Partida Rol por web

- "Venga, pequeño Caimán. Vamos allí, detrás de aquellas rocas." - Dice señalando.

Sicofante asiente ante las palabras de Punzante. Él iba a ser su instructor durante estos dos días. Esperaba estar a la altura y poder aprender lo máximo posible en el entrenamiento. Se acerco hacia él, y sin mas preámbulos le dijo:

Estoy listo.

Guepardo se postró como pudo en la fila de formación. Estaba doblado ligeramente sobre sí mismo y fue cojeando hasta su posición. Desde luego lo de la pelea de Dadiz había perdido ya toda la gracia y ahora lo único que quería era descansar. Parecía que aquello no iba a ser posible. - ¿Hermano de tribu? Nunca te vi con los Jaguares - Dijo de modo desafiante. Tras su castración, de una u otra forma, había perdido el miedo a todo. - Entrenemos, si. Aún me queda otro pie y muchas costillas. Lo que no le quedaba no se lo iba a decir a aquel sujeto.

- "Ah, sí. Vayamos a entrenar a la orilla, ahí donde sólo cubre un metro. La corriente es rápida y traicionera, por lo que cuesta mantenerse en pie y no dejarse arrastrar. Vamos, chiquillo." -

El imponente Testudo la había elegido a ella. Usaba un enorme escudo. No sería fácil esquivarlo, y si no lo conseguía, un buen golpe dado con fuerza podía ser tan doloroso como un espadazo.

Pero no sabía qué tan ágil era su oponente. Se acercó a él, y se plantó delante, dispuesta.

- Aquí me tienes, aprenderé a moverme para que no me golpees. Cuando quieras.

- "Bien, vayamos a entrenar, forastero. Puede que no estés acostumbrado a luchar a pie." -

Punzante se lleva a Sicofante a un bosquecillo cercano.

- "Poca memoria tienes si no me recuerdas, cachorro. Aunque lleve cuatro años apartado de la tribu, mi venganza contra los Castores fue legendaria.

Ven, te enseñaré a usar el machete contra un cuerpo humano." -

Machete se aleja chapoteando por la orilla hacia el Sur.

- "Una buena defensa es parte del mejor ataque." - Dice mientras embiste a R'Gaa con su escudo.

Formado como estoy, escucho las palabras del Cabo Lemur y el resto de los miembros del Pelotón de Infantería. Desastre, como mi hermano de capa, decide que quiere aprender cosas de mí, lo que hace que me pregunte cosas:

"Este tipo es muy extraño. Primero pensaba que sería nuevamente juramentado y ahora es él quien quiere que le enseñe, cuando debería él enseñarme. Si en verdad hubo magia en lo que sucedió esa vez, dejó secuelas permanentes. Si no hubo magia, definitivamente es un imbécil. Sea como sea, es mi hermano de capa y debo respetarlo."

Hago una reverencia para agradecerle su decisión y, cuando todos comienzan a separarse en parejas, me quedo junto a él y le miro con cara de pregunta, pues como el de mayor rango entre los dos, asumo que él dispondrá de nuestro método de entrenamiento.

Rastrojo no recordaba la mayor parte de las horas que transcurrieron ayer. Se acuerda de la silueta de los edificios de Dadiz, de Frontera y Ojopocho, de fumar en pipa... luego una laguna mental... se subió a algo inestable... laguna mental... figuritas blancas moviéndose en un lienzo azul... laguna mental... Eso sí, por algún motivo empezó a hablar y hablar, seguramente de... laguna mental... Caracabra se acerca y le dice algo... nunca tendría una laguna mental de la impactante imagen del careto de Caracabra de cerca.

¿Pero qué le dijo? ¿Vino a pedirle disculpas por haber votado culpable en el juicio? ¿A hacer las paces? Puede... ¿Le lanzó una advertencia, una amenaza...? ¿Un "no te cruces en mi camino", tal vez? Solo había una respuesta a todas esas preguntas: laguna mental.

Esta mañana la mente de Rastrojo se levanta abotargada, como si estuviese en un cráneo demasiado pequeño y presionase desde dentro para salir. Les ordenan formar y los de infantería se piden secuencialmente a los que a partir de ahora serán sus pupilos.

Nunca se volverá a repetir la suerte de tener a un Frontera. Indómito tiene aspecto de ser un tipo duro, que se las va a hacer pasar canutas al mestizo. Cuando Indómito le pone su fuerte dedo en el pecho, Rastrojo se desequilibra torpemente un paso hacia atrás.

Por todos los espíritus... ¡que este día termine ya!

Como esperaba su Hermana de Capa había decidido ser su instructora. Le gustaba aquella forma de ser pues era reacia a complicarse la vida. Tenían una forma parecida de pensar, aunque desde aquella mañana fue más evidente que las cosas se iban a complicar. Pero… ¿y qué más daba? No pensaba cambiar nada, así que simplemente optó por centrarse en el entrenamiento.

- Un honor, como siempre –sonrió- ¿Dos? –se llevó una mano a la nuca un poco sorprendida- ¡Ay! Me quedaré sin soldada a este paso –y se echó a reír.

Cuando llegara el momento de entrenar tendría que explicar que lo suyo no era precisamente encarar a un enemigo, era más bien buscar la posición adecuada y aprovechar la ventaja. Es lo que había, no se consideraba una guerrera pese a que sabía manejar las armas; y hasta tenía buen manejo con el arco.

Nadie le había elegido. Escarabajo no dijo una sola palabra. Asintió como para sí, y apretó sus manos con rabia. Bien, si esa era la idea, él entrenaría por su lado. ¿Acaso necesitaba a alguien? Pelear era pelear, y él era más capaz en eso que todo el maldito regimiento de Hostigadores.

Esperó hasta estar seguro que nadie iba a elegirlo, y entonces se marchó y empezó a entrenar sólo y sin decir una sola palabra a nadie

Caracabra mira ha Cielo, Estoy listo, para entrenar, coge la lanza, y el escudo y se los muestra a cielo, esto es lo que mejor se me da. Nunca había visto a Cielo, y no había oído hablar de él; pero era K'Hlata y eso le tranquilizaba.

El pequeño jorobado no sabía si sentirse alagado por las palabras de Cielo, o enfadarse había dicho que era un desfavorecido, aunque no le faltaran razones para llamárselo. Caracabra quería ser un guerreo y eso requería orgullo, pero un guerrero nunca lleva la contraria a un superior, aunque le desprecie o le mande a la muerte; y esta era la visión que tenia Caracabra, un guerrero tenía que ser obediente.

Caracabra, espero las ordenes de Cielo.

- Un Oscuro. Y una con fama de blando ademas pero quizás pueda averiguar algo acerca de él y de los suyos - penso para si Loor mientras esperaba las intruciones del soldado de infanteria - Estoy preparada -

-Soy el hermano de capa de Ponzoña, es mi deber intentar enseñarle algo -dijo Dagotán.

La mirada del Hiena brilló ante la aparición y las palabras de quien habría de instruirle.

-Y es mi deber intentar aprender de ti, viejo león. Estoy bajo tu capa ahora -señaló-. Y me honra tu elección. ¿Cómo están tus piernas, hermano?

Lengua Negra miró un tanto sorprendido a Sombrío, al saberse elegido por él.

-Sí, lo necesito en verdad, primo, pero no desdeñemos rápidamente el poder de la pluma frente al poder del acero. El acero hace historia. La pluma la modela -señaló con una media sonrisa-. Estoy a tus órdenes, Sombrío.

-Gracias por elegirme, Ganancia -a Mentiroso no le habría importando entrenar con un Oscuro. Podría haber aprovechado para descubrir más cosas sobre ellos. Pero valoraba que un miembro de su antigua tribu aceptara y olvidara las cosas que él había hecho.

-Uf, todavía me duelen los brazos de sujetar las pértigas de la balsa. Pensaba que podría caer en cualquier momento. Pero eso fue ayer. Bien, ¿qué me vas a enseñar?

Al final me había tocado. Ni Cho’n Delor, ni falta de soldaditos con ganas de apalear novatos, ni nada.

Me quedé inmóvil unos segundos mirando fijamente a Drama mientras él me devolvía la mirada. Aguardé un poco más esperando que en algún momento se llevase las manos al estómago, pero no ocurrió nada.

- Tendré que hablar con Escupeculebras para saber cómo lo hace él…- pensé, tras lo que esbocé una amplia sonrisa.

- ¿Estás seguro?- pregunté acercándome a él. Ya no había nada que pudiera hacer para salvarme.- No todas las hormigas acarrean la comida. Son la mayoría, como los soldados en la Compañía, pero hay otras funciones que desempeñar y otras hormigas más especiales para hacer esas tareas.- O quizá sí había algo… Acababa de caer en la cuenta de que Escarabajo no tenía compañero.- Deberías entrenar a ese de ahí.- Lo señalé.- Se llama Escarabajo. Es una buena hormiga, tullida, pero tan negra como el resto.

Desastre mira a Peregrino con actitud obediente y disciplinada, en posición de firmes.

Le mira durante un rato muy largo, preguntándose si esto es una prueba o algo.

- "¡Ya veo que has pasado demasiado tiempo con Frontera, chamán! ¡Vamos, corre, corre! ¡Hacia allí! Tienes que endurecer tu cuerpo, chamán." -