Partida Rol por web

- Eh eh !! No te alteres pilotillo, hay que andarse con ojo, te lo digo por experiencia. Ese botón ya lo he pulsado antes pero tal vez ahora funcione.

Tras ello espero que el piloto accione el botón y podamos tener una charla con la gente de dentro. Por otra parte no sabíamos quiénes eran. Me reajusto la servoarmadura y recargo el fusil antes de posicionármelo cómodamente. Si alguien al otro lado de esa puerta intentaba cualquier tontería, no llegaría vivo más allá de la salida.

- ¡SOY UN MINERO! ¡ESTOY ATRAPADO AQUÍ DENTRO CON UN HERIDO! ¡AYUDA POR FAVOR!

El grito del interior os apremia con necesidad. El botón de apertura automática no responde, el mecanismo probablemente esté trabado o dañado de alguna otra forma.

- No se abre- asevera Brian- Va a estar atascada. ¿Donde estará el panel de control?- Buscando alrededor de la compuerta Brian se paseo a lo largo de varios metros, prácticamente hasta el otro extremo, donde hay una puerta para personal. Justo antes encuentra el panel que busca- ¡Ahí está!- exclama echando mano a sus herramientas. Desprende el panel con facilidad haciendo palanca tras retirar unos tornillos y comienza a trastear con unos cuantos cables.

Un pesado chasquido metálico resuena, seguido por un sordo silbido neumático al liberarse los pernos de seguridad.

- La puerta está abierta, ¡ahora solo hay que tirar!- dice Brian acercándose para echar una mano.

Dirijo la mirada a Connor y le miro extrañado mientras Brian desaparece un instante.

- ¿Todavía estáis ahí? - acabo diciendo con sorna.

Después de escasos segundos Brian vuelve con un buen trabajo a sus espaldas.

- ¡Bien novato, muy bien! Ayúdame, vamos a sacar a estos de aquí - digo mientras me dispongo a tirar de la puerta con ayuda de Brian.

- BIEN, MINERO, LA PUERTA ESTÁ ABIERTA. AHORA SOLO DEBEMOS TIRAR Y ESTAREIS LIBRES

La intersección de compuerta del a que estáis tirando, hacia afuera y arriba tiene el tamaño de un marine completamente equipado y pesa casi lo mismo. Gracias al esfuerzo conjunto y a la increíble fuerza de Brian combinada con los sevomotores de apoyo de su armadura con un nuevo chirrido vais desplazándola lentamente hacia arriba mientras el diente inferior de la compuerta desciende hacia abajo a golpes con cada chasquido del superior.

Finalmente lográis un hueco por el que podéis ver desde fuera parte de un tunel vertical de gran amplitud (tanta como la compuerta en su totalidad, una veintena de metros) con una iluminación intensa, probablemente procedente de focos en los laterales. El suelo no es visible desde fuera, ya que la compuerta tiene al menos medio metro de grosor y hay que pasar agachado bajo el diente para acceder al tunel.

Tras un duro esfuerzo para conseguir un pequeño rasquicio por el que cabría un ser humano, suspiro jadeante y observo el interior con nerviosismo y curiosidad.

- Eh !! Vosotros dos !! No podéis intentar acercaros un poco hasta aquí ?

-Muchachos, se os ha ocurrido la posibilidad de que esto sea una trampa para hacernos entrar por el tunel y una vez acorralados allí tendernos una emboscada y freirnos a tiros.- Digo a los demás mientras intento vislumbrar algo por el agujero abierto en la compuerta.

-A mi todo esto no me da buena espina.

- Me va a hacer falta ayuda, mi compañero está inconsciente y hay cerca de medio metro hasta ahí arriba.

Miro alrededor un tanto frustrado al no ver nada que nos sea de utilidad para subir arriba, y la fantasma no parece muy dispuesta a echar una mano. Ha vuelto a desaparecer. Tendrá sus motivos, supongo.

- Me va a hacer falta ayuda, mi compañero está inconsciente y hay cerca de medio metro hasta ahí arriba.- expone la voz desde abajo en el tunel que se ve a través de la apertura.

Mi a Teddy y a Nexus visiblemente enfadado.

- Joder, si vais a ayudar poneros debajo de esta puerta mientras yo paso a ayudar a ese hombre inconsciente. Si vais a sospechar de vuestras sombras como delicadas damiselas largaos de aquí y dejar de llorarnos. ¡Malditos marines mimados!

Espero unos instantes a que ambos, dispuestos con sus armaduras sujeten la puerta para deslizarme debajo de ella para ayudar a los mineros.

-Piloto pirado!! al final nos va a llevar a todos a la ruina. 

Me colocó como nos ha propuesto Marron, debajo de la puerta, vigilante para percibir la menor señal de peligro.

- Sospecho que mi arma aquí no va a ser ninguna ayuda,  porque no creo que sea una buena idea lanzar una llamarada al interior del túnel, mientras Marron está dentro.

- Bueno, estaremos atentos para que cuando percibas el más mínimo peligro nos des una voz o nos lo hagas saber de alguna manera.

Las voces no me resultan reconocibles, pero el piloto pone las cosas en su sitio. Ciertamente debíamos ayudarles, dudaba mucho en esos momentos de que cualquier ser humano no fuera "presa" en aquel lugar, como inquirió Nexus.

- De acuerdo, pues manos a la obra !! - digo situándome junto a Nexus, sujetando la puerta y abriendola haciendo un esfuerzo tal como el que permitía la servoarmadura.

- Venga, no pierdas tiempo !! - le grito al piloto con una mueca de esfuerzo.

La ayuda se asoma al interior del tunel iluminado por luz artificial. Bajo una caída de al menos veinte metros que no permite ver el techo con claridad por la disposición de la iluminación, procedente de unos focos montados en la plataforma que yace inclinada dos metros más abajo. Un enorme y coriáceo gusano con alas membranosas abarca la mayor parte de la plataforma desnivelada. Varios impactos supuran sangre roja de la mole vermiforme, que yace inmóvil en la parte más desnivelada, cercana a la compuerta por la que asoma el hombre del pañuelo en la cabeza. En la superficie de sus oscuras gafas se reflejan dos hombres sobre la criatura muerta, uno de los cuales sostiene al otro, que cuelga fláccidamente sin dar señales de vida.

Basta ese breve intercambio de miradas para que ambos hombres se reconozcan: el piloto desconforme que refunfuñaba en la sala de mandos y el silencioso prisionero de negra perilla y pañuelo en la cabeza que custodiaba el fantasma psicótico. Y el hombre que sujeta junto a sí, el ahora desmoronado catalizador del motín en la sala de mandos, Harry Coogar.

La ayuda se asoma al interior del tunel iluminado por luz artificial. Bajo una caída de al menos veinte metros que no permite ver el techo con claridad por la disposición de la iluminación, procedente de unos focos montados en la plataforma que yace inclinada dos metros más abajo. Un enorme y coriáceo gusano con alas membranosas abarca la mayor parte de la plataforma desnivelada. Varios impactos supuran sangre roja de la mole vermiforme, que yace inmóvil en la parte más desnivelada, cercana a la compuerta por la que asoma el hombre del pañuelo en la cabeza. En la superficie de sus oscuras gafas se reflejan dos hombres sobre la criatura muerta, uno de los cuales sostiene al otro, que cuelga fláccidamente sin dar señales de vida.

Basta ese breve intercambio de miradas para que ambos hombres se reconozcan: el piloto desconforme que refunfuñaba en la sala de mandos y el silencioso prisionero de negra perilla y pañuelo en la cabeza que custodiaba el fantasma psicótico. Y el hombre que sujeta junto a sí, el ahora desmoronado catalizador del motín en la sala de mandos, Harry Coogar.

El rostro se me apaga cuando veo quienes son los que necesitan de ayuda.

- Podrían haber sido bonitas nenas que necesitaran la ayuda de "papi" - pienso justo antes de encogerme de hombros.

Valoro la situación examinando las paredes buscando alguna forma de bajar o de que ellos suban.

- Quizá un cable valdría para ayudarles a subir - sigo pensando mientras miro a todos lados buscando la fórmula.

- Vaya, vaya, que tenemos aquí. Una preciosa doncella en brazos de ... ¿cómo dijiste que te llamabas? - acabo la frase con una sonora carcajada.

- Bueno tú, como te llames, ¿se te ocurre algo para que os pueda subir hasta aquí?

Valoro la situación examinando las paredes buscando alguna forma de bajar o de que ellos suban.

- Vaya, vaya, que tenemos aquí. Una preciosa doncella en brazos de ... ¿cómo dijiste que te llamabas? - acabo la frase con una sonora carcajada.

- Bueno tú, como te llames, ¿se te ocurre algo para que os pueda subir hasta aquí?

El hombre que se dice minero, lejos de agriar el gesto, se acerca a la pared sobre la que Jonas se alza a medio metro por encima de él. Con solo extender las manos mientras Coogar es alzado trabajosamente por su compañero alcanza a sujetarle por la correa del arma que cruza su torso en diagonal, lo suficiente para izarle hasta agarrarle bajo las axilas y empezar a tirar hacia atrás por la abertura mientras el otro hombre empuja hacia arriba para aligerar el peso del amoratado y contuso terrorista.

- Y ahora a mí, por favor.- pide el minero, con tranquilidad pese a mostrarse ansioso de abandonar la tumba metálica de la criatura, a la que parece mirar con aprensión.

El hombre que se dice minero, lejos de agriar el gesto, se acerca a la pared sobre la que Jonas se alza a medio metro por encima de él. Con solo extender las manos mientras Coogar es alzado trabajosamente por su compañero alcanza a sujetarle por la correa del arma que cruza su torso en diagonal, lo suficiente para izarle hasta agarrarle bajo las axilas y empezar a tirar hacia atrás por la abertura mientras el otro hombre empuja hacia arriba para aligerar el peso del amoratado y contuso terrorista.

- Y ahora a mí, por favor.- pide el minero, con tranquilidad pese a mostrarse ansioso de abandonar la tumba metálica de la criatura, a la que parece mirar con aprensión. Reflejando la luz que permitiría que fueras visible, sabes que la mirada que traspasa tu cuerpo va dirigida a ti misma, interrogante, y no al duro cuerpo que os sirve de repisa para alcanzar la pequeña salida.

- Vaya, vaya, que tenemos aquí. Una preciosa doncella en brazos de ... ¿cómo dijiste que te llamabas? - acabo la frase con una sonora carcajada.- Bueno tú, como te llames, ¿se te ocurre algo para que os pueda subir hasta aquí?

Jonas, situado al borde de la pequeña entrada permanece un momento mirando a un lado y a otro. Desde atrás véis como finalmente se agacha como para lanzarse de cabeza al hueco como si saltara al mar, y empieza a tirar de algo retrocediendo poco a poco para hacerle hueco. Llegando a vuestra altura, véis como arrastra por una correa bajo la gastada chaqueta un maltrecho cuerpo de aspecto conocido. Inconsciente y a vuestros pies yace el golpeado rebelde que desveló el juego de Huge, Harry Coogar.

- Y ahora a mí, por favor.- pide una voz tranquila desde la profundidad del foso del que Jonas acaba de sacar a Coogar.