Partida Rol por web

Plumilla acudió al lado de Lombriz cuando éste recuperó la consciencia.

-Necesitas mucho reposo, Lombriz-dijo amablemente al chico-es mejor que descanses todo lo que puedas antes de intentar forzar tu cuerpo.-hizo una pausa mientras sopesaba las opciones que tenía realmente.-cuando estés mejor, le diré a Lengua Negra que puedes someterte a un entrenamiento suave; pero por el momento tiéndete y relájate.

Ser bien, tu saber que mejor para mi. Poder entonces hacer favor y localizar una pitonisa para venir a ver a mi?.

Observo la entrada de Matagatos y la petición que le hace Peregrino. Antes de que hagan nada, procurando no meterme en asuntos de otros que no me interesan y pensando aún que nadie está interesado, al menos por ahora, en ser mi hermano de capa, salgo de la tienda de los heridos.

Mis piernas están lentas pero poco a poco van recuperando su fuerza. Mi sangre me pide a gritos combatir pero, al serme imposible, salgo a ver las actuaciones de mis compañeros, de aquellos que si pueden entrenar.

-Descuida, Lombriz, comunicaré tus deseos de ser recibido por una pitonisa- musitó en voz baja alejándose del herido para decirle punto por punto lo dicho por Lombriz a Matagatos añadiendo la orden que tenía por parte de Lengua Negra para ponerse a entrenar sin perder el tiempo, expresando el deseo del oscuro en que la K'Hlata fuera sustituída  durante sus entrenamientos antes de marcharse.

La decisión de no entregar no había sentado bien a Odio. No guardaba rencor a Plumilla por tomarla, todo lo contrario, valoraba lo que hacía por todos ellos. Estaba enfadado por impotencia, sabía que lo mejor era recuperarse y volver a ser el hombre fuerte que creía ser. Sin embargo, nada hizo que demostrase su frustración y su impaciencia. Sin ir más lejos, parecía todo lo contrario, pues permanecía horas con los ojos cerrados, tumbado, sin moverse, intentando descansar y que su cuerpo trabajase en su recuperación.

Escuchó las palabras de Plumilla y asintió. No le extrañaba que su primo la hubiera puesto a entrenar, aunque viendo a la K'Hlata pasarían años antes de hacer de ella algo provechoso en combate, de momento tan solo había mostrado ciertas habilidades cuidando de los enfermos.

-No te preocupes, obedece las órdenes que te han dado y vete a entrenar, me quedaré aquí un rato. Tras eso se volvió hacia Lombriz. Puedes ir a hablar con cualquiera de las pitonisas, mientras lleves dinero te recibirán, pero ya sabes que cada una se dedica a algo en concreto, según lo que quieras te convendrá una u otra.

Se quedó pensativo, tenía que reordenar sus pensamientos.

Lombriz cae en la cuenta con las palabras de Matagatos que no tiene con que pagar a las pitonisas, asi pues todo lo que tenia pensado se va al traste, no le queda mas remedio que seguir acostado esperando recuperarse y ver como evoluciona todo.

- Tras una reunión de los Hostigadores, Ojopocho regresa a la Tienda de los Heridos.

- Asesina sale de la Tienda de los Heridos.

Entro en la tienda de los heridos después de hablar con Matagatos. Camino lentamente apoyándome en mi nueva lanza de dos manos como bastón, hasta que llego a mi camilla, en la que me recuesto para descansar mi cuerpo. Una vez allí, respondo a Derviche sin dejar de mirar el cielo de la tienda:

- "Seré tu Hermano de Capa, ahora quiero silencio."

Luego de eso cierro mis ojos, por lo que parezco un herido que desea dormir. Pero nada más alejado de la realidad. He dormido demasiado en estos días, el sueño inevitable de quien se acerca demasiado a la muerte. Pero ahora estoy vivo nuevamente y más que antes pues mi espíritu se inflama y arde por volver a luchar y así conseguir todos los objetivos que me he planteado después de la derrota que sufrí. Ahora lucharé y seré más fuerte que antes, mucho más fuerte. No abandonaré y no retrocederé ante ninguna circunstancia, demostrándome que vivo hago mucho más que muriendo.

Relajo mi cuerpo para que se recupere, pero mi mente se aleja de la tienda y me lleva consigo. La imagen mental de mi cuerpo se eleva a través de la tienda y sale a una zona alejada del campamento donde puedo estar en calma. Una vez allí, con el agua de un arroyo hasta las pantorrillas, comienzo a analizar mis nuevas armas. Miro el filo de mi lanza y miro su largo. Comienzo a moverme con ella, buscando como ensartarla de manera más efectiva. Entiendo como puedo golpear con su otro extremo y como debo moverme para esquivar sin estorbarme con su tamaño. Entiendo que también puedo cortar con ella con un movimiento medido y de que debo aprovechar el alcance que me da.

La verdad es que sabía utilizar la lanza de antes, de mi entrenamiento como combatiente hace varios años, pero nunca he tenido la necesidad de ir a la guerra solo armado con una. La considero un arma primitiva, que no permite acabar de manera rápida y letal a los enemigos. No es digna para una Maestro de la Espada como solo puede serlo la espada... katana.

Aun así, entiendo que esta es la situación actual y me esfuerzo por superarla de la mejor manera. Comienzo a practicar mis movimientos dentro de mi mente. Sereno mis pensamientos y mis sentimientos para oír solamente el ruido que hace la punta de la lanza imaginaria al blandirla. El movimiento fluido y la planificación. Entender la dinámica y el principio del movimiento con la mente para luego hacerlo con el cuerpo. La verdadera batalla no es la que se lleva acabo con el enemigo en la realidad, sino en la que se vence la propia incapacidad en tu interior.

Así me mantengo, sumido en mi meditación, mientras las horas avanzan y se acerca la ceremonia de Juramento, el acontecimiento más importante dentro de La Compañía, donde unos simples reclutas a prueba son nombrados Hermanos, desde ese momento y para siempre.

ACCESO AL CAMPAMENTO DE LA COMPAÑIA:

- Los heridos pueden ir y venir libremente entre la Tienda de los Heridos y el resto del campamento.

- Enseguida es la ceremonia del juramento y la fiesta por la victoria.

Ya había atendido a todos los heridos y tan solo hacía falta estar al tanto de limpiezas y cambios de vendajes, no creía que el estado de ninguno empeorara, todo lo contario, todos parecían mejorar a buen ritmo.
Tras un rato ensimismado en sus pensamientos Matagatos se paró frente a Asesina y Lombriz y los miró serio.

-Pasaremos un tiempo aquí juntos. ¿Que os parece si me contáis todos los detalles de la batalla? Así todos nos entretendremos con la historia y me ayudará a recopilar detalles que necesito.

Sin lugar a dudas varios puntos de vista le ayudarían a saber como se había desarrollado la batalla, pues como era lógico no todos podían ver las mismas cosas.

Escucho el rumor de la celebración que se acerca y eso me despierta de mi meditación. Sé que es el momento de ir al juramento, por lo que, con esfuerzo y apoyándome en mi nueva lanza, me pongo de pie para ir a la ceremonia. Mientras lo hago, pienso acerca de lo que sucederá:

"Aceptaré a Derviche como mi Hermana de Capa y con eso, me responsabilizaré en gran parte de su actuar, por lo que es a la vez un deber guiarla por el camino correcto. Tiene potencial, lo he visto, ahora lo que necesita es la guía para poder explotarla de la manera correcta. El paso siguiente es darle la confianza que necesita, cosa que haré poniendo una capa negra sobre sus hombros."

Camino con cuidado, lentamente y salgo así de la tienda de los heridos. Una vez fuera, comienzo a mirar todo para entender la distribución que habrá durante el ritual: Donde deben ponerse los que juran, donde debemos estar los Hermanos y donde estará el mando. Todo eso es relevante al momento de hacer una ceremonia.

Miro unos segundos a Matagatos, esperando a que mi compañero hable y recomponiendo la batalle en mi cabeza. Finalmente, viendo que Lombriz sigue callado, me decido a responder -Señor, le pido permiso para hablar con sinceridad, dando en parte mi propia opinión -espero unos segundos antes de continuar hablando. Me molesta mucho el tener que usar títulos con personas que no se los han ganado para mi en la batalla pero debo hacerlo si quiero seguir con lengua -la batalla fue un verdadero desastre.

Con un dedo dibujo por encima la situación inicial de la batalla, nuestro grupo al norte y el de los enemigos al sur -No se si los exploradores fallaron, si faltaba información o nos dirigieron con demasiado optimismo pero la situación fue que nos superaban bastante en número. Además nuestros líderes formaron una escuadra de infiltración, en la que yo misma me encontraba, para tratar de debilitar algo a los enemigos antes de atacar. Una estrategia arriesgada que dejaba a nuestras fuerzas aún más divididas y débiles -constato dibujando nuestro recorrido separándonos del grupo principal.

Comenzamos a matar a algunos enemigos pero pronto algo falló y se dio la voz de alarma. Algunos de nuestro grupo de infiltradores se habían aventurado demasiado y fueron rodeados -más muescas y dibujos en la arena, señalando la posición envolvente del enemigo -yo quedé retrasada pues estaba matando a un vigía que los demás habían pasado por alto cuando el campamento se puso en pie. Pronto fui rodeada por más de seis enemigos pero, aunque acabé con la vida de dos de ellos, otros ocuparon su lugar y finalmente acabaron conmigo -informo avergonzada por mi fracaso y el de nuestra escuadra -me temo que los infiltradores estuvimos muy mal organizados y no hicimos bien nuestro trabajo, lo que provocó que esta ventaja se convirtiera en desventaja. Luego, por lo que me han contado, los hombres del Triplete arrasaron con el resto del grupo.

Miro a Matagatos a la cara, consciente del alma belicosa y peligrosa que se oculta tras sus ojos -En mi opinión todo falló. La información de los exploradores, las ordenes de los líderes y el propio hacer de los soldados, en los cuales me incluyo. La poca coordinación fue otro de los fallos que cometimos, no parecíamos un grupo. Soldados que se adentraban mas de la cuenta en territorio enemigos, otros que actuaban solos, otros que huían, otros que se lanzaban en cargas heroicas y sin sentido. O, al menos, eso es lo que he escuchado.

La explicación de Asesina fue bastante completa, cosa que Matagatos agradeció. Eso le servía para entender como se había desarrollado la batalla.

-Gracias por la explicación. Todos nos hemos enfrentado a un enemigo que nos superaba en número, varias veces. De hecho Matagatos no recordaba ninguna batalla de las que había participado en que fueran más que sus enemigos. Vete acostumbrándote. Así que te viste rodeada en la batalla y superada por tus enemigos hasta que te quedaste inconsciente... Tienes suerte de seguir viva y que ninguno te rematara entonces. Pero ¿de que batalla me hablas? Tengo entendido que el grupo de Peregrino luchó tres veces. ¿Hablas de la segunda vez?

Miró a Peregrino por si quería o podía confirmar aquello. Su grupo había sido atacado tres veces si no le habían informado mal. La primera durante el ataque de distración en el que Pelagatos y Peregrino habían acudido en ayuda de su grupo, después habían tenido otra batalla en la que el propio Peregrino había sido hecho prisionero y por último habían combatido una tercera vez para rescatar a Peregrino y el resto de los prisioneros.

Anterior al paso del tiempo

Plumilla estaba mostrando verdadera preocupación por ella. No pudo evitar sonreír levemente, asintiendo pesadamente con la cabeza ante la pregunta de la muchacha. Desde luego, le dolía, mucho.

Finalmente el agotamiento pudo con ella y se sumió en un agitado y ligero sueño. Tenía secuencias de sueños en los que tenía que volver a despedirse de su querido Mogub, otras veces soñaba como herían su cuerpo en batalla, como el enemigo le hacía verdadero daño, mofándose de su debilidad... Pero a ella nadie le había enseñado. Ella no había tenido ningñun ejemplo a seguir. Imitaba los movimientos de sus compañeros con las armas, con las que era bastante torpe. Quizás ella no estaba hecha para estar en ese sitio, quizás no estaba hecha para la guerra. Pero ya no tenía otra posibilidad. Solo podía mejorar, nada más. Porque ya no era la hija mimada de ningún jefe de ninguna tribu. Ahora simplemente era una Campamentera, sin derecho a nada más que a un plato de gachas, y eso si se lo ofrecían.

De vez en cuando movía la cabeza, sumida en sus sueños y en sus pensamientos, y apretaba la mandíbula y los labios mientras fruncía el entrecejo por el dolor de sus graves heridas. Era consciente de las voces a su alrededor, aunque las escuchaba apagadas, distantes, y aunque reconocía las palabras no era capaz de comprender su significado.

Pasaba el tiempo y era incapaz de abrir los ojos, así que se dejó llevar por los sueños y los pensamientos hasta que dio el alba.

- Tras la Ceremonia de Juramento y la celebración algunos van regresando a la Tienda de los Heridos.

- También entran Matagatos y Ojopocho.

Sabandija había dormido de maravilla y se encontraba aún mejor. No sabía si era la euforia de haber jurado pero no veía más sentido a ocupar un puesto en la tienda de heridos. En cuanto vio a Ojopocho o Plumilla les explicó la situación.

- Creo que ya no debería estar aqui. Me encuentro muy bien y hasta estoy ya entrenando. Muchas gracias los dos por vuestros cuidados, estoy en deuda con vosotros.Si necesitais mi ayuda por aquí avisadme. Para buscar hierbas o lo que sea.

- Sabandija deja la Tienda de los Heridos.

Asiento a las palabras de Sabandija.

- Has hecho un buen trabajo con él. - le digo a Plumilla apoyando una mano sobres su hombro.

- Veamos como están el resto de los Heridos. - añado con un guiño de ojo.