Partida Rol por web

El sacerdote de avanzada edad los miró entre molesto y desconfiado; sin embargo un puñado de palabras por parte de Aerin bastaron para relajar su semblante. Finalmente abrió la puerta el silencio y con un gesto de su cabeza les señaló que pasaran al interior.

—Normalmente no dejamos pasar a nadie salvo que sea una urgencia, pero que diantres—. Pronunció mientras cerraba la puerta cuando cruzaron el umbral—. Pasad rápido que el calor se escapa.

» Por el día cubrimos las cristaleras con unas puertas de madera—. Dijo mientras señalaba a los lados de la vidriera—. Como bien veis su aspecto no es tan hermoso como por la parte anterior.

Tal y como decía el sacerdote, mientras que la parte externa se mostraba hermosa, la parte interna presentaba un aspecto extraño y nada estético. Cada pieza de cristal presentaba una forma similar a un cubo.

—Su compleja estructura interna le permite al parecer reflectar la luz permitiendo crear cambio de intensidad y la sensación de movimiento en la imagen de fuera—. Explicó el anciano instantes después—. La verdad es algo maravilloso.

No mostró demasiada emoción al ver el cuerpo muerto, en vez de dejarse llevar, mantuvo la calma se empezó a hacer preguntas como si sabían de esta reunión y si se les habían adelantado o esto era meramente fortuito.-Dos disparos de saeta... ¿Ballestas? Dos disparos... uno o dos tiradores... Una está en la zona del corazón así que algo de puntería tienen. 

Se movió junto a una lápida o un árbol cercano para buscar cobertura mientras preparaba de nuevo su arco y una flecha, suspiró y comenzó a otear si había alguien escondido aguardándoles.

Enarcó una ceja. ¿Eh? No es que fuera tonto, al contrario, pero aquella charla era increíblemente aburrida. ¿De verdad a alguien le interesaba eso? Maldita sea, habrían conseguido lo mismo con un aprendiz de mago, sin tanta parafernalia. Aguardó en silencio, pero esperaba que Aerin no siguiera dando coba y se limitara a conseguir la información importante, que era saber lo que la había ayudado a mantener la compostura contra el vampiro.

Los primeros segundos, cargados de tensión por un posible peligro inminente, fueron dedicados a examinar a su alrededor. Tras comprobar que nadie se escondía en las sombras, apuntándoles con una ballestas, ambos aspirantes se centraron en el cuerpo de la joven.

Abelgos se acuclilló junto al cuerpo y observó. Aunque su cuerpo se mostraba relajado, este reaccionaría con mortífera rapidez ante cualquier atacante. Su pasado le había enseñado a jamás bajar la guardia. Tras un examen minucioso del ángulo de perforación de los virotes supo dos cosas. Un solo atacante había disparado en dos ocasiones desde bastante distancia, puede que desde los matorrales situados más allá del campo santo.

Por su parte Caidus utilizó uno de sus conjuros para intentar examinar posibles rastros mágicos. Durante largos segundos examinó la intensidad y el movimiento de aquella aura, la cual se adentraba en el cuerpo de la joven a través de los ojos y la boca. Gracias a eso supo que este hechizo pertenecía a la escuela nigromántica e impedía cualquier contacto de comunicación o resurrección con el espíritu de Hana.

Los vivos caminaron por el sendero empedrado directos al palacete, siguiendo los pasos del fallecido sirviente. A lo largo del paseo vieron multitud de pavos reales, deambulando por los grandes jardines salpicados de hermosos árboles y grandilocuentes estatuas.

Cuando pasaron al interior observaron de primera mano la riqueza, la soberbia y el despilfarro típica en las festividades aristócratas. Las personas allí reunidas vestían con trajes complejos a medida de colores exuberantes y escasos. Mientras bailaban, fingían modestia y templanza, a la par que sus manos cubiertas de anillos y pulseras tomaban copas de la cristalería más fina, rellenas con los brebajes más exquisitos.

—Me complace anunciar la llegada del duque de Melemar y de su amada familia—. Proclamó el hombre que les había recibido instantes antes. Tras esto abandonó la sala y regresó a los jardines, dispuesto a retomar su puesto.

La música creada entre un violín y un piano llenaba el ambiente de una dulce melodía tras el zumbido constante de las conversaciones tranquilas de los presentes. Los sirvientes iban y venían con bandejas repletas de bebida y aperitivos. Mientras tanto las faldas se arremolinaban contra las delicadas piernas de las damas y la luz tenue brillaba en los vestidos extravagantes. Los invitados se repartían en una gran sala decorada por un suelo de mármol blanco y una exuberante lámpara de araña dotaba de luz el lugar junto a innumerables candelabros de pared repartidos por la estancia.

—Una copa mis señores—. Pronunció un sirviente de hermosas facciones mientras les tendía una bandeja con bebidas.

 La rígida postura de Vicnan indicaba la incomodidad que sentía desde que Cylina se colgó de su brazo, pero la mal disimulada media sonrisa en su rostro revelaba que no le desagradaba. ¿Que joven de 104 años se niega a la cercanía de una bella mujer?

 La opulencia del salón le hizo detenerse un momento. Al contemplar la elegancia de los vestidos y el lujo derrochado en cada detalle no pudo evitar cuestionarse si alguno de sus padres vivía rodeado de tanta riqueza; él no había conocido a ninguno y no sabía de que lado provenía su sangre élfica. Aunque jamás lo había contado a nadie, en su niñez imaginaba a su madre como una princesa elfa obligada a abandonar al fruto de su amor prohibido. Siempre creí que algún día...

 El suave toque de su compañera le regresó a la realidad. No es momento de divagar, concéntrate. Extendió la mano y tomó dos copas, una de las cuales entregó a "su esposa". —Mis hijas no tienen edad para beber.— Ellas habían comenzado la broma y él quiso aprovecharla. —A tu salud, querida.— Al brindar cuidó bien de ni siquiera mojar sus labios con el contenido de la copa y confió en que la cercanía permitiese a Cylina observar ese detalle. En su mente flotaban historias sobre las consecuencias de comer en el mundo de los muertos y, a pesar de considerarlas herejías, no quiso tentar a la suerte.

Se sintió un poco mas tranquilo pero en ningún momento bajó la guardia, de hecho esperaba que esto fuese una trampa pero tampoco podía esperar de brazos cruzados. 

Optó por recrear la escena del disparo, incluso hizo el gesto de llevar una ballesta imaginaria y ponerse desde donde creía que le habían disparado por el ángulo, si encontraba la posición del tirado quizá también un rastro y podrían seguir al asesino. 

El elfo tuvo sentimientos enfrentados. Por un lado se alegró de tener un enemigo inteligente y experimentado, aunque por otro lado evidenciaba cómo la situación era contraria a sus necesidades. Con un suspiro de resignación se acercó al cuerpo y, aprovechándose en lo que pudo de su daga, buscó alguna nota escrita que pudiese llevar. De igual forma observó la simbología que recubría los ropajes de la mujer. Podía ser relevante, llegado el momento.

Una vez hubo registrado el cuerpo, se giró a Abelgos.

—Si has averiguado lo que buscas, creo que es momento de irnos.

 Si, intuyo que fue un solo ballestero, actuó desde bastante distancia, puede que desde los matorrales situados más allá del campo santo. Vamos allí desde donde creo que disparó y buscaré un rastro.

Pero estate alerta por si ves una saeta directa a tu corazón. ¿Tu tienes algo? ¿Y de que se supone que ibais a hablar?

Agradeciendo el consejo de su compañero, le siguió por detrás en dirección a esos arbustos.

—Por el momento sé que han negado la posibilidad de rescatar información de su cadáver por medios mágicos. Apesta a nigromancia. Es una lástima, nos iba a ofrecer información sobre nuestro enemigo. Que la hayan asesinado es muestra de que iba a ser útil. Que hayan dejado el cuerpo...—el elfo suspiró—es un mensaje o un intento de incriminarnos.

Al ver el gesto de Vicnan mientras bebía asintió e hizo lo mismo, parecía que había escuchado los mismos cuentos que ella, no sabía si serian ciertos o no pero no era el momento de arriesgarse. En cuanto la sirvienta se retiró aprovechó para hablar en voz baja al resto del grupo.

—Según parece esto va a ser como hablar con locos o borrachos, seguirles el rollo y asentir a todo lo que digan. Si reviven lo mismo una y otra vez, supongo que deberíamos fijarnos si algo o alguien no encaja con la escena.

La búsqueda por parte del brillante arcanista en los bolsillos de la joven fue infructuosa. Al finalizar, ambos fatas se dirigieron a la zona donde creía Abelgos se habían ejecutado los disparos. Una vez allí el elfo oscuro se percató de que el arbusto tenía unas pequeñas ramas partidas que seguramente había quebrado el atacante al hincar la rodilla para estabilizar el disparo. Tras esto peino el suelo tratando de encontrar un rastro que seguir. Aunque el suelo era de piedra sus conocimientos y sentidos eran tales que logró distinguir un ligero rastro provocado por una mancha de clorofila en los adoquines.

Con la luna en el firmamento como testigo siguieron el rastro, el cual conforme se alejaban del cementerio se hacía cada vez más difícil de seguir. A pesar de ello lograron aquellos indicios hasta regresar de nuevo a la iglesia de Iomedae. Fue entonces cuando las piezas comenzaron a encajar en la mente de Caidus. Recordaba la conversación que había mantenido con la joven. Se había mostrado nerviosa al mantener una conversación sobre vampirismo en el interior de la catedral. Había incluso mirado a su alrededor asegurándose de que nadie les escuchaba. Sin duda el vampiro tenía influencia en el interior del culto religioso.

Aquello presentaba un problema. Sus compañeros habían pasado al interior para intentar obtener información sobre la presencia que había ayudado a Aerin de escapar de la voluntad del vampiro. ¿Estarían en peligro? ¿El atacante se atrevería atacar a sus compañero? ¿Toda la iglesia era corrupta o solo unos pocos? ¿Debian confiar y esperar a que salieran o tratar de entrar siguiendo sus pasos? 

 Asentí ante la sugerencia de Cylina. Buena idea.. Luego recorrí a los presentes con mirada atenta, buscando gestos fuera de lugar o comportamientos discordantes.

-Bueno, entonces... Ildyra escondió una sonrisa traviesa, entrando en el papel de hija y dando unos pasos hacia la pista de baile y se giró hacia sus "padres".

-Ojos abiertos por si pasa algo extraño.  Antes de que pudieran responder algo, Ildyra buscó alguien con quien interactuar o un lugar vacío donde poder bailar ella sola.

Mientras su "hermana" se volvía llamativa y caminaba hacia el centro de la sala, Alya hizo lo que había aprendido a hacer por sus dones y la necesidad de supervivencia; todo lo contrario, volverse discreta, observar y escuchar. Había una razón muy concreta por la que ella había sido destinada a la supervisión, después de todo.

Sin tocar nada de lo ofrecido, se hizo discretamente a un lado y fue haciendo de sombra a los movimientos de los demás, intentando anticiparse e intervenir si algo empezaba a complicarse. Respiró profundamente y amplió su percepción, entregando sus oídos al zumbido con el que Iomidae la había bendito desde su nacimiento.

Cylina y Vicnan observaron con detenimiento la postura de los invitados y escucharon los matices de las risas y las conversaciones de su alrededor, pero no percibieron nada en ellos. Poco después sus miradas se posaron en los distintos camareros del lugar, los cuales se mostraban algo nerviosos. ¿Sería causado por su ajetreada labor? Mantener satisfechos a la aristocracia sin duda era algo laborioso. 

Mientras tanto Ildyra se unió al baile de máscaras. A pesar de que aquel baile tenía varios siglos de antigüedad y que sus movimientos eran más rígidos a los bailes actuales, en apenas unos segundos de observación se aprendió los pasos a realizar. Si otra persona lo hubiera hecho sin duda habría estado destinado al fracaso, ya que el cuerpo no siempre obedece los designios de la mente, pero Ildyra no era alguien mediocre en aquellos menesteres. Ella había crecido con el baile fluyendo por su cuerpo y el ritmo vibrando en sus entrañas. Cada acorde, contrapunto y pausa hacían que su corazón sacudiera de emoción, perdiéndose en una vorágine de música y pasos de baile.

Por otra parte Alya se apartó quedando en un segundo plano en aquel festejo. Pronto las miradas dejaron de prestarle atención, pudiendo entonces desatar su poder. En caso de necesidad podía manifestar sus matrices de una manera rápida; sin embargo en aquel momento quería tejer una red psíquica que percibiera cualquier signo de hostilidad antes incluso de que el pensamiento se convirtiera en agresión. Por ello, con paciencia y meticulosidad, la joven psíquica tejió una red de matrices que cubrió por completo la sala; sin embargo algo marchaba mal en todo aquello. Debía poder sentir el eco lejano de los pensamientos de los invitados, pero tan solo sentía los de sus compañeros.

Bruja e inquisidor, unidos en matrimonio en aquel mundo, fueron los primeros en percatarse del preámbulo de algo que estaba apunto de pasar. Primero oyeron un golpe, después exclamaciones y por último palabras de auxilio. Uno de los invitados se había caído al suelo, al cual siguieron los demás en cascada. Sin dudarlo dejaron caer las copas, pues algo dentro de ellos les decía que todo aquello era provocado por algo tan simple, mortífero y vil como el veneno. Agradecieron entonces aquellos cuentos populares acerca de la comida y bebida de la umbra, pues gracias a ellos no habían sido envenenados. Puede que fueran falsos, pero sin duda les habían salvado.

Los aspirantes a Vigilantes aprovecharon el caos de la situación para esconderse detrás de alguna columna o bajo las telas de una mesa. Aquello pintaba mal pues poco después llegaron los camareros cargados con sillas. Con manos temblorosas comenzaron a colocarlas alrededor de la sala y atar a los invitados tras colocarlos sobre ellas con cierta torpeza. ¿Qué demonios estaba ocurriendo allí? 

Miro maravillada el lugar. O simulo hacerlo. La verdad es que es interesante, para que negarlo. le dejo al hombre que se explaye un poco, esperando el hueco.

- Padre, el retablo de la derecha, ese de ahí, representa la salvación de Nouah, ¿verdad? Yo.... cuando estaba viendo la vidriera, noté como una voz me hablaba y me advertía del peligro ahí afuera en la calle. Sabía que algo podría hallar aquí. Esa imagen, que la haya visto ahora, tiene que ser una señal, ¿no? ¿o es que la diosa quiere algo de mí y me ha llamado al templo?

Ah, bien llevado, chica. Aunque espero que no te llamen para vestal, esta gente suele tener una insana propensión al celibato que no te vendría bien; sería una lástima. Dejó escapar una sonrisa de medio lado, divertido por sus propios pensamientos, y atendió a ver que decía el sacerdote.

En medio del baile, pasó algo que la sacó de golpe del trance en el que solía entrar de vez en cuando se dejaba llevar por la musica. Después de aquella actuación esperaba al menos unos aplausos de sus compañeros, pero algo iba mal y algunos nobles empezaron a caer al suelo. Estuvo a punto de ir a ayudar, pero recordó las palabras de Eithel y decidió mejor no hacer nada, de momento al menos.

Instintivamente se cubrió en una columna opuesta a sus compañeros. Miró lo que estaban haciendo y no pudo hacer más que esperar y buscar salidas en aquella sala. Tal vez una ventana o una habitación por la que no estuvieran pasando los sirvientes.

Las cejas del sacerdote se elevaron ligeramente antes las palabras de la joven alquimista. Su reciente declaración podía ser tomada como la locura de un demente o como algo certero y maravilloso.

—Si lo que me cuestas es cierto y no es fruto del cansancio, la imaginación o la demencia es algo sorprendente—. Comenzó a decir poco después mientras la miraba detenidamente—. Los dioses en ocasiones guían el destino de algunos mortales elegidos. Cuando dichas cosas han ocurrido, han surgido campeones divinos que han supuesto un hito en la historia.

» Cada deidad se manifiesta de manera distintas. En el caso de Iomedae suele aparecer insuflando coraje en un corazón aquejado por el miedo. Esa es la primera señal en caso de ser elegido por ella—. Continuó explicando mientras observaba sus cabellos rojizos—. En cualquier caso, mi recomendación es que hagas caso. Un asesino anda suelto. Ahora debo seguir con mis labores, espero haberles ayudado.