Partida Rol por web

-¡No!. ¡¿Un sacerdote de Iomedae que no tiene aura de bondad y se retira atemorizado? ¿Un sacerdote que llama pagana a una paladín de Shantia, una fe aliada de Iomedae?!

Su tono fué creciendo mientras al hablar, dudando de que aquel sacerdote pudiera representar la fe de Iomedae, la diosa del valor y la justicia.

Dió unos pasos hacia el sacerdote todavía en guardia con cuidado de no dar la espalda a ninguno de sus enemigos, pero vigilando que el sacerdote no saliera corriendo.

-Vais a decirme que haceis con los niños que desaparecen en este lugar. ¡No podeis hacernos frente en combate, así que más os vale darme una explicación que me convenza!

La voz fué potente, ahogando al sacerdote y us lastimeros quejidos, su tono fué imponente e intimidatorio, sin dudar en ningún momento de sus posibilidades en combate.

-¡¿O quereis que me crea que esta pasando bajo vuestras narices y no sabeis nada?!

La respuesta ofrecida por los vigilantes inquietó una vez más a los arcanistas allí presentes. Por la reacción que estaban teniendo no conocían la existencia de necrófagos ni vampiros. Después de unos instantes, el cabecilla del grupo, se acercó a ellos. 

—Aunque muchos magos consideran la nigromancia como una herramienta más, en esta escuela de magia no lo consideramos así— dijo poco después de situarse justo frente a Aerin—. Si os habéis enfrentado a necrófagos, cosa que no sabíamos, vuestras heridas serían una prueba fehaciente de que el nuevo archimago Shandal es un traidor. 

» Si me permites— solicitó con voz calmada. 

Solo cuando Aerin asintió con la cabeza, el estudioso de las artes arcanas tomó su brazo y comenzó a examinar sus heridas. Aunque sus manos estaban frías, sus dedos se movieron con delicadeza, estirando y apretando con suavidad las heridas. 

—Parece que dicen la verdad— sentenció el mago lo suficientemente alto como para que le escucharan sus compañeros—Necesitáis tratamiento médico y arcano cuanto antes. Estas heridas, cuando se infecten, cosa que harán, os llevarán a fiebres delirantes y una muerte agónica. Después de eso, os convertiréis en las mismas criaturas que habéis derrotado antes. 

» Si así lo deseáis, puedo enviar a uno de estos adeptos a buscar los remedios, pero hay algo que no acabo de entender—añadió poco después con cierta duda en su voz— ¿Qué hacéis en la escuela de magia? Shandal nos dijo que buscabais desestabilizar el sanctorium, para así destruir la torre.

-Sabía yo que esas habría infección en esas heridas... -Murmullo molesto de tener razón.  -Pues seria todo un detalle pero si la dejais convertirse tampoco pasa nada, igual hasta gana en carisma -Me atreví a bromear dando la sensación de que había bajado la guardia.

Cuando insistió en la pregunta dudé y se me notó en el rostro. podía contarles la verdad y confiar en que ellos confiaran en nosotros y no hubieran ningún espía entre ellos. Es lo malo de la confianza que te la traicionan. Miré a las dos mujeres que estaban siendo demasiado belicosas rozando la imprudencia. Tampoco podía fiarse de sus acciones.

Luego me dí cuenta de que todo es no importaba, el plan a grandes rasgos era obvio y Shandall estaba preparado, era evidente. Mientras no entrase en detalles no sería una pifia decir la verdad.

-¿Entonces estabais sobre aviso de que vendríamos? No me extraña la verdad. Pues nada de eso, venimos a capturar a Shandall por traidor pero para ello hay que desvincularlo del circulo ritual del sanctorium, o se supone.

Nalen´Dag no tiene ningún interés en destruir la torre y todo lo que atesora. 

Ildyra podía reír con la frescura de la juventud, e intimidar con la letal promesa de la violencia. Vicnan consideró que hacía las dos cosas con admirable elegancia.

- Será mejor que sean ustedes los que bajen las armas - advirtió a los guardias.

Cuando Ildyra se acercó con largas zancadas al sacerdote, este cayó al suelo y llevó sus manos al rostro completamente atemorizado. Mientras tanto los guardias se acercaron a Vicnan tratando de flanquearlo. 

—¿De que niños me hablas?— pronunció el anciano con voz temblorosa—. No se de que me hablas de verdad. 

—No importa de qué religión seáis— inquirió la mujer—. Si nos atacáis, sois nuestro enemigo. 

Después de pronunciar aquellas palabras, ambos guardias se abalanzaron sobre el semielfo en perfecta sincronía. Aunque los movimientos del vigilante fueron rápidos, la superioridad numérica jugo en su contra, siendo incapaz de encajar los dos golpes que cayeron contra su espalda y pecho. Por el contrario Ayshel, al ver como sus compañeros alzaban sus armas, ella hizo lo propio. Con gran duda, desenfundo su espada larga y aguardo. Sin duda luchar contra sus propios aliados no era algo para lo que estuviese preparada. 

Cylina se miró las heridas que le habían hecho aquellas criaturas y como era de suponer, se infectarían, aunque por suerte aquellos magos parecían dispuestos a ayudar. Por otro lado les pedían explicaciones, cosa que era normal pues ellos eran los intrusos, y ya que parecía que iban a confiar en ellos habría que hacerlo con todas las consecuencias.

—Agradeceríamos que atiendan nuestras heridas—. Dijo con tono serio mientras sus cabellos descendían hasta su posición normal. —Como dice nuestro compañero no hemos venido a destruir la torre, simplemente no puede estar bajo el control de alguien que sirve a un vampiro y  usa la nigromancia a la ligera. Y si tenéis prohibida la nigromancia, sabed que dicho vampiro también tiene por aliado a un liche y de seguro traman algo terrible—. Hizo una pequeña pausa para que los magos digiriesen la información. —Así que cualquier ayuda o información será más que bienvenida.

La sinceridad por delante... estos no saben lo que es guardar secretos. No es que yo mienta bien, pero sé cuando hay que callarse. Hablar de un lich son palabras mayores, y si tienen algún infiltrado en la torre, va a correr la noticia como la polvorilla. Ellos son guerreros, van de cara. Pero no siempre puedes hacer eso.

- ¿Destruirla? ¿Para qué? Una exhibición así desataría quizás una guerra a gran escala, y destrozaría la credibilidad de la hermandad. No me parece muy inteligente como argumento. Aunque tampoco lo de colocar necrófagos como trampa, en tu propia torre de magos. Eso es un polvorín. O me estoy comiendo algo o Shandal me defrauda un poco... aunque con un mago, prefiero pecar de precavida.

Vicnan trató de detener a los guardias sin éxito. Todavía no podía atacar con toda su habilidad, necesitaba que los enemigos se descubrieran. La magia de Sarenrae podía revelar un hechizo de ocultamiento, pero necesitaba más tiempo.

- Varios testigos reportaron desapariciones de niños en este templo, y todos acusan a los guardias personales del Sumo Sacerdote -

"Vamos, sólo un poco más de tiempo..."

-Shantia dame fuerzas para hacer lo que es correcto*.

Ildyra se concentró unos segundos y apuntó con su cuchillo estrella al sacerdote. -Si de verdad sirves a un dios del bien ordenales que paren, último aviso.

Estaba preocupada por Vicnan, escuchó golpes a su espalda y un gruñido de dolor proveniente del semielfo.

Las palabras de los vigilantes provocaron que el caballero se agitara incómodo y tragara con cierto miedo. Los presentes sabían que Zalgrán no iniciaría ninguna acción hostil, salvo que viera una clara ventaja. No solo era superado cuatro a uno, sino que además sus heridas eran graves. Su armadura presentaba agujeros y zonas parcialmente fundidas, mientras que su rostro y cuello mostraban unas ampollas de gran tamaño. Además, aunque era capaz de esgrimir una sonrisa, su respiración era pesada. Sin duda la armadura escondía en gran medida el daño sufrido en la pelea contra el legítimo archimago. 

—En mi bolsillo— respondió de mala gana ante las palabras de Agatosh—. Yo no he visto al chupasangre en mi vida. Me prometió poder si almacenaba la sangre de los niños. Imagino que para darse un festín.  

» En cuanto a los aliados y los objetivos del vampiro, no tengo la más mínima idea. Mi hermano trata el tema con gran misterio— añadió poco después con dificultad—. Sin embargo la nobleza local y de la periferia no ve con buenos ojos que metierais las narices en el juicio del viejo. Cualquiera diría que la hermandad es juez, jurado y verdugo. Si seguís así, sin duda tendréis muchos enemigos, a pesar de que el populacho os apoye.

Mientras Caidus examinaba el cuerpo de su enemigo, en busca de tatuajes, antídotos y cualquier efecto sobrenatural, Balthor detuvo el progreso del veneno que acosaba a Nalen´Dag. Cuando lo hizo, su respiración se hizo más vigorosa y sus pulsaciones se normalizaron. Poco después abrió los ojos e intentó levantarse, al ver que las fuerzas le fallaban, se sentó en el suelo con la ayuda de Alya. 

Instantes después el elfo encontró un vial con un contraveneno, probablemente el específico, una prótesis de diente que permitía guardar líquido en su interior y un tatuaje de pequeño tamaño en el pecho. No necesitó mucho tiempo para reconocerlo. Era el mismo que el que había tenido el guardia de la ciudad corrupto.

Dentro de la vasta red de neuronas que almacenaban y transportaban el conocimiento en la mente de Caidus, se encontraba el veneno utilizado en el arcanista de avanzada edad. Su nombre era “sangre sombría” extraída de la destilación de las toxinas secretadas de manera natural por un tipo de muerto viviente que no alcanzaba a recordar.

Este veneno provocaba que las células rojas de la sangre fueran incapaces de unirse al oxígeno ambiental, provocando una asfixia lenta e imperceptible, hasta que finalmente el sujeto caía dormido, encontrando su muerte poco después. 

A pesar de que las palabras de Cylina llevaban consigo una gran amenaza, como era la existencia de un liche, el arcanista asintió con cierta calma. Tras esto realizó una inclinación a uno de los presentes, señalando de manera silenciosa que debía ir a por su equipo médico. 

—Sin duda algo así podría provocar una sublevación por parte de la nobleza local, desembocando quizás en una nueva guerra civil— pronunció con voz neutra—. En cuanto a la trampa, imagino que Shandal no creería que seríais capaces de salir de ahí con vida. En cualquier caso, si lo hacíais, tendríais que luchar contra nosotros. 

» Me atrevo a pensar que Shandal buscaba eso precisamente, pero de una madera indirecta. Quizás deseaba que hubiera bajas entre nosotros, para así acusar de manera pública a los Vigilantes— añadió poco después, cuidando cada una de sus palabras—. En cualquier caso nosotros no podemos ofreceros nada, salvo curaros las heridas y nuestros polvorientos libros.

Poco después regreso el novicio, trayendo consigo un gran maletín, del cual el mago que tenia la voz cantante, comenzó a sacar instrumental quirúrgico y diferentes viales. Con un pulso impecable y cuidados movimientos, el erudito limpio, desinfecto y cosió cada una de las heridas. Tras esto, hizo beber a cada uno de los vigilantes un brebaje que les ayudaría a combatir la fiebre necrófaga.

—Si así lo deseáis, podemos intentar ayudaros con la desvinculación— se ofreció el arcanista—. Sin embargo nos gustaría quedarnos durante el proceso. Aunque nos fiamos en gran medida de vuestras palabras, no podemos evitar andar con pies de plomo.

Por fortuna para los vigilantes, las palabras de Ildyra parecieron calar en el sumo sacerdote, pues éste asintió y con voz clara ordenó que se detuvieran. Estos obedecieron a regañadientes, separándose unos metros de Vicnan. Tras esto comenzaron a rodearlos hasta colocarse a unos metros de los laterales del anciano. 

—Por los actos de Iomedae. ¿Qué está ocurriendo aquí?— preguntó el anciano—. ¿De qué niños desaparecidos estáis hablando? 

—Contén tu lengua mestizo— pronunció el guardia con voz autoritaria—. Da gracias de que os permitimos hablar, pero no permitiré más acusaciones sin fundamento en esta sala.

—¿Quiénes os creéis que sois para colaros sin permiso en nuestra orden y acusar a la cabeza de nuestra iglesia— preguntó la mujer con cierto enfado—. No sé porqué hablamos con unos intrusos que han entrado con mentiras y amenazas.  

En aquel momento Vicnan comenzó a sentir un aura mágica en aquel lugar. No lograba distinguir el lugar de origen, pero sabía que allí había algo. Aunque quizás fuera el conjuro lanzado recientemente por Ildyra. Solo necesitaba algo mas de tiempo...

Supongo que no tenemos mucha elección, además los refuerzos nunca vienen mal. A saber que mas nos tiene preparado.

Me vino un recuerdo del combate en las celdas y no puede evitar acordarme de aquel guardia que o era afín al ghoul o simplemente un sádico pero en cualquier caso nos hubiese delatado y no pude evitar preguntarme si habría un igual entre ese grupo de arcanistas ahí reunidos, alguien que en en el peor momento posible, actuase.

No tardó ni un instante en señalar el bolsillo a Caidus, aunque dejó al mago hacer su trabajo y observar con detenimiento a Zalgrán; ningún secreto escaparía a la mirada del elfo, ni a oídos de su compañera psiónica. Eso, por supuesto, incluía que, si mentía, acabarían por descubrirlo.

—Espero que estés diciendo toda la verdad y no te guardes nada —dijo ahora con tono más relajado, incluso se permitió una sonrisa irónica—. Por tu bien, no querría ser tú si no es así, cuando ella lo descubra —añadió, señalando a Alya—. Así que repasemos todo—: No tienes ni idea de quién es el vampiro, no conoces a sus aliados ni sabes sus objetivos. Solo te dedicabas a... ¿Secuestrar niños y drenarles? —Endureció la mirada—. Estoy seguro de que podemos sacarte más. ¿De dónde sacabas a los niños? Y si no los cogías tú mismo, ¿quién te los traía? ¿Por dónde? ¿Qué hacías con los cadáveres? ¿Y con la sangre? Ese pasillo que conecta con la Catedral, ¿quién lo hizo o quien te lo enseñó? ¿Quién lo usaba? ¿A dónde va exactamente? No creo que acabe en la sala central donde se reza. Y de paso, volviendo al cobarde de tu hermano, ¿cómo sabíais que íbamos a por vosotros? ¿Quién os avisó? ¿Por qué usaste a un bardo de señuelo? ¿Cómo contactas con él? ¿Hay alguna forma de entrar en la Torre, de llegar hasta él? —Se detuvo y ladeó la cabeza—. Sé que son muchas preguntas, pero responde y todo irá bien. Si no te acuerdas de alguna, te la repito encantado.

Habían decidido confiar en aquellos magos, así Cylina dejó que atendieran sus heridas, tras lo cual se dirigió al que parecía ser el líder del grupo.

—Gracias por las curas, diría que Aerin y yo tenemos suficientes conocimientos como para realizar la desvinculación, aunque si vais a estar presentes, se agradecerá que echéis una mano—. Entonces recordó el enfrentamiento que habían tenido hacia un momento. —Por cierto, antes habéis lanzado algunos conjuros ¿eso es porque aquí si se puede o porque vosotros tenéis alguna especie de permiso?

Me acerco a la puerta, examinándola para ver si hay trampas, y dejando a mis compañeros trabajar mientras me tomo el mutágeno. Otra vez parece mi piel la de una vieja bruja, con los músculos atrofiados.

- No hace falta, me apañaré bien. Sorprendí a vuestro viejo maestro, supongo que puedo encargarme de los trucos de Shandal. Porque con las mordeduras si algo ha conseguido es cabrearme, es hora de empezar a ponerme seria.

Después de ser curados, mientras Abelgos escrutinaba a los presentes buscando posibles indicios de rebelión u hostilidad, pero no encontró nada. Por el contrario, Cylina y Aerin investigaron la superficie de la puerta buscando la trampa en la que previamente habían caído. 

—Antes de marcharse Shandal, nos ofreció permisos para poder canalizar la quintaesencia de manera temporal— respondió el erudito con voz calmada—. Antes de eso solo se podía utilizar la magia en las salas de aprendizaje pertinentes.

Encontrar los glifos mágicos no fue difícil; sin embargo cuando la bruja de cabellos blancos trató de desactivarlos estos reaccionaron, volviendo a brillar con una luz escarlata. En aquella ocasión, por fortuna para los vigilantes, estaban los estudiantes de la escuela de magia, los cuales con gran rapidez disiparon el efecto que estaba a punto de desencadenarse. De nuevo, la mujer de rasgos duros, aprovechando aquel momento de inactividad, realizó un nuevo intento, desactivando en aquella ocasión la trampa. 

Detrás de aquella puerta, les esperaba una pequeña plataforma que les conducía al centro de una sala circular repleta de estanterías colmadas de libros. Cuando cruzaron sintieron como la gravedad se reducía considerablemente, hasta el punto de sentir como una simple ráfaga de viento pudiera moverles. La primera en saltar y comenzar a levitar hasta los libros fue Aerin, seguida de su compañera. Ambas brujas examinaron los diferentes libros que allí se encontraban, tratando de entender el funcionamiento de aquel curioso sanctorium. Finalmente, tras unos minutos de investigación, llegaron a la conclusión de que cada libro que allí se encontraba mantenía de manera estable y constante un efecto mágico en la torre. Luces automáticas, limpieza, conservación alimentos, alarmas, campos de disipación, círculos de teletransportación y muchas más cosas. 

Una vez comprendida la función de los libros, fue fácil que hacer. Como si de una biblioteca se tratase, comenzaron a enlazar las búsquedas hasta encontrar el centro de aquella red de conocimiento: un pequeño libro de color dorado. Sin duda alguna comenzaron a ojearlo encontrando numerosos nombres con diferentes permisos. Cuando llegaron al nombre de Shandal, canalizaron un atisbo de quintaesencia en la punta de sus dedos y borraron el nombre. Tras esto, con una letra pulcra y cuidada escribieron el nombre del archimago, Nalen´Dag. 

Objetivo cumplido. 

Casualidad -comenté con cierta sorna al que pudieran hacer magia pero ahí quedó la conversación.

Las mujeres entran y monto guardia fuera, aunque eso no me impidió echar un ojo a aquella sala y apreciar la magia que habitaba en ella, quedando muy impresionado. 

-¿Y como hacemos para asegurarnos que Shandal no vuelve a vincularse? 

Caidus no creía que lo que dijese Zalgrán fuera verdad. Pero dada su falta de empatía, tampoco era muy capaz de discernir entre una verdad o una mentira. Dejó el interrogatorio a los demás y se centró en el veneno, llevando el vial con el contraveneno al archimago.

—Archimago bebed este contraveneno. Lo que os han inoculado se llama 'sangre sombría', un veneno que mata por lenta asfixia. Es extraído de la destilación de las toxinas secretadas por algún tipo de muerto viviente cuyo nombre y tipo no recuerdo.—le dijo a Nalen'Dag, con la esperanza de que él supiese algo más del veneno.—Y cuidado con las palabras de Zalgrán, tiene el mismo tatuaje que el capitán de la guardia, el ghoul que resucitó. Lo recuerdas, ¿verdad Agatosh? No es de fiar.