Partida Rol por web

Tras esas horas de descanso que tanto necesitaban los que habían estado expuestos a accidentes diversos llegó la hora de partir. El campamento de Lexington parecía ya casi normal. La vigilancia en torno al avión se había relajado, los restos quemados se habían retirado, los paquetes que se habían estado haciendo ya estaban asegurados y cubiertos con lonas. Solamente desvelaba el accidente el hecho de que las lámparas dentro de las tiendas no lucían, y de que se había retirado el cableado que las había alimentado de corriente eléctrica. El pequeño aerogenerador estaba parado: se habían quemado las baterías que podrían haberle dado uso.

La gente se dedicaba a preparar el siguiente trozo de película. Se escuchaban tiros en la distancia: los guías de la expedición Lexington estaban cazando focas para procurar combustible y sustento a sus compañeros. El sol estaba ya iniciando su lento descenso hacia el horizonte. Los perros habían descansado y comido, y estaban listos e impacientes por partir.

El viaje fue mucho más fácil que a la ida: las huellas del primer trayecto y las de los compañeros que os habían precedido marcaban el camino que, además, estaba también marcado en vuestra memoria. El tiempo no era malo en exceso, solamente una molesta ventisca que soplaba de costado. Maggie estuvo excelente, como siempre. En lo profesional. En lo anímico también: como de costumbre, ruda y poco habladora. El campamento Starkweather-Moore os recibió con alborozo. La gente trabajaba mucho en las perforadoras y en los aviones. El primero de los trineos había salido ya, y el equipo que debía equipar y conducir el que traíais vosotros tenía todo preparado para estibar, atar los perros de refresco y seguir al que lo precedía.

Te despertó Bryce. Lo agradeciste. Estabas teniendo una pesadilla muy desagradable.

Siento privarla de su sueño, señorita Menez. Son los de Lexington. La última comunicación ha comenzado en alemán. Era el doctor Johan Meyer. Antes de intercambiar verdadera información ha estado buscando un idioma en el que pudiera comunicarse. Parece que se han decidido por el romaní. Me parece que sospechan que pueden ser escuchados y han buscado una manera de negociar de manera discreta. El interlocutor por parte de Lexington ha sido un tal Anthony Jonson. Me temo que no hay nadie por aquí que hable ese idioma.

Conocías ese nombre. Si ese Meyer era el que pensabas (y hablar romaní estaba entre los datos que podían servir de confirmación) se trataba de un famosísimo (en círculos académicos, claro) antropólogo y lingüista que se había destacado durante la gran guerra luchando en Turquía en el bando alemán.

Es un experto en historia de Europa central y de oriente medio durante la Edad Media. Es, además, un buen conocedor de las ciencias ocultas.

Durante todo ese día hubo mucha actividad en el campamento base de Starkweather-Moore. Los rezagados de la visita a Lexington llegaron seis horas después de haber llegado el grupo de Starkweather, muy cansados. Dado que pronto se supo que Sutton había tenido un éxito parcial en sus negociaciones con Acacia, la atención se desvió hacia la radio. Ya todo el mundo sabía que Acacia había estado flirtreando con los alemanes de la expedición Barsmeyer Falken por radio, aunque no se sabía muy bien a qué acuerdo habían podido llegar. La esperanza era que a ninguno, porque inmediatamente después de el final de esas conversaciones se pusieron en comunicación con vuestra expedición. Moore estuvo casi todo el tiempo pendiente de la radio mientras Starkweahter caminaba furioso por el campamento, humillado y expulsado de las conversaciones con cajas destempladas por un autoritario y frío Moore.

Tres horas después de que arribara el grupo de Maggie Lexington anunció que ella y Priestley acudirían en persona para poder hablar con más detalle y comodidad. Cuatro horas después, ya en plena "noche" se les pudo ver montando un par de tiendas en un extremo alejado de la agrupación de tiendas, lo justo para que los cortavientos que habíais instalado sirvieran para algo. En cuanto sus cosas estuvieron en orden, Acacia se encerró en la tienda con Moore. Starkweather estaba que trinaba, pero tenía el buen sentido de mantenerse aparte.

Tras irte a la cama, te costó conciliar el sueño. Cuando lo conseguiste, y tras el primer segmento de tiempo en el que uno no recuerda lo que sueña, vino aquel periodo en el que el cuerpo ha descansado ya algo y comienza a dejar paso al sueño consciente. Comenzaste a tener pesadillas en las que todo lo que te había pasado hasta ahora en el viaje se reproducía, pero resultando peor, mucho peor. Estaba claro que repasabas y mezclabas como si fueran elementos de un rico combinado tus experiencias más abracadabrantes. Luego el asunto se volvió más serio...

Tras irte a la cama, te costó conciliar el sueño. Cuando lo conseguiste, y tras el primer segmento de tiempo en el que uno no recuerda lo que sueña, vino aquel periodo en el que el cuerpo ha descansado ya algo y comienza a dejar paso al sueño consciente. Comenzaste a tener pesadillas en las que todo lo que te había pasado hasta ahora en el viaje se reproducía, pero resultando peor, mucho peor. Estaba claro que repasabas y mezclabas como si fueran elementos de un rico combinado tus experiencias más abracadabrantes. Luego el asunto se volvió más serio...

Tras irte a la cama, te costó conciliar el sueño. Cuando lo conseguiste, y tras el primer segmento de tiempo en el que uno no recuerda lo que sueña, vino aquel periodo en el que el cuerpo ha descansado ya algo y comienza a dejar paso al sueño consciente. Comenzaste a tener pesadillas en las que todo lo que te había pasado hasta ahora en el viaje se reproducía, pero resultando peor, mucho peor. Estaba claro que repasabas y mezclabas como si fueran elementos de un rico combinado tus experiencias más abracadabrantes. Luego el asunto se volvió más serio...

Tras irte a la cama, te costó conciliar el sueño. Cuando lo conseguiste, y tras el primer segmento de tiempo en el que uno no recuerda lo que sueña, vino aquel periodo en el que el cuerpo ha descansado ya algo y comienza a dejar paso al sueño consciente. Comenzaste a tener pesadillas en las que todo lo que te había pasado hasta ahora en el viaje se reproducía, pero resultando peor, mucho peor. Estaba claro que repasabas y mezclabas como si fueran elementos de un rico combinado tus experiencias más abracadabrantes. Luego el asunto se volvió más serio...

Tras irte a la cama, te costó conciliar el sueño. Cuando lo conseguiste, y tras el primer segmento de tiempo en el que uno no recuerda lo que sueña, vino aquel periodo en el que el cuerpo ha descansado ya algo y comienza a dejar paso al sueño consciente. Comenzaste a tener pesadillas en las que todo lo que te había pasado hasta ahora en el viaje se reproducía, pero resultando peor, mucho peor. Estaba claro que repasabas y mezclabas como si fueran elementos de un rico combinado tus experiencias más abracadabrantes. Luego el asunto se volvió más serio...

Giles, que se enteraba de todo, comentaba la jugada en la sala común a quien quisiera escuchar.

Llegaron hace ya cuatro horas y no han salido de la tienda. Hace un rato escuchasteis gritos, ¿verdad? Rompehuevos no pudo evitar los nervios y entró. ¿No escuchasteis los gritos? Debió ser la ventisca, pero yo estaba cerca en ese momento, haciendo un recado. Le llamó creído, cerdo, , incompetente. Decía que su única virtud era saber elegir a sus empleados. ¡Y creo que se refería a Moore! Creo que Lexington también quiere ir a las montañas. Le acusó de sabotaje, y entonces si que se puso hecho un basilisco. Moore tuvo que emplearse a fondo. Se pone realmente desagradable cuando se enfada ¿verdad? Al final Rompehuevos salió con el rabo entre las piernas y ahora anda por ahí, preparando la ascensión al volcán ese. ¿No lo sabíais? Él no va a venir al pie de las Miskatonic hasta que complete la ascensión al Erebus.

Las negociaciones tenían visos de durar. Ya la "noche" estaba avanzada, y Giles hablaba para los pocos que no podían dormir o que tenían el sueño cambiado. En especial los que habían visitado el campamento Lexington. Estaba salteando sus comentarios con sorbos de oporto y mordidas a una tableta de chocolate.

Priestley también estaba en la sala común. Había rodado algunos planos por vuestro campamento, hasta que se aburrió, y trasladó su aburrimiento donde estaba ahora. Se había animado algo cuando Chester salió de entre los países de Morfeo con pinta de haber dormido mal. Luego se animó más con los comentarios de Avery Giles.

Desde luego que lo hemos pasado mal. Yo comprendo que muchos de mis compañeros piensen que vosotros nos la habéis jugado aunque no lo comparta. Mierda, si viendo a vuestro jefe parecería que en el pasado ha habido algo más que odio con Acacia. ¿No lo veis así? Los dos se parecen a un par de divorciados. Si hiciera una película y ellos fueran personajes obligaría al guionista a inventar algo por el estilo. Pero, yendo más lejos en la comparación, creo que Starkweahter (¿Rompehuevos, le llamáis así?) sería un personaje sin doblez. Algo como lo que sospecha Acacia me parecería más propio del otro, de Moore. Si parece una ratita.

Prestley parecía un tipo majo. Se había hecho con un vaso de latón y se había servido con liberalidad de la botella de oporto que había encima de la mesa.

Con una sensación de creciente desasosiego, subía interminablemente unas escaleras que no le resultaban del todo desconocidas. Era ese tipo de sensación que le parecía más perturbadora por lo impreciso de su motivo que por lo realmente inminente del peligro que anunciaba. Al cabo de un tiempo que pareció interminable, se situó por fin; su camino conducía a un aula poblada de oscuras y amenazadoras criaturas, que le devorarían sin piedad. Le mantendrían con vida, lo sabía, hasta el último instante de insufrible dolor, reanimándole para que pudiera seguir sintiendo esa indecible angustia...

Sin solución de continuidad, se vió subiendo por la ladera del cercano volcán hacia su destino. Aunque su padre no estaba a la vista, sus huellas (porque le pertenecían, indudablemente), marcaban la senda. Era absurdo el itinerario escogido, alternando pasos sencillos con los más frecuentes que elegían la subida más abrupta, a veces imposible. Las agotadas piernas de Peabody pesaban como si estuvieran lastradas con el plomo con el que se adornan las botas de los buzos. Comenzó a ver bocas, o más bien orificios que lo parecían, abriéndose a un abismo de opaca oscuridad, allí donde estaba a punto de apoyar sus pies. Esto le obligaba a bailar una macabra danza, mientras se veía impelido por una fuerza que no comprendía, a seguir subiendo, subiendo. Nunca avanzaba, nunca la cumbre de la montaña se acercaba lo más minimo. El ciclo se hizo eterno; perseguía, perseguía, y sabía que no estaba destinado a llegar a un fin. Nunca.

El frío la consumía, algo a lo que estaba acostumbrada, pero lo diferente esta vez era que las piernas estaban gangrenadas y la muerte era cuestión de horas, solo el frío tan intenso impedía que estuviese ya muerta, al haber ralentizado la velocidad con la que las toxinas de la gangrena entraban en su sangre.

Eso, y los gusanos. No entendía como podían estar vivos en aguel frío, pero los gusanos se comían su carne podrida. No tenía dolor, sus nervios estban muertos hace tiempo, y ya no tenía sensaciones de ningún tipo, ni buenas ni malas.

No había ninguna posibilidad de sobrevivir, y si sobreviviese sería una tullida. No quería vivir así. Cerró los ojos decidida a dormir, con la seguridad de que ya no despertaría.

Pero despertó, despertó porque sentía un dolor muy intenso. El hielo había aprisionado su mano y el resto de su cuerpo, solo podía mover la cabeza. Y los gusanos tenían ahora dientes, y estaban comiendo sus piernas. No la parte de carne putrefacta, sino la zona sana, se la estaban comiendo viva, bocado a bocado, podía ver su tibia limpia de carne mientras los gusanos estayan ya royendo el hueso con sus dientes afilados.

Y frente a ella, algo que no podía ser real, el fantasma de su abuelo, o una parodia de lo que debiera ser su abuelo, con tentáculos en vez de su larga barba, riéndose de ella a carcajada limpia.

Despertó gritando, empapada en sudor, y con el terrible dolor de las mordeduras de los gusanos todavía muy presente.

Aramiker ya estaba por allí escuchando las jugosas informaciones de Giles. Había que cuidarse mucho, si querías mantener algo en secreto, de andar pendiente de que Giles no estuviera en las proximidades. Contuvo una sonrisa al ver como el mote "Rompehuevos" se iba extendiendo por entre los expedicionarios, y no sólo los de su propio campamento. No intervino entonces pero sí cuando Priestley habló sobre las acusaciones contra la expedición Starkweather.Moore.

- ¿Pero es que no leéis los periódicos los de la Lexington? Nosotros también hemos sufrido sabotajes, sólo que nos deshicimos del Jonás, no sin sufrimiento.- La actitud de Acacia no dejaba ver más que una mujer despechada y eso no le gustaba nada. Tenía que conseguir hablar con esa mujer y ahora que estaba en su campamento era su oportunidad. Se sentó junto al cámara y se quedó esperando a que acabara la reunión de los dos jefazos.

- No se preocupe Bryce, crease que se lo agradezco.- Contestó una todavía somnoliente Menez. Pero la información recibida posteriormente tuvo el mismo efecto que una palangana con agua fría. Cuando eras periodista estabas acostumbrada a asimilar información importante nada más levantarte.- Mmm, Johan Meyer, interesante.- Tendría que contárselo a Moore y los demás. ¿Qué estarían negociando sus compañeros, que no habían regresado aún, si los de la Lexington lo hacían simultáneamente con los alemanes? Algo se le escapaba y no sabía qué.- De nuevo gracias, Bryce, ha sido ventajoso contar con su ayuda.

Me vuelve a suceder, otro puñetero golpe atmosferico que me hace perder el control, el motor de estribor esta jodido y el de babor petardea, maldita sea la historia se repite como en casa.

Panico, horror, las caras de mis compañeros me dicen que ya saben que no hay salvacion, tiro los mandos para abajo para ganar velocidad, charlene esta bloqueada mirando por la ventanilla, mierda, que es esa cosa, joder se me hecha encima, todo a babor, mas, mas, pasamos por los pelos....que es eso, un tentaculo, la madre que... noooo...

y me incorporo en mi catre gesticulando con las manos intentando protegerme la cara, que tengo terriblemente fria, con sudor, un sudor frio que me paraliza los musculos. Solo al cabo de unos segundos reacciono y me doy cuenta que ya no tengo "eso" cerca y que ha sido solo otra pesadilla mas. 

Nunca he recordado mis sueños hasta que vi aquello, y solo recuerdo sueños de el desde entonces.

Ya que estamos en vela me acercare a comer algo a la sala comun, a ver si hay alguien y me despejo un poco. 

Priestley asintió comprensivo a las palabras de Menez.

Yo lo se y usted lo sabe, querida señorita Menez, pero también sabemos lo fácil que es orquestar una campaña de prensa forrando los bolsillos adecuados. Me apena que los hombres piensen que su jefe tiene el cuajo de aprovecharse de la muerte de dos hombres de su propio grupo para tender una cortina de humo, y a la vez de jodernos a base de bien a nosotros, pero eso piensan algunos; y otros, aunque no están seguros, no las tienen todas consigo. Espero que comprendan que el comportamiento de mis compañeros es, en realidad, un modelo de contención. Se de muchos que sospechando lo mismo les hubieran dado un recibimiento mucho, mucho peor que el que tuvieron.

Chester no estaba para discusiones; había dormido mal, y aún no se había acostumbrado a tener a tanta gente alrededor. Al menos los Dementes sabían que podían confiar los unos en los otros, pero ¿y ahora? Ahora quizás alguien quería hundir la expedición (o las dos expediciones) en el fango, o mejor dicho, en el hielo, y había que estar alerta ante cualquier comportamiento extraño. ¿Y quién no iba a tener un comportamiento extraño en aquel "circo"? Si los primeros que debían dar ejemplo no hacían más que pelearse entre ellos, ¿qué podía esperarse de los demás miembros de las expediciones? ¿Sentido común? ¡Venga ya!

Chester se sirvió una copa de oporto de la botella que se estaba trasegando Albert. Al menos sabía que en él sí podía confiar.

¿Subir al Erebus? ¿Para qué? No creo que sea nuestro objetivo prioritario, y lo único que vamos a lograr con esto será gastar recursos y poner vidas en peligro. Si Starkweater quiere ir - se negaba a usar el mote con que los demás le habían bautizado - yo le acompañaré, faltaría más, pero no me parece la mejor de las ideas.

Peabody asistió en silencio a las conversaciones, sin apartar ni por un instante la vista de la cima del Erebus. Enarcó una ceja al escuchar a Chester.

¿Es que piensa que tenemos alternativa, Sr. Field...? - preguntó con voz triste - El libre albedrío no interviene aquí, ya no. Subieremos, sencillamente, porque debemos hacerlo. Es parte de nuestro destino, quizá la última parte...

Y sin añadir nada más, se retiró a un rincón oscuro, donde se acostó sobre unos sacos que le aislaban del suelo.