. 

- "Parece que nos han superado en astucia. No debemos volver a subestimar a nuestros nuevos enemigos." -

- "Nuestros magos nos han asegurado que aquí podemos hablar más abiertamente. O, mejor dicho, que estando dentro de la ciudad de Cho'n Delor no pueden espiarnos mágicamente desde fuera.

Creemos que algunos de nuestros enemigos tienen el poder de "ver el presente" y observar de alguna manera lo que está pasando ahora. Supuestamente esos poderes no pueden atravesar las murallas de Cho'n Delor, aunque por si acaso nos mantendremos fieles a nuestro habitual estilo de secretismo." -

- "Hemos tenido una audiencia con el Señor del Dolor, el gobernante de este país. Nos ha dicho que las Guerras Pastel duran ya años y que han llegado a un estancamiento.

La magia de Cho'n Delor es más fuerte, aunque por no mucho margen. El Triplete cuenta con más tropas, incluyendo varias peligrosas unidades de elite: la caballería de los Dolientes, la infantería de los Guerreros del Cielo, la Legión de Irredentos, mercenarios, un montón de héroes excepcionales y unos cuantos traidores que se han pasado a su bando desde las filas de Cho'n Delor.

Al parecer los exploradores del Triplete campan a sus anchas por el territorio de Cho'n Delor sin ser atrapados por las fuerzas defensoras. Además, el Triplete controla la estratégica fortaleza de la Puerta de Galdan. Mientras la tengan en su poder, cualquier intento de invasión del antiguo Reino Pastel está abocado al fracaso.

El Señor del Dolor cree que la Compañía puede romper el equilibrio de fuerzas e inclinar la balanza del lado de Cho'n Delor.

Creemos que es posible que eso sea cierto. Probablemente la nación de Cho'n Delor sea en conjunto la más poderosa, pero sus fuerzas están mal dirigidas.

Es mi intención convertir realmente a los Hostigadores en una fuerza de elite capaz de actuar en cualquier circunstancia y condición, y de tener éxito allá donde otras fuerzas más convencionales no podrían.

Matagatos, para los próximos días hasta que seamos desplegados por nuestros patrones en las tierras salvajes, tienes dos misiones. Una proteger el muro norte del Palacio. Aquí deberíamos de estar seguros en teoría, pero siempre cabe la posibilidad de que hayan en la ciudad infiltrados espías o asesinos del Triplete. Debemos estar alerta.

La otra es que a partir de mañana quiero que los Hostigadores entrenen con los Arqueros. Son nuestros expertos en emboscadas y en la lucha a distancia. Quiero que vuestra formación sea lo más completa posible.

Si logramos suficientes monturas, dentro de una semana entrenaréis con la Caballería.

Eso es todo." -

Que siguiese desafiándome reprochándome un error, que por otro lado no había cometido, demostraba en él más personalidad de la que en un principio había creído que tenía. No era ni bueno ni malo, simplemente curioso y quizá útil.

- ¿Así debe ser? ¿Quién lo dice? ¿Tú? ¿Tu maestro? ¿Otro chamán? ¿La costumbre?…- Meneé la cabeza.- Hay quienes sin poder quieren cambiar lo que es y fracasan. Hay quienes con poder no quieren hacer nada y pasan. Unos y otros son necios Rastrojo. Poder y voluntad, los dos dientes de la llave que abre la puerta a la grandeza. Pero- añadí acercándome al chamán para susurrarle.-, ¿por qué ese interés en los humos de Khadesa? Ella carece de pasión, de voluntad. Es un montón de ascuas a punto de apagarse, hasta que tú te acercas a ella. Entonces se enrojece, aviva y humea. Se podría decir que tú sacas de ella lo que más necesita. Así que, ¿qué humos quieres que baje si tú tienes la culpa de ellos?

Matagatos permaneció serio y callado durante la charla del Capitán, aunque alguien que lo conociera muy bien como Khadesa o Lengua Negra podría percibir algo fuera de lo común en él, aquella cara que ponía cuando sabía que podía estar metido en un lío muy gordo. A mitad de la conversación casi no prestaba atención a las palabras del Capitán, aunque seguía mirando al frente como hasta aquel momento.

¡Mierda! ¡Esto es un lío muy gordo! ¡Pero como no me he dado cuenta antes! ¡Soy un auténtico estúpido!

Llevó una de sus manos discretamente a la cintura y desató sin hacer ruido la bolsa del dinero de los hostigadores, la abrió y depositó una de sus propias monedas de plata que llevaba encima, después volvió a cerrar la bolsa y dirigió una fugaz mirada hacia Lengua Negra, Khadesa y Ponzoña. Quizá ellos no se habían dado cuenta de lo que pasaba. Esto era uno de los motivos por los que odiaba ser jefe, demasiadas responsabilidades y poca libertad de acción.
Asintió cuando el Capitán terminó de hablar aunque no había escuchado con atención, tan solo había oído algo sobre defender el muro norte y sobre entrenar con los arqueros, cuando se fueran de allí les preguntaría a sus compañeros.

-Así haremos Capitán. Sacó con cierto alivio la bolsa con las 30 monedas de plata y la posó sobre la mesa. Esta es la parte del botín que corresponde a la Compañía Capitán, la mitad del dinero que conseguimos: 30 monedas de plata. También tenemos algunas armas de los enemigos que pudimos cargar en los animales. ¿A quien debemos entregarlas?

Espero que Mentiroso no lo haya vendido todo. Necesitaremos esas armas.

Al menos de momento había salvado la situación, pero de un plumazo había perdido todo el dinero que tenían, aunque nunca había sido suyo.

¡Como se me pudo olvidar reunir la parte para los Mandos!

Se quedó en silencio esperando que no les exigieran más que aquello, porque tan solo tenía 4 platas encima.

Guepardo escupió a los pies del comerciante. Aquel maldito no estaba dispuesto a darle lo que necesitaba. Eran todos iguales, viles sanguijuelas dispuestas a vender su honor por unas misera e inservibles moneda. Ay, pero como echaba de menos no tener , al menos, dieciséis de ellas para comprar un arco. Decidió quedarse con las lanzas. Si había otra batalla podria lanzarlas. O quizás pudiera pedirle dinero a alguien. A Matagatos sería lo suyo, pero no estaba en ese momento; así que pensó en el compñaero de la celda contigua: Jabalí. No había hablado mucho con él, pero parecía ser de una tribú, como Guepardo. Siempre quedaba la última opción, que era matar al comerciante y coger su arco pero, por una razón que llegaba a comprender, supuso que se enfadaría el resto de la Compañía. Fue a su celda.

Allí estaba Jabalí. - Hola necesito dieciséis monedas de plata, o cien si puedes. Te las devolveré pronto...o te las puedo cambiar por esto -volvió a tirar las lanzas al suelo y su collar de batatas.

OJOPOCHO:

- La verdad es que no conoces de momento a nadie demasiado bien en la Compañía Negra como para saber si alguno sabe de venenos.

- "Buen trabajo, Matagatos. Confía en ti y en tu Pelotón. Puedes darle esas lanzas a los hombres de Barril, sin duda les vendrán bien." -

-Capitán, hay algo que debo decir, y lo hago a título estrictamente personal. Además, no soy Hostigadora, ni hermana juramentada, y eso es como decir que puedo ver ese tipo de cosas desde más lejos, con más perspectiva. Un Hostigador posiblemente no lo pediría nunca, y un Hermano ni siquiera se daría cuenta. Pero yo sí puedo pedirlo.

Khadesa había callado escuchando la exposición de Matagatos y no había perdido detalle de sus reacciones. Y, por tanto, no se había perdido detalle de lo que acababa de ocurrir.

-Se trata de los medios económicos. La mayoría de los Hostigadores no pueden comprarse un arma que esté en condiciones. No tienen dinero. No pueden comprarse ni una tienda donde evitar las noches frías al raso, noches que hemos tenido a montones desde nuestra salida, o donde guarecer a los heridos y enfermos. No hay medios para comprar medicinas, ni comida suplementaria, ni vendas o animales. Los Hostigadores tienen valor, voluntad y lealtad. Pero no siempre eso es suficiente para ganar batallas. No hablo de una gran soldada individual, sino de un fondo común. Nada para uno solo. No estoy pidiendo nada más, individualmente, de lo que la Compañía ya nos da. Nada para mi, para Matagatos, o para Ponzoña, o Lengua Negra. Sino para el pelotón.

El jorobado se sentía inquieto entre las paredes de piedra, le recordaban a una cueva, y sabia que en las cuevas al igual que en la noche del desierto hacia mucho frío. Aquí no puedo hacerme con la piel de ningún animal, ni con hojas que me sirvan de abrigo, y mucho menos encender un fuego para protegerme del frío. Entonces tomo la determinación de hablar con el comerciante, había visto como otros hostigadores cambiaban las piezas de plata por objetos, él no le había dado más valor que el artístico a esas pequeñas piezas plateadas, le parecían bonitas.

Se acercó al comerciante, y espero diligentemente a que Peregrino y el resto de hostigadores acabaran de hablar con él. Hola… por favor… Caracabra aun seguía temiendo a los oscuros, aunque el trato con los oscuros de la compañía había disminuido parte de este miedo. ¿Podría decirme cuanto cuesta una manta?. Mientras esperaba la respuesta recordó el combate de con los chacales, como su lanza había atravesado sin problemas su piel, y como otra le había impactado también sin mayores dificultades. Las armaduras de Campaña y Matagatos le parecían incomodas y pesadas, pero un simple fajín de cuero o unos brazales, aumentarían sus posibilidades de vivir en un combate sin ser herido. Ya no tenía que demostrar su valía encaminándose al combate a pecho descubierto, ya había demostrado su coraje al haber matado a dos chacales. Todos los guerreros fuertes de la compañía y de las ciudades de alrededor llevan algún tipo de armadura; y por ello no se les considera cobardes.  Y ¿Cuánto valen los brazales, o un fajín de cuero? Pregunto finalmente el jorobado.

Ojopocho anduvo persiguiendo a los seguidores del campamento en busca de algo de información, ya había indagado una vez acerca de ello entre los exploradores y Frontera fué el único referente, estuvo bastante rato mirando arcos sin llegar a comprar ninguno, algunas muecas de desagrado se llevó por la espalda el hermano juramentado, mas no del comerciante con el que hizo sus últimas transacciones, aquella vez le habían sonreído y había sido éste último quien le había dado explicaciones más largas.

Demasiado tiempo invertido para nada - Murmuraba para sí el K'hlata solo en su habitación sentado en el suelo a un lado de la cama, en la habitación de enfrente debía estar Sicofante, pero no estaba, los hostigadores se movían de un lado para otro atareados en sus quehaceres, él mismo salió una vez más, inquieto, esperando que alguien se quisiera aventurar en la Ciudad de Chon Delor, si nadie se decidía a salir del palacio,  iría a hacer una visita a las prostitutas del campamento, al fin y al cabo, esta noche iba a tenerla libre, quería aprovecharla