Partida Rol por web

La noche había pasado deprisa, seguramente por los esfuerzos de la noche anterior, pero aún así me encontraba bien, dispuesta a entrenar si fuera necesario, aunque lo veía harto improbable.

Lengua Negra reparte algunos suministros entre nosotros y me concede un escudo y una de las tres armaduras. Por lo visto no soy buena para ser segunda al mando pero sí para morir por él en batalla. Estúpido.

Levanto el escudo, no sin esfuerzo, y hago varios movimientos hasta estar cómoda con él. Es imposible que se me permita entrenar por lo que lo dejo en el suelo, junto con la armadura. En ese momento veo como Plumilla parece perder su fuerza y nos muestra su debilidad, un error para mi opinión.

Lengua Negra solventa rápidamente el problema y parte hacia la tienda de mandos, dejando a Manta al cargo. Me acerco a mi jefe antes de que este se marche y le doy unas cuantas monedas -Son 18 monedas de cobre y 10 diez de plata. Estoy segura de que tu le darás un mejor uso que yo para nuestro pelotón. Tal vez te sirvan para comprar algo interesante, por ejemplo una armadura para ti.

Nada más volver me acerco a Manta -Hoy tampoco podré entrenar pero, cuando hagáis los entrenamientos de combate, me gustaría estar cerca de Plumilla para aconsejarla y ayudarla. Así tal vez gane mas dominio de las armas y yo no me volveré loca estando encerrada todo el día sin hacer nada ¿te parece?

Piojillo asintió a Derviche antes de unirse al grupo para entrenar y la dijo.

Cuando termine el entrenamiento, puede que tengas suerte y te quede bien. Si hay que ajustarla no es fácil, pero lo intentaré o se la llevaremos a Herrero, para que lo haga.

Algo en ella ha cambiado...

Se dijo sin saber muy bien el qué. La fanática ahora permitía que la ayudasen y además lo había llamado "Hermano", algo que inesperadamente hizo sentirse bien al K´Hlata. Llenó su odre y siguió a Manta hasta las rocas.

- La armadura de Lengua Negra le servirá a Manta con un poco de ayuda del propio Lengua Negra para ajustarla.

- Las armaduras para Asesina y Derviche requieren más ajustes. Probablemente para Herrero algo así sea una nimiedad.

Michou agarró su escudo y movió el machete en su mano, adaptándose al cambio de arma, la idea de lanzar las lanzas no le era del todo agradable ya que lo suyo era el cuerpo a cuerpo, pero ese era el entrenamiento y sus ordenes. Una vez Manta se puso en marcha, la siguió por aquel camino, intentando llevar lo mejor posible aquella nueva arma.

La reunión había sido breve. Una simple emisión de órdenes, de modo que Lengua Negra no se demoró en exceso. Aprovechó el camino de regreso para recoger a las dos monturas con las que, tras colocarles arreos y silla, accedió a la zona de entrenamiento montando en su caballo pesado de guerra.

-Sabandija, coloca el escudo en tu brazo y lanza con él la lanza -dijo al guerrero cuando lo vio-. Piojillo, dejo aquí a Dante -señaló amarrándolo a una firme rama.

Tras correr, arrastrarse y acechar con el escudo a la espalda, Sabandija comenzaba a sentir el cansancio. Sin embargo, estaba contento por como reaccionaba su cuerpo. Notaba la tirantez de la herida pero no le dolía en extremo. Podía aguantarlo. Cuando llegó Lengua Negra de la reunión, montado en su caballo, le dijo que tratara de practicar a soltar una lanza con el escudo en la mano izquierda.  Así lo hizo. Colocó el escudo en su brazo y sacó una lanza, para lanzarla lo más lejos posible. Repitió el ejercicio unas cuantas veces observando las reacciones del oscuro con respecto a los resultados.

Plumilla intentaba con toda su alma cumplir con las expectativas del entrenamiento. A su propio cansancio físico se le sumaba la torpeza con el escudo, puesto que no estaba familiarizada ni con su peso ni con lo que abultaba. Cayó al suelo en numerosas ocasiones, haciéndose cortes y raspaduras tanto en las piernas como en las manos. Creía que iba a desfallecer del todo de un momento a otro y con cada tropiezo esperaba un fundido en negro que la llevara a la inconsciencia.

Eso no ocurrió nunca por lo que, sin emitir ninguna queja y con los ojos escociéndole por las lágrimas de frustración que querían salir hasta dejarla seca, se incorporó una y otra vez, ignorando el dolor creciente de un cuerpo que le exigía rendirse, que no estaba preparado para ello y mucho menos sin el descanso adecuado.

Piojillo acusaba el cansancio, jústamente había estado entrenando el lanzamiento de lanza por su cuenta antes de hacerlo junto al resto de Campamenteros. Afortunadamente el escudo no era un lastre par él, pues estaba acostumbrado a portarlo y usarlo en combate. Cuando Lengua Negra llegó de su reunión traía a Dante con él y por lo que dedujo el K´Hlata, debía entrenar combate montado como el día anterior. Tras una de las repeticones de lanzamiento, recuperación de lanza y formación de nuevo, le dijo a Manta:

Manta, permiso para abandonar la formación para entrenar con Dante.

Estaba hecho polvo, pero montar a caballo le brindaba sensaciones de libertad. No había nada mejor.

SABANDIJA:

- Si no recuerdo mal, una de tus lanzas se rompió en una batalla. Tenías dos lanzas cortas y te queda una de tu propiedad, sin tener en cuenta posibles lanzas comunales.

Misteriosa se muestra torpe con un escudo y con la lanza.

A Avestruz le gusta practicar sobretodo con su machete.

Perdida se siente muy perdida...

Michou siguió como pudo el ritmo de Manta. El escudo le resultaba natural no era algo nuevo para él, pero el machete le era algo extraño, acostumbrado a una lanza corta el mango del machete se le hacía corto, mucho en realidad, estuvo a punto varias veces de que se le cayera.

Lombriz se entrega al entrenamiento con bastante intensidad y usando el machete bastante bien para estar mas habituado a usar lanza corta. El escudo no es problema para el y de hecho lo porta con naturalidad.
Se esfuerza por marcar bien sus movimientos por si sirven de ejemplo para aquellos que entrenan por primera vez con escudo.

"Lengua Negra, señor, yo ya poseo una lanza corta, pero si su objetivo es entrenarnos para lanzarla, no me importaría tener otra para usarla para pelear con ella una vez lanzada la primera, pues me manejo mejor con ella con con el machete. También poseo un Cuchillo procedente de mi anterior vida con los Tres Castores."

Acto seguido comenzó a seguir las instrucciones de Manta, en este entrenamiento.

-¡DESCANSO! -gritó Lengua Negra en un momento dado-. Agrupaos. Tengo algo que deciros. Hoy, parte de nuestra Compañía iniciará viaje hacia su destino como parte de una campaña militar que nosotros completaremos mañana. Contamos con esta jornada para cumplir con nuestro entrenamiento, descansar y hacer cuanto sea necesario antes de partir bajo las órdenes de Teniente. Observo que algunos estáis cansados. Descansad y no os forcéis innecesariamente. Vuestras fuerzas deberán permanecer incólumes para mañana. La experiencia me ha demostrado que las estrategias de un entrenamiento, muchas veces no sirven cuando nos vemos sumidos en la batalla. Aun así, desearía que funcionáramos como un grupo bien cohesión ando, pues de ello dependerá nuestra supervivencia. Sois guerreros. Sois valientes y audaces. Pero el premio a la estupidez es la muerte. Y yo os quiero vivos y victoriosos. ¿Entendido? Ahora estáis pertrechados, pero puedo comprobar que no todos sois hábiles en unas u otras lides. Recurro a vuestro sentido común. Si poseéis soltura con una determinada arma, haced uso de ella prioritariamente. Si el escudo es una carga y os perjudica, dejarlo de lado, pero a un tiempo, buscad siempre la oportunidad para pelear a distancia, para emboscar, para flanquear al enemigo. No os engañaré. Los efectivos enemigos son muchos y peligrosos. Nuestros informes hablan de cien fantasmas irredentos. Os habéis enfrentado ya a ellos. Son duros y peligrosos. Y los ataques a distancia, debilitarlos antes del cuerpo a cuerpo puede proporcionarnos una ventaja. Pequeña quizás, pero ventaja. Aprovechad cualquier opción de ataque, agotad vuestras acciones, no os rindáis a la fatiga ni al temor ni al deseo de venganza y triunfaremos. 

Sabandija escucha a Lengua Negra con atención jadea fuertemente por el esfuerzo del entrenamiento. Para él hoy habá sido ya suficiente. Por la tarde trataría de mantenerse ocupado haciendo otra cosa. No quería pensar demasiado en la batalla que se avecinaba, pues el germen del miedo ya se había instalado dentro de él.  Sin más, dejó el escudo en el carro de los Campamenteros, recogió sus cosas y se dirigió a la varse y  a comer algo.

Piojillo había entrenado con el brioso caballo de Lengua Negra. Montura y jinete se iban conociendo y haciéndose el uno al otro, era un animal veloz, vivaz e incansable. Piojillo no podía decir lo mismo, tras el entrenamiento individual, lanzamientos y ahora entrenar cargas, arreos y parones, su cuerpo parecía decir basta.

El grito de ¡DESCANSO! de su superior vino como agua de mayo. Hizo que Dante caminase en círculos para que relajara la musculatura ys e acercó al grupo para escuchar las palabras del nuevo líder. Mientras escuchaba, palmeaba el cuello de la montura para premiar al equino.

¿Podré ir a la batalla montado?-se preguntó excéptico. Tras la charla de Lengua Negra aún tenía mucho que hacer, limpiar a Dante, darle agua y cebada. Luego ayudar con las armaduras de otros o llevarlas a Herrero.