Partida Rol por web

El Boyardo Grigory Bratovich llega a Kronstadt desde el norte acompañado por guardias feudales del Voivoda.

Miahil saluda a Dimitri como siempre lo había hecho, con la cortesía del que trata con un noble. Luego negó con la cabeza.
Parte donde te necesiten, mi búsqueda ha sido infructífera.

Fue preciso en sus palabras, no quería hacer perder el tiempo a Dimitri ya que parecía que le urgían problemas más importantes.

En plena tormenta y con un posible enemigo que los delataria el pequeño bufon se revuelve entre risas al darse cuenta de todo aquello, ¿que probocaba su hilaracion? tal vez su mente perturbada

-Bruja fea , bruja fea
alguien nos vio
y no nos comio

es hora de ver
que hay que hacer

Terminados sus locos versos el bufon se olvida casi por cumpleto de la amenaza y empieza a bailar con la lluvia danzando con su propia sombra

Tras las breves pero bien elegidas palabras de Mihail, me vuelvo hacia el grupo y con una voz decidida grito.

- ADELANTE!!!!

Partimos sin mas entonces, para apagar los fuegos causados por la tormenta. Liderando la marcha y seguido bien de cerca por constantin nos adentramos en el pueblo donde comienzo a dar ordenes a los campesinos para que nos ayuden con nuestro cometido.

-Ustedes ahi, Reunan cubiletes con agua!!!, Los otros busquen ramas mojadas para apaciguar el fuego. BUSQUEN RECIPIENTES MAS GRANDEES, AY QUE APAGAR ESTOS FUEGOS, MUEVANSE!!!!!

Las ordenes se sucedian, mientras los guardias que me acompañaban se bajaban de los caballos para cumplirlas y reunir a la gente con mayor capacidad de carga para ayudar. La batalla contra el fuego habia comenzado y un Szantovich no perderia contra la madre tierra.

-MUEVANSEEE DIJE!!!!  A BUSCAR AGUAAA, AHORA!!!

Las intrucciones seguian mientras coordinaba a los hombres que habia reunido para apagar el fuego. Si nos apurabamos podiamos detenerlo antes de que se esparciera mas adentro del pueblo.

Aunque los incendios son bastante numerosos la prontitud con la que os hacéis cargo de la situación y la buena organización de los hombres en pequeñas cuadrillas de trabajo consiguen que todo peligro sea neutralizado y en unas horas todo está bajo control. Antes de regresar al castillo organizas a un pequeño grupo para que al día siguiente se encargue de verificar que los fuegos no volverán a encenderse, lo que podría ser peligroso debido a la gran cantidad de hojarasca que hay en esta época.

El Señor de los Perros observa con calma desde su cabalgadura los esfuerzos de los hombres al servicio de los Szantovich.

El sacerdote Balau el Cierto abandona Kronstad por el norte de la región.

Me acerco al que parece dirigir las labores de extinción del incendio, una vez que este ha finalizado. Parece un caballero de alto rango y la persona más adecuada para contestar a mi pregunta.

-Caballero, indiqueme quien está al mando de estas tierras y donde puedo encontrarlo. Vengo desde muy lejos a recaudar el dinero del Voivoda.

La docena de hombres de armas con el escudo del Voivoda que me acompañan permanecen impasibles en su lugar mientras averiguo hacia donde tenemos que dirigirnos.

Rubushka, Bruja de Río y Betelgeuse el Bufón Macabro abandonan Kronstadt y siguen su camino hacia el sur.

Mientras espero la respuesta del Caballero intento contener mi paciencia ante la falta de diligencia.

Este hombre debe tener pocas luces o ha inhalado demasiado humo hoy... si uno de mis sirvientes me dejara con la palabra en la boca de esa manera ¡Por los dioses que sería ajusticiado!

-Disculpe Caballero ¿Se encuentra usted bien? ¿O hay algún motivo por el cual no pueda responder a tan simple pregunta? digo dirigiéndome al Caballero Dimitri Szantovich de Bran, mientras de soslayo miro a los hombres de armas del Voivoda que me escoltan por si ellos entienden el motivo del largo silencio.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y DOS

TERMINÓ EL OTOÑO Y HA TRANSCURRIDO EL FRIO INVIERNO.

PRIMAVERA

- El Boyardo Grigory Bratovich ordena la ejecución del Caballero Dimitri Szantovich de Bran. A menos que alguien tenga algo que decir, su cabeza será cortada mañana al alba.

Cuando Mihail se enteró de la noticia no supo que hacer, ni que decir.

Si debía de hacer algo por salvar al caballero Dimitri su corazón no se lo hizo saber. De hecho se dió cuenta de que la única razón por la que lo trajo hasta aquí fué porque fué una de las últimas voluntandes del verdadero Conde de Bran.

Estaba claro que iba a pasar, tras su muerte tomarían aquel lugar. Puede que los soldados de Bran lucharan o puede que se unieran voluntariamente.

Mihail se montó en su caballo y salió del castillo. Se dirigió al bosque, al corazón del mismo. En aquel lugar tenía su hogar, paredes de madera y no de piedra. Rodeado de naturaleza y no de mentira.

Un lugar en el que el sonido de la civilización era apenas audible. Un lugar que guardar de la depravación y corrupción humana.

Aún habían muchos dedos por cortar.

- Grandes tormentas azotan la región esa noche. En el cielo parece como si los antiguos dioses paganos rugieran de furia y miedo.

El techo de su casa estaba hecho como todo lo demás, de madera. Aquella cubierta podía aguantar lluvias normales, pero aquella tormenta arrojaba más agua sobre ella que la que podía evacuar.
Decenas de enormes goteras empezaron a aparecer por todo el interior de la casa de Mihail.
Este se acurrucó en una esquina donde se enrolló con mantas y pudo conciliar un sueño que se rompía cada vez que un rayo caía demasiado cerca de su hogar.

-Maldición, espero que esta tormenta acabe pronto.

La llegada del Boyardo Grigory Bratovich y su decisión de decapitar al Caballero Dimitri Szantovich de Bran supone un fuerte revés en el castillo. Su madre no atiende a razones con ningún sirviente y se presenta delante de los recién llegados gritando.

-¡Tú maldito malnacido! ¿Desde cuando un Bratovich tiene la desfachatez de venir a nuestras tierras y no arrodillarse ante nosotros? ¡Guardias detened a este perro y liberad inmediatamente a mi hijo, vuestro legítimo señor!

Todas las miradas se cruzan atónitas entre la mujer y el Boyardo Grigory Bratovich, que la mira impasiblemente con una sonrisa de satisfacción mientras ocupa el trono de Kronstad. Nadie se atreve a decir nada ni a moverse.

-¡Malditos seáis todos! ¡Cobardes malnacidos y desagradecidos! ¿Acaso pensáis que podéis humillar a la casa Szantovich y vivir para contarlo? ¡Hoy es el día de vuestra condenación! ¡Ningún traidor saldrá impune de aquí!

La mujer saca una daga escondida entre sus ropas y se dirige gritando hacia el Boyardo.

Con un gesto de mi mano dos de mis soldados detienen a Helena Szantovich y la desarman sin esfuerzo.

-Llevaos a esta bruja a una de las mazmorras, cuando acabemos con su hijo nos ocuparemos de ella. Sin duda deben ser ciertos los rumores de brujería que se le adjudican y acabará en la hoguera.

Todos los presentes se quedan atónitos. En unas horas sus legítimos señores, pertenecientes a la casa más importante de toda Transilvania han sido encarcelados y condenados a muerte sin que nadie se atreva a hacer ni decir nada.

-¿Y bien? ¿Alguien tiene algo más que decir? Escruto con la mirada a los antiguos servidores de los Szantovich que no se han atrevido a actuar hasta el momento.

Aprieto con fuerza los puños hasta que mis nudillos se ponen blancos.

- "Noble Bratovich, deberíais de pensar muy bien lo que hacéis. Mi señor es hijo de las dos poderosas Casas Szantovich y Bran. Su muerte no quedará impune en ningún caso..." -