Partida Rol por web

Tomiris ve como me difumino y empiezo a temblar y vibrar delante suyo como si fuera la vela de un barco ondeando al viento- una pequeña mueca de satisfacción se dibuja en mi cara.

Tomiris ve como me difumino y empiezo a temblar y vibrar delante suyo como si fuera la vela de un barco ondeando al viento- una pequeña mueca de satisfacción se dibuja en mi cara.

Queridos amigos, ¿Qué os parece acercarnos hasta la Tumba del Héroe Temeno? Sin duda que será interesante puesto que es el fundador de Temenia, el lugar en el que nos encontramos...

A Mefred le resulta más atractivo ir al lugar del héroe local, ya que templos a Poseidón y a Afrodita habrá en más sitios. Está claro por su mirada que le interesa conocer el mundo y las culturas de los sitios por los que pasa.

Adon de Tiro se queda estupefacto ante la reacción de Tomiris. Sin duda es algo muy de mujeres el servirse de la risa  exagerada y nerviosa  cuando faltan las palabras... -Jajajajajaja…. ríe el mercader estupefacto.

Después hizo Mefred su propuesta. Quizás en otros tiempos, cuando la curiosidad y la juventud ardían como el fuego de una fragua dentro de Adon, no se lo hubiera pensado dos veces. Pero había asuntos más urgentes que atender y tampoco se le había perdido nada en un templo y menos  en la tumba del tal Temeno. Una cosa era adorar a Melkart, el que todo provee y señor de Tiro, de vez en cuando y otra interesarse por dioses paganos. 

-Santo Mefred y demás compañeros iré a dar una vuelta por Temenio, no llevo ni un triste cuero encima y me gustaría proveerme de al menos un coleto. Vayan con cautela, disfruten de la visita y no enojen a los dioses extranjeros, cuando uno se hace a la mar toda precaución es poca...

Dicho esto Adon se ajusta al cinto la kopis de bella factura haciendo sonar la bolsa de las monedas y con su andar torpe y pesado se adentra en el pueblo en busca de un herrero.

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  Tras coger algo mas de la comida que quede Grunk abandona el lugar y acompaña a Mefred. Se ponme a su lado y dice.

  - Turul dijo de tu a Grunk. -  Sonríe mostrando sus dientes. -  Grunk contento bueno hijo de Turul .

   Dicho esto acompañara a Mefred y a los demás a dónde quieran que vayan. Va mirando intrigado las calles y las Temenio. Parece divertido con el espectáculo de gentes y edificios. A parte de eso no tiene mayor interés en la ciudad. Turul esta en todo pues sostiene el mundo, Grunk nunca entendió el porque de la costumbre de construir cuevas para honrar a sus dioses. Turul está en todo y todos, no necesita un lugar par verlo...

- Querido Mefred encantado iré a honrar la Tumba del Héroe Temeno, siempre es bueno que los dioses sean satisfechos, pediré que nos proteja en nuestro viaje. Deberíamos horrar también a Poseidón,- saco un pergamino y leo en voz alta y clara.

"Los marineros oran a Poseidón para tener un viaje seguro, a veces ahogando caballos como sacrificio y recurriendo a las oraciones, «invocando así al dios del mar Poseidón»"  - acompaño en silencio orando por nuestro viaje.

"Adon, yo voy a hacer unas ofrendas a poseidón para que nuestro viaje sea seguro" le digo al comerciante fenicio antes de que se fuera, realmente no era muy religioso y menos de una cultura extranjera como la griega, pero los piratas que le habían robado eran de esa tierra y le pedía al dios griego de los mares que le permitiera volver a encontrarselos, esta vez no iba a contenerse y dejar a unos muertos de hambre les robara. 

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   Le susurro a Zeionises para que se haga cargo de Medianoche y de las pertenencias que no vayan a ir en esa cuba de agua que nos ha encargado el posadero y que me acompañe al templo.

   - Entonces iré a hacer mis ritos a Argimpasa, aunque aquí la conocen como Afrodita. -

   Sonrío a Mefred y añado.

   - Si fuera algo más joven, mi buen Mefred, le invitaría a un pase privado de los ritos de nuestra fe, le aseguro que le complacerían. -

   Me acaricio un rizo del pelo y me pongo en marcha hacia el templo de Afrodita.

   .

Os adentráis entre las estrechas callejuelas con casas de paredes encaladas con un blanco reluciente. A pesar del tumulto de la procesión y del movimiento continuo de marineros y mercancías que llegan a Argos, Temenio es relativamente pequeño, apenas dos puñados de casas diseminadas por el acantilado que linda con el mar.

Siguiendo las indicaciones del tabernero desde el puerto tomáis el camino hacia el oeste. Todo es silencio en el pueblo, olores de guisos  saturan las calles. Dejáis a vuestra derecha el Templo de Poseidón, un edifico clásico de gran belleza construido en blanco mármol. Junto a él se levanta un pequeño faro. Una atalaya de unos diez metros de altura con un gran pebetero ardiente en su parte superior.

Pronto salís de Temenio y tomáis el camino de poniente que bordea una colina que acaba bruscamente en el mar. La Tumba de Témeno está situada a tres estadios del pueblo en un lugar apartado y rodeada por un bosquecillo de vistosos arboles de hoja perenne. El camino es fresco y sombrío y por el tamaño de la vereda se intuye que no es muy transitado. Cuando ya vislumbráis los reflejos de la piedra pulida de una construcción al fondo una silueta a unos diez metros delante vuestro se coloca en medio del camino con un ruido de metales que tintinean.

-¡¡En nombre del todopoderoso Ares!! ¡¡Alto forasteros!!

Frente a vosotros tenéis un sujeto de fuertes brazos y buena planta. Lleva el rostro cubierto por una tupida barba grisácea que empieza blanquear por las canas. Por su piel curtida y las arrugas de sus ojos se dirá que ya es muy veterano.

Lleva el equipo de un hoplita en  combate.  Vestido con un llamativo linotórax y unas pesadas grebas de bronce cubre su cabeza con un casco metálico adornado con un plumaje en forma de cresta. En su brazo derecho blande una amenazadora lanza Dorys y en su brazo izquierdo un pesado escudo aspis con el dibujo de una Gorgona. Por un momento analiza el extravagante grupo…

-Os saludo extraño grupo, y en nombre del rey Fidón el Tirano os doy la bienvenida a la tierra de Argos. Claro está que sois extranjeros… Mi nombre es Jebunto el Hoplita, sargento de la milicia de Argos y vigilante de la Tumba de Témeno por orden del rey.

-Nadie puede pasar por este camino sin ofrecer a los dioses un obsequio para el cuidado de la Tumba del Gran Témeno. Por mandato del rey Fidón no podréis pasar sino pagáis vuestra ofrenda… ¡Treinta óbolos por cabeza para los extranjeros!

-¡¡¡Pagad forasteros o dad media vuelta!!!

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   Me dirijo al templo de Afrodita parando sólo para comprar un ave de corral por un óbalo. Tras dejar mis armas más pesadas a mi buen Zeionises para que las guarde en la puerta me dirijo al altar adecuado para hacer los ritos, tal como me enseñaron los Enarees, ellos dicen que la diosa les dio el arte de la adivinación.

   Agarro la corteza de tilo y la  corto  en tres porciones y solicito los augurios mientras trenzo y destrenzo los trozos de corteza en mis dedos. Tras ello hago la ofrenda del ave de corral y sacrifico también un punto mágico mientras sostengo el colgante de oro de Argimpasa y solicito el augurio y dejo que la diosa hable por mí.

   - ¿Está el hermano de Petiascles vivo si es que existe y es de fiar Petiascles? -

   Aguardo una señal de la respuesta en el templo mientras termino el rito.

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Antes de ir al templo

Mefred sonríe cálidamente al escuchar a la bella Tomiris, con una mirada divertida y pícara.

Se acerca a la guerrera y aún sonriendo, con la cabeza un poco ladeada le contesta:

¡Bellísima Tomiris! nada me complacerá más que acompañaros y ayudaros en vuestras adoraciones a la Gran Diosa. Puedo ser viejo, pero os aseguro que sigo siendo un hombre. Me conservo con salud, pero aún mejor, con la alegría en mis ojos de haber vivido mucho, y seguir apreciando la vida. Como la que veo en ti querida, en tu juventud, que me hace dar gracias a los Dioses.

La mira bien, mientras se inclina en saludo. Cuando se separan, añade aún:

La juventud se suple con experiencia...

Y le guiña un ojo.