Partida Rol por web

Tras observar todo aquello con interés, asintió. Las últimas palabras del mago le resultaron una advertencia —¿y si no lograban acabar el trabajo en 24 horas?—, pero no dijo nada; sabía que tenían que ser rápidos y dar todo de ellos mismos para vencer al vampiro y liberar Norul. Recogió los frascos, se los guardó con el resto, identificados y organizados en sus bandoleras, y se junto a los demás.

—Nos veremos en breve —se despidió, antes de que la cúpula de brillante luz les cegara momentáneamente. Cuando el blanco se tornó de nuevo en mil colores, estaban cerca de su destino.

Bien, bien. Respiró profundamente, inhalando el frescor de la mañana, y soltó el aire con pasmosa lentitud. Mientras lo hacía, su cuerpo varió ligeramente, sobre todo su rostro, hasta parecer alguien completamente distinto. Aquello, por supuesto, haría que más de uno mirara con otros ojos, que se plantearan hasta que punto su anterior aspecto era real, y esos mismos comenzarían a ver pequeñas marcas que denotaban un disfraz mágico, y bajo él, quien no se dejara llevar por las ilusiones, algo completamente distinto, no del todo de ese plano¹. Agatosh, sin embargo, permaneció impasible al escrutinio, ajeno, indistinto.

—Estoy listo. Pero cerremos antes un par de cosas...²

Balthor observo el trajín de viales que se traía el mago, verdaderamente era un experto en pociones si había fabricado tal cantidad, lo mismo también destilaba alguna bebida espirituosa de calidad, uno no llega a viejo sin algún vicio o dos, pero no era momento para esas preguntas.

Cogió sus viales pero le dio vuelta al esmeralda en sus grandes manos.

- Yo puedo convertirme en cualquier animal, lo mismo alguno necesita este más que yo.

El de proteger la mente si era muy necesario, que un monstruoso te dominara, era una idea horripilante, y el agua bendita siempre iba bien contra no muertos y ese tipo de cosas.

Tras el espectáculo del mago para transportarlos (se nota que a los magos les gusta destacar), Balthor observó la ciudad que les esperaba.

- Buen día para venir de visita a la ciudad.

- Se supone que no me conocen - comentó Vicnan - así que tampoco necesitaría la poción esmeralda. De cualquier manera Balthor - agregó dirigiéndose al cambiaformas - habrá oportunidades en que tendrás que moverte entre personas sin ser reconocido. Mejor llevémoslas -

Tomó las que le correspondía y agradeció a Nalen´Dag. Después escuchó a Agatosh y asintió. 

Caidus agradeció al archimago su obsequio. Cogió los viales, miró bien cómo era cada uno para recordarlos con precisión, pues nunca se sabía cuándo los necesitaría con urgencia, y los guardó en su bolso. Entonces se dio la vuelta, observando la ciudad.

De nuevo a Norul. ¿Cuántos enemigos les esperaban? ¿De verdad podrían fiarse de alguien? ¿Serían suficientes sus esfuerzos? Estas dudas y otras revoloteaban en la mente del elfo, aunque su gesto hierático no expresaba sus emociones. Sus proyectos ahora pasaban por cumplir esta misión, una de tantas otras futuras, si sobrevivían. Miró a Agatosh, tan misterioso como poderoso, y agradeció contar con él. A los otros dos no los había visto en acción, pero no le quedaba más remedio que confiar en ellos. Suponía que el sentimiento de incertidumbre sería mutuo.

—Te aconsejo que guardes los viales que te han preparado, Balthor. No sabes bajo qué efectos y circunstancias podrías necesitarlos.—Luego miró al resto—Suerte a todos. La necesitaremos. Pero cuanto más inteligentes y metódicos sean nuestros actos, menos suerte requeriremos.

Tras hablar, hizo una leve inclinación de cabeza a modo de despedida y anduvo en dirección a Agatosh, esperando a Balthor y Alya hicieran lo propio.

Alya tomó con cuidado los viales y los hizo desaparecer uno a uno en su morral. En principio, ella sería una desconocida para la ciudad, pero nunca podía saberse cuándo se necesitaba una cara nueva... O cuando iban a necesitar cambiarle la cara a alguien.

La de protección mental era la mejor baza del grupo, pero también su mayor tara. En el momento que la tomaran, el reloj empezaría a correr para esas 24 horas. En el momento que se consumieran, era probable que quedaran en una posición muy vulnerable, tanto que podía a llegar ser preferible cortar las pérdidas e intentar un nuevo enfoque en caso de que el vampiro mismo estuviera activo en la zona.

El agua bendita siempre era de utilidad, de modo que tampoco le pondría pegas a ello.

Su único preparativo lo había hecho la noche anterior y consistía en renovar la matriz astral corrosiva que tenía adherida a su mandoble.

Se unió a su grupo, aún un tanto confusa sobre su presencia en aquel en concreto, pero dispuesta a añadir valor a la compañía.

Nalen´Dag observaba en silencio la ciudad mientras su mente cavilaba sobre algo desconocido para los presentes. Segundos después compartió sus inquietudes con el resto, las cuales de tener cierta veracidad podrían complicar la misión en cierta manera. 

—Lo más probable es que hayan fortalecido las medidas de seguridad en Norul, no se cuales exactamente, pero cuidado— dijo el archimago instantes antes de descender por la colina junto a los demás—. De modo que lanzaré un conjuro de invisibilidad para sortear la guardia de la puerta y podamos adentrarnos en la ciudad sin problemas.

Instantes después los presentes sintieron una ráfaga de aire que acaricio cada centímetro de sus cuerpos sin pudor alguno. Donde antes había doce vigilantes, ahora tan solo quedaba el sonido de sus respiraciones y el sonido de sus voces. Con un problema menos del que preocuparse el grupo se acercó a la puerta principal y cruzó bajo la atenta y enfurecida mirada de unos guardias incapaces de verles. 

Como era costumbre la temperatura local permitía a los ciudadanos vestir de manera estética y colorida. El corte de los ropajes femeninos permitía que las mujeres del lugar, humanas y elfas, mostraran sus bronceadas curvas. Mientras tanto los varones cubrían sus cuerpos de manera sencilla, holgada y fresca. Sin duda cuando el velo de invisibilidad cayera, el grupo de Vigilantes llamarían la atención por sus gruesos ropajes y su moda extranjera. 

En su camino encontraron las puertas de los comercios abiertas de par en par, invitando a los transeúntes a entrar y comprar sus productos. A pesar de que los niños correteaban por las calles jugando y gritando, los vigilantes eran capaces de percibir la tensión que se cernía sobre los adultos. Sus miradas se movían inquietas y sus cuerpos se movían de manera tensa. 

Cuando llegaron al Beso de la Driade el grupo se adentro en un callejón y permitió que la invisibilidad que acariciaba sus cuerpos desapareciera. Fue entonces que Nalen´Dag y Marcus descorcharon la poción de líquido esmeralda y la bebieron de un solo trago, alterando su fisonomía hasta convertirlos en hombres jóvenes completamente distintos. 

Tan solo una moneda de oro basto a cada miembro de los Vigilantes para cruzar y encontrar un lugar exótico. Hermosas cortinas de seda cruzaban la sala, mientras unas luces suaves y coloridas alumbraban la gran sala central salpicada por multitud de mesas y sillas distribuidas de manera ordenada frente a un escenario. En aquel momento una mujer de hermoso cuerpo, bailaba con soltura cubriendo sus desnudez con su larga cabellera castaña y un par de abanicos. El ambiente estaba impregnado con suaves toques a canela y vainilla, mientras una melodía compuesta por instrumentos de cuerda y percusión marcaban el ritmo de la bailarina.  

Al dia siguiente el grupo se reunió al completo se reunió entorno al mago,yo incluido. Esta vez en vez de tirar de las riendas de mi caballo vine acompañado de un pequeño halcón sobre mi hombro que miraba a todos con ojos amarillos llenos de curiosidad, después de lo que pasó la primera vez me pareció una sandez traer a Alantha. 

Se le escapó una sonrisa al ver al valiente roedor y se alegró de que aquel mazazo que lo estampó contra la pared no fuese el fin para el, lo saludó con un breve gesto de la mano. El archimago, por otro lado, seguramente debió trabajar a destajo toda la noche ayudado de su familiar para poder tener listas veinticuatro pociones y dispuestas sobre la mesa. 

-Pobre, y si no fuese poco esa labor tiene que hacerlo a sabiendas de que debe enfrentarse a alguien por el que seguramente tenga o tuvo aprecio. Espero que sus voluntad no flaqueé en el momento mas inoportuno por un sentimentalismo.

Tomo los viales y los ató a su cinto, junto a su bolsa de monedas y apenas tuvo tiempo para apretar los dientes antes de la condenada teletrasportación. Al menos esta vez mantuvo el desayuno dentro del estomago aunque fue ardua tarea.

Una vez  pasadas las puertas de la ciudad de forma invisible no se tomó la poción de cambio de aspecto, me limito soltarme mi pelo lacio y gris sobre los hombros, tapando las orejas y a echarme la capucha. Me la tomaré cuando el guión lo exija. 

Una vez dentro del Beso de la Driade. -No tengo muy claro por que hemos entrado todos, con los dos asignados bastaba... Lo digo por la monedita de oro.  ¿Algunas ultimas palabras de ánimo antes de separnos?

- Miré a los asignados conmigo y si bien Aerin era "especialita" al menos era proactiva pero no puedo si no mostrarme escéptico con Cylina. Tampoco es que pudiese objetar, así que no dije nada, a saber que pensaría ella de mi.

Camareros de ambos géneros caminaban de un lugar a otro semidesnudos atendiendo las necesidades de los comensales y de los clientes que disfrutaban de juegos privados ofrecidos en las habitaciones que se encontraban alrededor de la sala central. Los Vigilantes se sentaron en diferentes mesas tratando de pasar desapercibidos mientras el primer grupo localizaba su contacto. 

Instantes después una mujer esbelta, hermoso rostro y mirada astuta hizo acto de presencia. Agatosh la reconoció al instante, Julieth. Con un gesto de cabeza avisó a sus compañeros y la abordaron cuando esta finalizó su conversación con unos de los clientes. 

El alquimista no dio rodeo alguno y dejó claras sus intenciones de ver a la joven madame en privado. Esta lejos de inquietarse asintió y guió al reducido grupo por el lugar. Los demás Vigilantes sonrieron y asintieron ante los solícitos trabajadores, los cuales comenzaban a traerles algo de fruta y cerveza fresca. Les informaron de que la primera ronda era gratuita y que debían tener bajo control sus instintos más primitivos, pues violar la intimidad de los trabajadores sin el tintinear del dinero no estaba permitido.

La hermosa mujer guió al grupo hasta unas escaleras, las cuales subieron hasta llegar poco después a una pequeña habitación. Dentro había una mesa, tres sillas y una estantería abarrotada de libros y pergaminos. Julieth tomó asiento con una seductora gracilidad, tras lo cual cruzó sus piernas permitiéndoles ver una generosa porción de muslo.

—Imagino que los Vigilantes vuelven a reclamar mi ayuda, ¿no es así? — preguntó con una sonrisa arrogante en sus labios—. Ya sabéis que mis servicios tienen un coste elevado o al menos información útil para que pueda seguir sacando partido. Yo gano, vosotros ganáis. Así es como debe ser.

» Dicho esto. ¿Qué queréis saber? — añadió poco después con voz calmada. 

Cualquiera otra persona en su lugar se sentiría amedrentada, pues no solo la superaban cuatro a uno, sino que ellos portaban armas y armaduras, y ella tan solo un ajustado vestido con corsé.

El mago les había ofrecido unas pociones bastante útiles y después no solo les había llevado hasta la ciudad sino que les había ayudado a entrar, sin duda era alguien poderoso y además les había ahorrado gastar recursos propios. Cuando por fin volvieron a ser visibles le dedico una inclinación de cabeza al mago a modo de agradecimiento y respeto.

Apenas sabía nada de sus compañeros salvo que debían ser sigilosos si les habían mandado a ellos a infiltrarse en la torre, pero se acercó un momento a ellos antes de entrar en el que parecía que iba a ser su punto de reunión. —Si tenéis la certeza de que este sitio es seguro, deberíamos intentar guardar las opciones que nos han dado para más tarde.

Una vez dentro se sentó en una mesa y acepto lo que le ofrecían, sin duda era un sitio peculiar, no le iba mucho tanta fastuosidad pero era agradable. Nunca había estado en un lugar así pero le parecía muy práctico, pagabas por la compañía de alguien atractivo y ya está, sin complicaciones, mientras estuvieran allí por voluntad propia le parecía un negocio legítimo.

Ahora tocaba esperar.

Balthor se sentía un poco fuera de lugar en el local donde estaba, parecía un festival de apareamiento desenfrenado, pero eso si, con oro por delante, no como la naturaleza con sus bailes, sus cantos y su época marcada, era un sistema efectivo pero poco meritorio, se supone que uno gana parejas por ser el mejor, no el que tiene más dinero.

Aunque su opinión cambió radicalmente al aparecer su contacto, era como una fata carnal recién salida de una laguna cristalina, despertó en Balthor instintos que no eran los diarios, al señalar un lugar más apartado para hablar con el grupo, el druida la siguió como un cachorrillo a su madre.

Julieth les pidió explicaciones y Balthor habló atropelladamente.

- ¡Saludos señora! Es usted como un amanecer en la arboleda de Ylliath, si necesita ayuda aquí estoy...- luego se dio cuenta de que no estaban aquí para eso - eh bueno, mis compañeros le pueden poner al día sobre el asunto.

Llegar hasta el Beso de la Driade, amparados por la invisibilidad, fue un paseo que, de paso, les permitió darse cuenta de que nada había cambiado en esos días de ausencia; Norul seguía, a simple vista, exactamente igual que como la habían dejado, y aunque la guardia posiblemente estuviera más alerta a tenor de los últimos acontecimientos, no era nada con lo que no pudieran lidiar gracias al ingenio y la magia.

Así, alcanzaron un cercano callejón desde el que podían acceder fácilmente al establecimiento, a la par que no llamarían la atención lo suficiente como para levantar sospechas, y poco después entraron en la casa de variedades, dónde el característico ambiente del lugar les dio la bienvenida. Agatosh, de nuevo, sintió el mismo cosquilleo en la entrepierna que la primera vez, una sensación que se acrecentó, literalmente, al reconocer a Julieth. Con una amplia sonrisa, fue hasta ella sin pensárselo dos veces, o puede, tal vez, que echando una última mirada atrás, a Aerin, para guiñarla un ojo.

Pasó tras la fastuosa mujer, muy cerca, y nada más entrar, sin timidez, fue a sentarse en una de las sillas. Su peso y estatura convertían aquél asiento en algo nimio, pero tampoco le importaba mientras aguantara. No habló de primeras, por supuesto, dejó que su anfitriona tomara la palabra y, de paso, observó sin pudor el cruce de piernas. Luego sonrió.

—Los Vigilantes, si. Para ser exactos, los mismos que la última vez. Imagino que has reconocido a Aerin atrás. Y puede que a nuestro amigo drow y a Caidus —señaló al elfo al nombrarle—, de vista. A mi seguro que no. —La guiñó un ojo—. La última vez estaba más joven y pelirrojo, pero soy el mismo. Hemos venido a saldar nuestra última deuda, y de paso seguir trabajando juntos. Información, como prometimos, aunque ya sabes que siempre puedes contar conmigo. —Miró al druida con una mueca indescifrable—. Y al parecer también con otro de nuestros nuevos amigos, Balthor. —Hizo un ademán restándole importancia—. El caso, allá vamos. Necesitamos varias cosas, los que vienen detrás te dirán lo suyo, pero nosotros en concreto, es saber como llegar hasta Zagrán Grigory, en privado. Saber donde vive o como atraerle a un lugar sin público sería lo más... Recomendable. Debemos utilizarle para llegar hasta su hermano, pues resulta que el nuevo archimago es un ghoul, un siervo de un vampiro poderoso que busca controlar la ciudad. —Se encogió de hombros como diciendo "es lo que sabemos, a mi no me mires"—. También habrás escuchado, seguramente, de la muerte de cierto capitán de la guardia; también lo era. Y el chupasangre en cuestión es, o está relacionado, con los Bélor, posiblemente el cabeza de familia. Es el causante de las desapariciones de jóvenes mujeres pelirrojas, ayudado por sus aliados, a los que pretendemos eliminar.

Dio un momento a la mujer para que asimilara toda aquella información, que no era baladí, e incluso para alguien como ella, acostumbrada a rumores turbios, debía de ser impactante, incluso si era lo suficientemente buena actriz como para fingir estar impasible. Tras un instante, siguió.

—Se avecinan cambios importantes en Norul, de una forma u otra. Saber lo que te acabamos de contar, supongo que, para alguien como tú, será de suma importancia a la hora de moverte entre las redes de la política y escalar. Si quieres mi opinión, si unos días no sabes de nosotros, o escuchas que hemos muerto, te recomiendo que salgas de aquí y te pongas a salvo. Por lo que sabemos, la última ciudad que sufrió unos problemas parecidos, acabó destruida, y los pocos supervivientes esclavizados, en la vida o en la muerte. Y si vencemos, bueno, tu ayuda habrá sido vital para el nuevo gobierno, sabrán recompensarte acorde. —Se inclinó hacia delante—. ¿Y bien, nos ayudarás una vez más?

Guardó el vial, con una mezcla de curiosidad y temor, examinándolo cuidadosamente - Muy interesante - Y nunca mejor dicho, contra el vampiro ese vial era oro. Y el verde, también la intrigaba, aunque se preguntaba que la pasaría al tomarlo, si el de ratona la había puesto así...- Uhmm, ¿estás seguro de eso, Balthor? Tengo mis pociones para pasar desapercibida, pero reconozco que ese vial adicional me tienta, en cierta forma - dejó el comentario en el aire, sus compañeros no querían, pero quedarse uno para estudiarlo y aprenderlo era estimulante, y además, el elfo que la acompañaba igual si que necesitaba cambiar un poco más de cara, no vendría mal tener uno adicional. Sólo esperaba que no fuese un guarro otra vez.

Fuese como fuese, llegaron al lugar. Esta vez vestía sus ropajes de bruja, con la capucha puesta. Un truco para disfrazarse es ponerse algo más reconocible, con lo que el aspecto escalofriante de sus ropajes serviría para que la recordasen no como la semielfa, sino como la bruja.

Entrando en el local, miró  a la madame. Todavía recordaba como la había forzado a aquel pacto. en realidad, ella no había prometido nada, pero si querían su ayuda, tendría que fingir que si.

Andar sin ser visto por la ciudad fue para Caidus una grata experiencia. Poder observar con detalle todo a su alrededor sin que por ello levantara suspicacia, evitar miradas indiscretas, o ahorrarse la molestia de esos tozudos vendedores que asaltaban sin pudor ni educación a los viandantes, merecía la pena incluso si tenía que esquivar a la gente que, al no verle, tendía a cruzarse en el camino del elfo. Se congratuló una vez más por su entrenamiento diario y las dotes físicas propias de su raza, conjunción que le permitía resolver esos posibles choques con agilidad notable.

Una vez en el callejón, Caidus imitó al archimago y se tomó la poción para cambiar su aspecto. Tras la transformación, se palpó el rostro y el cabello. Se notaba distinto, como debía ser. Notó que su pelo era más corto y de otro color, y su rostro era más duro y 'humano', aunque mantenía los rasgos de su raza. Parezco un rudo elfo del bosque, pensó el elfo gris. Luego comprobó que su familiar seguía en donde debía y le dijo unas palabras tranquilizadoras. Para rematar el disfraz, se colocó un colgante de bisutería y dejó el emblema de la Hermandad escondido bajo la solapa del chaleco.

Al entrar en el Beso de la Dríade, recordó la primera impresión que tuvo. Para ser una ciudad humana, tenía un leve toque clásico, o al menos lo pretendía emular. Anduvo detrás de Agatosh, quien llevó la anterior vez el peso de la conversación y le dejó intervenir.

Ya estaba la rueda en marcha y tenían 24 horas para conseguir su objetivo antes de que todo tornara más difícil.

Caidus siguió junto a su grupo a Julieth. Al entrar en la habitación, tomó asiento en una de las sillas y estudió la sala, buscando cualquier elemento disruptivo o peligroso para ellos. Sabía que la mujer les tenía simpatía, y también que se movía por su propio interés. Incluso era consciente de que el vampiro la podía haber manipulado en los días que ellos no habían estado.

Tras el probablemente muy estudiado cruce de piernas, escuchó las palabras de la mujer con atención. Luego, intervino Agatosh con una claridad cristalina. O confiaba en ella completamente o, si pensaba lo mismo que Caidus, se lo estaba jugando todo a esa opción. Tampoco es que tuvieran alguna otra que pareciese buena.

En cualquier caso, el elfo se quedó callado, esperando una respuesta de Julieth a lo dicho por su peculiar compañero.

Minutos después Agatosh y los demás regresaron de su reunión con Julieth. Con gran naturalidad se sentaron de nuevo en sus sitios y apuraron sus bebidas. Mientras tanto informaron al resto de sus compañeros sobre la localización del lugar al que debían acudir a continuación. 

El espectáculo de la seductora bailarina llegó a su fin, el cual fue sustituido momentos después por una pareja de humanos completamente desnudos. Hombre y mujer bailaron con gracilidad, cubriendo casi todo el tiempo sus generosos atributos.

Cuando Agatosh ofreció las directrices para encontrar la sala, Aerin supo al momento que era el mismo lugar de reunión que la última vez. Con paso decidido guió a sus compañeros a través de la sala hasta llegar a unas escaleras, las cuales subieron. Poco después encontrar una habitación con la puerta ya abierta. Dentro había una mesa, tres sillas y una estantería abarrotada de libros y pergaminos, además de la madame de mirada perceptiva, la cual les esperaba sentada. 

—Un gusto de nuevo verte querida— saludó la joven mirando de manera directa a la bruja de las brumas—. Como ya sabes mis servicios tienen un coste elevado o al menos obtener información útil para que pueda seguir sacando partido del entramado político de esta ciudad. Las dos podemos ganar mucho.

» Dicho esto. ¿Qué queréis?— preguntó mientras se cruzaba de piernas mostrando una generosa porción de muslo. 

Aquella mujer irradiaba poder y templanza. Cualquier otra persona en su lugar se sentiría amedrentada, pues no solo la superaban cuatro a uno, sino que ellos portaban armas y armaduras, mientras que ella solo portaba un ajustado vestido con un ceñido corsé.

En esta parte del plan, en la que tocaba negociar a Aerin con la regente del negocio no podía hacer mucho al respecto, solo estar alerta, mirar a mi alrededor en busca de algo que no encajase y me diese mala espina y de vez en cuando perderme en ese muslo desnudo y dejar que la imaginación volase ligeramente.

Me mantuve en segundo plano en vuelto en mi capa y capucha como un monje oscuro o un viajero en un dia de lluvia moviéndome curioso por la estancia. 

Gracias a las directrices ofrecidas por Agatosh el tercer grupo encontró con facilidad el lugar de reunión. Con paso decidido cruzaron la sala hasta llegar a unas escaleras, las cuales subieron. Poco después encontrar una habitación con la puerta ya abierta. Dentro había una mesa, tres sillas y una estantería abarrotada de libros y pergaminos, además de la madame de mirada perceptiva la cual les esperaba sentada. 

—Veo que la Hermandad ha mandado a muchísimas personas para esta misión. Es comprensible, después de todo un vampiro es difícil de manejar— dijo con una sonrisa arrogante—. No se si os habrán comentado vuestros compañeros, pero mis servicios tienen un elevado coste. Me gusta recibir como pago información útil para seguir sacando partido al entramado político de esta ciudad o en última instancia una suma de dinero contundente. 

» Dicho esto. ¿Qué queréis?— preguntó mientras se cruzaba de piernas mostrando una generosa porción de muslo. 

Aquella mujer irradiaba poder y templanza. Cualquier otra persona en su lugar se sentiría amedrentada, pues no solo la superaban dos a uno, sino que ellos portaban armas y armaduras, mientras que ella solo portaba un ajustado vestido con un ceñido corsé.